jueves, agosto 29, 2013

GO WEST



Andan en El Diario Montañés enredados este verano con la publicación de propuestas de planes para el verano. Un plan romántico, una escapada con niños, una fiesta tradicional, salir de marcha, etc, en una serie en la que nos han invitado a personajes de diverso pelaje. Publiqué ya mis ideas sobre un plan con niños, bajando hacia el sur del mapa cántabro, y sobre salir de fiesta por la noche santanderina. Ayer mismo salía publicado este pequeño texto, la escapada romántica. La evocación de aquella aventura por la costa occidental con Leo, de la mano, ha merecido muchos comentarios positivos. Para aquellos amigos que no tenéis acceso al Diario Montañés en papel (creo que no aparecen estas columnas en la edición digital) los lo copio al blog:


Si regresaras, sí, si regresara. si nos fuera posible inventar otra vez esa ruta de aquel verano que amaneció en Comillas, en esa villa dulce de tantas horas niñas en donde quise mostrarte algunos recuerdos hermosos del pasado, dejarte compartir las anécdotas triviales que tuvieron cerca el portón de bronce de la Pontificia, los grandes pasillos abandonados del seminario desierto, la infinita nostalgia del ángel de Llimona, la locura incendiada de Sobrellano, tu foto sonriendo junto a Gaudí, las manos enlazadas sin vergüenza hacia el Corro de Campios, el recuerdo para los versos de Jesús Cancio a la vera del Muelle, la foto que te mostré del Ayuntamiento engalanado con los colores del Arco Iris. 


Si regresaras, sí, si regresaras. Descansar un instante atravesando la Ría de la Rabia, volando por encima de sus cisnes (¿Lo recuerdas?: "Inventar el invierno es el oficio / de los cisnes cansados") hasta varar, como el Pájaro Amarillo, en las arenas de Oyambre, mientras el sol plomizo de las primeras horas de la tarde se te amansa en el pecho y las olas te aguardan para enredar en tus piernas,como algas, ese frío furioso del Cantábrico.

Llegarnos hasta Gerra y compartir con la perra, con la dulce dulce Glenda, un paseo en el silencio de quienes no precisan de palabras. Olvidando un instante de pasos a tres sobre la arena.


Si regresaras, sí, si regresaras. Si nos fuera posible mirarnos a los ojos y descubrir el amor, la ternura en su brillo, en la intimidad de una cena tan especial, con ostras y champán, en el Annua antes de caminar a noche abierta por las callejas viejas y empedradas de San Vicente, rodear Nuestra Señora de los Ángeles, encontrar un abrigo furtivo en la muralla donde inventar otra vez un beso con sabor a primero y renovar los votos de los primeros meses para los pocos meses que quedaban.



Si regresaras, sí, si regresaras. Si otra vez nos pertenecieran las leyendas y los cuentos, las piedras centenarias, las playas más abiertas, el aire penetrante, las estrellas altivas, la intimidad feroz de las palabras. Sabores, senderos y escondrijos en tu mirada nuevos, tan diferentes de cómo la mía los recordaba porque hasta entonces no estabas. Si regresaras, sí, si regresaras.



(Publicado en El Diario Montañés el 28 de agosto de 2013)

lunes, agosto 26, 2013

TRANSPARENCIA O MUERTE



Que durante años el Festival Internacional de Santander ha sido un particular corralito en el que no se cumplían los mínimos de la decencia ni en cuanto a la dirección (¿?) artística ni en cuando a la gestión era algo de sobra sabido. Nos vengan ahora con las milongas que quieran, las instituciones y autoridades responsables de la cultura en Santander y en Cantabria y por tanto últimos responsables del FIS estaban al tanto de todo lo que ocurría y les importaba un bledo siempre que el característico ombliguismo de esta santa tierruca quedara satisfecho con el autobombo y con la constante proclamación en los medios locales de que teníamos el festival más universal de la universalidad. Por mucho que la realidad fuera tozuda en desmentirlo. Todavía peor y como alternativa, no se enteraban de nada a pesar de estar obligados a saberlo y desde esa ignorancia culpable continuaban con la retahíla de sahumerios y reverencias ante quien se pensó tocado por los dioses, avalado por las millonarias y querido entre los queridos de los políticos.

