martes, julio 26, 2011

LA CORTE DE LOS MILAGROS: SEIS TOROS SEIS


Se preguntaba el malvado Rukaegos, fatalmente reaparecido en este amanecer del invierano de 2011, por qué Fray Infinito oponía con tal contundencia frailondez y torería en su mítica aria del Sillone Afferrato al gorgoritear el estribillo "¿Retirarme? Yo no soy torero". Y es que en una librería de más que viejo habíase encontrado una fermosa joya de la novela histórica titulada "De fraile a torero" (se lo juro). Cuando halló respuesta a sus dudas existenciales volumen tres al tropezarse con un cartel que convocaba a un espectáculo de imposible tronío, en el que el afamado matador taurino Frailón de Escalante, trasunto monosabio del Fraile Infinito, acometería con todas sus desganas contra seis toros seis de la no menos afamada ganadería de Socorro dell'Arte.

Imaginó Rukaegos que la inacabable crisis y sobre todo la infinita cuesta del déficit por la que Fray Infinito había despeñado año tras año y edición tras edición al mundialmente imprescindible P.I.S. (Pestiño Internacional de Santander) habían obligado al mundialmente prescindible director a tomar como suele decisiones arduas y con la siempre entusiasta cooperación de la siempre cubierta de sedas chinescas Elvira Deuteronomio como asesora áulica y desenfadada se había decidido a recaudar unos eurillos con un festival taurino benéfico en el que habrían de participar según los primeros cálculos la propia Deuteronomio, la Trans Sylvana y Madonna Della Tórtola como madrinas con mantilla de blonda y lironda, la compañía en pleno del Bombero Torero como cuadrilla de indudable desprestigio y con De La Serna y Diego como alguacilillos necesarios.

Al coso de Cuatro Caminos que se dirigió con donaire y presteza Rukaegos, siempre en pos de la maldad arrojadiza, para contemplar con ceño fruncido y criticón la faena, sin dejarse amilanar por la manifestación de la Asociación Huellas Musicales ad portas, convocada bajo el ominoso lema "Basta ya de expolios: Momias en El Cairo".

Hubo de reconocer el Malvado Rukaegos que el espectáculo tenía algo de hipnótico y asilvestrado. El sol iluminando la silueta de Frailón de magenta y oro con taleguilla de doble talla por aquello de ofrecer sombra y volumen, el hermoso fraseo en Chunda-chundas de la Coral Aullidos del Mar que había asumido por propia vocación la labor de banda residente, para dejar en buen lugar a su director, el propio nunca bien ponderado Frailón de Escalante, despedazando una versión vocal de la tercera de Mahler con ritmo de pasodoble, la seductora caída de ojos de Deuteronomio comprobando que nadie le birlaba el bolso de Prada. Y las fuerzas muertas de la ciudad allí en pleno éxtasis comprobando cómo se abrían los toriles y aparecía el primer morlaco de la tarde, de nombre Sinfónico.

Con crueldad nada refinada y toscos pases, fue martirizando el siniestro diestro al pobre animal que trató de escapar en adagios de Barber, bramar en re menor un Allemenschen, y convertir en cabriola salvadora un rondó agitato. Pero todo fue inútil. Nada pudo contra la vara desafinada, las banderillas reiterativas y monótonas, los pases antinaturales y una estocada final que cual muerte de Isolda se repitió y se repitió sin piedad por los estertores del sufriente animal ya casi aniquilado.

Tras Sinfónico, parecida fue la suerte del pobre Traviato, al que Infinito remató con la peor de las insidias en versión concierto, la de Quartetto, tercero de la tarde con el que demostró el desprecio del de Escalante contra las hermosísimas embestidas de cámara con las que intentó defender su honra de toro el toro. Mayor crueldad mostró si cabe Frailón al enfrentarse tras un ligero descanso en el que Deuteronomio se empeño en bailar la danza de los setecientos velos para el respetable, dejando al pobre Minervo Caducifolio al borde del colapso nervioso y muy alterado al Ego de Pajarucu de Tanos que habíase acercado para rememorar pasados éxtasis. Mayor crueldad, sí, oh terrible parca, contra el dulce Padedé, al que envolvió en un tutú de organdí antes de estrangularlo con pases zapateados y flamencos y hacerle voltear en puntas, contra el tímido y casi invisible Escénico, que rompió a manar sangre a mitad de un aburridísimo monólogo y dos pases sobreactuados por espartinas y ya, por fin, con florituras arcaizantes y fuera de lugar al hermoso astado Rococó, que por más que se empeñase en afinarse a 415 y mantener sus cuerdas de tripa correctamente tensadas, hubo de rendirse con pavor ante los virtuosismos trasnochados del capote chillón que a cada enésimo volteo reiteraba primaveras mesiánicas con las que por fin el pobre animal se vio privado de toda sutileza y originalidad y lentamente y con dolor conducido a una muerte mal, muy mal temperada.

