miércoles, septiembre 20, 2017

RAMÓN


Con la pátina turbia de estos tiempos que corren, espero que al menos se considere respetable dar cumplimiento a esa vieja máxima en la que un catedrático de Derecho Natural nos resumió a los estudiantes de primer curso de Derecho en un muy lejano 1983 las normas que gobiernan el ethos de un hidalgo cántabro: Nunca olvidar un favor, nunca perdonar una putada. Siempre he tratado de ser fiel a la primera parte de la paremia, me resulta un poco más difícil por mi propio carácter la segunda, aunque poco a poco voy aprendiendo ayudado por mi todavía excelente memoria.

Aclaro por si acaso que aquí no estoy diciendo nada de nada sobre razones ni sin razones, nada sobre, diría Daniel Rabinovich, díscolos o discóbolos. Y que solo me hago responsable, una vez más, de lo que escribo y de lo que quiero escribir; lo que podáis entender o queráis entender será, así pues, responsabilidad vuestra y de vuestras miradas.

El caso es que hoy ha cesado Ramón Ruiz como Consejero de educación, cultura y deporte del Gobierno de Cantabria, tras un par de semanas de fuerte agitación y un verano complicado, esas semanas y ese verano que han seguido a las elecciones primarias del PSOE en Cantabria donde los y las militantes han decidido un relevo que, al parecer, iba a abrir una nueva situación de bicefalia política. Y me apetece realizar aquí una pequeña semblanza personal.

Conocí a Ramón Ruiz hace muchos años, más de los que a ambos nos gustaría reconocer (por lo que significan al fin de batallas y guerras, experiencia, tiempo y polvo acumulados, de sueños cumplidos y truncados, y, al menos en mi caso, de fuerzas extraviadas), cuando ambos participábamos en las reuniones preparatorias y la gestora que habrían de concluir con la formación del Consejo de la Juventud de Cantabria, Ramón como representante de Scouts de Cantabria-MSC y yo de la Juventud Demócrata Popular. 

Desde esos primeros momentos aprendí a sentir aprecio y respeto por Ramón. Por un Ramón cargado de energía, de proyectos y de honestidad, que brillaba por su capacidad de diálogo y por la firmeza de sus convicciones y compromisos, que destilaba pasión por la educación, por la formal y por la no formal, y que desde esa base firma que es el escultismo, fue implicándose en ejercicio de la docencia, en el estudio riguroso de la pedagogía, la organización escolar, llegando a convertirse en todo un experto en su ámbito profesional.

La continuidad de su compromiso, que suponía también una apuesta clara por la transparencia de las organizaciones, por la educación pública de calidad, tenía que llegar hasta la política, siempre de la mano de nuestro querido y añorado José Félix García Calleja. Así llegó hasta el Partido Socialista de Cantabria y así acabó ocupando durante algunos años la Dirección General de Educación, como todo un soplo de aire fresco, ganando respeto y consiguiendo que por primera vez en muchísimos años la educación cántabra sobreviviera dos legislaturas completas sin huelgas ni conflictos reseñables, siempre dando ayuda y apoyo a quien encabezaba como titular política la consejería, Eva Díaz Tezanos.

En 2015,  tras las elecciones autonómicas y la renovación del pacto con el PRC, Ramón vino a ocupar la consejería, para tratar de reconstruir con su sabiduría, su oficio y su pasión los desaguisados de cuatro años de recortes y de falta de fe en la educación en general y en la pública en particular. Fue entonces cuando me llamó por teléfono para decirme que quería contar conmigo en el área de cultura y donde acabamos concluyendo que mi espacio perfecto era el Palacio de Festivales de Cantabria, de cuya programación me hice cargo a partir de octubre de 2015.

Hoy, con el otoño a punto de iniciarse, con el curso académico recién comenzado, con su cese caliente sobre la mesa política, quiero recordar en este blog a Ramón, para reconocer su esfuerzo, su continua apuesta por el diálogo, los riesgos asumidos como esa polémica transformación del calendario escolar de Cantabria, para resaltar su energía, su incapacidad para el desaliento, sus horas y horas al frente de la educación, la cultura y el deporte de Cantabria, compaginadas con su entrega al partido, de nuevo tratando de sentar a todos en la misma mesa para llegar a acuerdos como aquel que consiguió sellar para que Pedro Casares fuera elegido Secretario general de la agrupación de Santander.

Y por supuesto, porque quiero darle de manera pública las gracias por haber confiado en mí y por haberme dado una oportunidad que, espero, haber aprovechado para llenar mi pequeño espacio de responsabilidad de esos mismos valores y de esa misma valentía que siempre han caracterizado a Ramón Ruiz, y sobre todo haber respondido a lo que esperaba cuando vino a buscarme.

Termino con el principio, con su vinculación al movimiento scout. Dicen los exploradores que la norma básica es marcharte dejando todo un poco mejor de lo que estaba: sin duda Ramón puede marcharse con la cabeza muy alta.

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