Se nos termina este agosto con el pequeño gran escándalo que ha supuesto la cancelación del concierto de clausura de la presente edición del Festival Internacional de Santander. Alguna vez tenía que estallar, y ha querido la parca que haya sucedido después del cese de quien se empeñó (y si no me fallan las informaciones se sigue empeñando) en hundir el FIS en beneficio de su propio ego y de su bolsillo sotanero. Y de quien, en mi modestísima opinión, es máximo responsable de estos lodos.

La cancelación, mala noticia en sí, ha venido acompañada de un cruce de acusaciones y escaramuzas, y una divertida y amarga guerra en los foros digitales de algunos medios cántabros. Pero unos días después las escaramuzas siguen y las pruebas se esconden.

¿Pequeño escándalo? Es una situación que desprestigia al Festival Internacional de Santander, a las instituciones cántabras y de rebote a toda nuestra sociedad. Una Marca Cantabria que puede terminar con una cita que ha sobrevivido durante años y que nos ha permitido disfrutar en Santander de algunas de las figuras más señeras de la historia de la música y la danza.

Puesto que conozco a nuestros políticos y conozco demasiado bien a la antigua dirección del Festival, por el momento y a ciegas, prefiero hacer un ejercicio de fe y creer en la honorabilidad y criterio de Jaime Martín, en espera de lo que venga.

Pero ya no valen ni acusaciones, ni medias tintas. Se está hablando de contratos firmados. Y creo que los ciudadanos de Cantabria tenemos derecho a exigir que se nos aclare qué ha pasado, no sólo con el concierto cancelado de la Filarmónica de La Scala, sino qué ha pasado en estos años del Festival en los que se fue amasando una deuda gigantesca, infame e injustificada más allá de los suculentos sueldos de propios y parientes. Los contratos firmados por una institución pública, y el Festival lo es, deben ser públicos. Así que estaría bien que en vez de enredar en foros y enmierdar en medios empezaran a mostrarnos sus razones firmadas y las llevaran a los tribunales para que se depuraran las responsabilidades pertinentes y hasta las impertinentes.

¿Por qué el Patronato, el Ayuntamiento de Santander y el Gobierno de Cantabria permitieron año tras año que se fuera aumentando la deuda del Festival sin control y sin pedir cuenta alguna a su director?

¿Por qué es justo el año en el que se produce la renovación de la dirección el primero en el que esas mismas instituciones deciden ponerse exigentes, aplicar criterios draconianos y dejar con el culo al aire a los nuevos responsables?

¿Quién contrató a la Royal Symphony, al Eifman Ballet, a la Filarmónica de la Scala, etc, en qué condiciones, en qué fecha?

¿Cuánto dinero debe el Festival, a cuánto ascienden los impagos de la Era Ocejo, y a qué agentes y proveedores? ¿Tenían esos proveedores o algunos de ellos una relación privilegiada con el Festival que debiera ser pública?

¿Ha pagado el Festival Internacional de Santander, como afirma Jaime Martín, por el concierto cancelado, ha cumplido los compromisos heredados de su predecesor o, como afirma Sorin Melinte, ese dinero nunca ha llegado?

Como mínimo, insisto, nos merecemos no explicaciones ni disculpas sino pruebas. Pruebas que den respuesta a todas esas preguntas y a muchas otras. Y una comisión de investigación o una auditoría con resultados públicos que depuren, pero de verdad, responsabilidades.

Porque a ese ejercicio obligado de transparencia, siempre obligatorio pero más hoy, sólo se le puede oponer la alternativa de la muerte del Festival Internacional. Porque en un circo hace ya mucho que lo convirtieron.

lunes, agosto 19, 2013

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO (La Joven Orquesta de Cantabria en la Sala Argenta)




Fue la noche del pasado 10 de agosto, una noche cálida que invitaba a la vida y que por alguna extraña razón convocó a todas esas hadas y espíritus que Shakespeare invocara para su Noche de San Juan. Por primera vez en el Festival Internacional de Santander, aunque no por primera vez, la Joven Orquesta de Cantabria, la JOSCAN se subía al escenario de la Sala Argenta con un programa ambicioso y experto, el Primer Concierto para Piano y Orquesta de Tchaikovsky, con el joven pianista santanderino Pierre Delignies como solista, y la Primera Sinfonía, la conocida como Titán, de Mahler. Todo bajo la batuta de Jaime Martín y tras extender el intenso y exigente trabajo desarrollado en sus conservatorios y sus clases, con sus profesores, al campus de música que ha supuesto el Tercer Encuentro de la JOSCAN.