Se horrorizaba Rukaegos, hacían cuentas De la Serna y Diego acerca de cómo pagar semejante despliegue que, al final, costaría más de lo invertido y en vez de ingresar duros restaría euros y más euros, se ruborizaban cual colegialas art decó Deutoronomio, Sylvana y Della Tórtola, e izaban a hombros los de la cuadrilla del Bombero Torero a Frailón y lo conducían hacia la Puerta Grande entre la multitud desafinada y ululante guiados por la entusiasta mano de Tutto Resolutto.

Y todo mientras Socorro Dell'Arte mojaba pequeños pañitos en la sangre de sus criaturas, a modo de relicario, y musitaba salmos de Monteverdi ante los leves asentimientos de algunas voces discordantes a las que necesariamente se acordó la del Malvado pero Sensible Rukaegos.

Preguntado a la triunfal salida Frailón de Escalante por el mítico reportero O'Garlic acerca de lo mejor de la velada, no hubo duda alguna en el siniestro diestro: "Qué monas iban todas. Este año la gente ha venido a la corrida más mona y finísima que nunca". Y eso le dio repentinas esperanzas de glamour y endeudamiento para el siguiente año, y para el siguiente, y para el siguiente, y para el siguiente, y para el siguiente.

domingo, julio 24, 2011

MOROS E MORAS, MUGIERES E VARONES


Periódicamente me toca debatir acerca del lenguaje llamado "políticamente correcto" con alguna de esas personas, no necariamente hombres, que han decidido convertir en caricatura los intentos por transformar el lenguaje para hacerlo espejo de las transformaciones sociales y hacer que allí donde el carácter público del discurso lo haga aconsejable la mujer pueda ser integrada, visibilizada o especificada.

Claro que la caricatura existe. Tanto por quienes prefieren, de manera bien poco neutral ni inocente, que el lenguaje quede enconsertado en un determinado estado de lengua, como por quienes utilizan las recomendaciones para un lenguaje no sexista de manera torpe y limitándolas a un reiterativo desdoblamiento del género. De poco ayuda el ridículo periódico de los errores y exageraciones de este segundo grupo. Pero en lo que al primero se refiere, son muchos los cuestionamientos que se pueden y deben hacer. El primero de ellos, claro, que la lengua es un artefacto vivo, que cambia y evoluciona, y lo hace siempre desde los márgenes de la corrección académica hasta encontrar su espacio en la lengua común (y con este espacio los parabienes académicos) o no. Otra cuestión importante es la acusación de que el lenguaje no sexista aporta una carga ideológica: pues claro que aporta una carga ideológica, como todo lenguaje y como toda acción o pensamiento humano, ¿o es que los evidentes rasgos sexistas de nuestro idioma no van a tener nada que ver con una sociedad machista o con una Academia formada casi exclusivamente por hombres a lo largo de su historia? ¿es que no son ideológicos los neologismos que curiosamente los mismos abominadores del lenguaje políticamente correcto utilizan cada día como arma para descalificar a quienes no comparten sus puntos de vista?

Cuando se habla de un lenguaje capaz de reflejar los avances en la igualdad entre mujeres y hombres que se ha ido asentando en la sociedad a lo largo de las últimas décadas, se habla de numerosas estrategias y recursos que permiten tanto neutralizar las apelaciones colectivas sin recurrir necesariamente al masculino (el profesorado mejor que los profesores), circuloquios eufemísticos como las personas que, o el tan traído y llevado desdoblamiento de género. Entre otras.

Claro está que el uso y abuso de cualquiera de los recursos acaba generando un idioma feo, reiterativo y torpe. Pero el reto está en saber combinarlos de manera adecuada hasta conseguir una sonoridad más natural y fluida. Y se puede, vaya si se puede.

Decía uno de mis oponentes en la más reciente discusión de la materia que con este lenguaje (él lo llamaba "neolengua") sólo se podría ver afectado el lenguaje administrativo o político. Pero es que estos lenguajes son los que tienen una consideración pública y deben ser inclusivos y dignificadores para todos ... y para todas. Y que de alguna manera, la literatura presenta otro nivel y otra intención de idioma, en el que no se trata de reflejar las normas sociales sino de la mirada privada de un hablante privilegiado sobre su universo y sobre su lengua.

