martes, noviembre 27, 2012

¿Y SI NO SE TRATARA DE PEDIR PERDÓN?



Circuló primero por redes y medios, a modo de mantra, la idea de que el PSOE debería pedir perdón como único medio para poder recuperar la confianza del electorado. Creció la bola y en estos días nos hemos encontrado desde algunas tímidas intervenciones con tono penitencial de algunos líderes a otras voces que de forma más abierta recogen la idea y hasta un video en el que varios militantes de diferentes puntos del país concretan y directamente piden perdón. Yo mismo, en un Comité Regional del PSOE de Cantabria hice referencia a esa necesidad de reconciliación con la sociedad. Pero…

A partir de esa idea básica con la que estoy más de acuerdo que en desacuerdo, se me vienen planteando algunos problemas de concreción. El primero de ellos es la propia idea de perdón, culpa y demás referencias a los salmos penitenciales, porque no sé si me cabe en una cuestión de gobernanza pública o de integridad ideológica ese peso de la mentalidad judeocristiana. Del gobernante me importa más la responsabilidad que la culpa; del ciudadano más el diálogo crítico que el perdón. Por otro lado, tampoco tengo claro quién debería pedir perdón. Ahora son varios militantes quienes lo han hecho pero no tengo claro que un militante, la militancia, tenga que soportar ese peso moral sobre sus hombros por decisiones que no fueron ni consultadas ni explicadas. Así que más allá de un cierto maquillaje y de una sanación personal de quienes se sienten apelados por el mantra de la culpa, no sé si lo veo, no sé si esa responsabilidad debería recaer sobre el partido como organización y sobre sus líderes como principales voces y como representantes públicos del mismo.

Más cosas que no tengo claras, como la del perdón a quién y por qué. De entre quienes repiten a cada segundo esa exigencia de que el PSOE pida perdón, de quienes lo hacen con más virulencia, muchos son militantes o simpatizantes de otros partidos que de esta especie de muerte civil decretada por las redes están obteniendo réditos. Su estrategia me parece legítima, claro, pero no sé si en concreto mi partido les debe algo. Más allá, si nos ponemos sacramentales, a la asunción de culpa y el propósito de enmienda y todo lo demás debería corresponder el perdón de quienes andan autoinvistiéndose de sacerdotes de la sociedad. Y no deja de ser curioso pero quienes exigen esa inculpación, cuando se produce, más clara o más tímida, nunca responden con el rece tres padres nuestros y queda perdonado. Sino que atacan más a fondo, aprovechando la debilidad mostrada, insistiendo con nuevos mantras “No me lo creo” , “Ahora ya no sirve” , “¿Por qué no lo dijisteis antes?” y otras fórmulas cercanas que demuestran la impostura del juego. Si se trata de pedir perdón a la sociedad en su conjunto y como tal, tras dos legislaturas veo luces y sombras, veo aciertos y errores, aprecio traición de ciertos principios con el fin, me temo, de salvaguardar otros. Lo previsible, normal, lógico, más o menos. Hacia una sociedad que, bueno es recordarlo, vivió amodorrada en su propio confort hasta bien entrada la crisis, una sociedad que en España se ha caracterizado por su escasa combatividad, por su bajo índice de participación, por su pasotismo. Algo tendrá ella también que reflexionar.

Retomo la idea de que no acabo de entender bien qué función tiene ya el escarnio público (como auto de fe ya han funcionado las distintas convocatorias electorales), al menos desde el punto de vista del PSOE. Pero sí que creo conveniente, urgente y deseable un ejercicio de explicación y de transparencia. Un ejercicio en el que debería repasarse toda la acción de gobierno de las dos legislaturas presididas por Rodríguez Zapatero, desde una perspectiva crítica, en el que debería ponerse sobre el tapete la información de que se disponía, los datos que se manejaban y por qué esos y no otros. Deberían explicitarse, con nombres y apellidos, con tiempos y exigencias, las presiones y chantajes llegados desde instancias institucionales y financieras nacionales y extranacionales. Debería aclararse por qué el gobierno decidió someterse a esa presión, qué pretendía conseguir con la sumisión y qué se consiguió de hecho. Y por supuesto, realizada esta evaluación, desarrollado este ejercicio de transparencia, valorar y dejar claro ante la opinión pública en general pero sobre todo de cara a militantes, simpatizantes y votantes en general cuáles de las decisiones fueron forzadas, cuáles acertadas y cuáles hoy, desde una perspectiva diferente, fueron un error y hasta un horror.

