sábado, agosto 30, 2014

DE TODO LO VISIBLE Y LO INVISIBLE - 2 : "Yo persona, sin etiquetas".


Acaba pareciéndole a uno divertida la cantidad de tiempo y de palabrerío que han poblado las redes tras los diez minutos en los que Sandra Barnedo estuvo fuera del armario, antes de encerrarse en una vitrina. Y a pesar de que seguramente el caso no tenga mayor importancia para la historia de la humanidad sin etiquetas, y mucha menos para la historia de la humanidad etiquetada como lgtb, pues yo sigo con la serie comprometida con los lectores del blog para reflexionar acerca de algunas de las perlas sandrinas. Porque al final lo que dijo la presentadora de televisión lo escuchamos mucho y a muchos. Así que ahí va la segunda entrega.

Mira que con la manía que les ha dado a todas las casas de alta, media y baja costura de poner etiquetas a la vista por doquier, como símbolo de estatus ("Yo soy de marca" , "Pues yo de mercadillo") y para que dados los penosos niveles de lectura del país podamos practicar descifrando los elásticos de los calzoncillos a media asomada, resulta que en según que cosas no nos gustan nada, pero nada de nada, las etiquetas. Ya lo dejó claro la presentadora desarmarizadaperosólounpoquito entre los jaleos entusiasmados de las coleguis de programa. Porque ella lo que es es persona, persona humana, sin etiquetas.

Lo gracioso es que así espetado queda como súper auténtico, a pesar de que la autenticidad de los productos suele venir certificada precisamente en las etiquetas. Y que muchas veces los propios activistas lgtb han utilizado mensajes como el de la foto, eso de no soy ni gay, ni lesbiana, ni transexual, ni bisexual, ni heterosexual: soy persona.

Paso por alto la obviedad de la afirmación. En general los baobabs, las tijeras, las tijeretas, los folios y las panteras tienen compilado afirmar o negar nada, por aquello de ser inanimados en unos casos o por carecer del don del lenguaje articulado en otros. Así que sí, Sandra Barneda es una persona. También son personas los heterosexuales, los bisexuales, las lesbianas, las personas transexuales y los secretarios de ayuntamiento. Y somos personas los gais. Pero no puedo pasar por alto que la afirmación obvia y el recelo ante las etiquetas tiene varias consecuencias. En primer lugar, y como dijo el griego en el Crátilo, si el nombre es ya la esencia de la cosa negarse a utilizar la etiqueta lesbiana significa invisibilidad, culpabilizar y volatilizar el amor de una mujer por otra mujer. Si de esta forma volatilizamos el concepto y ocultamos la existencia real, difícil será que podamos hablar de normalidad e inevitable que regresemos a los tiempos oscuros del miedo y la forzada discreción.

Pero además significa trivializar la historia y el presente de muchas luchas, de muchos dolores y también de unos cuantos triunfos. ¡Somos personas sin etiquetas, aleluya! Vamos a proclamar la buena nueva. La discriminación de los afroamericanos en Estados Unidos o de los indios en Latinoamérica no tiene nada que ver con el racismo, los discriminan por ser personas. Judíos y gitanos no fueron enviados a los campos de concentración del Reich por motivos raciales sino por ser personas. Los hutus no masacraron tutsis sino personas después de que los tutsis no masacraran hutus sino personas en Ruanda. Cuando los integristas islámicos asesinan a los cristianos caldeos o sirios no lo hacen por motivos religiosos y las respectivas etiquetas, sino porque son personas. No hay disidentes políticos, no hay rojos ni revisionistas burgueses ni imperialistas, no hay otros, no hay diferentes. Y en ese mundo sin etiquetas, tampoco hay gays, lesbianas, transexuales ni bisexuales. Pero este paraíso donde lobos y  corderos pastan personalmente juntos no es cierto: claro que la sociedad pone etiquetas, claro que estas etiquetas tienen consecuencias, claro que cuando reconocemos nuestras propias etiquetas importantes estamos reconociendo nuestra identidad, valorando quiénes somos, aceptándonos y reivindicando nuestra dignidad, ahora sí, bien etiquetada de personas. De personas judías, negras, caldeas, maronitas, tutsis, opositoras o transexuales, cada cual con la suya, o mejor con las suyas.

