jueves, mayo 29, 2008

NIDO DE GAVIOTAS
Las gaviotas ganaron la batalla de la imagen y se convirtieron en el símbolo de la libertad en abstracto y hasta de ciertos liberales demasiado concretos. Poco importa su carácter agresivo y depredador. Poco sus violentos ataques por el espacio vital de nuestras ciudades a las no menos bien tratadas en la guerra de la imagen y no menos violentas palomas.
De nuevo el Ayuntamiento de Santander con la colaboración de SEO-Birdlife inicia una campaña para limitar la plaga de gaviotas sobre nuestros tejados y cabezas y solicita la ayuda de la población para detectar el emplazamiento de los nidos y retirar tanto nido como huevos.
Desde mi ventana veo desde hace unas semanas una gaviota empollando. Y a pesar de que las gaviotas no me resulten simpáticas, de que en efecto considere que el Santander posible tiene superpoblación de gaviotas (se mire por donde se mire), no llamaré para denunciar su privilegiada atalaya con vistas a la Bahía.
Supongo que me cuesta admitir la intervención humana en la vida animal. Supongo que teniendo a los humanos cada vez en menor consideración, me resisto a dejarnos actuar sobre los que Francisco de Asís llamaría nuestros hermanos pequeños. Supongo que me queda tal vez un resto de romanticismo absurdo capaz de olvidarse de los proyectiles recibidos a veces de las piratas voladoras.
Supongo que pienso que mientras destruimos la naturaleza, degradamos el hábitat natural de tantas especies, les privamos de comida y territorio, nulo es nuestro derecho a protegernos del mal que nosotros creamos. ¿No hemos invitado a las gaviotas a formar parte como comensales del banquete del desperdicio que son nuestras ciudades? ¿no les hemos enseñado que era más fácil buscar entre nuestros restos que pescar como siempre? ¿no hemos prohibido que los barcos arrojen los despojos de su pesca para que las gaviotas mantengan sus fuentes de alimento tradicionales en la bahía?
Pues a joderse tocan.

