jueves, mayo 21, 2015

POR QUÉ PSOE




Hay una reflexión que tengo pendiente desde hace algunos meses. Supongo que en los tiempos que corren se pueda interpretar este post en clave electoral, aunque en realidad sea una lectura en clave personal la que guíe la escritura. No se trata, pues, de pedir el voto a nadie, ni siquiera de explicar o hacer explícito el mío, aunque de alguna manera esta segunda dimensión vaya implícita. Pero es frecuente que me pregunten qué hago yo en el PSOE, por qué no me voy, por qué no me fui en cierto momento en el que estuve francamente a punto. Así que allá vamos.

Nací en una familia tradicional, conservadora sin extremos, religiosa sin extremos. Así que no soy uno de esos que en el PSOE se autodenominan de pata negra y proclaman las varias generaciones de socialistas que corren por sus venas. Si bien es cierto que desde siempre me ha interesado la política, al PSOE llegué después de tiempo, de experiencias, de reconstrucción personal, desde la que fue mi primera aventura (de ella a lo mejor hay otro tiempo para hablar) y que fue la DC (anteriormente PDP) que nació de la desintegración de la UCD y que tuvo lugar cuando la DC era más demócrata cristiana que conservadora y hacía un fuerte énfasis en la justicia social, la dignidad personal, la sociedad como un gran pacto interpersonal. Llegué porque desde mis lecturas, vivencias, amistades, conversaciones, se fue gestando una construcción del mundo que se asentaba sobre valores que cada vez estaban más lejos de lo que conocemos como derecha y me hacían más cercano a una izquierda que en cierto modo también se estaba moviendo hacia ese punto de encuentro. Esos valores que para mí son esenciales tienen que ver con la defensa de la igualdad, entendida como ausencia de discriminación en el plano legal y por tanto con la apuesta por una sociedad diversa y dinámica, en continua transformación, por una sociedad que apuesta por el respeto y la dignidad de todos y cada uno de sus integrantes, pero también entendida como ausencia de obstáculos (supongo que para ser menos utópico habría que hablar de reducción de obstáculos) para que las personas puedan desarrollar en plenitud su plan de vida, sus opciones, sin que factores externos a su propio esfuerzo y decisión puedan frustrarlo. La defensa de los derechos humanos y de la dignidad de las personas, proclamados en tantos textos internacionales suscritos por España pero tantas veces olvidados y ninguneados en su profundo sentido, convertidos en mera palabrería. Valores como la solidaridad, la corresponsabilidad entre quienes formamos parte de un cuerpo social en sus diferentes escalas, local, nacional, internacional, y que obliga, me obliga, a abrir los ojos y a no permanecer indiferente.

Pues sí, al final estoy hablando de la afirmación contenida en la Constitución de 1978 de que España es un estado social y democrático de derecho. Ese modelo que está siendo descuartizado sin piedad por quienes curiosamente se autoerigen como garantes únicos de la norma fundamental y que están prostituyéndola al construir un sistema que poco tiene de democrático, casi nada de social y que hasta podría poner en cuestión el calitificativo de esto de derecho con normas con el gallardonazo o la ley mordaza que en el fondo sirven para dejar al ciudadano inerme ante los abusos y las desviaciones de poder.

En una concepción clásica, el partido, un partido, tendría que ser esa herramienta eficaz para transformar el mundo. Y en su momento entendí que era el PSOE esa herramienta útil para navegar hacia la concreción más alta posible de esos valores con los que esencialmente me identifico. Creo que lo ha sido, creo que el PSOE ha sido un activo importante en la transformación y mejora de la sociedad española, y que muchas de las mejores caras que nuestro país ha venido dibujando fueron pintadas con puños y rosas. 