El caso es que de pronto se me vino a la cabeza una expresión, "moros e moras". Y me di cuenta de que incluso la literatura, que la primera obra literaria escrita en español para más señas, utilizaba ya el desdoblamiento de género. Y ni corto ni perezoso me puse a releer el Poema de Mío Cid para comprobar que en efecto no me fallaba la memoria. Y que el autor o los autores (permítaseme el desdoblamiento de número) utilizaron con cierta profusión el recurso, hablándonos de mugieres e varones, burgeses e burgesas, en multitud de ocasiones moros e moras etc. Y de hacer ese desdoblamiento o esa especificación con coherencia en las situaciones.

En efecto, el Cid se mueve en un ámbito característicamente masculino, la corte, la política y la guerra. Un mundo en el que cuando utiliza el masculino genérico plural habla, en efecto, de un grupo de hombres en una buena parte de los casos. Cuando aparecen mujeres, o bien se las especifica de manera individual (así ocurre con tiradas en las que aparecen Doña Jimena, Doña Elvira y Doña Sol) o bien se las especifica de manera genérica, como grupo. En todos los casos, el desdoblamiento de género se produce en ámbitos abiertos, colectivos y civiles: la llegada a Burgos, la toma de Castejón y la de Alcocer, etc. y siempre dentro de la ciudad. O lo que es lo mismo, cuando el poeta o poetas intentan describirnos un grupo de personas en el que sí hay hombres y mujeres.

El caso es que ese uso del desdoblamiento de género en el Poema del Cid es coherente con el uso desdoblado más tradicional de nuestro español común, el saludo a Señoras y señores o a Damas y caballeros. Siempre usos lógicos y corteses ante auditorios en los que se constataba o se presumía/presume la presencia de mujeres y hombres. Tal vez en auditorios en los que el saludo ritual y cortés se realizaba sólo en masculino, deberíamos recordar que hasta hace no tanto tiempo eran territorios de hombres, como lo es en El Cid el campo de batalla. Nuestro idioma sí ha querido tradicionalmente hacer presentes de manera específica a las mujeres allí donde estaban o donde podían estar.

Tal vez el exceso de desdoblamientos suene torpe o repetitivo. Seguro que sí. Y desde luego no debería justificar el invento de femeninos, ni el olvido de palabras comunes o epicenas. Pero lo que es cierto es que hoy, por fortuna, la mujer está ante nuestra mirada de hablantes o escribientes en todos y cada uno de los ámbitos sociales. Y que por eso la necesidad de desdoblar el género se ha multiplicado.

Luchemos por un lenguaje limpio, claro, correcto, hermoso. Pero no a costa de esconder a la mitad de la sociedad. Y sobre todo no a costa de ignorar que esa visiblidad se puede lograr a través de un recurso tradicional y vivo en la historia de nuestra lengua. Tanto que lo encontramos, expresado de forma hermosa y literaria, en el primer gran texto de la lengua castellana.

miércoles, julio 20, 2011

ELOGIO DE LA FOTÓGRAFA


Regresar a los libros que leímos, bucear de nuevo en páginas ya conocidas y quién sabe si a medias olvidadas, significa con los grandes títulos y los grandes autores inventar una fábula nueva, tan diferente de la ya explorada como diferente se habrá vuelto nuestra vida y mayor nuestra bolsa de las experiencias.
Leí La Colmena cuando era apenas adolescente, en aquella voracidad lectora que me arrastró a textos para los que no estaba suficientemente capacitado pero que aún así hieron diana en mi memoria. Y he regresado este verano a la gran novela de Cela después de incorporar al temario de Introducción a la Literatura en Lengua Española que impartí a los estudiantes de la Michigan State University una sección sobre la narrativa española de la Posguerra. Un encuentro otra vez sorprendente con el exquisito lenguaje de Cela, con su magistral capacidad para relatar y describir en unas pocas imágenes exactas y afortunadas todo un paradigma, todo un tiempo, todo un universo doloroso y oscuro. Un viaje entre derrotados festejados como espectros vivientes, a veces con ácida violencia, a veces con indiferencia oscura, pocas veces con cierta ternura.
Se me había pasado por alto, puede que simplemente no recordara al personaje o no me hubiera llamado tanto la atención, el gitanillo que canta flamenco a la puerta de los bares. Terrible imagen de una infancia maltrecha y perversa. Y más por el cine de Camus que por la novela de Cela tenía apenas vaga idea de La fotógrafa y de Astillita, los dos homosexuales que recorren entre el miedo, la culpa, la tristeza y la necesidad la noche madrileña.
Hay otras referencias veladas en la novela a los mariquitas, invertidos y afeminados. Desde el dependiente que al caminar "mueve el culito", al opositor a notarías que "fuma rubio, como una señorita", o a la copla hiriente que canta el gitanillo :

