martes, septiembre 17, 2013

PARA VULCANO, TORO DE LA VEGA 2013



Cada segundo martes de septiembre, una orgía de sangre vuelve a regar de muerte las vegas de Tordesillas. Una vieja costumbre bárbara que nos quieren vender de cultura o tradición donde sólo habita el asco. En unas horas, Vulcano, el animal inocente de la foto, será acosado, perseguido, alanceado, torturado hasta el pánico y la muerte, para rendir homenaje a la Virgen de la Vega en un pueblo castellano cuyo nombre es sinónimo de indignidad, cobardía y vergüenza.

Así que hoy este blog es para Vulcano, para su dolor, para su miedo. Y mis palabras un soneto recién improvisado en su memoria y en la de tantos animales que le precedieron en el conocimiento de las peores bestias.

PARA VULCANO, TORO DE LA MASACRE DE LA VEGA

Era fuego tu nombre,  y tierra brava. 
Era libre tu estirpe, y poderoso 
el peso de tu paso cauteloso 
cuando la muerte infame te buscaba.

La turba sucia que te atormentaba, 
que te aterrorizaba con su acoso, 
no sospechaba apenas tu asombroso 
coraje de animal lleno de lava.

Tu vida fuego y viento, ellos miseria;
tu cuero parda gloria, ellos violenta 
vergüenza entre sus lanzas amarillas. 

Tú Vulcano, denuncia de esta Iberia 
que con tu sangre limpia se alimenta,
que hace del dolor fiesta en Tordesillas.

viernes, septiembre 13, 2013

A LATE QUARTET, EL ÚLTIMO CONCIERTO


Amo la música, amo la poesía, amo el cine. Cuando los años avanzan y se van sedimentando las capas de decepción, de soledad, de ausencia, me han permanecido fieles, desvelando a cada nueva vivencia pliegues más hondos en los que buscar refugio y aprender, otra vez, la maravilla. Pensaba escribir regalando en lugar de desvelando , pero hubiera sido una palabra mentirosa. El encuentro con la música, el encuentro con la literatura, mis dos mayores pasiones, en menor medida el encuentro con el cine, han sido citas laboriosas, fruto de muchas horas invertidas, de mucho esfuerzo a veces, de una decisión constante de superar pruebas y continuar siempre adelante.

Por eso el cine que me interesa, que me interesa más, lo mismo que la música y la literatura, no es aquel de consumo fácil y masivo, sino aquel que me permite establecer un diálogo íntimo y emocionante, una aventura personal escrita con letra pequeña que de pronto se ve reflejada a veces, a veces cuestionada, en la pantalla. No voy a decir que una película me vaya a hacer mejor o peor persona, nada de eso, pero sí que algunas  películas me han ofrecido un espejo hermoso o terrible sobre el que construir una parte de mi propia identidad, que me han preguntado de forma pertinente y me han empujado a buscar las respuestas.

El último concierto, mala traducción que renuncia a los matices y polisemias del original A late quartet, es sin más una historia humana, demasiado humana. Un cuarteto de cuerda famoso, eficaz y de largo recorrido común, un violonchelista enfermo al que el diagnóstico de Parkinson obliga a abandonar la escena, desatando todo un contenido torrente de viejas vanidades, de rincones oscuros, en las relaciones de esos cuatro personajes condenados a ser, gracias a la música, uno solo. La música tiene, claro, una presencia protagonista, articulada sobre todo en torno al maravilloso Cuarteto Op 131 de Beethoven, pero también en torno a los diálogos, los ensayos, las vivencias, las clases magistrales, la propia vida de cuatro personas que no encontrarían sentido sin ella. La poesía se hace presente a través de diálogos contenidos, precisos, exactos, afilados ... necesarios. Y también de los silencios que acompañan a la cámara cuando se recrea en los gestos maduros y prudentes de los actores en esos siempre arriesgados primeros planos en los que un mero movimiento de cejas, una simple mirada, puede conmovernos. La poesía se hace presente en las interpretaciones magistrales, contenidas y exactas de Philip Seymour Hoffman y de Mark Ivanir, que rondan el milagro en el violonchelista de Christopher Walken y la viola/madre/esposa/amiga creada por Catherine Keener.