No creo que se trate de un problema de culpa y perdón, sino un ejercicio de responsabilidad y de transparencia al que la política y la sociedad españolas están poco acostumbradas. A partir de ahí, se ganará credibilidad o no, se podrá recuperar el pacto civil, la comunicación, el diálogo con quienes configuraron las mayorías electorales de otros tiempos o no. Pero el PSOE podrá, por fin, cerrar un capítulo, y dejar de revolcarse en el pasado para intentar respirar hacia el presente y hacia el futuro.

lunes, noviembre 26, 2012

EULOGIOS Y MATAMOROS


Dicta su sentencia, por fin, tras tantísimo tiempo de incomprensible silencio, el Tribunal Constitucional sobre la reforma del Código Civil que en 2005 permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo en igualdad de condiciones. Como no podía ser de otra forma, vistos los muy endebles argumentos del recurrente Partido Popular y de las diversas tribus contrarias a la equiparación en derechos civiles de todos los ciudadanos, avalando la constitucionalidad de la norma.

Para quienes hemos vivido bien cerca todo el proceso, desde los primeros intentos de sacar de la exclusión social y jurídica nuestra realidad afectiva hasta la conquista del matrimonio, supongo que era parte de la batalla que el enemigo, ese que siempre ha representado la interdicción de la diferencia y la violencia contra la misma, desde el insulto y el acoso hasta la prisión o el asesinato, hasta conseguir hacerla invisible y culpable, ese mismo enemigo enarbolara sus armas con la mayor dureza. Y así tuvimos que sufrir cada día agresiones e insultos de la Conferencia Episcopal, de dirigentes y militantes del Partido Popular, de la Caverna mediática, de presuntos intelectuales y juristas hasta un punto en el que llegó a dar la impresión de que no había otro problema en el país, ni mal mayor posible, que la apertura del matrimonio para gays y lesbianas. Y así fueron pasando la ridícula Ana Botella con sus sumas de peras y manzanas o el indigno Polaino, invitado como experto del PP al Senado para insultar a nuestras familias y hacernos hijos de madres violentas y padres ausentes y alcohólicos. Así se fueron ganando a pulso el carácter de paladines de la homofobia más virulenta tantos obispos que llegaban a convertirnos en responsables de esas prácticas que les resultan, curioso, tan cercanas y que tanto disculpan en la cercanía. Así periodistas gritones como la Durán, la Zorrilla o la San Sebastián, como Eulogio López y su panfleto Hispanidad y tantas y tantas otras. Así Hernando, HazteOír o el Foro de la Familia. Compitiendo en la difamación más absurda o el golpe más doloroso. Y provocando con sus vómitos mucha violencia, mucho dolor, mucha sinrazón. Esos dolores que a tantos nos han afectado muy personal e íntimamente y esas sinrazones como las que llevaron a un jurado popular gallego a decretar que la culpa de un doble asesinato especialmente truculento la habrían tenido las víctimas y no el asesino, pobrecito asesino, que habría sido víctima de un ataque de “pánico homosexual”.

Uno que dejó de creer hace mucho en los gnomos nunca creyó que la sentencia del Constitucional que algún día tendría que llegar fuera a evitar estos constantes desafueros. Pero tampoco pensó que se fuera a reabrir la competición entre machirulos presuntamente heteros a ver quién escupe más lejos, quién mea con más ganas o quién acosa con más gracia al homosexual que se le ponga a tiro en el patio del colegio. Pero ahí estamos otra vez, en el concurso de matones homófonos en el que poco importa qué tipo de barbaridad se arroje por la bocaza porque todas están consentidas siempre que tengan a gays y lesbianas como diana. Y así podemos escuchar a gentuza como Coto Matamoros espetar en máxima audiencia y ante el bufón oficial que él es homófobo y lo será hasta que los niños nazcan por el culo, o al director de Hispanidad, ese que se pretende culto e ilustrado y no pasa de cursi pedante, definirnos como monfloritos y derramar en tinta virtual su odio acusándonos de ir de víctimas por el mundo cuando el problema, su problema y el de otros como él, comenzó precisamente el mismo día en que dejamos de ser víctimas y comenzamos a plantar cara a abusones y matones.