Estando un maestro sastre /cortando unos pantalones, /pasó un chavea gitano /que vendía camarones. /Óigame usted señor sastre, hágamelos estrechitos/ pa que cuando vaya a misa/ me miren los señoritos.

Nos imaginamos a Suárez La Fotógrafa a través de los esquemáticos trazos de Cela como un maduro frívolo, pusilánime, inmaduro, irresponsable, atado a las faldas de mamá pero incapaz de tomar decisiones. Un pobre hombre de ascendencia poco recomendable (su madre fue cabaretera) y esclavo de su pasión por un chulo vividor y vago, Astillita. Vive sin más, camina perdido como otros personajes por un Madrid que no entiende y que no le entiende, unas calles que le excluyen y una sociedad que le señala con el dedo y que murmura a sus espaldas. Puede que viviera un tiempo más alegre, más acogedor, en algunos espacios algo más libres que propició la República. Y que por eso mismo su derrota fuera doble y permanente. Para sus vecinos, para la policía, basta saber que Suárez es invertido para convertirle en criminal seguro ante cualquier situación (como las necias afirmaciones de Acebes cuando perfiló un retrato de criminalidad objetiva ante una mujer lesbiana que luego resultó ser inocente), ante el asesinato de su propia madre.
Un maricón, un personaje detestable al que sin embargo Cela reviste de cierta ternura irónica en algunos trazos. Cuando nos deja entrever su vitalidad, su optimismo, tal vez irresponsable, y su capacidad para caminar pluma en ristre por el áspero Madrid de la Posguerra. O cuando escribe, a la salida de Suárez del Café de doña Rosa "Alguien lo sigue con la mirada hasta que se lo traga la puerta giratoria. Sin duda alguna, hay personas que llaman más la atención que otras. Se les conoce porque tienen como una estrellita en la frente".
Astillita, no sabemos bien si acompañante ocasional, novio o chulo de La Fotógrafa, aparece retratado con trazo más grueso. Pero no deja de ser un pobre hombre, sin educación, áspero, que contrasta por su rudeza con el ligero movimiento de Suárez, y que a pesar de sus esfuerzos por mantener la masculinidad, por no ser tratado en femenino, viste con la misma llamativa discreción de un pavo real ("barbián con aire achulado corbata verde, zapatos color corinto y calcetines a rayas"). Puede que aparentando ser el único hombre en el mundo que no sabe que él es marica. No soporta las alusiones maledicentes de los serenos y es capaz de revolverse y amenazarles cuando se dirigen a su acompañante como una dulce Margarita Gautier adornada con camelias rojas. Pero es al mismo tiempo dulce y detallista con su Fotógrafa. Una víctima, diferente de Suárez sólo en su mirar de moro y en que no se resigna a seguir siéndolo.
Años después, cuando tantas cosas han cambiado en nuestro país pero se imponen nuevas formas de discriminación, y no es bien recibido un marica viejo, o se reniega de los evidentes y los plumas, me pregunto qué pudo pasar con Suárez "La Fotógrafa" y Pepito "El Astilla". Ya con cierta edad en los tiempos narrados en la novela de Cela, suficiente como para no esperar que hayan llegado a vivir otra vida más digna. ¿Serían acosados, golpeados, detenidos? ¿Mil veces vejados por la policía o por los viandantes ante el asentimiento cómplice de un Madrid enfermo? ¿Serían internados en un campo de trabajos forzados tras la reforma de la Ley de Vagos y Maleantes o la promulgación de la Ley de Peligrosidad Social? ¿Serían víctimas después de ser víctimas?
Sí. Hoy muchos renegarían de estos dos maricones viejos. De sus escapes de aceite, tan evidentes, que al parecer darían poca seriedad, poco prestigio, mala publicidad a otros homosexuales obsesionados ahora por pasar desapercibidos y absorbidos.
Pero releyendo La Colmena se me viene a la cabeza qué hubiera sido de nosotros, cuántos años más tendríamos que haber esperado para levantar la cabeza, si Suárez y José, y a su lado muchas otras fotógrafas y astillitas no hubieran recorrido España haciendo de su marginalidad, de su dolor, la victoria de luz de una estrellita grabada en su frente.

viernes, julio 15, 2011

GAVIOTAS ASESINAS


No siento simpatía alguna por las palomas, no son animales que ofrezcan más allá del mito otra cosa que violencia y suciedad. Pero andan las gaviotas tan revueltas (las de la mar océana, no las del tsunami azul) que empezamos a acostumbrarnos a imágenes dantescas que nos dejan cada día por la calle.