lunes, mayo 26, 2008

EUROVISIÓN: CADA DÍA MÁS POTENTE
No voy a negar que el Festival de Eurovisión forma parte de mi paisaje sentimental. En aquellos tiempos mesozoicos de cadena única y familia unida ante el pantallar siempre nevado, casi rezando para que no hubiera tormenta y se fuera la luz o se escacharrara por enésima vez el repetidor situado Bolmir arriba, Eurovisión era todo un acontecimiento que en mi casa aderezábamos votando nuestras canciones favoritas y preuribarrizando las conversaciones ("qué nos van a dar, si los franchutes nos tienen manía y esto es todo política"). Así que la noche del sábado, acompañado a falta de mis acompañantes eurovisivos habituales por Tiberio, Miércoles, Glendamaría y una tortilla de patatas, me dispuse a analizar rotulador en mano Eurovisión 2008.
Aclaro por si las moscas que estoy entre esa parte de la población hispana calificada por Buenafuente de tonta. Aunque Andreu, no es que no entienda la broma o la transgresión. Entender, vaya si entiendo (¿es que no ves la foto de Dima Bilan que he puesto, alma de cántaro?), y me supongo que debe de ser divertidísimo lo de Gráfica cayéndose y lo de las bragas de la mulata, jajajajajajajaja y requetejajajajajaja, oye que me parto. Y bueno, transgresión no hubo otra igual desde el paseo de Lady Godiva. Vamos, que seguro que hay un antes y un después de la historia del mundo gracias al Chiki Chiki. Como fuere (me acaba de salir una vena tiernogalvanesca la mar de transgresora: ¡un futuro imperfecto de subjuntivo!), y aunque sean horteras y cutroides en general, para mí Eurovisión es un festival de canciones, voces y ... bueno, sí, puestas en escena y chulazos y chulazas de vez en cuando. Y encima este año pues ni tan mal, pienso piratear cuatro o cinco temas después de la horrísona edición del pasado año y de la bastante presentable de 2006. Esa en la que descubrí a mi sueño erótico número 2069: Dima Bilan, entonces segundo y hoy, por fin justicia a sus abominables de impacto, primero.
Decía cada dos por tres el pelma de Uribarri que si mucha política y muchos vecinos. Pero el caso es que Rusia no había ganado todavía el festival y que las victorias suelen determinarlas más los sietes que los doces. El Uribarri del sábado fue más plasta y pretencioso que nunca. Tras comentar durante la canción armenia que no tenía ninguna posibilidad, se dedicó a jalear cada nota alta recibida por la morenuca con un "ya lo decía yo, es que está en el Este". Uno no acaba de ver bien la relación entre Estonia, Chipre, la República Checa y Armenia, pero en fin. Hombre, que sí, que Francia no sólo tiene simpatía por Armenia sino que además Aznavour era armenio. Pero claro, cuando el listo de nuestro comentarista dice "Y ahora Turquía dará los doce ... (toque pillín en la voz) ¿se los dará a Armenia? (autopregunta). Ya verán, ya verán, claro que se los dará a Armenia (autorrespuesta)" me comenta Glendamaría "Pero oye tío, ¿el Uribarri no se ha enterado de que es más típico en Turquía exterminar armenios que votarlos?". Y claro, los doce van para el heavy de los co-turcos y anti-armenios de Azerbaijan.
El buen gusto de Uribarri quedó patente cuando propuso entre los temas que más le gustaban la balada de Polonia. Más aburrida que la vida sexual de los Kazynski. De hecho, llego a calificar de "elegante" a la cantante embutida en un vestido no sólo demodé sino para más inri azul cerúleo. De su obsesión por los muslos de la cantante ucraniana no voy a hablar, porque entonces no podría citar ni los abominables de Bilan ni la dulce carita Cornflake del islandés ni el paquetón del chaval israelí.
En fin. Que hubo un poco de todo. Cancioncillas divertidas y sin pretensiones intelectualoides a lo terrat como la de los piratas letones. Un poco de rock duro sin complejos en Finlandia y Azerbaijan. Un excelente tema de indierock protagonizado por una Turquía que hubiera merecido ganar. Un baladón con aires de fado renovado y una voz impactante en Portugal. Varias obligadas divas petardas (no olvidemos que Eurovisión es parte obsesiva del imaginario gay) representando a Grecia, Ucrania y Suecia. Con una cantante, la sueca, que resultaba de trazar la bisectriz entre los volúmenes rubioneumáticos de Marta Sánchez y los estiramientos de piel de Saritísima. Qué miedo, por Odín, Thor y Freya.
Precioso el vestido azul noche de la cantante noruega. Frivolón y resultón el chochipop islandés. Más desafinado que todo OT 2008 en grupo el cuarteto de alemanas. Achuchable y bohemio el danés. De la canción israelí, poco podría decir, todos los sentidos puestos en la turgente y abultada curva de Boaz Mauda justo allí donde ustedes estarán pensando, mucho más obvia incluso que los brazos que hicieron soñar húmedamente a Loles León. Y sobre todo él, Dima Bilan, la gran estrella del pop insustancial del este, el gran superventas que quiere ahora intentarlo con el mercado hispano en español, el de la cara de chulo de puticlub de carretera secundaria y cuerpo para pecar e insistir en el pecado. ¿Cómo podría haber ganado otro? El chico gusta y se gusta, tiene una estupenda tendencia a salir en google despelotado y encima el casco de bombero se aparta lo suficiente de la zona censurada como para permitirme una sugerencia para su lanzamiento en España: ¿Qué tal, amor de mis amores y calentón de mis calentones, cofrade mayor de San Abdominal de las Mancuernas, una versión de Siniestro Total, de su legendario "Me pica un huevo"?
Esto sí que es un festival y no el del fraile.