No niego, por supuesto que no, la importancia de los movimientos sociales (y eso incluso en una sociedad tan desmovilizada y paciente como es la española) en esas transformaciones, no niego la participación activa de otros partidos (no voy a renunciar a dejar expresa mi simpatía por los esfuerzos y la claridad de IU en tantas cuestiones importantes, su trascendencia como conciencia crítica) y otras instituciones. Pero al final, supongo que al contrario de lo que ocurre en mi vida personal, y al menos hasta hoy, el PSOE aportaba un plus de posibilidad, quizás no fuera la izquierda perfecta, ni la utópica, ni siquiera la izquierda más izquierda, pero era la que incorporaba opciones de acceso al gobierno, la que se mostraba abierta al diálogo y la construcción, asumiendo incluso algunas renuncias dolorosas para poder superar obstáculos. Era, es, una izquierda posible y responsable.

A estas alturas ya habréis dicho algunos "¿Ves cómo seguís sin hacer autocrítica?". Aquí y en otros foros he hecho autocrítica, la he visto también en el partido, he visto cambios, lentos, como lentos son los elefantes, pero cambios firmes que hablan de reconocimiento de fallos y de propósito de enmienda. Pero no voy a quedarme en la flagelación permanente. De acuerdo, el partido adoleció y todavía adolece de democracia interna, es necesario consolidar procesos como los de las primarias y aumentar el peso y la vida de las agrupaciones, reducir el exceso de presidencialismo. De acuerdo, hay que ser más transparentes y hay que explicar las decisiones más y sobre todo mejor, hablando para una ciudadanía adulta perfectamente capacitada para entender y decidir. De acuerdo, hay que subir un poco la luz del foco utópico, del valorativo, del de los principios, y bajar un poco también el que apunta a lo pragmático. Sobre todo hay que tener claro que ya no soportamos más, tampoco los militantes y afiliados, la estafa de la corrupción en todos sus niveles y venga de quien venga y exigimos claridad y resolución.

Me temo, sin embargo, que en algunas cuestiones recientes y difíciles, sigo pensando más en responsabilidad que en traición o dejación, sigo empeñado (estos testarudos tauro, qué le vamos a hacer) en que se actuó buscando el bien común y el mal menor en una crisis global en que los depredadores habían puesto el ojo en un país que no había sido capaz de solucionar todavía algunas debilidades endémicas que le hacían frágil. Estoy seguro de que con el paso de cierto tiempo, habrá una revisión de ciertas decisiones y de cuáles fueron sus causas y consecuencias más objetiva, menos  pasional. En la que a lo mejor se me tiene que caer a mí la venda, pero en la que a lo mejor las que quedan maltrechas son algunas vendas ajenas.

A día de hoy, siempre desde una posición crítica y a pesar de muchas decepciones, sigo viendo en el PSOE la herramienta mejor, más solvente y más práctica para trabajar por la sociedad y los valores que me implican. Creo que es ese partido abierto, con vocación de mayoría, integrador en el que caben diversas formulaciones de la izquierda democrática pero también permite sentirse cómodos a quienes vienen desde otras sensibilidades igualitarias, sociales, democráticasd, garantistas, que desde otras sensibilidades fundacionales quieren una sociedad inclusiva, llena de oportunidades, que proteja a quienes más lo necesitan y habilite caminos para todos. transformando y removiendo.

En el PSOE tengo cerca a personas comprometidas que empeñan cada día tiempo, esfuerzo, vida en la construcción de esa sociedad, personas honestas y cercanas, que pisan suelo y que hablan el mismo idioma que se habla en la calle, atentas y eficaces, entre las que me siento cómodo.

Así que sí, concluyo en que desde mis posiciones personales, desde mi apreciación concreta, cuando regulo el fiel de la balanza y cargo los platos con los debes y los haberes, el PSOE sigue inclinándose en la dirección correcta.  Y por supuesto, el fiel lo regulo yo, la carga de los platos la decido yo, porque estoy hablando de mi compromiso y de mis decisiones, entiendo que igual de legítimas que las vuestras, que habéis situado platos y fieles en otras medidas y concluyendo de otra forma. Si llega un día en que lo que pienso, lo que creo y lo que siento se ven traicionados, no lo dudéis, ese día no estaré con el PSOE. Por el momento, sigo prefiriéndolo a otras opciones, sigo apostando por su modelo que es tan parecido al mío, sigo pensando, en los aspectos que me pesan, que otro PSOE es posible, pero que esa posibilidad solo puede darse empujando desde dentro.

sábado, mayo 16, 2015

AL FIN Y AL CABO... VIDA. Reflexiones ante el Día Internacional contra la Homofobia.



