martes, agosto 19, 2008

EN UN JARDÍN DE VOCES

Dos magníficos conciertos marcaron el fin de semana del Festival Internacional de Santander, acercando a Santander nombres ilustres que cumplieron con profesionalidad y un punto más allá su compromiso con el público.
El sábado combinó la excelencia de una de esas formaciones orquestales serias y seguras, la Orquesta Sinfónica de la Radio Finlandesa, con el liderazgo claro de uno de los grandes directores de la nueva generación, el también finlandés Sakari Oramo (a quien ya habíamos escuchado el año pasado dirigiendo la Birmingham) y la voz de una de las sopranos que más entradas tiene en mi discoteca, Karita Mattila (para escribir esta reseña he puesto en el reproductor su milagrosa lectura de los lider orquestales de Strauss).Finlandesa también.
Y como iba de Finlandia la cosa, un programa centrado en Sibelius con una previa excursión al nacionalismo post-romántico checo y el universo operístico de Janacek, así como al nacionalismo romántico de Tchaikovsky y su Oneguin.
De la orquesta, poco se pueda decir que no sea un fuerte aplauso. Sonido equilibrado, versatilidad, matices, dinámicas ajustadas, a veces un tanto exageradas pero siempre al servicio de esa emoción sonora que tan pocas veces se nos da con generosidad y criterio. Como no podía ser menos, su Sibelius es de referencia, lo conocen tanto que el único peligro hubiera sido el cansancio de los propios músicos. Pero en lugar de esa caída, ofrecieron entusiasmo, pasión, poesía, fuerza, exigida siempre por ese director con quien tan bien se compenetran y a quien tanto conocen que es Oramo. La obertura de "Recuerdos de la casa de los muertos" de Janacek sonó honda, misteriosa y terrible; lírico y exquisito el Vals Triste de Sibelius; llena de ideas y de fuego la Primera Sinfonía también de Sibelius. Sin duda una gran orquesta que entabló un rico diálogo con la música y con el auditorio.
Karita Mattila es grande. Su voz posee un timbre hermoso, cálido y exacto, y su perfección técnica no puede ser disimulada ni siquiera cuando las dotes interpretativas de la soprano la desbordan. Nos ofreció dos entradas importantes de dos de sus roles característicos, la Oración extraída de la ópera Jenufa, de Janacek, y la Escena de la Carta a la que da vida Tatiana en la ópera Eugen Oneguin de Tchaikovsky. Destaco no sólo su perfección vocal y estilística, sino que además quiero remarcar el esfuerzo interpretativo. Mattila sabe qué difícil es conseguir la complicidad del público en uno de esos programas fragmentarios en los que se rompe la unidad de una obra para extraer un muestrario que obliga a perder el hilo argumental e interpretativo de una ópera. Y por eso se esfuerza en hacer creíble no sólo la parte estrictamente musical de la escena, sino también el universo interior del rol cantado. Creo que el programa elegido, en su parte lírica, es una buena muestra de que un "programa patchwork" puede funcionar sólo bajo dos premisas: la primera, que no caiga en el tópico, en el hit, en el dejà vu. La segunda, que se aporten matices dramáticos y expresivos que pongan al público en situación. Aun así, sigo sin entender que lo que debiera se excepcional (oferta de programas con recortes de obras mayores) se haga habitual cuando existe un repertorio tan amplio como fascinante que permite poner en escena a una orquesta y una soprano sin necesidad de tijeras y retales.
Por cierto, que la Mattila se ganó al público también por su carácter divertido, afable y sorprendente. En el anecdotario del FIS quedarán detalles como esos zapatos que molestaron durante Jenufa y provocaron que la cantante saliera a cantar descalza su segunda intervención. Como la generosidad con la que improvisó un bis ante el cariño del público, cantando a solo (que no a capella como ya he visto escrito por ahí) un bolero, ese de "Júrame que aunque pase mucho tiempo ...". Y sobre todo su saludo final, abriéndose de piernas con la misma agilidad de una gimnasta olímpica, más sorprendente aún atendiendo a su edad y a su impactante envergadura física.
El domingo nos llevó al Barroco francés, en una segunda parte del jardín de voces del que hablaba. La mezzo Anne Sofie von Otter acompañó esta segunda incursión festivalera de Les Arts Florissants y su director William Christie a Santander, para visitar algunas escenas de ópera barroca francesa (la Medea de Charpentier, página mítica y de referencia en el repertorio de Christie, y Las Fiestas de Hebe de Rameau) además de unas hermosísimas arias de corte y de taberna de Lambert. Si la no demasiado fina acústica de la Sala Argenta y un programa cuando menos discutible en concepto y ejecución pasó factura a la primera visita de Les Arts Florissants, el sonido de los instrumentos antiguos fue en esta ocasión brillante, compacto, jugó con los timbres como requiere la estética francesa de la época (esos juegos de timbres son, creo, el elemento más "nacional" de la música francesa en todas sus etapas), y alternó momentos reflexivos con vivaces aires de danza que alegraron la jornada dominical.
De nuevo, mención aparte merece la Von Otter. Exquisita en matices y en calidad vocal, aportó también una aportación dramática que alegró su "Aire de bebedores" de Lambert, aportó tensión emocional a su lectura de Medea y resultó frívola y delicada en el cortesano Rameau. A pesar de los móviles, mantuvo en un vilo al público y consiguió, junto a músicos y director, claro, la mayor ovación de la temporada (por el momento y sabedor de que la Novena de Beethoven arrasará en la clausura con independencia de sus valores interpretativos "por ser vos quien sois", pero es que la Novena es a la música y al público como Phelps a la natación).
Y como a este cronista la maldad, como el valor a los soldados, se le presupone, y ya que no tengo nada que objetar al exceso de placer que me ofrecieron las dos propuestas del FIS, termino. No sin evitar la pulla esperada. Me sorprendió ver dos días seguidos a Isabel Urrutia sentada tanto tiempo en silencio, sin proferir insulto alguno como los que va dejando como "marca de estilo" en el Parlamento de Cantabria. Y eso que las hordas nacionalistas habían copado el programa de la Orquesta de la Radio Finlandesa.

2 comentarios:

Rukaegos dijo...

Me acaba de preguntar un amigo por mail que quién es la chulapona de la foto jajajajaja. Es Karita Mattila. Contundente y estupenda.

Anónimo dijo...

Bueno, en la noche del FIS estaba menos chulapona (qué horror de traje, por diox). Por cierto, que la señorona de un renombrado señor STV dijo que a ella le gustaban las mujeres así, naturales y sin teñir :-D
En fin, que yo venía para invitarte a la clase de comentario de texto que tiene lugar en Los Panes y los Peces. Paso lista :-)
Besossssss.

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