Y es que me pregunto, ¿si en vez de una triquiñuela para evitar decir la palabra 'lesbiana' el parlamento de Barneda hubiera sido "soy castaña", "soy barcelonesa" o "soy presentadora de televisión"; "soy aficionada al macramé" , "soy zurda" o "soy rebelde porque el mundo me ha hecho así" de verdad pensamos que habría clamado la periodista por su condición de persona y abominado de las etiquetas? ¿de verdad?

Firmado una persona. Una persona gay, izquierdosa, cántabra, cuasicincuentona, pelín pedante, perezosa, amante de los animales, con unos ojazos verdegrises que quitan el hipo, tirando a gorda, funcionaria, poeta, tenor, ahora dicen que casta …. Persona, sí, con más etiquetas que la maleta de la Piquer.


viernes, agosto 29, 2014

DE TODO LO VISIBLE Y LO INVISIBLE - 1 : "Yo no voy por ahí diciendo que soy heterosexual".



Pereza a esgaya me está dando el Caso Barneda. Y es que basta una meliflua parrafada de una señora a la que yo no conocía de nada y que por lo visto es presentadora de televisión en la que abunda en topicazos desmovilizadores y vergonzantes, en la que ha sacado del armario un dedo del pie izquierdo, parte de una oreja y dos rizos lateral-cabelleros para que vuelvan a redes y foros algunos clichés que uno piensa relativamente superados pero emboscados en esa mente social que "una voz, como Lázaro, espera que le diga Levántate y anda". 

Uno de los manteas que más he leído estos días es el clásico "Yo no voy por ahí diciendo que soy heterosexual. ¿Por qué tenéis que ir por ahí exhibiendo con quién os metéis en la cama?" (Esto en múltiples versiones, algunas agresivas, otras desconcertadas, otras …). 

Vayamos con el primer término del mantra, esa suposición de que los heterosexuales no van por ahí explicando su orientación sexual. ¿De verdad todavía hay quienes no se han dado cuenta de que incluso las más abiertas de nuestras sociedades, el más tolerante e integrador de nuestros entornos dan por sentado que todos somos heterosexuales? Me llama una amiga para anunciarme que se casa con su novio; voy al cine a ver una película romántica americana en la que Patrick se enamora locamente de Linda a pesar de que Linda está enamorada de Sean, Sean de Rachel y Rachel claro de Patrick, a ver una peli romántica francesa en la que Claude duda entre Marie y Greta, una italiana en la que Guido pone los cuernos a Rita con Sofia. Salgo a pasear a los perros y me encuentro al matrimonio del tercero izquierda del brazo por el sol y sin apuros. Recibo una llamada comercial en la que me preguntan amablemente si se puede poner al teléfono la Señora Mateo. Tropiezo con Tía Josefina que vuelve a preguntarme si ya tengo novia, a mi edad, mientras Tío Celestino ríe diciendo que para qué una novia, si seguro que tengo una morena, otra rubia y hasta una pelirroja por ahí. Voy a una conferencia con un amigo (joven) y una de las organizadoras me dice que no sabía que tuviera hijos tan crecidos. Etcétera. Y no es que yo vaya por ahí presumiendo de heterosexual, se lo juro. Pero nuestra sociedad es como es, y en ella se da por sentado que un chico, que una chica, son "normales", algo que no quiere decir que tengan dos ojos, o dos piernas, sino que son heterosexuales. Y esa presunción significa que a pesar de tantas cosas, y de tantos avances, las personas lgtb seguimos ausentes casi de forma absoluta en la educación, en los medios, en la calle, en las comunidades de vecinos, en el trabajo. Con la excepción de espacios-refugio en los que sí estamos presentes, omnipresentes, y a los que se acusa de ghettos, y pintorescas y ocasionales presencias en cine, televisión o literatura que obligarán a alguno de esos que no presumen de su heterosexualidad a decir que ya cansa, que no puedes ver la televisión sin ver maricones. Será que su aparato sólo sintoniza Mari-Channel 3. Porque yo pongo la tele y sólo veo heterosexuales hasta cuando veo a Hilario Pino.