Desde 1965 hasta 1990 estuve enfermo, muy enfermo.

Resulta reveladora la mirada hacia el pasado, hacia esos 25 años oscuros en los que de alguna manera resultaba peligroso, pestilente, degenerado, asqueroso. Esos años en los que a pesar de todo fui feliz, qué le vamos a hacer, quizás porque tuve mucha suerte con mi familia, con mi colegio y mi instituto, con Reinosa, con cierta época histórica y cierto país, quizás también porque entonces ignoraba el daño que estaba recibiendo en lo más profundo de mi yo más íntimo, quizás porque era simplemente discreto además de cobarde y no me vi obligado a figurar en el centro de ninguna diana.

Yo lo supe siempre. Nunca estuve disponible para los ritos y fraternidades masculinas, nunca hice ascos a los juegos mixtos y nunca me avergoncé tampoco de ser uno de los pocos chicos que participaba en los tradicionales entretenimientos de las chicas. A veces he jugado con muñecas y fui afortunado por convivir con la moda de los Geyperman, esos muñequitos machorros que se convirtieron en mis amigos y que, no creo que hoy os sorprenda, hacía emparejarse unos con otros. Coleccionaba fotos, a escondidas, claro, de los chicos a la moda que de alguna manera sabía que no podía pegar en mi carpeta. Allí estaban, procedentes del Hola y de otras revistas, Starsky y Hutch, Leif Garret, Chris Atkins, Willie Aames (vale, me volvían loco los rubios) y tantos otros. También era rubio el compañero del colegio, del instituto, de la pandilla, que me hacía poner muy nervioso cuando sonreía y que nunca supo, o eso creo, que me hacía flotar.

Alrededor, cómo no, las lágrimas. Las primeras que recuerdo, como si fuera hoy, las de esa noche, con 12 años, que me pasé en vela llorando y rezando, diciéndole a dios que no quería ser así, que yo quería que me gustaran las chicas como a todos. Esa noche que se fue repitiendo a diversos intervalos a medida que el tiempo avanzaba y lo que estaba claro se volvía aún más claro. Y que rozó la locura cuando a los 18 tuve mi primer encuentro furtivo con un tío, en su coche, en un bosquecillo cercano a Reinosa, del que nunca supe su nombre y a quien siempre agradeceré que fuera cuidadoso, delicado, que se preocupara por lo que yo pudiera estar experimentando. El regreso a casa fue tremendo, me sentía sucio y me sentí así mucho tiempo, pensé seriamente en quitarme de en medio, tuve tanto miedo, tanta vergüenza, que tardé cuatro años en tener una segunda experiencia en la que casi volvió a ocurrir lo mismo.

Al fin y al cabo yo era esa cosa sucia que se llamaban en el patio, en la calle, en la tele, en los partidos cuando querían humillar, aplastar, deshumanizar: maricón, pipa, loca, tenaza. Al fin y al cabo yo era, aunque nadie lo supiera, uno de esos personajes ridículos, grotescos, infrahumanos de los que se burlaban los chistes, la televisión, el cine. Yo era uno de esos bichos extraños que había visto en los libros en los que había buscado información y ayuda (¡a quién se le ocurre buscar esa ayuda en los libros de López Ibor, pero eso es lo que había en la biblioteca!). ¿Quién iba a querer ser eso?