He llorado durante la película. He llorado sonriendo mientras reconocía mis propios miedos, mis propias pasiones, mis propias ausencias en la vida narrada de los cuatro personajes. He viajado con ellos hacia esa madurez que descubre lo esencial, que se enfrenta a la muerte, a la enfermedad, al misterio, al cansancio, también a la autenticidad y a la sabiduría simbolizadas por ese gesto de cerrar la partitura y tocar de memoria, sin red ni guías para la memoria y para el sentimiento. Más allá de la eficacia, del oropel, de la técnica, justo ante ese abismo al que sólo quienes viven con furia saltan.

Amo la música, amo la poesía, amo el cine. No sé cómo podría enfrentarme a mis fantasmas y a mis ya escasísimos sueños sin apoyarme en el alma poderosa de las artes como metáfora y ejemplo.Y por eso he amado de noche, de pronto, desde los primeros segundos, El último concierto. Porque me ha abierto puertas y silencios por los que he transitado hacia esa serenidad que de alguna manera está llegando.

Os dejo con la Canción de Marietta, de La ciudad muerta de Korngold. Un bello ejemplo de música y de poesía que en El último concierto  se hacía cine también, en esta misma hermosa voz, la de Anne Sofie von Otter.

http://www.youtube.com/watch?v=WN_vsAUEE8s

sábado, septiembre 07, 2013

OBRAS, AMORES Y RAZONES


Cuentan algunos medios que el Papa Francisco, de soltero José María Bergoglio, habría llamado por teléfono a un joven francés para tranquilizarle y afirmar que no importa ser gay para ganarse el cielo. Una llamada que se habría producido tras recibir el Sumo Pontífice una carta en la que el muchacho expresaba su desazón ante la seguridad de acabar por su orientación en el Infierno y le expresaba lo duro que se le hacía continuar siendo católico tras la durísima campaña de la Iglesia gala contra las personas lgtb y su igualdad de derechos durante el pasado proceso de reforma del Código Civil francés para posibilitar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.

Como reguero de pólvora abriéndose camino entre sahumerios se ha extendido el caso, recordando los entusiasmados comentaristas de una noticia que, parece, el propio Vaticano ha negado. Pero que de haber sido cierta vendría a suponer, nos cuentan, un nuevo paso adelante tras esas tibias palabras expresadas a los periodistas durante su viaje a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Esas de que él no es quién para juzgar al homosexual. 

En fin ...

Imagino que tras dos papas obsesionados por la homosexualidad, marcados por esa profunda aversión que nos mostrara siempre el cesante inquisidor Ratzinger, y tras la suma de aberraciones que las hordas episcopales y cardenalicias han ido publicando por acá y acullá, cualquier discurso desde la jerarquía católica y desde no pocas de sus bases más movilizadas que no mezcle homosexualidad con pecado, enfermedad, aberración contra la naturaleza, infierno y antros de hombres nocturnos es todo un adelanto. En eso seguramente podríamos convenir, a pesar de que el Papa Francisco, de soltero Bergoglio, atacó con saña la propia condición de gays y lesbianas durante el debate argentino previo a la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Palabras durísimas las de entonces que, siento ser una nota discordante, no vienen a ser rectificadas ni matizadas por las actuales. Y es que de blanco visten las pacíficas ovejas, pero también los lobos disfrazados de cordero. 

De antes y de ahora, así nos lo han recordado algunos epíscopos locales, hay una cierta continuidad en lo que la Iglesia Católica nos cuenta como doctrina oficial sobre la homosexualidad. Una doctrina que tiene como punto de partida la aversión a la sexualidad como una expresión más de la libertad humana, del amor humano, de la comunicación humana, y que con la boca grande proclama nefando cualquier acto carnal que no tenga como diana la reproducción. Y que probablemente odia por eso al homosexual como exponente más claro de quien practica el sexo, manifiesta la afectividad, al margen de su plan de control social y universal a través de un modelo único e inmutable de familia. Modelo único e inmutable que, por cierto, ha sido variopinto y cambiante a lo largo de la historia y que incluso en ciertos momentos y lugares incluye aceptación e incluso institucionalización de las relaciones homosexuales: echen un vistazo a las investigaciones de Boswell y pregúntenle por Santas Perpetua y Felicidad o por San Sergio y San Baco.

El discurso oficial actual, hipócrita hasta la médula, se centra en un juego perverso. Aceptamos al homosexual pero no la homosexualidad, acogemos, toleramos, queremos al homosexual pero no a sus actos. Y por tanto consideramos como casi presentable (insisto, casi presentable: hay órdenes estrictas de que un homosexual no pueda ser ordenado sacerdote por casto e impoluto que sea) al homosexual con una única condición: que se niegue a sí mismo.