Sí, ya sé que se trata de la selección natural, y que como todo dolor animal ponen en cuestión la presencia de un hacedor tan proclive a dejar sufrir a tantas criaturas inocentes.

Fue primero un pequeño gorrión, caído del nido antes de tiempo y ya condenado a muerte sobre el césped del Parque de Jado. A duras penas pude contener las ansias cazadoras de Gin para regresar a casa con cierta impotente frustración.

Poco más tarde, cuando me acercaba a leer mis poemas a la Universidad Internacional, al lado de casa me encontré con la imagen de la foto. Una paloma muerta y dos moribundas con severas heridas en el cuello y un rastro de sangre por el suelo junto a un revoltijo de plumas arrancadas por alguna gaviota voraz unos minutos antes.

No sé si le estarán sirviendo las reidoras al ayuntamiento para controlar la población de palomas pero ... ¿quién nos va a librar de sus afilados picos? Empiezo a tener pesadillas en las que me encierro en una cabina de teléfonos como si fuera Tippi Hedren en Los Pájaros de Hitchcock.

viernes, julio 08, 2011

LAS HERMOSAS PALABRAS DE ANA DE LA ROBLA SOBRE "LA MIRADA CALIZA"


Robo la foto que Frantic tomó durante la presentación de mi libro La mirada caliza para ilustrar esta entrada que no voy a escribir yo, sino que va a recoger un largo y espléndido texto de mi amiga y estupenda poeta Ana de la Robla, el que escribió para la presentación y que me ha autorizado a copiar en este blog. Muchas gracias por unas palabras tan hermosas.

En estos días en que he estado recluida en Marienbad he tenido oportunidad de leer varios libros que reposaban acusadoramente intactos sobre mi mesa (esta es la cara amable de la enfermedad), y entre ellos se encontraba lo último que ha publicado Pascal Quignard en la editorial Sexto Piso. Quignard, como es costumbre en él, aborda en su libro asuntos pertinentes a la Antigüedad Clásica, y en particular, el mito de las sirenas que, como todos vosotros ya sabréis, nos ha sido transmitido por la tradición literaria en diferentes versiones. Quignard en concreto, aparte de mencionar a Homero, habla de la tradición de Apolonio, según la cual, en la expedición de los Argonautas en busca del vellocino de oro, la nave es asaltada por el canto de las sirenas. Orfeo, el citarista poeta, va en esa nave y neutraliza el canto seductor de las hermosas asesinas con los compases domesticados de su lira. Sin embargo, Apolonio recoge un detalle que las tradiciones más difundidas eluden: de entre los componentes de la tripulación, todos permanecieron remando e ignorando el canto de las sirenas salvo uno. Ese uno se llamaba Butes. Butes saltó a las aguas mientras su compañeros remaban y remaban con terror y premura. No sabemos nada más. Su salto no fue un acto de debilidad, sino de plena elección y entereza. Y cuento todo esto no porque haya venido a hablar del libro de Quignard, por lo demás muy recomendable, sino porque según lo leía me acordaba de Regino Mateo. Yo he visto a Regino saltar en circunstancias parecidas hacia sus particulares cantos de sirena, eludiendo las voces domesticadas, encaramado a trampolines peligrosos. Toda la vida personal de Regino es un salto. Así también lo es este libro de poemas, La Mirada Caliza.

En su salto, Butes buscaba encontrar la música atávica, incontaminada, de las sirenas instintivas, aquello que siempre formó parte, de modo apenas intuido, de sus deseos y de sus miedos más profundos. Sí. Esa música atávica que Butes perseguía es la misma que resuena en los versos de La Mirada Caliza.

No he mencionado la música al azar. En la poesía de Regino, la música resulta fundamental, y en particular en dos aspectos: la música en sí misma, como los sones puros gorjeados por los pájaros inocentes de Messiaen; y la música del poema, su ritmo, su suave deslizarse, producto de un concienzudo trabajo de cincelado y pulido que, como en toda obra bien hecha, no se aprecia en sus costuras sino sólo en su discurso que fluye como el agua. La música, el agua y el poema son elementos similares.