Quienes hayan tenido la responsabilidad de hacer las reseñas críticas ya habrán cumplido a estas alturas con su cometido. Pero las impresiones, las emociones, las sonrisas y las lágrimas siguen presentes. Para qué insistir en el hermoso sonido, a veces espléndido, que nos fue penetrando y enamorando, para qué volver a apuntar la profesionalidad de Delignies, la pasión de Jaime Martín y las sonrisas de cada componente de la orquesta mientras se fundían en un único cuerpo sonoro y proclamaban en alto su amor por la música. Sonaron bien, sonaron tan bien que nos hicieron olvidar casi desde las primeras notas que escuchábamos a una orquesta profesional, que se trataba de jóvenes en formación y que entre ellos abundaban los adolescentes, nos hicieron olvidar ese pequeño prejuicio con el que acudimos a la velada, diciendo "No importa cómo lo hagan, hay que estar allí para animarlos, hay que estar para aplaudirlos". Porque nos importó, me importó cómo lo hicieron. Sonaron bien, en ocasiones tan bien que nos arrancaron lágrimas.

Trato de revivir las sensaciones de esa noche mágica y me regresan esas lágrimas. Reconozco haber llorado en los primeros compases mientras mis sentidos exclamaban ¡qué bien suenan!, reconozco haberlo hecho con el diálogo entre el piano y los violonchelos del movimiento lento, con el oboe o las trompas en el Mahler, con ese bis maravilloso ¡cantado! que fue el Ay, linda amiga que conocemos por el Cancionero de Palacio pero que hunde sus raíces en la tradición musical de Cantabria. Y que algunos hemos cantado tantas veces en nuestros coros. Reconozco haber pasado la noche escrutando sonidos, voces, partes, armonías, diálogos, reconozco haber buscado la expresión de los rostros para disfrutar cuando ellos y ellas disfrutaban, para bailar con la segunda contrabajo o asentir con el fagot a los gestos del director o mantenerme serio y alerta como los percusionistas o sonreír satisfecho tras un pasaje comprometido con un trompeta.

Reconozco haber llorado, como sé que les ocurrió a muchos más aquella noche, porque en aquel Mahler impecable, lleno de vida, latía felicidad, latía sobre todo justicia poética. La lucha ha sido tan larga que la creímos infructuosa. El camino ha dejado de lado a tantos profesores, a tantas familias, a tantos músicos, a tantos intérpretes que se nos fueron marchando, que a veces tenía la sensación de que habíamos tirado la toalla, de que nos habíamos tratado de convencer de que el sueño de una orquesta por estas tierras a las que tanto gustan las casas por el tejado y los fastos sin suelo era un sueño fallido, una quimera. 

No resulta posible recordar tantos nombres y tanta ilusión. Pero no me voy a olvidar de los tres conservatorios de Cantabria, no me voy a olvidar de sus asociaciones de padres y madres, de sus claustros. No me voy a olvidar de Emilio Otero. Ni de aquellas personas que le dieron una parte importante de sus vidas a la música antes de hoy y que fueron sembrando migas por un camino que de pronto ha estallado en hermoso fruto, no por casualidad. Tampoco resulta conveniente recordar todos los palos que instituciones públicas, privadas y mediopensionistas pusieron en las ruedas, porque al final puede que a su pesar, puede que vencidas por la evidencia, llegó el tiempo.

El tiempo de dar las gracias a quienes abrieron el camino y a quienes hoy lo transitan impregnándolo de música y de alegría, a cada uno de los jóvenes que se han convertido en células vivas de la JOSCAN y a esa batuta entusiasta de Jaime Martín, que lidera y disfruta. El tiempo de explicar a esta generación de artistas que su esfuerzo, su trabajo, su compromiso nos ha roto a quienes nos habíamos rendido, que tal vez no puedan entenderlo del todo pero nos han emocionado porque son nosotros hace unos años. Porque nos han demostrado que se puede, que hay que continuar en la brecha, que la música es un misterio maravilloso por el que vale la pena vivir. 