¿Alguien, alguna persona lesbiana, transexual, gay, fue tan inocente como para soñar con un mundo en el que al encender la radio por la mañana, al tomarse un café en el bar de siempre, al hojear el periódico o sintonizar en la televisión la cadena habitual no se le insultara, no se le vejara, no se buscara su pública humillación? Pues va a ser que no. Va a ser que por fin ha quedado claro que ahora sí somos parte del entramado social y jurídico, que nuestro amor es constitucional y que tenemos las mismas opciones ya que cualquier otra pareja, que cualquiera de nuestras vecinas y vecinos.

Pero también está claro, una vez más, que no van a parar, que continuarán como terroristas de la palabra alimentando a quienes por falta de palabra y neurona pasarán a serlo de la obra. Porque cada vez que Jorge Fernández, o Eulogio López, o Paloma Zorrilla, o Ignacio Arsuaga, o Gádor Joya, o Coto Matamoros, o tantos y tantos otros nos apuntan con la lengua vuelven a ponernos en la diana del odio. Porque cada vez que un puño golpea, un animal mata, un descerebrado insulta a uno de los nuestros, a una de las nuestras, fueron ellos quienes cargaron su arma. Ellos los responsables.

Y, francamente, estoy más que harto.

miércoles, noviembre 21, 2012

MANDA HUEVOS



Tras esta larga ausencia pensaba que podía ser una buena idea arrancar con alguna de las series tradicionales del blog. Un “Imbéciles sin fronteras”, sin ir más lejos, y dada la proliferación de candidatos casi diaria. Pero admitir a Carlos Delgado, Consejero de Turismo de las Islas Baleares, en la particular ONG nacida en esta habitación siempre tan desordenada sería reconocer que en la cabeza tendría sesos, aunque fuera a la romana y con rodaja de limón, en lugar de criadillas empanadas. Poco hechas y chorreando sangre.

No quiero hablar de la caza, una actividad que me disgusta pero que abre la puerta a alguna de mis insalvables contradicciones (tengo que reconocer que me gusta la carne procedente de la caza, como algo excepcional pero sabroso, aunque sé que acabaré prescindiendo de ella). Pero sí voy a recordar que cuando se habla de la brutalidad de los cazadores, sobre todo en la espinosa cuestión del maltrato y abandono de perros de caza, los propios cazadores suelen hablar de amor por la naturaleza y respeto a los animales. Una imagen sin duda alimentada por relatos y experiencias en que el instinto a veces, la inteligencia otras, la valentía muchas de la “pieza” habían hecho al cazador admirar y valorar el trofeo.

Nada que ver esa actitud, real o impostada, de la que han llegado tantos testimonios con la cara cubierta de chorretones de sangre que gotean sobre la expresión fronteriza de un memo solemne. Alguien que para regocijarse del éxito en la cacería en la que ha tomado parte se convierte a sí mismo en un bufón y degrada a ese ciervo abatido que, sin duda alguna, tiene más dignidad y más valor.

Siempre me he preguntado qué extraña obsesión testicular obliga a los machos heterosexuales de la especie humana a intentar toquetear cojones, adminículos y pelotas varias, qué tipo de estupidez ancestral transmitida de generación en generación les hace sentirse más hombres por cortar los cojones al mísero y doliente Toro de la Vega. O por convertir en sombrero estrafalario y sádico los testículos de un ciervo. Pero debe de ser la mar de natural eso, oigan, normal del todo.

Ahí tienen la foto: Se juzga sola, se comenta sola, se escandaliza sola. Y no me vengan a decir ahora que el animal es el ciervo.


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Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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