Cierto, es característica de la doctrina cristiana esa llamada a la negación del propio ser. Pero al heterosexual no sólo se le disculpa, sino que además se le abren las puertas de una posibilidad real para proyectar su sexualidad. Aunque sea tan pacata y limitada como el matrimonio tradicional, aunque suponga la mirada hacia otro lado desde la seguridad de que en los matrimonios pasan muchas cosas, muchas, que no tienen consecuencias natalicias. Aunque se haga la vista gorda y se permita el matrimonio de quienes no pueden tener hijos. Mientras que al homosexual se le mantiene siempre bajo sospecha.

Recuerdo aquí el llanto de un amigo explicándome que había dado igual que su comportamiento hubiera sido impecable durante años de seminario, que su evidente pluma había supuesto varias reservas y negativas primero que le impidieron ordenarse sacerdote, como quería su vocación, y que concluyeron con su expulsión del seminario en el que tanto sufrió y en el que se dejó tantos años de su vida. Porque al final de cada trayecto, alguien decía algo así como "estoy moralmente convencido de que eres homosexual y no puedo permitir que seas sacerdote". Toma hipocresía. Toma violencia.

Nada de esto se corrige en las blandas palabras de Francisco. El homosexual puede seguir al Cristo de los cristianos católicos siempre y cuando no sea homosexual. Sólo así merecerá nunca respeto pero sí al menos conmiseración, se le "perdonará la vida" bajo una mirada escrutadora constante que aguardará cada día su caída.

Mientras tanto, de red en red, de obispo en obispo, de beato en beato, nos siguen invitando a sus programas de cura, nos siguen ofendiendo, siguen educando a quienes luego nos humillan y nos agreden. Para de vez en cuando mirarnos con suficiencia, por encima del hombro, y con sonrisa beatífica, puede que más insultante y humillante aún que sus injurias, nos digan con la baba complaciente supurándoles por los labios, que nos quieren y nos aceptan porque así se lo manda Dios. Pero que para hacérselo más fácil, nos la cortemos.

Lo siento, Su Santidad. Sigo convencido de que uno solo de esos besos de Leo que tanto añoro, que una sola de las horas que tuve que sangrar cuidándolo, que un solo minuto a su lado, demuestran más amor que toda su hipócrita palabrería. Y si ese amor le condujo al Infierno, es a ese bendito Infierno al que encaminaré mis pasos para arder junto a su ternura por toda la Eternidad. 

jueves, septiembre 05, 2013

A LONG WALK TO SANTANDER



Hace ya algunos meses me tropecé de forma casual con LONG WALK, un CD publicado por la Deutsche Grammphon en el que sobre un fondo oscuro despuntaba el primer plano de un joven realmente atractivo que prometía, haciendo caso de las letras amarillas, un programa integrado por obras de Bach, Buxtehude y el propio intérprete. Puesto que Bach y Buxtehude son dos autores por los que siento una pasión especial, y porque como dijo con la lengua afilada una amiga me atraía tanto el intérprete como los compositores, eché un vistazo al disco.

La propuesta, recrear aquel largo viaje de Johann Sebastian Bach en busca de LA MÚSICA, en busca, como si se tratara de una gruppie actual, de la maravilla que sería poder escuchar a su ídolo, a Dietrich Buxtehude, al teclado de su órgano de Lübeck.  La propuesta incorpora algunos matices que la hacen especialmente interesante, habla de la utilización no sólo del piano sino también de diversos elementos y recursos electrónicos y de la incorporación de obras concebidas por el propio artista, Francesco Tristano, inspiradas por la poderoso imagen del viaje del joven maestro al viejo maestro que ya hemos soñado otras veces (¿Recordáis esa preciosa película francesa, Tous les matins du monde, en la que se nos narra el encuentro entre el joven Marin Marais y el Señor de Sainte-Colombe?).

Lo compré. Y tengo que confesar que me robó la atención desde los primeros compases, en el mismo momento en el que lo acoplé al reproductor. Uno tiene cierta predilección por las interpretaciones de corte historicista pero ante todo ama la música. Y Francesco Tristano mostraba musicalidad, dominio técnico, una comprensión lírica de frases, contrapuntos y ornamentos, a las que acompañaba de un perfume arrebatador a libertad, a capricho. Ese mismo perfume que uno percibe en las grabaciones de Glenn Gould. Ese perfume que da sentido al encuentro entre el Barroco, el Jazz y la Performance electrónica, estilos marcados en buena medida por la necesidad de improvisar, de recibir la aportación del intérprete y de la atmósfera definida por su comunicación con el público a los viejos pentagramas académicos. 