Chicas, chicos, en este tiempo difícil en el que no sabemos qué va a ser de nosotros nos habéis demostrado que sois el futuro, que comandáis el futuro, que vuestros sueños valen la vida. Gracias por haberlos compartido con nosotros, gracias por habernos roto. Gracias.

(Publicado en El Diario Montañés el lunes, 19 de agosto de 2008)

sábado, agosto 17, 2013

EL CALLEJERO COMO HOMENAJE CÍVICO




Como era previsible, la decisión del Ayuntamiento de Santander de cambiar la dedicatoria de una calle de la ciudad para recordar en el 50 aniversario de su fallecimiento a don Ataúlfo Argenta, uno de los nombres más señeros que Cantabria le ha dado a la Cultura en general y a la Música en particular, ha despertado una pequeña tormenta de verano. Una vez más sustentada por los viejos argumentos que se reúnen en tres: Que nadie recuerda y a nadie importan ya ni la Dictadura ni sus protagonistas. Que al parecer se causa un perjuicio infinito a los residentes por tener que cambiar dirección en las tarjetas de visita. Y tres, que las calles lucen los nombres propios de la Historia, y que es como es sin más vuelta de hoja.

Hace demasiado tiempo de este debate permanente, un debate que debería haberse cerrado en los primeros años de la Transición, como ocurriera en la mayor parte del país. Y sólo una decisión claramente ideológica y nada inocente de quien fuera entonces alcalde, Juan Hormaechea, permitió que el callejero santanderino llegara hasta hoy como una rareza pintoresca que más que ofender divierte a los visitantes y les permite renovar los envejecidos chistes sobre esa ciudad a la que en tantas partes de España se conoce como Fachander. Un debate que se adormeció en una comisión que terminó su informe con timidez y miedo y la trasladó a una corporación igualmente medrosa que trató de evitar el cumplimiento de las tibias recomendaciones. Pero que al fin avanza muy despacio en la retirada de símbolos y parece que por fin también de calles cuyo único significado posible no es el recuerdo de la historia sino la exaltación de una dictadura cruel y devastadora en una permanente toma de partido de la capital de Cantabria que, sin embargo, mal se compadece con la que sí hubo en el momento crucial y que le mereció por parte de ese, al parecer, tan querido régimen el estigma de Ciudad traidora.

La referencia a la ignorancia histórica o a los problemitas administrativos me parecen tan obviamente blandas que me parece que no merecen más mención, aunque no deje de sorprenderme que se pretenda ignorar que esas calles también cambiaron de nombre en el mismo momento en el que cambiaron los vientos de la Historia. Pero sí me parece oportuno negar la mayor a la premisa de que el callejero de una ciudad es un reflejo de la historia. El callejero de una ciudad no es un Anal, ni una Summa Historiae. No. Es, como el resto de la dedicación de símbolos, monumentos y referencias de los espacios públicos, un recuerdo agradecido, un homenaje cívico que ni en España ni en otros países se limita al acontecer del calendario y que frente a esa ficticia neutralidad se carga de significado. Por supuesto que será difícil encontrar un solo nombre que no pueda ser cuestionado, criticado. Pero no menos difícil será encontrar en Alemania una Avenida de Adolf Hitler, en Polonia unos Jardines de Stalin o en Francia un monumento al Mariscal Petain. Cierto que por razones diferentes de filias o fobias políticas, se salvan de esta memoria selectiva algunos nombres del mundo de las artes o del deporte, pero muy rara vez sus protagonistas principales, militares y políticos, responsables primeros de atentados sin cuenta contra la dignidad de las personas, contra los derechos humanos.