jueves, mayo 22, 2008

MAFIA INTERIOR



Leo hace un par de Babelias una entrevista con Simonetta Agnello-Hornby. Acaba de publicar Boca sellada, su tercera novela sobre Sicilia, sus gentes y el permanente espectro de la Mafia, tras La Mennulara, una novela certera, irónica y sorprendente que me atrapó hace ya un par de años, y La tía marquesa, que anda por mis revueltas estanterías a la espera.
Me parece una mujer interesante como escritora, como historia personal y como historia profesional (abogada especializada en defensa de menores en áreas marginales de Londres).
Pero lo que quiero traer a mi Santander posible es una breve y simple reflexión que me hizo pensar mucho. Le preguntaban sobre Sicilia y la mafia y ella contestaba que para los sicilianos la mafia era una experiencia casi genética, que la llevaban dentro. La falta de una protección estatal les había obligado a vivir años y años pendientes de vías laterales para solucionar sus problemas y ya no eran capaces de afrontarlos sin recovecos. Ponía como ejemplo que una no recuerdo si hija o nieta suya había enfermado y su primera reacción, una reacción que nunca habría tenido en Londres, fue "¿En qué hospital conocemos a alguien para que se ocupen bien?". Finalmente alguien le dijo que las urgencias funcionaban sin problemas y sin problemas ni enchufes se solucionó la pequeña crisis.
Más allá del contenido concreto, la anécdota pequeña era su forma de expresar el mal del alma siciliana, la incapacidad para evitar el atajo (real o imaginado) de la recomendación, del enchufe. Víctimas de una mafia interiorizada que era ya parte de su propia imagen del mundo.
Me hizo pensar este sencillo apunte. A veces bromeo al hablar de Santander y de cómo funcionan (o no funcionan) tantas cosas iniciando el relato a lo Sophia Petrillo / Las chicas de oro: "Sicilia, 1920". Pero en el Santander posible, la Cantabria posible, la España posible ... ¿tenemos de verdad claro, como Simonetta Agnello-Hornby, que desde el momento en que buscamos el atajo estamos configurando un país mafioso?
Pecado común, sociedad enferma: Mafia en el alma.

viernes, mayo 16, 2008

MUCHO POR HACER: 17 DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA HOMOFOBIA, LA LESBOFOBIA Y LA TRANSFOBIA
Fue precisamente junto al cercado de la foto donde el 12 de octubre de 1998 dos matones asesinaron a golpes en Laramie, Wyoming, a Matthew Shepard, un joven estudiante gay de 22 años. Resulta todavía estremecedor e iluminador revisar los textos, los debates en la prensa provocados por este brutal crimen que obligó a un país acostumbrado (como casi todos) a mirar hacia otro lado cuando las víctimas somos los diferentes, la excelente reflexión cinematográfica que fue The Laramie Project, en la que se intenta a través de un estudio de campo realizado por estudiantes de la Universidad de Wyoming con entrevistas en Laramie entender cómo vivió la localidad el crimen, cuáles son las raíces ideológicas y espirituales de la violencia homófoba. Entender simplemente por qué.
Fue un 17 de mayo cuando la Organización Mundial de la Salud excluyó de su catálogo de enfermedades mentales la homosexualidad. En 1990 (alucina, vecina) para ser exactos. Y desde entonces, los movimientos por los derechos LGTB intentan la proclamación de esta fecha como Día Internacional contra la Homofobia, la Lesbofobia y la Transfobia.
Supongo que muchas personas continuarán con el relamido "¿pero qué más quieren éstos?". Pero la verdad es que queda mucho trabajo que hacer para que verdaderamente nuestras sociedades cambien y se conviertan en espacios seguros para las personas con una orientación o una identidad sexual diferente de la que hasta ahora ha marcado la norma social como correcta. Vivimos en un país donde la vieja violencia machista ocupa cada vez más espacio en las ondas, en la política, en la religión, un país donde abundan los discursos violentos, insultantes, inaceptables que culpan a las personas LGTB de formar una nueva Inquisición o de atentar contra la libertad de expresión simplemente porque ahora nos defendemos, defendemos nuestros derechos y defendemos a nuestra gente. O tratamos de hacerlo. Porque mucho lobby rosa por aquí, mucho lobby rosa por allá, pero siguen siendo los movimientos religiosos ultracatólicos y los comunicadores ultraconservadores y fascistoides quienes detentan el poder social en nuestro país, quienes condicionan límites a la visibilidad, quienes, enfermos de odio, cada día entran en los foros de internet, en ciertas páginas web, en la COPE y adláteres mediáticos, en los púlpitos, en los cafés y los institutos, en los centros de trabajo y las calles para escupir su odio a los homosexuales.
Frente a esa cruzada de quienes nunca alzaron la voz cuando en España los homosexuales y transexuales iban sin juicio ni expediente jurídico alguno a campos de concentración, o las lesbianas eran ingresadas en manicomios de por vida, poco es lo que se hace. Son alarmantes los datos que demuestran qué poco seguro es nuestro sistema escolar para los jóvenes LGTB, pero la presión católica hace que el Gobierno relaje las referencias a la diversidad sexual y a la diversidad familiar en Educación Para la Ciudadanía, tanto que al final seguimos siendo invisibles. Sólo tres manuales de todos los editados pasarían el examen para los colectivos LGTB españoles (los de Octaedro-Praxis, McGraw Hill y Pearson-Alhambra), sólo esos tres se adecúan a los ya raquíticos contenidos que proponía el decreto gubernamental en esta materia.
Y la educación es imprescindible para que por fin nuestras calles se llenen de colores y se vacíen de miedos. Pero también la firmeza a la hora de incorporar a nuestro sistema jurídico la figura de los crímenes de odio, con una regulación específica que valore y agrave los delitos nacidos de esas fobias que no debemos consentir en una sociedad libre. Porque de momento, los gays, las lesbianas, los transexuales, seguimos naciendo a nuestra identidad a través de la injuria, como bien afirmaba en sus estudios Judit Butler. Qué duro, qué doloroso es saberte invisible primero, fuera del universo, para por fin entenderte, desvelarte, al darte cuenta de que cuando escupen con rabia un "maricón de mierda" están hablando de ti. Seas tú o no el destinatario.