Quiero decir que los heterosexuales no tienen conflicto alguno con su realidad y por tanto actúan con una naturalidad que niegan a los demás. Y que me parece estupenda, oye, pero de ahí a tener que reírles la gracia de "Yo no voy presumiendo por ahí de hetera" media un año luz. Vamos, que se exhiben tanto y entre tantos y por tanto tiempo que ya ni siquiera son conscientes de que lo hacen.

¿El segundo punto? Hace ya bastante tiempo que no me meto con nadie en la cama, así que no acabo de entender por qué si digo que soy gay o que un chico me parece atractivo la gente entiende que estoy enarbolando una bandera de mi vida sexual. El caso es que a pesar de tan alarmante inactividad, sigo definiéndome como gay y no como, por ejemplo, ameba. Y sigo insistiendo en la definición, porque no se trata de que presuma de cuántos chulazos me he trajinado y qué maromo me trajino ahora, sino que se trata de quién soy, de cómo siento, del valor que doy a mis emociones y a mis percepciones, del derecho ganado a lo largo de mucho tiempo de lucha, contra mí mismo y contra los demás, a decir sin tapujos ni eufemismos cómo quiero y a quién quiero. Y cuando la amable comercial me pregunta si se puede poner la señora de Mateo al teléfono decido a veces que no quiero seguir encerrado en el silencio letal que tanta veces nos envuelve y digo en voz alta "Javi, ¿quién de los dos es la señora? … Sí señorita, me dice mi marido que la señora soy yo. ¿Qué deseaba?". No, no quiero reírme de ella, no quiero escandalizarla, y hasta asumo que se limita a leer un protocolo dado por su empresa, pero a veces me apetece existir también durante un ratito, ya que tan a menudo me niegan  y que a veces no me queda más remedio que negarme, aunque sólo sea por cansancio y me limite a decir  "No, tía, no tengo novia".

(Continuará)

sábado, agosto 23, 2014

PREVENCIÓN DE LA VIOLACIÓN. CONSEJOS A LOS HOMBRES DEL MINISTERIO DEL INTERIOR ESPAÑOL



Han vuelto a saltar a la actualidad las recomendaciones del Ministerio del Interior de España para prevenir las violaciones. Dice una amiga, de larga y reconocida trayectoria feminista, que a pesar de todo no está de más recordar algunas medidas de autodefensa y prevención y puede que tenga razón. Pero de la lectura de las mismas se desprende cierto tufo a culpabilización de las víctimas: te violaron porque vistes descocada, porque bebes y te drogas y andas calentando sementales, porque andas por donde no debes y a deshora, porque te lo vas buscando cariño.

Y quizás es que echamos de menos que junto a esos consejos a las mujeres para prevenir la violación haya unos consejos similares y toda  una batería educativa y preventiva dirigida a quienes violan. Pero en la incansable labor de servicio público que siempre ha caracterizado a este blog, hemos encontrado en un perdido cajón el borrador de las instrucciones y recomendaciones que Interior tiene previsto colgar de su web en fecha próxima y que se dirigen, esta vez sí, a los varones.

1. ¿Te acuerdas de aquel pasaje evangélico, el de "Si tu mano te hace pecar, córtatela". Pues ya sabes, en el momento en que compruebes que es tu cosita la que controla tu vida y que por eso el cerebro te dejó como caso perdido, te pasas por la cocina y usas el de trinchar pollos, que suele resultar eficaz.