Me alegra que Santander haya decidido dedicar una calle, una calle céntrica y relevante, para el recuerdo de Ataúlfo Argenta. De hecho, lo sorprendente es que la figura del grandísimo director de orquesta, inspirador y alma del nacimiento del Festival Internacional de Santander, no contara todavía con una calle de esas características en la ciudad que le debe un acontecimiento que durante mucho tiempo ha formado parte de la propia identidad de la ciudad, de su carta de presentación. Pero no sólo eso. Ataúlfo Argenta apostó por un lenguaje integrador, universal, la música. Y lo compartió con los santanderinos con generosidad, pero también con hombres y mujeres de todo lugar y condición, elevando a la categoría de milagro cada una de sus lecturas de Beethoven o de Brahms. Sólo su temprana y desgraciada muerte frustró, como es bien sabido, su ascenso a un cielo en el que hubiera brillado con luz propia entre los mejores. Memoria de la ciudad, pero memoria digna, relevante, festiva es cada comparecencia de Ataúlfo Argenta, esa que se ha querido simbolizar en la apoteosis de una Novena Sinfonía de Beethoven exultante en la que resonaron en los oídos de miles de santanderinos los versos de la Oda a la Alegría de Schiller: Alle Menschen werden Brüder, todos los hombres serán hermanos. Ese latido revolucionario de la soñada  fraternidad universal que defendió el Sordo de Bonn y proclamó con su batuta bailarina tantas veces Argenta. 

Lean ahora unas palabras escritas por el General Mola en su Instrucción Reservada, en ese documento donde explicaba a los suyos cómo proceder en los pueblos de Navarra y los que se fueran conquistando:

"Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado"

Y ahora, por favor, lejos de sofismas, me dicen quién se merece, quién se merece de verdad, el homenaje de la ciudadanía de Santander. El músico o el criminal. El Ayuntamiento ya ha decidido. Y ha decidido bien.

(Publicado en  El Diario Montañés , 17 de agosto de 2013)

viernes, agosto 16, 2013

IMBÉCILES SIN FRONTERAS: YELENA ISINBÁYEVA, HOMOFOBIA CON PÉRTIGA




No le ha gustado a Yelena Isinbáyeva que la saltadora de altura sueca Emma Green (también lo hizo la velocista, igualmente sueca, Moa Hjelmer) compitiera en el Mundial de Atletismo de Moscú con las uñas pintadas con los colores del arcoiris en solidaridad con las personas lgtb de Rusia. Agredidas desde las propias instituciones, humilladas y acosadas en sus trabajos, en las calles, en internet, secuestrados y torturados, amenazados, grabados mientras se les vierte orina en la cabeza y la boca para escarnio público en las redes sociales. Asesinados, tras varios días de secuestro y tortura, a consecuencia de los desgarros provocados por la penetración brutal con un enorme consolador. La rabia y la impotencia podría desgarrar a cualquier persona decente. Pero no a los miembros del Comité Olímpico Internacional o la Federación Internacional de Atletismo, que están a lo suyo que es la pela. No a la mayor parte de los atletas que toman parte en el Mundial, y que están demasiado ocupados entrenando, compitiendo y tratando de mirar hacia otro lado. Y mucho menos a Isinbáyeva, que ha decidido solidarizarse con Rusia, con Putin, con las instituciones criminales que gobiernan su país y con las bandas de neonazis que recorren las calles sin control, jaleadas por población y policía en busca de un nuevo chaval al que destruir.

Porque para determinado tipo de personajillos, más famosos de lo que merecen, salten lo que salten, sean lo rubias y monas que sean, estar del lado del poder significa obtener buenos dividendos. Pisotear aún más la dignidad de las víctimas significa no tener que pensar, que esas malditas neuronas cuando se activan agotan más que una temporada completa dando brincos y sobando palos.

Dice Isinbáyeva que le parece mal la iniciativa de Emma Green porque no respeta las leyes de un país que sí respeta las leyes de los demás. Que no ha oído hablar de la Mafia Rusa de Marbella, vamos. Y que no se va a molestar en entender que las leyes a veces son indecentes hasta la náusea, ni que los compromisos internacionales adquiridos por su Santa Rusia al firmar las declaraciones y convenios internacionales sobre derechos humanos son también ley en su país. Y obligan a la lucha, la amparan, contra el odio, la intolerancia y la estupidez. Y poniendo carita de niña de guateque rancio nos entona algo parecido a aquello de Los Brincos de "Los chicos con las chicas, las chicas con los chicos". Porque según tamaña lumbrera si se permitiera que esos malvados maricones y esas bolleras perversas se mostraran en público peligrarían el futuro de Rusia en general y el de su santa tradición en particular.