Claro que fui afortunado. Nunca fui ese objeto de violencia o de burla, creo que nadie o casi nadie sospechó quién era, viví en mi burbuja, en mi miedo, en la seguridad de la mentira. Todavía hoy me duele pensar que mi padre murió sin saber quién era yo de verdad, que mis amigos lo fueron de alguien a quien no conocían y en quien hoy a duras penas me reconozco. Pero viví seguro, lejos de los tiempos en que podías morir por ser homosexual, lejos de la posibilidad de un centro de internamiento y reeducación (no tan lejos), lejos de la consideración de delincuente (no tan lejos). Solo fue un dolor pequeño, insignificante si lo comparamos con lo que todavía hoy tantos hombres y mujeres padecen en su tremenda realidad.

Al fin y al cabo, vida. Al fin y al cabo las lágrimas, el corazón roto, la vergüenza, el miedo, fueron los que me dieron una fuerza que desconocía cuando un día me volví loco y pegué la patada definitiva en la puerta del armario. Fue por amor, por desamor más bien. Culpa de un tal ... de cuyo nombre no quiero acordarme. Ese el momento en el que algo dijo dentro de mí que no podía más y que me hizo responder que sí cuando Javi, el buenazo de Javipapi, me pidió ayuda para organizar un ciclo de cine para ALEGA, el colectivo de lesbianas y gays de Cantabria. De pronto comencé, con 35 años, a ser adolescente, a vivir esa adolescencia que me había negado, que me habían robado, a sonrojarme cuando me miraba un chico y a decir a veces que sí cuando rompía la timidez y era capaz de dar un paso hacia el rollete buscando el amor de los quince. Aprendí poco a poco que no pasaba nada, que no tenía por qué pasar nada, si ibas de la mano con tu chico por Santander, o en un autobús, que podías abrazarte a él, besarle, incluso en un pub del heteromundo o en un taxi, que podías escribir poemas de amor en los que de pronto todo quedaba claro. Aprendí lo que era querer sin que te quisieran y gracias a Lander primero y sobre todo a Leo, a mi Leo, aprendí que hasta era posible que alguien te quisiera de vuelta. Aprendí a perderles y a recuperarme del golpe con la dignidad más o menos intacta y el corazón casi entero. Aprendí en fin a estar solo, sin ansiedad, sin miedo ya a ser el marica viejo que algún día seré, porque también aprendí a pelear, a luchar, a dar la cara, a levantar los ojos y la frente, a preocuparme por la dignidad, la libertad, la visibilidad, los derechos de todas y de todos. Hasta a veces quiero pensar que en esta vieja Cantabria puse algún granito de arena, puede contribuir un poquito a que tantas cosas cambiaran, a que la España de nuestros dolores fuera hoy, a pesar de tantas cosas, más habitable que otras partes del mundo.

Se me ocurre esta noche, en vísperas del 17 de mayo, que al fin y al cabo eso es la vida: caer y levantarte, romperte y pegar los añicos, llorar y reír, amar y echar de menos. Eso es la vida, levantarte por las mañanas y mirarte al espejo sin sentir demasiada vergüenza sabiendo que has aprendido a ser exactamente quien eres, y que has sido capaz de luchar para imponer tu realidad y exigir su respeto. Quién sabe si hubiera encontrado la fuerza necesaria de no haber pasado por los años oscuros, por el auto-odio, por el terror a ser el que de verdad era. Quién sabe su hubiera podido hablar abiertamente con mis alumnos y alumnas del Altamira, si hubiera podido amarlos como los amé, gozarlos como los gocé. En ese sueño de que a lo mejor después de haber conseguido quererme un poquito y hasta estar orgulloso (espera, que eso no toca hasta junio) de lo que he construido curándome no de la homosexualidad sino de la homofobia. Ese sueño de que tal vez mis amigos, la gente a la que quiero, la gente que me importa, quién sabe, después de tanto tiempo me perdonarán la falsedad de entonces, seguirán a mi lado y hasta compartirán, quién sabe, un poquito, mi tacita de orgullo.