2. Para evitar que tu mirada se encuentre con la de esa perversa provocadora lasciva que sin duda vas a tropezarte, sería interesante que caminaras por la calle con antifaz. Como tampoco es necesario que te rompas la nariz contra una farola o que cruces justo por debajo del camión que está pasando, puedes utilizar unas orejeras de las que ponen a las bestias de tiro. No es tan eficaz pero puede servirte.

3. Evita llevar ropa ajustada. Los slips hueveros, los bóxer de diseño y los tejanos ceñidos ejercen un efecto-frotación sobre la cosita que puede alterar su estado de calma fuera de contexto. La opción perfecta sería el uso de túnicas largas o cortas, valen también las siempre elegantes faldas escocesas, sin ropa interior claro.

4. Es recomendable llevar una trompetilla o turuleta de feria colgada del cuello. Cada vez que al caminar te nos vayas ereccionando, coge el plástico instrumento y sopla con fuerza. Y si no se apartan, pues a su riesgo.

5. El verano siempre es sicalíptico y apocalíptico, muy dado a los ardores. No te cortes, llegada la ocasión entras a un bar, pides un plato con hielo, te vas al retrete y la pones a enfriar durante media hora. Después te tomas un café y un termalgín y tan ricamente.

6. No entres en el ascensor si hay mujeres, no entres un un espacio cerrado si hay mujeres, no pasees por espacios abiertos si hay mujeres, no aparques cerca de mujeres, clausura tus ventanas con cemento si puedes ver mujeres desde tu ventana. ¿No hemos quedado que estás en la escala evolutiva un punto por debajo del bonobo y no eres capaz de controlar la cosita? Pues eso.

7. Si a pesar de la recomendación anterior, te ves obligado a frecuentar espacios donde la presencia de mujeres se hace palpable y no estás dispuesto a profesar como monje trapense ni a suicidarte, se te recomienda vestir de buzo, escafandra inclusive, sellar tan cómodo ropaje con candado y dejar la llave siempre en casa. 

8. Cuando una mujer se te aproxime y te salude, te invite a tomar una copa, te pregunte la hora o la lección, no escuches su canto de sirena y limítate a repetir mil veces en voz alta el mantra "Si dice no, significa no".

9. En algunos países, hay varones concienciados que compran en las sex-shop anillos anales y testiculares que puedes ajustar a tu cosita o a sus vecinos colgantes. Con un leve ajuste y accionados con un pequeño y discreto mando a distancia, enviarán sacudidas eléctricas hasta que se te pase el sofoco. O hasta que se te achicharre. Si gritas, y como prestación extra, pondrás en aviso de tus intenciones a las posibles víctimas en unos cuantos metros a la redonda.

10. Hazte pajas. Muchas. En casita y solo, con la técnica que prefieras. Así nunca irás por ahí diciendo esa tontería tan tan adolescente de "me pesan los huevos, necesito descargar". Y si se te pone en carne viva, pasarás una temporada sin necesitar meterla por donde no la quieren. No olvides que el amor bien entendido empieza por uno mismo.

Estos diez mandamientos se encierran en uno. ¿Te parecen demasiados controles y compromisos? Vuelve al consejo número uno y ¡no dudes, corta!

Ministerio del Interior. Gobierno de España.

lunes, agosto 18, 2014

SONETO PARA ELEGIDO, VÍCTIMA DE LA BARBARIE EL PRÓXIMO SEPTIEMBRE EN TORDESILLAS



La rabia que cada año me ha hecho escribir y tratar de aportar un poco de conciencia contra la barbarie festiva de Tordesillas, esa que llaman el torneo del Toro de la Vega, me llevó el año pasado a escribir y hacer público un soneto dedicado al toro, Vulcano, que habría de ser ultrajado, torturado y muerto por una horda canalla que al parecer disfruta con la sangre, el miedo y el dolor de un animal.
He pensado que esta podría ser otra tradición. Me he puesto manos al soneto y ya tiene Elegido, la víctima para el 2014, esas palabras heridas y tristes, airadas también, que tratarán de ser una lanza rota más contra la fiesta criminal que acabará con su vida.