miércoles, mayo 14, 2008

LOS MISERABLES
Con honrosas y escasas excepciones, no soporto los musicales de nuevo cuño, así que no me refiero al musical inspirado en la novela de Víctor Hugo. Tampoco me refiero a la novela, ya que algunos de sus personajes poseen una grandeza heroica bien lejos de la que voy a reflejar. Tampoco voy a hablar de los malditos asesinos de la eta, porque las ratas de alcantarilla no están en mi repertorio y ni tengo ganas de vomitar a media tarde ni creo que nadie pueda tener duda sobre el extenso e intenso repertorio de insultos que asocio a los etarras y quienes les ríen las gracias.
Pero hoy, una vez más, los cántabros hemos tenido que soportar como, ante el horror de un atentado terrorista Ignacio Diego, presidente del Partido Popular de Cantabria y recpetor de muchos miles de votos de personas de nuestra tierra en las pasadas elecciones autonómicas, no tiene empacho ni vergüenza ni dignidad para escupir (no es la primera vez) que tal vez los asesinos del guardia civil melillense estuvieron conversando con los socialistas españoles en el llamado proceso de paz. No ha tenido empacho, ni vergüenza ni dignidad para insinuar con venenosa malicia impropia de quien ostenta un cargo de representación ciudadana que el Partido Socialista y José Luis Rodríguez Zapatero son cómplices de los sicarios de eta.
No es que pille de sorpresa. Algunos periodistas de la brunete mediática ya llegaron a gruñir que el PSOE andaría detrás del asesinato de uno de los nuestros, Isaías Carrasco, para obtener un beneficio electoral. Y pronto algunas hienas con carnet y cargo popular se apuntaron al rebuzno.
Hoy, de nuevo, Ignacio Diego ha sido capaz de definirse a sí mismo con sus mentiras, su manipulación y su enanismo mental y moral. Y se ha definido como un canalla miserable.

viernes, mayo 09, 2008

EN EL DÍA DE EUROPA: EVOCACIÓN DE MALTHUS

Se celebra hoy, 9 de mayo, el Día de Europa. La Europa de la Unión que nació a partir del Tratado de Roma no sólo para facilitar el flujo de mercancías, capitales y trabajadores entre los países signatarios del tratado, sino también para impulsar el diálogo, la cooperación, la democracia, la libertad, las libertades, el bienestar, la justicia social ... Toda una serie de valores que los analistas han bautizado como "la Europa de los Ciudadanos" frente a "la Europa de los Mercaderes" que parecían preferir algunos momentos, algunos estados y algunos prohombres.