Pero, ¿por qué La Mirada Caliza? Me consta que esta era una preguntaba que le formulaba con frecuencia el dedicatario de este libro, Leo, a quien todos añoramos, y hoy especialmente. Regino, me decía Leo, jamás le contestaba. Tal vez Regino no contestaba porque no podía contestar: no siempre podemos contestar a quien amamos. O quizá no contestaba porque la respuesta era tan sencilla que no merecía o no podía ser enunciada. Lo esencial es siempre lo más difícil de decir. Lo esencial suele encontrarse a gusto en el silencio. No obstante, algo avanza Regino en el poema que da nombre a su libro (63):


En los ojos exhaustos archivamos

los signos de la vida:

las ciudades

que habitamos, las páginas gastadas

de nuestras cabeceras, las imágenes

que sobre la retina o la pantalla

quedaron detenidas, la ceniza

y el mármol de aquellos que quisimos

o la piel encendida que dio nombre

al deseo y a un tiempo al desamparo.

La Mirada Caliza es, pues, la mirada de la tierra propia, el sonido telúrico del íntimo paisaje geológico, geográfico, personal y emocional al que Regino, por principio inveterado, nunca ha querido renunciar. Yo eso lo sé y todos los que lo conocemos siquiera un poco lo sabemos. Siendo ello así, La Mirada Caliza de Regino Mateo no puede renunciar a sus lares y penates; lares y penates que en ningún caso, tras su aparente acepción estrictamente clásica, deben confundirse con meras menciones a lo antiguo. Los lares y los penates son los dioses protectores del yo mismo, los ancestros que nos definen y nos miran desde sus ojos, también, calizos. Y aquí, en este nuevo libro de Regino, están más que presentes.

Los lares y penates de Regino se remontan si es preciso a los primeros padres. Así ocurre en el poema “Nacimiento de Hannibal” (19):


Fue el rito semejante: abrió el deseo

con avidez las bocas, se clavaron

los dientes asesinos en la carne

delicada.

Y así los ojos vieron.


Pero es también frecuente la presencia memoriosa y atenta de los padres más cercanos, como en “Cangrejos de río” (21):


Mi padre me despierta. Todavía

la helada está batiendo en los cristales,

y ya la presa espera.

Habitantes del frío acuden al reclamo:

salamandras y carpas lo desdeñan,

se alejan en el vértigo del giro,

alguna vez se enredan en las mallas

tensando la cordada y engañando

al pescador atento.

Oscuros y pequeños son los ojos

que en el extremo móvil de la antena

acechan desde el limo.


Otros lares anidan en los prístinos sonidos de la infancia, como aquellos populares y entrañables de las marzas (65):


No hay respuestas

que puedan aplacar tu melancólica

vigilia, este regreso a la pequeña

ciudad donde creciste.


Creo que en los tres poemas se ha percibido, por cierto, la aproximación descarnada, un tanto forense, de Regino a su vínculo ancestral.

En todo caso, esa vigilancia omnipresente de lares y penates tiene un componente físico, carnal, vivencial, y otro simbólico, y que ambos se entremezclan en una meridiana confusión, si se me permite el oxímoron. Y en esta extraña, o no tanto, dualidad, conformada entre los pecios de la memoria, los trinos primeros de las aves, las páginas innúmeras de los libros visitados, el temblor de los mitos y las heridas aún abiertas en la carne viva, es donde encuentra su anclaje la mayoría de los poemas de La Mirada Caliza.

Quisiera señalar, también, la intervención muy destacada de otra dualidad muy rilkeana, que ya apunté ligeramente antes pero sin incidir en ella de forma directa: la belleza encubre lo terrible, o lo que es lo mismo, la apariencia engañosa de las cosas dulces, que genera por igual lucidez y dolor y desencanto. Muestra de ello es el poema del encuentro amoroso y caníbal entre Adán y Eva que acabamos de leer, pero también otros muchos como “Cangrejos de río” (21,2):


Como confía el hombre en la ternura

confía el animal en la caricia:

es hipnótico el dedo

que se amansa en el dorso monstruoso

del cangrejo elegido

para jugar a dueño del destino

y esquivando la furia de la pinza

acuna la cabeza colosal

hasta que el miedo al fin se desvanece.


o “Stabat Mater” (80), por citar sólo un par de ellos.