*Gracias a los estudiantes del IES Jesús María de Málaga, he robado la imagen de la exposición que hicieron para recordar un 17 de marzo, llena de carteles e imágenes rotundas y memorables, como podéis apreciar en este video maravilloso.

https://www.youtube.com/watch?t=79&v=4Xg8_8-apk8

jueves, mayo 14, 2015

UN AÑO DE AMOR (CARTA DE GELO PARA SOS SETTER)


A mí no me gusta escribir en el ordenador porque tengo tantas ganas de vivir, dormir y comer que no tengo tiempo para tonterías. Pero hoy el Gafapasta se ha olvidado el portátil y la Poligonera está roncando como una marmota, así que voy a aprovechar para escribir una carta que tenía pendiente.

¿Os gusta la foto? A mí me encanta, es la de mi tercer nacimiento. Porque yo he nacido tres veces. La primera, de una mamá setter muy guapa, muy calentita y confortable, llena de leche y con una lengua amorosa. Tenía muchos hermanitos setter también. Pero cuando era muy chiquitín me apartaron de esa mamá para enseñarme a cazar. Viví mucho tiempo, seis años, como perro cazador. Lo hice bien, lo mejor que supe, porque siempre he querido que mis jefes estuvieran contentos conmigo, pero a pesar de eso un día me dejaron abandonado, desconcertado, en los huesos, en un sitio oscuro y triste que se llama CECAPA. Es un sitio que pagan todos los ciudadanos de muchos ayuntamientos para que la gente deje allí a sus mascotas cuando ya no las quiere como si fueran trastos viejos, o para que la policía lleve a los pobres animales que se encuentra perdidos o abandonados por la calle. Todos están asustados, nerviosos, todos echan de menos sus casas, aunque fueran malas, y todos tienen un miedo terrible a realizar La Última Excursión. Porque si llevas mucho tiempo en la jaula, te sacan un día y te llevan a ese viaje terrible y ya no vuelves. 

Pero yo tuve suerte, nací una segunda vez. Vinieron las hadas de SOS Setter, no recuerdo si fue Berto, si fue Sonia, si fue Goiz el primer rostro amable que vi desde los barrotes. Sé que dijo "Tiene cara de ángel, te vas a llamar Angelo". Y me sacaron de allí después de pagar, porque a los que te quieren matar no les piden dinero, pero a los que quieren salvarte sí. Cosas de los negocios y de ciertos políticos que no quieren darse cuenta de que es imprescindible implantar la política de Sacrificio Cero en las perreras, en neolengua "centros de recogida de animales". Así empezó un tiempo estupendo, conocí a muchos setters abandonados y salvados, y me prometieron que harían lo posible para encontrarme una buena familia. Familia sonaba bien, mejor que cazador y que perrera, pero no estaba seguro de que fuera una idea inteligente alejarme de allí. Así que también me porté muy bien por si acaso preferían que me quedara con ellos.

En la foto volví a nacer. Un día me dijeron "¿Sabes que ya tienes familia, Gelete? Vas a conocer a un Gafapasta raruno y a una setter picarona que también pasó por aquí hace unos años". Yo me puse muy nervioso pero estaba dispuesto a seguir siendo un buen perro pasara lo que pasara, así que subí al coche con Maybe, una perrina mayor que ya encontró también familia, porque el Gafapasta quería conocerla, y fuimos a un parque de una ciudad que se llama Santander y que no se entera de que hay que poner vallas en los espacios para perros, por seguridad, y prefiere no enterarse de lo que pasa en la perrera y no quiere ni oír hablar del Sacrificio Cero. Pero donde vive mucha gente estupenda. El Gafapasta me hizo unas caricias y me prometió que iba a estar bien con él, la poligonera Gin, que es escritora y tiene un blog, me prometió que me iba a poner verde todos los días pero que cuando la gente no mirara iba a jugar conmigo y a compartir la comida y a enseñarme a volver locas a dos gatas absurdas. Así que me fui con ellos, era mayo, era 2014, era ... una tarde maravillosa.

