domingo, septiembre 23, 2007

PEQUEÑOS PLACERES
La verdad, ando con un final-de-verano-principio-de-otoño un poco tochón y sensiblero. Pero al margen de que seguiremos hablando de muchas cosas por allá, hoy me limito a dejaros una pequeña perla que me he encontrado enredando por el Youtube. Y que me ha recordado que no puedo esperar mucho más, necesito un piano en casa. A ser posible Pleyel, Gaveau, Schimmel o, mejor aún, Bechstein (quiero olvidarme de los sonidos japoneses, a pesar del buen servicio que siempre me dio el viejo Kawai de casa sobre el que mis dedos supieron por primera vez de la magia de hacer bajar una tecla).

domingo, septiembre 16, 2007

LA ENFERMEDAD MORAL DE LA ALCALDESA DE TORDESILLAS

Tengo la costumbre de escribir entradas demasiado largas, lo sé. Y también la de dejarlas reposar para ver si os animáis a participar. Así que frente a épocas de grandes silencios, tengo tantas ganas de hablar (y tanto cabreo) últimamente, que se me acumulan los temas. Tengo pendiente hablar de Educación Para la Ciudadanía, y de las razones por las que los de siempre quieren evitar que se hable a los adolescentes de los valores constitucionales o de que se les permita reflexionar sobre las causas del botellón. Tengo pendiente una mirada sobre un cada día más repetitivo y cateto festival internacional de santander (con minúsculas artísticas) en la que mucho dinero público se pone al servicio del engorde de la vanidad de un pavo, digo de un ¿director?, hace mucho sin ideas, hace mucho brazo ejecutor de unas cuantas mafietas musicales. Tengo pendiente hablar de lo que le quieren al nuevo alcalde de Santander el Diario Montañés y algunos de esos panfletos del marujeo y la insidia, tanto que hasta cuando los responsables de una noticia (buena) son otros, la foto es Ad Maiorem Ignatii Gloriam. Tengo pendientes tantas cosas, que ni me felicité a mí mismo por un año de blog (nunca pensé que llegaría tan lejos) ni tuve tiempo para explicar, a petición de una amiga, el origen del nombre Rukaegos.
Pero vista la foto, creo que toca hablar de bárbaros hispanos. Y de bocazas políticas. En este caso la de la alcaldesa de tordesillas (con minúsculas morales), del PP, pero da igual porque el PSOE ha gobernado tordesillas y ni la dignidad, ni la piedad ni los toros no lo notaron. La iba a decir señora pero me callo en cuestión, milagros zarzuelo capellán, ha declarado ante los medios, y ante la presión nacional e internacional que ha hecho de tordesillas una de las capitales internacionales de la vergüenza que la tortura y ejecución del Toro de la Vega suponen una forma de honrar a la Virgen de la Peña y un digno final para el animal, en un duelo en igualdad de condiciones. Aunque habría que ver si el espectáculo de una alcaldesa en pelotas alanceada por unos cuantos centenares de ¿hombres? a pie y a caballo (o mejor, por unos cuantos toros bien astados) le merecería igual simpatía a la tal. Y sus conciudadan@s.
Esa "muerte digna" es la que produce fotos como la que he encontrado en internet y os presento. Con el animal atravesado de lado a lado por dos largas lanzas, picado por muchas otras, intentando escapar de la pesadilla y encontrar refugio al otro lado del río. Fotos que no deben de gustar mucho a la escoria fiestera, ya que ni en la página web que dedican a la exaltación de la tortura al animal en tordesillas cuelgan estas fotos, ni permiten la llegada de medios de comunicación gráficos al pueblo para tomar testimonio del sufrimiento del toro y de las rijosas expresiones de sus verdugos.