Me alimento de sangre. Otras edades

me otorgarán la forma de un pelícano

y mis crías aprenderán el rito

de fecundar la tierra con su muerte.

Morirán en mi nombre, ad maiorem

Dei gloriam. Pero tú no comprendes.


La causa, mi alma”, comenzaba el monólogo de Otelo al acercarse a asesinar a su Desdémona. En la causa del alma asaeteada como la de un “San Sebastián” se atrincheran, me parece, las máscaras que emplea Regino para, en otra sublime paradoja, desnudarse. Los mitos del Minotauro o de Jonás y la Ballena son dos de los múltiples ejemplos que podríamos traer aquí. Lo que el exterior, la convención, percibe como monstruoso desde fuera, exhibe otra textura en las paredes interiores. De nuevo veo el arco que traza Butes al saltar desde su nave, contraviniendo el sosiego social emanado de la lira complaciente de Orfeo. Los malos no siempre son tan malos, la verdad no siempre tan certera, los humanos no siempre tan humanos. Leo dos fragmentos donde esto se aprecia: “Minotauro” (27):



Después de un año de soledad comienza

la cacería. Ya se ha cumplido el tiempo

que adivinaba mi sueño. Oigo los pasos

arrogantes y desnudos de otro príncipe.

Se llama Teseo.


y “Nínive” (44-45):


Podría preguntarme, si me hablara

la ballena, cómo ha llegado un hombre

despojado y rebelde hasta su cárcel

de aliento ensimismado y grandes huesos

(los cetáceos no leen, desconocen

el Libro de Jonás, las tradiciones

hebreas, las Sagradas Escrituras,

los fantásticos cuentos con que explican

sacerdotes, chamanes, abuelitas

y locos la fragilidad del mundo).

Podría preguntarme cuánto tiempo

ha de tardar mi furia en disolverse

y alimentar su sangre cavernosa,

quién de los dos complacerá a Charles Darwin

adaptándose al nuevo desafío:

la ballena voraz o el hombre larva.


Me gustaría igualmente llamar la atención sobre otro asunto. Y es que el empleo casi constante del mito o de referencias literarias y artísticas en el poemario de Regino Mateo está absolutamente desprovisto de una yerma ambición culturalista. Decía Auden que los seres humanos necesitamos el mito para poder identificarlo y destruirlo y reinventarlo y así tener sentido como hombres, y eso es lo que hace aquí Regino. Por eso, junto al dorado esplendor de Nínive o Monteverdi o Aquiles o Ícaro o Teseo aparecen la aterrorizada Tippi Hedren o los furiosos Sex Pistols o el calcinado campo de Buchenwald o el silencioso Cuatro minutos y treinta y tres segundos de John Cage.

En La Mirada Caliza hay otras muchas cosas, claro, de las que podríamos hablar durante horas: la música, el amor, el deseo, la muerte, la soledad, el frío. Pero siempre he pensado que el destino natural de los libros es ser leídos, explorados por el lector, no destripados por el exégeta de turno. Por tanto, voy a ir terminando ya.

La causa, mi alma”. El salto de Butes no es un salto ingenuo, impulsivo, sin dolor. En su salto, Regino Mateo es consciente del riesgo, del golpe, de la decepción de quienes nos ven caer. Y terriblemente lo expone en su poema final, “Stabat Mater”, que un día me hizo llorar y que me dedica en este libro, siendo además su colofón. Le invito a que él mismo lo lea. Ya mi tiempo terminó. Es el suyo.


martes, julio 05, 2011

LA MIRADA CALIZA A LAS PUERTAS


Casi once años desde la obtención del Premio de Poesía Alegría y de la publicación del original premiado, Noticia de un pequeño reino afortunado, en Sevilla por la editorial Algaida. Once años sin un nuevo libro de poemas en la calle que se romperán por fin mañana, con la puesta de largo de La mirada caliza, dentro de la colección dirigida por Elda Lavín El fondeadero de la osa.