¡Cómo ha cambiado el mundo este año! Me encanta la comida y ahora hasta dejo algo en el plato porque sé que todos los días habrá algo rico para mí. Me encanta la cama, para estar cerquita del Gafapasta y de Gin y hasta de las gatas. Me encanta patear las calles con esa alegría sandunguera que me caracteriza porque sé que le caigo muy bien a la gente y todos los días alguien me dice que soy muy guapo y me hace caricias. Soy feliz cuando paso por delante del Mesón Salamanca y Fran me saca una tapa, o tumbarme al sol en la terraza del Siboney. Me vuelvo loco cuando el Gafapasta me deja correr libre por la playa o por el parque y se me pone cara de tonto de pura vida. Me da tranquilidad poner la cabezota encima del jefe para que no se olvide de que necesito muchos mimos ahora porque antes no tuve. Me divierto jugando con Gin, intentando robarle los juguetes y las golochuches, aunque al final siempre se queda ella con mis juguetes y con mis golos, porque es un poco bruja. Me encanta ser Gelo, el setter moñas, el de en medio de Los Pecos, el setter feliz.

Así que quiero dar las gracias a SOS Setter, con besotes muy fuertes y lametones muy intensos. Quiero dar las gracias a las gatas Anabotella y Tiberio, a la loca de Gin que me da golpecitos cariñosos de hocico a hocico, al Gafapasta que .... , a toda la gente buena que tiene tiempo para una carantoña. Porque he aprendido este año a vivir de verdad, a vivir con intensidad, a disfrutar de una familia que me quiere. Así que sigo siendo un buen chico y me porto bien ... la mayoría de las veces. Porque ahora puedo hacer alguna trastada sin que pase nada. Porque voy por la calle con la cabezota alta para que me llamen chulo, guapo, perrolindo, mientras dejo al aire este pelazo saludable y espectacular. Porque mucho alcalde, mucho alcalde, pero para pelazo y guaperío los de Gelo Melenas, el terror de las nenas. 

Os quiero a todos. Hasta al miserable del cafrecazador que me abandonó. Porque gracias a su despreciable gesto, por fin descubrí que había otro mundo, y que este sí merecía la pena.

martes, mayo 12, 2015

1978 Y YO



Entre las principales novedades y novedades a medias del panorama político, no deja de ser este un tiempo peculiar, en el que la mera presencia de los nuevos ya parece ser suficiente para la escucha de nuevos mantras y los disparates asociados a quienes tienen demasiados micrófonos cerca para hablar y demasiado poco tiempo para pensar. Discursos recurrentes están siendo el de "no soy de izquierdas ni de derechas", seguido de bonitas fintas para evitar responder a cualquier pregunta con contenidos ideológicos que concluyen en un guiso tipo macedonia en el que llevo de todo y no soy nada; también el de todos son iguales menos nosotros que representamos al ciudadano normal, suponiendo que exista en algún lugar del solar patrio tal ente peculiar y abstracto; otro más, tú cállate que eres casta y corrupto, mientras que yo soy virginal y llevo hasta prelavado en tres programas porque como nunca he gobernado nunca he tenido la oportunidad de hacerlo mal (tampoco de hacerlo bien y, ojo, que aun así las trastiendas por ahí andan).

Pero por encima de todo, el complejo de Adán: Yo invento el mundo cada día, yo invento la democracia cada día, puesto que soy joven y fresco y a lo mejor ni siquiera sacaba buenas notas en historia.

En la carrera del adanismo circundante, nos cuenta Albert Rivera que no cabe regeneración democrática alguna con personas nacidas antes del 78, que solo sirven los nacidos en democracia. En un discurso que me toca bastante las narices no porque sea una chorrada descomunal, ni siquiera porque sea profundamente injusta para quienes se dejaron piel y vida en la lucha por esa democracia de la que sí disfrutaron los nacidos después (otros adanismos negarían que haya disfrutado la democracia nadie, pero de esos creo que hablaré un poco mañana), sino por puro egoísmo cochino y envidia de las lozanas juventudes. Sí, lo confieso con horror, soy más viejo que la constitución, nací en el Mediterr... no, nada de Mediterráneos, que nací a la vera del Cantábrico, a ver, que me lío, nací en el 65.

