jueves, mayo 31, 2012

ESTAMOS LEYENDO ... "VITA" DE MELANIA MAZZUCCO


Algunas veces no eres del todo consciente de cómo un nuevo libro llega a tu vida para renovar ese contrato de amor que firmaste hace tantos tantos años con la literatura. Vita llevaba unos pocos años dormitando en los anaqueles, desde que el bueno de César Peña me recomendara su adquisición en aquel pequeño espacio de libertad y páginas que fue la Hispano-Argentina de Santander.

¿Por qué no la leí entonces? ¿Por qué hace unos días decidí abrirla por la primera página y comenzar a revivir y hacer mía la historia emboscada entre sus páginas? Qué difícil dar respuestas a preguntas que siempre me hago y que siempre dejan una sensación de misterio, la de que es el libro el que decide cuándo, cómo.

Como fuere, la única realidad de la que ahora soy plenamente consciente es la de la energía, la pasión, el poder que encierra la escritura que Melania G. Mazzuco despliega en Vita, desde una traducción entiendo que espléndida de Xavier González Rovira para esa colección que casi venero, Panorama de Narrativas, en Anagrama. Y es que el primer contacto con Vita ya me dejó noqueado, esa historia del italo americano que llega con los galones puestos en la II Guerra Mundial a liberar Tufo, el pueblo de sus ancestros, para buscar la memoria de los suyos, para encontrarse con esos personajes aún ¿vivos? que habían adquirido la entidad de criaturas míticas, grandiosas, en las historias narradas por su madre Vita Mazzucco.

Mazzucco, sí, porque en realidad estamos ante uno de esos libros que combina con sabiduría imaginación y realidad, historia y sueño, ficción y documento. En la que se nos lleva de viaje a los emigrantes italianos que en los albores del siglo XX volaron hacia el sueño americano que tantas veces fue pesadilla, de la mano de dos críos, Diamante y Vita, reales y simbólicos, soñados y sabidos. De los emigrantes que a veces deciden regresar, las sagas que dejan una mano en Nueva York y otra en el camino de regreso, para que la sabia escritora nazca de nuevo italiana, viaje a su vez a Estados Unidos, busque la Prince Street donde una vez vivieron y murieron los suyos, explore periódicos, actas, informes, documentos, en busca de los restos de su propia memoria con los que entrelazar una imaginación posible.

Estoy enamorándome, de nuevo, de un libro. Mi rotulador se cansa de subrayar y anotar, de preservar las frases llenas de poesía, las reflexiones certeras, los episodios que me han tocado el corazón. El dolor del nacido muerto que acaba durmiendo para siempre en la soberbia altura de un rascacielos, para mirar desde arriba a la ciudad que no le dio oportunidades; el dolor de los lenguajes que se saben extraños e inútiles en la tierra que no sabe comprenderlos; el dolor de quien regresa demasiado tarde y no puede responder a sus propias preguntas. La magia de quien penetra en la propia raíz y alimenta la tierra nutricia. Y que resurge de la empresa con la energía de un árbol nuevo, más alto, más sabio, lleno de vida, lleno de Vita, lleno de fuego.

Enamorándome, de nuevo, de un libro. Sintiendo en estos días oscuros, llenos de nostalgia, cargados de miedo, la luz de las palabras, la gratitud por la luz de las palabras, la energía de una vida que no es la mía, unos recuerdos que no son los míos, una historia que no es la mía. Pero que ya nunca serán capaces de abandonarme.

martes, mayo 01, 2012

ESTAMOS LEYENDO ... "HERMANO", DE JOSÉ LUIS SERRANO



Me comentaba hace algún tiempo un viejo amigo, escritor y gay, que la llamada literatura gay se había venido convirtiendo en una acumulación de historias romanticonas sin demasiado interés, llenas de lugares comunes y faltas de técnica y vuelo literario. Confirmo a grandes rasgos esa lectura, a pesar de que podamos encontrar novelas excepcionales escritas o protagonizadas por personas lgtb, a pesar de que incluso adentrándonos en las procelosas aguas de la literatura de género, y más precisamente de la literatura gay, hayamos encontrado páginas para el entretenimiento, para una tarde agradable, para un par de lágrimas. Sobre todo para reconocernos como en un espejo en las venturas y desventuras de los personajes. 