Estoy harto, realmente harto, de que una cierta parte de este país no sepa divertirse sin molestar. Pero todavía más de la que no sabe disfrutar de las fiestas sin que la muerte, el dolor y la tortura de un animal esté presente. Se apela a la tradición, pero la tradición también disfrutaba con las ejecuciones públicas, con los combates de gladiadores, con la exhibición y marca a fuego de las adúlteras y con tantos miles de barbaridades que no tengo ni ganas ni espacio. El dolor debe conmover, al menos a quienes un resto de humanidad, de alma, de generosidad, de grandeza moral conserven entre sus emociones y sus carnes. No conmovía a los nazis el de los judíos, porque para ellos los judíos eran menos que animales. Como el dolor de los animales no conmueve a la gentuza de tordesillas ni a la escoria de otros muchos pueblos y ciudades de esta nuestra tradicional españa (con minúscula avergonzada). Porque la grandeza moral, la evolución a mejor del pensamiento ético les pilla lejos, no habla con ellos.
Recuerdo una bella frase que encontré en La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, al hablar del estupor que sentimos (quienes tenemos sentimientos) ante el dolor animal -en la novela el de la vieja y enferma perra Karemia-. Decía el checo "Los animales nunca fueron expulsados del Paraíso". Nunca pecaron, y por ello nunca merecieron la maldición bíblica del sufrimiento y la enfermedad que castigó a Adán y Eva. Y sin embargo, nuestros hermanos pequeños, como los llamó Francisco de Asís, sufren hasta la extenuación por causa de los a sí mismos llamados "reyes de la creación".
La decencia y la presión han hecho que algunos lugares de la españa de la vergüenza cambien su cara festiva. Ya no se tira al burro desde el campanario en nosedónde de riolejos, y se le sustituye por un muñeco. Ya no se arranca de cuajo la cabeza de gansos ni gallos vivos desde traineras o a caballo en nosecuál del páramo, y se lleva a la víctima festiva desde una pollería ya debidamente desplumada y lista para cocinar. Pero son muchos los animales que claman contra los santos patrones de sus pueblos al llegar las fiestas un doloroso ¿por qué?. Y con especial rabia, los toros alanceados en tordesillas, dardeados en coria, arrojados al mar en alicante, con antorchas en los cuernos o el rabo en olite y tantas localidades mediterráneas, etcétera. Y toreados en casi toda la españa de la sangre, cantabria incluida.
Sí. No nos vayamos tan lejos ni nos horroricemos ante los vandalismos ajenos. Aquí, en esta mi cantabria, en esta mi santander, se corren toros: se les pincha, se les tortura en nombre de la tradición y para risa del populacho, ante la complacencia de iglesia y autoridades y el silencio de los demás. Y hasta se nos exhiben en carricoches por las calles tirando caramelos y luciendo su mejor cara de fiesta progre en algunos casos y casposísima en otros, pero cruel en todos.
Está aquí tumbada a mi lado, plácida y bonachona. Y mirando con esa cara dulce y entregada que no podría entender nada de la mierda sobre la que escribo. Glenda, mi perra. Y me hace recordar, cómo no, esa frase que ya ni se sabe quién dijo de tantas autorías como se le han adjudicado, pero que yo hago ahora mía: Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perra. De verdad.
O como cantaría Roberto Carlos ... Yo quisiera ser civilizado. Como los animales.
Espero que haya una eternidad. En la que la Virgen de la Peña de Tordesillas recorrerá tranquila las dehesas llenas de toros mártires en su nombre, y que allá pastarán felices. Mientras la alcaldesa moralmente enferma y su enferma ciudadanía (y el cabrón de salamanca que este año remató al animal) sufren una espero que dolorosa e infinita agonía. En igualdad de condiciones como dice la tal, como la del toro. Ni más, ni menos.