Aunque en realidad no sea necesario precisar tanto. Simplemente me encuentro en ese gran grupo de personas nacidas en España antes del 78. En realidad si vamos a sacrificar en el altar de Kali a los nacidos en el 77, creo que Rivera debería ser más exacto y considerar igualmente perversos a los nacidos en el 78, ya que el referéndum tuvo lugar en diciembre y por tanto los setenteayocheros tampoco nacieron bajo el luminoso sol de la democracia rediviva).

La sociedad de consumo lleva mucho tiempo explicándonos que para que el mundo pueda vivir, para que cierto mundo pueda vivir, no debemos exigir durabilidad a los objetos: si el televisor se rompe, te compras otro, porque lo tienen de oferta y porque como no fabrican piezas de tu modelo viejo te va a resultar más caro reparar que renovar. Y ni punto de comparación, oiga, que el nuevo vendrá con un nosequégadget maravilloso integrado de serie. En paralelo, se ha instalado un discurso muy básico que se limita a decir "nuevo bueno, viejo malo" y que celebra como si fueran verdades teologales esas ideas de la generación mejor preparada de la historia (bueno, puede, a lo mejor, es que yo ando mucho por la calle, en unas cosas  sí en otras no y en algunas depende), elude toda referencia a la experiencia y la preparación (como si fuera suficiente haber estado de Erasmus en Derecho en Nápoles para tener mucha mejor mirada jurídica que las momias del Tribunal Supremo).

El caso es que todos estaremos de acuerdo en que los jóvenes son más jóvenes que los que no lo son, incluso puede que en general más guapos (con permiso de algunos guapérrimos nacidos antes del 78) y mucho más depilados. En todo lo demás, lamento decir que tener menos años no garantiza ser mejor, no garantiza hacerlo mejor, no garantiza ser un profesional más asentado, ni más original, ni más fresco, ni más honesto. De hecho, a veces tener más años (que tampoco garantiza nada, oigan), sirve al menos para tener algunas buenas credenciales y en algunos casos para merecer mucho respeto, por una vida de sacrificios, de lucha, de compromisos, por labores transformadoras que permitieron que la sociedad avanzara en buenas direcciones, y que, los adanes no se lo van a creer, se realizaron sin mácula y muchas veces, creo que la mayoría, sin siquiera recompensas inmediatas para ese esfuerzo (los cambios sociales son muy del gusto de Maricospi, siempre satisfacen en diferido).

Lo siento, señor Rivera, no me voy a sentir culpable de nada por haber nacido antes que usted. Nacer en 1965 tiene tanto de casualidad como haberlo hecho en 1979 (vaya ojo que ha tenido usted para elegir la generación fetén, eh. Ups, perdone por haber utilizado una palabra tan viejuna como fetén, pero seguro que usted, tan limpiuco y preparado, la traduce pronto). De hecho, no veo nada malo en haber jugado con los Geyperman durante la dictadura, nada malo en haber disfrutado de mi primer libro, de mis primeros amigos, de mi colegio, de mi familia, de las posibilidades maravillosas que Reinosa le ofrecía a una infancia feliz, no creo que haber descubierto a Astérix a tiempo real me convierta en ningún tipo de villano conocido. Tampoco entiendo qué hace que no pueda contribuir, seguir contribuyendo, al bienestar social, a la transformación de la sociedad, a todas las regeneraciones de todo lo que sea necesario, el hecho de estar cursando octavo de EGB cuando se aprobó la Constitución, ni siquiera el hecho de haberme hecho por aquellos meses preconstitucionales mis primeras pajas y haber fumado mi primer y casi último cigarrillo.

En fin, que si tiene usted, entre otros, problemas de gerontofobia, se los cura y todos tan tranquilos, que no tengo yo ya edad para irme a campos de reeducación para viejunos predemocrático-corruptos irregenerables por las áridas estepas -polvo, sudor y hierro- castellanas.
Licencia de Creative Commons
Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Based on a work at unsantanderposible.blogspot.com.