PARA ELEGIDO, TORO DE LA VEGA 2014

La villa castellana de la muerte
te ha elegido, Elegido, tan celosa
de una costumbre vieja y oprobiosa
que es capaz de hacer fiesta con tu suerte.

Qué dolor, toro oscuro, ese de verte
espanto ante la horda que te acosa,
clamor de cuero roto hacia la fosa,
herido de gañán tu cuerpo inerte.

No han de salvarte ni el arte ni la historia, 
Tordesillas cruel, de la vergüenza
que provoca tu nombre en la memoria.

Que ha de ser Elegido al fin quien venza
el torneo del tiempo, y su suplicio
la virtud que aniquile vuestro vicio.

martes, agosto 05, 2014

VALORES FUERA DE CONVENIO


Una pregunta frecuente entre quienes nos creemos de verdad ese programa ético universal que significa la Declaración Universal de los Derechos Humanos, completada a nivel global por los convenios de desarrollo y en los niveles regionales y locales por las respectivas proclamas (en el caso español el Título I de nuestra Constitución) es hasta que punto el poder está dispuesto de verdad a hacer suyos estos espacios inmunes frente al abuso y la arbitrariedad, en qué momento concreto decidirá quebrantarlos en favor de otros intereses y urgencias.

En España acabamos de vivir uno de esos episodios en los que lo particular se impone a lo universal, y la genuflexión ante el tiranuelo macarra (Putin, en este caso y de nuevo) se realiza con vergonzosa pericia vasalla. Se trata de la aprobación en comisión, en el Congreso de los Diputados, del convenio bilateral que deberá regular las adopciones españolas en Rusia, tras la paralización unilateral de los procedimientos realizados conforme a la normativa ahora vigente por un país obsesionado por la plaga interplanetaria que supone la homosexualidad. Y es que la Rusia de Putin, que es casi toda, lleva tiempo utilizando a los niños como mercadería primero para el ingreso de divisas pero también para el chantaje o la amenaza contra países que no hacen la vista gorda ante sus desafueros (hay convenios de adopción suspendidos que no tienen relación directa con la homosexualidad).

En España hay unas 160 familias que ya conocen al niño que les resultó asignado y que no pueden dar el paso definitivo por la suspensión de los acuerdos decretada por el gobierno ruso. Ojo, que se están dando cifras de 500, pero esas incluyen a quienes apenas habían iniciado los trámites o presentado una solicitud, y que por lo mismo podrían abrir su proceso de adopción internacional en otros países. Pero ciertamente, habría un problema generado por Putin y sus hordas con esas familias que ya tenían una gran parte del camino recorrida y estaban a la espera de la adopción final.