lunes, septiembre 10, 2007

CAÑIZARES EN LA PASARELA CIBELES

Reconozco que no he podido resistir la tentación de compartir con mis visitantes esta bonita imagen de Antonio Cañizares, martillo de herejes, en una celebración litúrgia del Instituto de Cristo Rey, un grupo católico empeñado en regresar al mundo anterior a las reformas del Concilio Vaticano II. Imagino que anulando también todas las declaraciones y documentos de Juan XXIII y Pablo VI sobre el diálogo, la paz y los derechos humanos, ya que andan en Santa Cruzada contra Educación Para la Ciudadanía y cuanto huela a valores constitucionales, respeto, dignidad y derechos.
Sin comentarios. Aunque espero los vuestros.

jueves, septiembre 06, 2007

PUES NUNCA HABÍA AMADO TANTO LA VIDA ...
(En recuerdo de Luciano Pavarotti)

Había en él algo de niño grande. Frente a la tópica imagen de los divos, Pavarotti era amable, cercano, sonriente. Respetaba a su público y mostraba ante él gratitud y entrega. Siempre pensé que el pañuelo que siempre le acompañó en los recitales era una especie de manta de seguridad, una necesidad de aferrarse a lo conocido antes de emprender el siempre difícil camino de la música. Antes de darse.
Sabía que iba a morir pronto, que el cáncer de páncreas no iba a perdonarle. Y se retiró a su ciudad, Módena, la que a partir de ahora llamará a su Teatro Comunale con el nombre del más grande de sus hijos. Y quiso marcharse con discreción, en paz y entre los suyos.
Le hizo daño, un poco, esa fiebre mediática de Los Tres Tenores, ese atentado al sentido común que provocó cansancio en su voz, bella como ninguna otra, y como consecuencia un par de cancelaciones y un terrible gallo en La Scala.
Pero Pavarotti fue siempre un cantante serio. Su voz era un instrumento privilegiado: dulce, aterciopelada, natural tanto que parecía fluir sin esfuerzo incluso en los pasajes más asesinos. Tal vez fuera esa mezcla de instrumento mágico y bondad, la que nos hacía estremecernos cuando nos regalaba su música (nunca pude escucharle en vivo, pero desde mi primer CD Pavarottiano, una mítica Fille du règiment nada menos que junto a la Sutherland sentí por él admiración y respeto). Cantaba desde el corazón, lo mismo cuando se adentraba en esos roles operísticos que hizo especialmente suyos (Edgardo, Nemorino, el Duque de Mantua, ...) que cuando hacía esos guiños a lo popular y hasta a lo comercial que tan poco me gustaban. O cuando se entregaba por alguna causa que le tocaba las fibras, como todo el despliegue que realizó en defensa primero y a favor de su reconstrucción más tarde de la ciudad de Sarajevo, con aquellos conciertos y grabaciones de Pavarotti & Friends.
Puede que no fuera tan importante ni tan excelso, ya que Fray José dice que ningún intérprete que merezca la pena ha faltado en Santander. Y como aquí lo que dice el fraile va a misa, pues va a ser que ni Pavarotti ni su mentora y tantas veces compañera Joan Sutherland habrán merecido ese puesto de honor en la historia de la ópera que ya tienen.
Pero si en algún lugar existen los ángeles, y tienen por costumbre esa música con que siempre nos los representaron, desde esta madrugada sonarán mucho mejor.
Quería localizar en el youtube el canto fúnebre de Edgardo a Lucia, Tu che a dio spiegasti l'ali, pero no he podido. En su lugar, el llamado popularmente Adiós a la vida, E lucevan l'estelle, que canta en la ópera Tosca el pintor Mario Cavaradossi, unos instantes antes de ser fusilado. Ese aria bellísima en que se lamenta de la llegada de la muerte precisamente en ese instante, cuando amaba como nunca antes la vida.

martes, septiembre 04, 2007

EPIDEMIA DE IDIOTAS EN ESLES

Tenía entre las tareas pendientes de este nuestro blog hablar detenidamente de ARTESLES 2007. Cinco años ya desde la puesta en marcha de uno de los proyectos artísticos más frescos, innovadores y arriesgados de la cultura en (que no de) Cantabria. Un proyecto que animado por el entusiasmo y el buen hacer de Fernando Zamanillo y Fernando Bermejo, acompañados por un excelente equipo de amigos, artistas y profesionales, y con el apoyo del Ayuntamiento de Santa María de Cayón, ha ido creciendo y alcanzando una merecida relevancia nacional.
Pero esta mañana, antes de leer el periódico, me encontré con Fernando Zamanillo que sin aportar mucha más información que la infinita tristeza de sus ojos, me pidió que echara un vistazo al DM.
Otra vez, por quinto año consecutivo, las instalaciones artísticas de ARTESLES han sido agredidas por los idiotas. Unos idiotas anónimos y sin origen conocido que cada año deciden divertirse causando daño gratuito a las obras de arte que han ido dando relieve al encuentro, que han abierto sobre Cayón la atención de tantas miradas y que, hasta desde el punto de vista más materialista, han provocado una importante actividad económica en los servicios de la zona.

He optado por "idiota" por parecerme la palabra más adecuada. Animales o burros sería ofensivo ... con los animales. Bárbaros, en cualquiera de sus especies, negaría la mayor de que los pueblos que rodearon el mundo clásico tenían sus normas, sus leyes y su cultura. Pero "idiota" parece significar según su etimología "aquel que no se ocupa de los intereses públicos sino sólo de los privados", llevado un poco más lejos, aquél que no sabe vivir en una comunidad. Así que "idiota" me parece el término perfecto para referirme a cualquier tipo de engendro que a lo largo de estos años y en la última noche hayan encontrado como modelo de divertimento estival la agresión al arte. Como creo que define perfectamente a quienes cada fin de semana, en cada una de nuestras ciudades y pueblos, ha asumido el vandalismo como forma de identidad: Idiotas.