Europa fue creciendo en extensión, afianzando las estrategias de comunicación, comprensión y convivencia, ahondando en sus valores cívicos. Muchos, de hecho, recordamos tantas trabas como se pusieron a España cuando a pesar de la modélica transición a la democracia tras el fallecimiento del dictador se desconfiaba de que nuestra península pudiera ser un espacio de libertad y de respeto a las personas. Me resulta curioso cómo la gran ampliación hacia el Este se olvidó del elemento sustantivo, de las garantías formales y materiales que nos hicieran estar al menos parcialmente convencidos de la bondad democrática del antiguo telón de acero y otros. Y ya con la sola mirada puesta en el libre mercado se abrieron las puertas creo que demasiado pronto. Polonia y sus inenarrables mellizos fascistoides, la República Checa y sus chalaneos a espaldas de la política exterior y de defensa común, Estonia y su discriminación hacia la población rusa, Rumania y sus permanentes casos de abuso policial pueden ser un 4x4 que ejemplifique bien las consecuencias de esta dejación de valores importantes. Sobre todo si tenemos en cuenta que necesitamos acuerdos amplios para la aprobación de prácticamente cualquier normativa que afecte a las libertades públicas, derechos sociales, etcétera.
El caso es que en Europa los liberales lo son menos que antes, porque su autorregulado mercado de la mano blanca quiebra cuando se trata de poner barreras a la inmigración, tengan los méritos que tengan, se esfuercen lo que se esfuercen. Y quiebran los progresistas de talante socialdemócrata, que asustados por la virulencia que va adoptando el discurso xenófobo en la mayoría de los países se olvidan de la justicia social, de la igualdad y del "agrupémonos todos". Y hacen aguas los humanistas cristianos que se supone que aprendieron a reconocerse en el rostro del otro (según Mounier, Levinas y demás personalistas), en el del hermano, pero que se olvidan de toda hermandad cuando el hermano es primo tercero, de otras latitudes y vacíos bolsillos.
Y es que en estos tiempos cada vez que salta a los medios (o sea, todos los días) la cuestión de la inmigración, se me viene a la memoria la aterradora Parábola del Banquete, planteada por Malthus en sus Estudios sobre la Población Mundial. Decía este pensador, uno de los padres de la demografía moderna, pero también uno de los clásicos del Liberalismo selvático , que hay un banquete con la mesa rebosante de manjares, lista para saciar y deleitar a los invitados. Afuera, una multitud hambrienta espera: no están invitados, nada hay ni debe haber para ellos. Si los invitados flaquean y abren la puerta para compartir sus viandas, la horda hambrienta ocupará el salón y todos morirán de hambre. Por eso, si quienes tienen la obligación de alimentarte, tus padres, no lo hacen, nadie debe sentir lástima y debes dejar que ocurra lo que ocurriría en la Dura Natura (se habla de estas teorías como Darwinismo Social): muere. Nada de piedad, nada de solidaridad. Muere, sufre. Ese es tu destino natural.
Hoy no hace falta un salón cerrado para celebrar el banquete. El salón se llama Unión Europea. Opulenta, frívola e insolidaria. Esa Unión Europea donde conservadores, liberales, progresistas, socialdemócratas, socialistas, demócratacristianos y demás unen sus fuerzas para levantar muros invisibles e infranqueables que nos impidan mirar hacia Asia, hacia el Este lejano, hacia el África marcada por el dolor, hacia la Latinoamérica esquilmada por nuestras cómodas barrigas. Que se mueran, que nos dejen comer en paz. Que no vengan.
Mierda de Malthus. Mierda de Mundo. Mierda de Europa.
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