Vayamos por partes. En el Derecho Internacional se da por obvio que la adopción internacional se realiza conforme a la legislación del país de origen de los niños y no del de los adoptantes. Eso significa que las parejas del mismo sexo tienen vedada la opción en la inmensa mayoría de países que hoy abren la opción de la adopción internacional, y de la misma manera, no son muchos los países que permiten la adopción por parte de personas solteras. En el caso de Rusia, está claro que ni ahora ni antes se podía optar a la adopción por parte de las parejas de lesbianas o gais (quizás algunas rasgaduras de túnica podrían ser un poco melodramáticas en este punto), aunque si no recuerdo mal si era posible la adopción de solteros. El miedo de Putin y sus hijos a la propagación vírica de la homosexualidad suspendió el convenio (¿una represalia por las campañas internacionales contra los Juegos Olímpicos de la Homofobia Invernal de Sochi?) basándose en dos cuestiones. En primer lugar, se prohibiría el acceso a la adopción por parte de personas solteras ante el riesgo de que tras ellas pudiera haber un homosexual intentando pasarse de listo; en segundo, se intenta por parte de Rusia garantizar que el niño adoptado, una vez en España y una vez cerrada la adopción, nunca iría a parar a una pareja del mismo sexo o una persona lgtb. Es decir, que si el niño tuviera una mala experiencia y por alguna razón volviera al régimen de tutela pública (imaginemos el fallecimiento de los padres adoptivos sin más familia que se hiciera cargo o de retirada de la tutela por malos tratos o desamparo del menor), España se comprometería a que en ningún caso ese niño pasaría a una familia lgtb, incluso aunque fuera la mejor opción posible y las leyes españolas lo permitan (el niño sería ya español). Además, se abre un nuevo problema todavía más grave: en caso de fallecimiento de los padres adoptivos, si el único pariente dispuesto a hacerse cargo del menor, un tío o hermano, pongamos, fuera gay, solo o en pareja, el niño sería retirado de su familia para buscarle un nuevo acomodo, sin que sirviera con las nuevas normas apelar al bienestar e interés de un menor arrancado de su familia y de las personas con las que habría construido su entorno afectivo y de seguridad.

Si la ley y la costumbre internacionales nos hacen entender como lógico que un país imponga su legislación para dar en adopción niños y niñas sometidos a la tutela pública, el trágala que Putin está imponiendo a España tiene consecuencias perversas. La mayor de todas, creo, que se admite la inspección por parte de un país extranjero de los procedimientos y leyes españolas, incluso cuando afecten ya a un ciudadano español (el niño, una vez adoptado, lo sería), una tutela entiendo que inadmisible y probablemente ilegal. Además, el ejercicio de esa tutela extranjera lo sería apelando a unas reglas homofóbicas, excluyentes y discriminatorias, que claramente contradicen no ya la legislación común española, sino que son una carga de profundidad contra los propios valores sobre los que se levanta el edificio constitucional: ¿De verdad resistiría este convenio una demanda ante el Tribunal Constitucional apoyada en el artículo 14 -y algunos más-?

Nadie ha votado en contra del texto del convenio en la comisión. El PP se ha congratulado, CiU ha buscado disculpitas recordando que defienden los derechos de las personas lgtb y que estamos hablando de otra cuestión, el PSOE ha votado igualmente a favor "con reservas" (o sea, que ha votado a favor con gestos de ursulina ofendida, pero a favor), IU y UPyD ante las implicaciones expuestas se han abstenido (o sea, que con aires parecidos a los del PSOE, prefieren no votar que no pero en vez de un mohín hacen dos). 

Pero sí estamos hablando "de eso", sí estamos hablando de conquistas importantes en las que nuestro país ha sido ejemplar. Personalmente tengo mis dudas de que "el interés del menor" invocado por el diputado socialista que protagonizó la defensa del sí sea de aplicación en este caso, y más de que sea un valor que deba imponerse a los derechos fundamentales y valores superiores del ordenamiento. 

Sé que no va a pasar, pero si el objetivo de esta quiebra de la legalidad constitucional era dar solución a los intereses de esas 160 familias, creo que España debería concretar esos trámites (ni uno más), dejar que las adopciones de esos 160 niños y niñas rusos llegue a buen puerto e inmediatamente denunciar el convenio y suspender, esta vez desde aquí, una norma que no es de recibo. Sé que no va a pasar, pero también me gustaría que esas 160 familias fueran plenamente conscientes del precio y menoscabo que la dignidad de muchas personas está sufriendo con la búsqueda de ese arreglo que complazca a la criminal homofobia de estado rusa, me gustaría verlas juntas, reconociendo ese precio, mañana, y pasado mañana, en la defensa de la igualdad y los derechos de las personas lgtb y más todavía ahora que del gobierno popular no se espera nada que no sean pasos atrás. Pero sé, qué triste, que tampoco eso va a pasar, que si tenemos que salir de nuevo a la calle saldremos, como antes, esencialmente solos. Porque, ya lo han dicho los de CiU, todos nos quieren muchísimo (menos el PP), pero "no se trata de eso".