Me hago desde hace algún tiempo una pregunta que tiene que ver con el vandalismo que asola nuestras comunidades. Y que tiene claros protagonistas a pesar de que Cañizares, Mariespe y sus secuaces consideren que no es necesaria la Educación Para la Ciudadanía. ¿Quién paga los vidrios rotos? Nadie pide responsabilidades, nadie investiga, y son los presupuestos públicos, muchas veces los privados y la paciencia de todos los que acaban soportando día a día estas agresiones. Mientras sus responsables pasean con el trasero hinchado de satisfacción preparando la nueva fechoría.

Creo que empieza a ser el momento de aceptar que, Houston Houston, tenemos un problema. Porque sólo así se podrá iniciar el camino para su solución. Pero creo que algunos detalles serían indispensables. El primero, es que los responsables del vandalismo deben ser adecuadamente identificados y deben responsabilizarse económicamente de los daños causados. Ellos o sus familias. El segundo, de las pocas cosas que me gustan de la cultura norteameriyanqui está la institución de los llamados "servicios a la comunidad", penas de reeducación para situaciones como estas en las que se trata de devolver a la sociedad algo positivo como compensación de los perjuicios provocados. Tal vez si empezaran a saber lo que se suda limpiando grafitti a golpe de estropajo (gastos a sus espaldas), empezarían a dar valor al esfuerzo ajeno. Y por si acaso se piensa que estoy señalando a ciegas, habría que recordar que sí hay un patrón común en las agresiones de las cinco ediciones de ARTESLES: siempre han coincidido con las fiestas patronales de Lloreda primero y Esles después. Y ya sabemos cómo se suele resolver la ecuación alcohol + fiestas + nocturnidad/impunidad en determinados segmentos poblacionales.

Lo peor de todo. La acción impune de los idiotas acaba en minutos con el esfuerzo de años. Y quienes realizan ese esfuerzo se van agotando poco a poco. Los idiotas están a punto de privarnos a todos de ARTESLES, a cambio solo de su propia mierda. Y tengo que escribir esta página de mi bitácora para que la rabia no me coma demasiado. Pero sobre todo para pedir al Ayuntamiento de Santa María de Cayón que entre sus acciones de ayuda a ARTESLES se incluya una vigilancia eficaz y la denuncia ante las autoridades pertinentes de los hechos para que se investiguen y se depuren responsabilidades. Y para decir a Fernando Zamanillo y a Fernando Bermejo que por favor no se rindan. Porque necesitamos personas generosas y lúcidas como ellas para combatir la epidemia de idiotas que nos está infectando.





sábado, septiembre 01, 2007

LA MÚSICA DEL ÁNGEL
(Diez años después de la muerte de Juanjo Mier)


Fue hace ya diez años, en mitad del verano, cuando quienes desde una perspectiva u otra participamos en Cantabria de la pasión por la música, recibimos la noticia de la repentina muerte de Juanjo Mier.

Mis recuerdos de aquella fecha se mezclan, cómo no, con la música. Acababa de finalizar en el Palacio de Festivales de Cantabria el oratorio Judith Triumphans de Vivaldi, una obra bella como toda la producción vocal de Vivaldi que hasta fechas bien recientes ha permanecido casi oculta por la popularidad de sus conciertos orquestales. Precisamente por aquellas fechas, Juanjo estaba trabajando en una obra para órgano, estrenada en la Iglesia de Santa Lucía el pasado agosto tras ser revisada y completada por Esteban Sanz, que recreaba el pasaje bíblico del Cántico de los tres jóvenes, un pasaje que para Juanjo significaba la fuerza, la vida, la superación, la capacidad del espíritu para trascender, incluso para burlar la muerte. El Cántico iba dando forma a lo que él quería transformar en su primer oratorio, en una partitura de grandes proporciones, para la que ya hacía tiempo me había encargado un libreto adaptado al formato de los oratorios primitivos (incorporando un historicus o narrador a los personajes). Un oratorio especial, ya que la visión de los jóvenes se mezclaba con sus propias experiencias vitales y tenía mucho que ver con su lucha contra la enfermedad que le había tenido ya a las puertas de una muerte que, sin embargo, le sobrevivo por un accidente como todos absurdo. Nada más finalizar el oratorio de Vivaldi, Javier Castellanos se me acercó y me dio la mala noticia, una noticia que se extendía y que provocaba cambios en el gesto y un sincero dolor en muchos de los presentes.