Me gustó mucho, y fue toda una sorpresa encontrar ese nombre, Francesco Tristano, en la programación de las actividades culturales previstas por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo para su verano de 2013. 

Confirmé en el concierto todo lo que ya había aprendido acerca del joven músico luxemburgués. Aprendí su naturalidad, su desparpajo, su capacidad para integrar rituales y liturgias desde la propia puesta en escena. Así, a la vetusta imagen del teatro de CASYC y la soberbia estampa del Bösendorfer de la casa, la incorporación de sintetizadores y ordenadores portátiles o la propia vestimenta de Tristano, vaqueros, camiseta y americana, que le aproximaban vagamente a la idea de un modelo de Prada mejor que a la de un pianista de la vieja escuela. La ritualidad mezcló tres sensaciones, la del estudio de grabación en el que explorar sonoridades, la de la discoteca en la que provocar ritmos  y músicas capaces de despertar la emocionalidad salvaje del auditorio, la del concierto clásico en el que la dicción perfecta de los dedos de Tristano desgranando, una vez más, la compleja serenidad de Buxtehude y de Bach, nos invitaba a reflexionar y a sentir.

Siento gratitud por este concierto. Fue el milagro de la música en ebullición el que una noche, hace ya muchos muchos años me devoró en Reinosa y me abrió la puerta de un universo de placeres infinitos. Y es el milagro de la música el que cada cierto tiempo vuelve a morderme, me arranca otra vez el voto de la fidelidad a la música, a la Gran Música, tenga la forma que tenga, tenga el estilo que tenga, me recuerda que el sonido te puede acelerar el corazón, te puede invitar al recogimiento, es capaz de arrebatarte lágrimas. Que la Música te ayuda a vivir, te obliga a vivir, te invita a celebrar la vida. Y fue ese milagro, ese pacto, esa intensidad la que viví tecla a tecla, minuto a minuto, en el largo concierto en el que Francesco Tristano ejerció como Sumo Sacerdote de La Maravilla.

miércoles, septiembre 04, 2013

HISTORIA DEL EBRO (2)



Y aquí llega la segunda parte del poema de poemas que titulé "Historia del Ebro". Otros cinco, que siguen dedicados a la Frantic, claro. Y en los que volveréis a encontraros con Leo y con mi padre. Y de paso con Jorge Manrique. Del nacimiento al delta, el río como metáfora de la vida.

VI. (Afluente)

A su izquierda el Jerea, el Aragón, el Gállego… 
A la diestra el Daroca, el Iregua, el Jalón…

No resultaba fácil adiestrar la memoria. 
Los años eran cortos, los afluentes tantos, 
tan diversas las aguas que manaban de rocas 
lejanas e ignoradas y surcaban los pueblos 
que nunca conocimos, que daban forma al vino
y al color de otras huertas, lavaban otras manos…

No resultaba fácil en el viejo colegio, 
bajo la luz brillante de aquella estrella roja, 
concebir otro mundo, un cruce de caminos 
en el que los reflejos de nuestros rostros blancos 
habrían de aprenderse en otros rostros blancos 
al fundirse las aguas suavemente en las aguas 
de otros dulces lenguajes de soledad y ausencia.

A la izquierda está el Segre, a la izquierda está el Cinca…
A la diestra el Alhama, el Huerva, el Guadalope…

VII. (Nostalgia)

Pero no era tu mano 
la que entraba en el agua para arañar el légamo y los cantos 
hasta arrancar de cuajo las raíces de las algas del río. 

Pero no era tu mano 
la que encontraba alivio en la piedad del agua dulce, 
la que lava los cuerpos y los limpia. La que tal vez los salva.

Pero no era tu mano.
Porque tu mano nunca se aproximó a este río
en el que yo bebí la vida de la tierra.

No todos los caminos conducen hasta el Ebro.

VIII. (Caudal)

Desde los tiempos remotos de la piedra 
buscan los hombres abrigo a tus orillas. 
Bebes las sombras de sus casas de barro,
la altanería de sus muros de piedra, 
sus herraduras de estuco delicado. 
Bebes despacio las torres de sus dioses, 
bebes la sangre de tantas tristes guerras.

Tu cuerpo crece, da cobijo a más agua: 
la transparencia de la fuente primera 
madura ahora, roja, marrón y verde.