lunes, agosto 04, 2014

ESTAMOS LEYENDO … "MUERTE SÚBITA", DE ÁLVARO ENRIGUE


De entre los premios de narrativa que más me interesan, el Herralde ocupa un lugar de honor. Rara vez me ha decepcionado cuando he tomado la decisión de comprarlo y leerlo. Aunque claro, Anagrama es una de mis editoriales de referencia en todas y cada una de sus colecciones. Donde hay criterio, se nota.

Criterio, y del bueno, el del jurado integrado por Vicente Molina Foix, Paloma Díaz Mas, Marcos Giralt Torrente, Salvador Clotas y el propio Jorge Herralde que decidió otorgar el Herralde del pasado año a Muerte súbita, del mejicano Álvaro Enrigue, una de esas novelas que de pronto te sorprenden, te abruman y te permiten renovar ese pacto de amor con la lectura sellado hace ya tantos años.

Sí, después de una primavera bastante poco acertada en materia de lecturas, el verano me ha ido regalando muchas horas de placer: Muerte de una heroína roja , de Qiu Xiaolong, El mundo de afuera, de Jorge Franco o esta Muerte súbita

Estuve a punto de no comprarla, tan truculenta me parecía la situación de un partido de tenis entre Quevedo y Caravaggio en Roma en el año del Señor de 1599. Pero tras llevarlo a casa, tenerlo unos meses en lista de espera y, por fin, iniciar su lectura, me atrapó de forma inmediata. Para empezar, por la riqueza del lenguaje, esa sonoridad del español de allá que llevada al texto nos sigue resultando fuente deliciosa de sorpresas, y por la maestría y la elegancia con la que Enrigue narra los pequeños episodios, los apuntes históricos, las anécdotas y definiciones y hasta las reflexiones metaliterarias en las que nos analiza por qué escribió el texto y se pregunta si en realidad y bajo qué condiciones podría ser considerado una novela.

Y es que el texto es amable de leer pero no por eso menos complejo. Organizado por puntos, sets y partido  a la manera de los enfrentamientos tenísticos, cada uno de los breves capítulos es una especie de tesela que se va adhiriendo a un mosaico caleidoscópico que nos enfrente a una doble, triple, mirada sobre los tiempos del Imperio de los Austrias. La mirada de la severa y arrogante España, claro, pero también la de sus vecinos italianos y sobre todo, algo que nos resulta novedoso e interesante, de los conquistados. A lo largo de las teselas se nos aparecerán la ejecución de Ana Bolena y la confección con su pelo de cuatro pellas/pelotas de tenis con las que se pagará al verdugo, visitaremos la corte francesa, la masacre de los habitantes de Tenochtitlán, la Utopía de Tomás Moro y los intentos de algunos misioneros hispanos, ese sorprendente Vasco de Quiroga en este texto, de construir pequeños reinos utópicos en los territorios conquistados,  conoceremos a los patrocinadores de Caravaggio y sus intrigas, el arte de la amatequía y hasta, no sin una sorna deliciosa, conoceremos el origen de la aversión enfermiza de Quevedo a italianos y homosexuales, no digamos ya a los italianos homosexuales.

Es una novela, en fin, que rinde gratitud al idioma en el que se la concibe, a la historia que le da caminos para desbrozar, a esa atrevida construcción de las narraciones que desde el Estructuralismo se convierte en literatura de pata negra con las novelas del Boom, a la Posmodernidad que vivimos con el discurso fragmentario, abierto que acaba dejándonos con la duda de si hemos leído historia, ficción o una experta alquimia de ambas.

Supongo que de Muerte súbita sólo puedo rematar de una forma: Siento la necesidad de buscar nuevas novelas de Álvaro Enrigue, de volver a sumergirme entre sus palabras en busca del placer de la sorpresa.
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