Más música, un par de días más tarde, en Santa Marina de Udalla, con otro amigo común, el guitarrista Miguel Trápaga. Un concierto que a punto estuvo de ser suspendido y que tuvo que ser terrible para Miguel. Se estrenaron seis obras para guitarra de seis compositores cántabros. Entre ellos, claro, Juanjo Mier. Miguel recuerda bien cómo fue el trabajo al lado de Juanjo. Su entusiasmo, sus largas conversaciones para saber exactamente cuáles de sus ideas podían ser transformadas en música para guitarra y cuáles no se adaptaban al instrumento, cuáles eran los límites escuchar cada fragmento junto a Miguel para, como hacía siempre junto a todos los que alguna vez colaboramos haciendo su música, sonreír beatíficamente y murmurar su tradicional “de puta madre”, en ese momento en el que reconocía con exactitud las emociones que él había querido levantar hacia el viento gozoso de la música. Ese mismo optimismo abierto le había hecho llamar a todas las puertas de los santones culturales de la región hasta convencerlos de que era necesario alentar el trabajo de varios compositores buenos y jóvenes que se esforzaban por realizar su tarea en Cantabria. No sólo trataba de ir estrenando sus obras desde aquellas primeras, Santa María que todavía está en el repertorio de José Ramón Rioz y sus chicos, Maribel, la pequeña pieza para piano que dedicó a su esposa y que Ananda Sukarlan estrenó en el Otoño Musical de la Universidad y otras, desde aquellos primeros premios internacionales de composición para órgano con obras como el bellísimo Cuatro Gestos de Ángel que trataba de traducir las expresiones de los angelotes del retablo de La Bien Aparecida. Trataba de articular esas mismas oportunidades para que todos se beneficiaran del camino abierto. Porque Juanjo fue no sólo un hombre de música y talento, sino además generoso y bueno.

Estoy seguro de que esta apreciación sería confirmada por Paco Valcárcel y el equipo de La Machina, para quienes compuso la música escénica de Macbeth y la de Madre Prometeo. Por mis compañeros de la Camerata Coral de la Universidad y María del Mar Fernández Doval, que trabajamos con Juanjo codo a codo en Madre Prometeo y en el magnífico Santa María de Lebeña que no tuvo oportunidad de escuchar y que sonó unos meses más tarde en el concierto de Navidad de la agrupación coral. Por Rosa Núñez y sus bailarines, que dieron gesto y movimeinto al ballet El país de nunca es ayer. Y sobre todo por Maribel, su mujer, y sus hijas, Isabel, Laura y Paula, con ternura y con música.

Queda mucho trabajo que exigir de los responsables culturales para salvaguardar el legado artístico de Juanjo: edición crítica de sus obras, incorporar nuevas grabaciones a las ya materializadas por iniciativa de la Fundación Botín o el Colegio Bellavista de Cueto, en el que fue profesor antes de pasar al IES Leonardo Torres Quevedo, presencia regular de su obra en los programas de concierto... Este verano hemos tenido nuevas oportunidades de encontrarnos con la música de Juanjo Mier. Y de recuperar con ellas la sensación dulce de la belleza del estreno, esa en la que los oídos abiertos y atentos nos hacían reconocer una obra musical de vuelo, llena de optimismo, tan plena de emociones que resultaba y resulta sobrecogedora, difícil por la atención magnética que provoca, sorprendente por la dulzura sonora generada en partituras sobrecargadas de tensión y furia. Ha sido hermoso volver a Juanjo Mier en otro agosto, diez años después, en ese mismo Festival Internacional en el que supe su pérdida y en el que por vez primera lo escuchamos resucitar en la voz de una guitarra. Su música ha crecido otra vez llena de pasión y de misterio. Y al escuchar, si cerrabas los ojos, era posible reconstruir aquél rostro de duende burlón, o de arquetu, como tantas veces bromeamos. Y como siempre, sonreía.

(publicado en El Diario Montañés, 2 / IX / 2007)
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