Se me ocurren muchas razones por las que algunas santas tradiciones rusas están mejor muertas y enterradas. Pero voy a limitarme aquí a explicar a la Imbécil Saltarina Con Pértiga Siberiana (que así ha sido admitida como académica de número en Imbéciles Sin Fronteras) que las santas tradiciones familiares tienen muchas más exigencias. Y si quiere erigirse en defensora de las mismas haría bien en predicar con el ejemplo. Así, dejar lujos, perfumes, modelitos y joyas, que eso es vanidad y exhibicionismo, evitar mostrarse en ropa interior y con el ombligo al aire ante miles de hombres, que eso es de putarronas, y limitarse a criar a sus niños y cuidar de su marido. Que seguro que la sopa de col le sale más natural que la dignidad a esta individua medieval y grotesca.

Cuidado, que os está apuntando cargada de prejuicios y de odio.

viernes, agosto 09, 2013

IMBÉCILES SIN FRONTERAS: EL COMITÉ OLÍMPICO INTERNACIONAL


En este tiempo oscuro, en el que los imbéciles se multiplican como sobres, retomar con cierta energía la actividad del blog obliga a continuar denunciando a esos engendros metahumanos que con sus declaraciones y actitudes provocan tanta vergüenza ajena.

Sufren las personas lgtb en Rusia bajo la ola de odio que tipos de la calaña de Putin o el alcalde de San Petersburgo han ido alimentando y sirviendo en bandeja a neonazis violentos y descerebrados, popes barbados y público en general. La legislación antigay en Rusia es en la práctica una licencia para detener y violentar a cualquier homosexual o lesbiana nacional o turista y un aliciente para que turbas incontroladas de bestias agredan por su cuenta. Aunque si vemos las pruebas que de las cacerías van llegando, bien jaleadas por dulces ancianitas y por la propia policía, que no toma cartas en el asunto por pura prudencia (quiero decir que no se suma a las humillaciones, ni pensar en que pudieran poner orden y actuar contra los violentos).

Esa Rusia, que, claro está, es intocable porque tiene recursos y dinero, es intocable. Y salvo la voz de Obama que se ha atrevido a decir, con cierta timidez, que no va a consentir la homofobia de estado, una vez más ante un masivo atentado contra los derechos y la dignidad de las personas lgtb no sólo se da la callada por respuesta: Se concede a Rusia el privilegio de ser sede del Mundial de Atletismo que comienza mañana y de los próximos Juegos Olímpicos de Invierno. 

Uno se pregunta si es posible casar de alguna manera con el Espíritu Olímpico diseñado por Pierre de Coubertain la agresión constante contra vidas, dignidad y derechos de un sector de la sociedad, qué parte del Olimpismo representa secuestrar adolescentes para torturarles, humillares, obligarles a beber orina y colgar los videos en las redes sociales para dejarlos marcados de por vida. Pero gentuza podrida por el dinero, esa gentuza que fue devorando las entrañas del mundo deportivo cuando este se fue convirtiendo cada vez más en un generador de pingües beneficios, nos han dado la respuesta:

Lo que contradice el Espíritu Olímpico no es agredir, violar, violentar, golpear, maltratar, humillar, detener, expulsar, invisibilizar. No. Lo que contradice el Espíritu Olímpico es creer que los derechos humanos son una exigencia irrenunciable y en consecuencia colaborar en su respeto o en la denuncia de crímenes como los que hoy la Federación Rusa y la sociedad rusa cometen contra las personas lgtb. Y por eso a las amenazas de Putin y sus sucios sicarios, el imbécil de la foto, Jacques Rogge, y sus esbirros del Comité Olímpico Internacional suman las suyas propias: todo atleta, todo deportista que participe en las competiciones olímpicas que se atreva a hablar, a protestar, siquiera a lucir un pequeño distintivo, una pulsera o un pin que recuerde que transexuales, bisexuales, gays y lesbianas hoy en Rusia se encuentran en peligro grave y cierto será de inmediato sancionado y expulsado de los Juegos. Y me imagino que la Federación Internacional de Atletismo estará en la misma onda de miseria moral.