IX. (Delta)

Hace ya tantas leguas, tantas lunas, 
desde que el agua fría fuera urgencia 
que parece imposible esta agua sabia
donde la vida vierte entre arrozales
una pereza tibia, la salada 
mansedumbre de las aves que anidan
en los cañaverales del invierno.

Tanta vida. Como si no quisiera 
el río despedirse de la tierra.

X. (Que van a dar en la mar)

Que es nuestra vida un río 
que va a dar en la mar, que es el morir, 
lo aprendimos, hace ya tanto tiempo, 
en los pliegos gastados de un poeta 
de solar castellano y verso triste.

Pero se funde ahora 
este caudal de azúcar con las ondas 
templadas y saladas del mar viejo 
que se inventara el pan y los olivos, 
que se inventara el vino y la cerveza, 
que inventara la sangre y con la sangre 
fertilizara el suelo y diera fruto.

Y recuerdo que estuvo 
mi padre en este límite, 
que contempló la muerte de este río 
sagrado que aplacó su sed de fuego, 
que lamió los sillares
de su estirpe dormida entre blasones 
areniscos destinados al musgo.
Eran entonces niños 
los dos. Los dos se han ido. 
Sumergiendo su furia en la implacable 
certeza de la niebla, en la memoria, 
en la mar de palabras que devora 
cada noche sus cuerpos.
  Tan callando.

martes, septiembre 03, 2013

HISTORIA DEL EBRO (1)



Hace tiempo que no comparto alguno de mis poemas en el blog, así que he decidido castigaros con este poema concebido como unidad pero fragmentado en pequeños espacios desde los que la memoria trata de reconstruir el curso del Ebro ... y otras cosas. Puesto que son diez los fragmentos, los comparto en dos entradas. Espero que os guste.

HISTORIA DEL EBRO

                                              Para Frantic Hetfield, encontrada por segunda vez a orillas del Ebro.

I. (Silencio)

Rasga la roca
la caricia del agua. 
Lenta y constante.

II. (Nacimiento)

Así sucede: el río
se alimenta de sombras 
bajo la tierra, busca 
una herida en la cueva, 
una grieta caliza, 
un resquicio que anuncie 
la nueva fuente a tiempo
para iniciar el viaje 
y roturar los surcos 
que violará la furia 
de su deseo joven.

Cuando la alondra cante
y se desborde el sueño.

III. (Primera travesía)

Los hombres que aguardaban en sus fábricas, 
sus molinos de piedra, sus terrones, 
sus cuadras de penumbra, su rutina 
de conquistar el pan de cada día 
contra el frío de aquellas tierras altas 
dejaron que sus pies se consolasen 
en la corriente limpia que cortaba
la piel de la ciudad como un cuchillo,
lastimaba la piel, tensa y crujiente 
como un pastel de hojaldre.
                         -Se quedaron
varados en su orilla tantos muertos, 
tantos cuentos de vieja, tantos cantos 
trenzados con rabel y pandereta 
a la orilla del Ebro, tantos niños 
que serían los padres de los padres 
de los padres de estos niños pequeños 
que ahora mojan sus manos en el agua 
y aprenden a soñar risas de río…

IV. (Pantano)

Para que sea el agua silenciosa y oscura 
como esta que apacienta el bronce de las carpas 
es preciso domarla, transformar el paisaje 
en un espejo manso que guarde la memoria 
de todas las ciudades que de cuento en leyenda 
ha devorado el agua: los muros orgullosos  
de la vieja Vineta, a la orilla del Báltico; 
las campanas que llaman desde el mar de Bretaña 
a rezar por los muertos de la ciudad de Ys; 
los metales preciosos y las gemas brillantes 
que hablaron el idioma perdido de La Atlántida. 
La torre solitaria de Llano de Las Rozas 
y su sombra de piedra flotando entre las truchas, 
las algas, los cangrejos, los fantasmas de sangre 
que lloran en el fango, bajo la superficie.

V. (Garza)

Una fotografía 
fugaz, el gesto altivo 
de la garza que aguarda 
sobre la roca, al sol 
perezoso de marzo, 
el frugal alimento:

El pico corta el agua, 
el barbo se revuelve 
y salpica con gotas 
asustadas los juncos 
de la orilla cercana.

Alza la garza el vuelo, 
majestuosa aparta 
como un remero el viento. 
Brilla una luz de plomo 
sobre su dorso: el río 
también cuenta la historia 
de la vida y la muerte.

Alza la garza el vuelo.
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