Cierto escepticismo te obliga a coger con cierta prevención tan peculiares títulos. Más cuando han sido escritos por un amigo, por alguien a quien aprecias de manera sincera. A coger el libro casi rezando para que como mínimo sea aceptable, razonable. 

No me he encontrado con una obra cumbre de la literatura universal al leer Hermano , de José Luis Serrano o, más bien, elputojacktwist. Pero sin duda me he encontrado con una buena novela. Escrita con maestría, con dulzura, con ironía, llena de fuerza en las contemplaciones y en las descripciones y de ácido corrosivo en las divertidísimas miradas al marimundo provinciano.

Tres libros en uno. Un libro de viajes, inciático, en el que el protagonista se enfrenta a Birmania a sus costumbres, a sus personajes, a sus paisajes. Revisitando lugares sin duda conocidos y amados por el autor desde una perspectiva romántica y evocadora que teje un imán alrededor del país incluso para quienes padecemos de un virus occidental en nuestra agenda de intereses. El encuentro con una tierra cargada de símbolos, de magia, sobre todo de una tierra diferente, de unas gentes diferentes cuyos códigos, cuyos colores, necesitas aprender y aprehender. Un segundo libro, una narración romántica, la crónica de un enamoramiento, la aproximación del narrador al muchacho delgado, exquisito, de peculiares formas y olores, de seductoras sonrisas, de movimientos que imaginas gatunos cuando lo presenta jugando con su pelota de ratán (tictactictactictac). Una historia en la que la carne no se manifiesta y que se convierte en espejo de todos los que hemos sufrido esos amores platónicos, idealizados, ante ese muchacho maravilloso por una u otra razón, que sabiéndolo o no ha jugado con su atractivo para apostar fuerte contra nosotros, que nos ha hecho temblar de emoción o de ansiedad esperando el momento en el que la camaradería, la complicidad, el roce accidental, llegaran a convertirse en una caricia, un abrazo, un te quiero, una noche de sexo abierto y encendido. Una historia difícil de cortar porque no llegó a dar comienzo, no en la forma esperada, y que satura nuestros pasados de muchachos birmanos. O de juanes, diegos y óscares.

Un libro escrito con exquisita sencillez, buscando la palabra precisa para pintar colores y emociones sin excesos ni ñoñerías. Y que de tanto en tanto rompe (no he visto este dato resaltado en algunos de los apuntes y crónicas sobre el libro pero me parece brillante y fundamental) en un homenaje a las criaturas de Mendicutti o simplemente a esa realidad de la marica mala pero que muy mala en los sabrosos monólogos telefónicos de una prima provinciana y malapécora que nos lleva de habladuría en habladuría y de majadería en majadería en un retrato fresco y nada sutil de ciertos personajes bien conocidos y experimentados. Un humor capaz de reconstruir el enunciado del "efecto mariposa" explicando que "si una marica se la chupa a un negro en una sauna filipina un gay de Valparaíso no se comerá una polla en un mes".

Hojeé Hermano nada más recibir el encargo, y ya me sentí cómodo, transportado al hermoso afecto que se nos contaba, a las ácidas maledicencias y a las postales fascinantes. Y por fin lo he leído con detenimiento en estos días, encontrando un lenguaje dócil y amaestrado, directo y encantador, capaz de entreverar las páginas saltando del viaje al amor, del amor al impúdico cotorreo, del cotorreo al viaje, sin dejar caer la tensión, sin dejar de envolver tu mirada y atrapar al lector avezado en una tela de araña de tinta, papel y palabras. Un pequeño placer. Una gran satisfacción. Unas horas de vuelo libre al paraíso regaladas con generosidad por la mano maestra de un buen amigo: José Luis, ¡gracias!
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Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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