Pues lo siento. Los derechos humanos y el respeto a las personas NO SON POLÍTICA, pedazo de imbéciles. Pero sí es política, y responsabilidad, hacer la vista gorda ante los crímenes, más cuando se hace desde las cómodas poltronas y los hoteles de 5 estrellas donde, seguro, alguno de tan ejemplares dirigentes olímpicos recibirá a algún chaperito rubio y bien pagado. 

Y para que estos cretinos al biés de lo que pasa en Rusia, si se tratara de los Juegos de Verano, Matthew Mitcham no habría podido conquistar sus medallas porque no habría obtenido permiso para entrar en Rusia o habría sido detenido nada más pisar el aeropuerto. Por el grave delito de haber salido del armario públicamente.

¿Juegos Olímpicos de Invierno? ¿Mundiales de Atletismo? Pura mierda. La misma mierda con la que la comunidad internacional y la comunidad olímpica contribuyeron en Berlín en el 36 a la propaganda Hitler y su perverso imperio. Ignorando las leyes contra los judíos y, por cierto, también las que criminalizaban a los homosexuales. Pura mierda.

jueves, agosto 08, 2013

7 AÑOS DE BLOG 7



Se siente una especie de vértigo al mirar hacia atrás, hasta ese parece lejanísimo verano de 2006, en el que intrigado por las nuevas herramientas de comunicación que veía florecer a mi alrededor, y a pesar de que nunca en mi vida había sido capaz de sostener un diario personal, decidí abrir mi blog. Ese blog que entonces se llamó Un Santander Posible.

Desde entonces, esta bitácora personal y caótica ha atravesado períodos de verborrea y períodos más o menos prolongados de silencio y pereza, pero ha ido resistiendo. Por vuestra culpa, porque ante mi sorpresa hay quien ha decidido leerlo de forma habitual, quien me ha hecho llegar energía para escribir nuevos textos, para abrir nuevas puertas. Como el blog, algunos habéis llegado, habéis permanecido un tiempo y habéis desaparecido. Otros estáis desde el principio, algunos sois relativamente nuevos. Pero todos tenéis una parte en estas letras, hasta los espías del lado oscuro, que los hay, embozados, observando por si pueden pillarme en nuevas faltas, hasta los trolls, que alguno ha habido, hasta los plagiarios, que también.

Si me pusiera a leer entrada tras entrada, creo que me llevaría algunas sorpresas, unas cuantas lágrimas, muchos bochornos, porque en este blog está en buena medida mi vida reciente. Algunas veces os he castigado con mi obsesión por analizar y contar lo que siento y lo que veo, otras he preferido jugar a sacaros risas y sonrisas, intentando que de nuevo Kim escupiera el café sobre su ordenador en plena carcajada. He llorado con vosotros algunas veces. He ha hablado de lo vivo y de los muertos, de lo humano, lo divino y de esos extraños sumideros de la política. Siempre con ilusión, incluso cuando se fueron rompiendo. Tanto que hasta hubo un cambio de nombre y el Santander dejó de ser posible para convertirse en lo que yo soy, un pequeño caos, una habitación desordenada.

Sí, parece que en estos tiempos oscuros también el blog ha entrado en una de sus etapas de silencio. Probablemente era necesario, siempre es necesario, parar, buscar. Pero encendido por la necesidad de nuevas batallas, me parece que otra vez vamos a  vernos de pantalla a pantalla con frecuencia, con la que vosotros queráis.

Así que gracias por estar ahí, por haber estado, por haber compartido vuestro tiempo. Nos esperan muchas palabras por escribir y me gustaría poder construirlas con vosotros. Os garantizo que ilusión habrá la misma de siempre, y aunque este mes de agosto he decidido reeditar algunos textos para recordar la historia del blog, también habrá novedades. 

Mañana mismo os esperará una nueva entrega de la vieja serie Momentos estelares. Porque con la que está cayendo me gustaría ser capaz de despertaros un par de carcajadas con los momentos más estúpidos de mi vida.

Y cómo no, pequeña habitación desordenada, gracias a ti por todo lo que me has regalado. Felicidades, amiga.
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