No han sido años de silencio. Por el camino se quedó un inédito muy flojo con algunos poemas dignos, y que tendría que haberse titulado Lisboa blues. Y el encuentro con una nueva perspectiva, un nuevo lenguaje, una nueva poética que muy muy despacio acabó dando forma a La mirada caliza. Algunos poemas han ido apareciendo sueltos, ya terminados o en borradores que acabaron luego muy cambiados; otros poemas sufrieron recortes de circunstancias para que el tiempo no dañara algunas de sus referencias; algunos llegaron a última hora al libro al mismo tiempo que algunos de los que fueron seguros muchos meses se caían de pronto del índice. Todos sin excepción proceden de un trabajo metódico, de una obsesión por pulir y recortar los versos, por atinar con el ritmo y limpiarlo, un sistema de construcción del verso bien diferente de las aproximaciones impresionistas e inmediatas que habían gobernado libros anteriores. Algunos poemas vieron la luz digital en el blog, se refugiaron en antologías cuando ya estaban casi seguros de que su destino sería el cajón de inéditos, sonaron en recitales y encuentros. El libro realizó su propia búsqueda y compareció en diversos certámenes. En todos pasó de los primeros cortes y selecciones, en todos llegó a la fase final, en todos se cayó a la hora de la verdad.

Mucha vida en esos diez años también. Muchos compromisos e ilusiones, muchas decepciones, deserciones y sorpresas. Lander también, y con Lander la tristeza de la ausencia y la necesidad de emboscarse en los poemas del libro. Leo más tarde, doliéndome en la piel todavía, enfriándome el alma y esperando a que sus poemas, que tendrán que llegar, por fin me encuentren sereno como para enfrentarme a su pérdida y afilar las palabras que le canten. Leo, que como no podía ser de otra forma es el destinatario, el dedicatario de La mirada caliza y que será la gran ausencia de mañana.

Cada vez me gustan menos saraos y compromisos, cada vez pongo más distancia con algunas de las vanaglorias literarias locales. Pero me hace ilusión compartir mañana con vosotros, con quienes me importáis, con quienes habéis estado a mi lado en todo ese camino, la que para mí será una pequeña fiesta. Una fiesta llena de gratitud para los amigos de Del Sol St, qué mejor espacio para celebrar el libro, para Ana de la Robla y Alberto Santamaría, que han dedicado su tiempo y su sabiduría para estudiar los poemas, para David que dio imagen al texto y para Elda que ofreció su catálogo, para Bárbara que se vendrá desde Zaragoza expresamente para acompañarme. Para amigos, lectores, alumnos, para los libros y los recuerdos, para Glenda y su serena constancia. Para quienes estáis al otro lado del blog y del Facebook abriendo puertas. Una fiesta llena de palabras que terminará con unas copas, y otras más, hasta que el cuerpo aguante.

Os espero.

lunes, julio 04, 2011

LA PERTINAZ MEMORIA CONTRA EL DOLIENTE EGO


Como a pesar de las evidencias sigo pensando que sería necesaria otra política, no entiendo a veces los exabruptos y las salidas de tono de quienes lideran los partidos y que aspiran a representar y gobernar, se supone que con la mayor dignidad, a los ciudadanos. Todavía menos cuando proceden de un ego quebrantado por la pérdida del poder, que se empeña en culpar de todo al maestro armero haciendo tabula rasa de una historia que a veces está demasiado fresca, demasiado reciente.

Ni me gustaron ni comparto las declaraciones de mi Secretaria General afirmando que los votantes del PRC son de derechas, porque en mi opinión no se corresponden con la realidad, no con toda la realidad. Y no me bastan para explicar por qué los regionalistas han comenzado a escenificar un segundo bandazo y han tardado tan poco en volver la espalda en la mayor parte de los municipios cántabros a aquellos con los que ayer mantenían tan buenas relaciones.

Pero mucho más allá de las declaraciones con las que cargos socialistas y regionalistas se han arrojado a la cara la pérdida del Gobierno de Cantabria, me parece bastante poco presentable la rabieta de Miguel Ángel Revilla que hoy recogen los medios de la región. Que en resumen viene a decir que son las nefastas gestiones del Gobierno de España las que han provocado la caída del PSOE en Cantabria, que fue un error de principiante anunciar el recorte y paralización de algunas obras públicas por efecto de la crisis en vísperas de las elecciones, que él se sintió estafado por la cuestión del AVE y que ahora toca Madrid para conseguir allí el AVE de las narices y constituir un grupo parlamentario que vele por los intereses de Cantabria.

Pasemos por alto que para que el PRC tuviera grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados le sería necesario obtener los cinco diputados que se ponen en juego en Cantabria. Y que parezca bastante claro que como defensa de los intereses de Cantabria no jugaría nada mal la presidencia o el liderazgo de la oposición para un cántabro llamado Alfredo Pérez Rubalcaba, que eso es para gustos. Pasemos por alto también que a Madrid no se va, no se debería ir, a defender el AVE para Cantabria, sino para trabajar por el interés de todos los españoles y para tomar postura y voto ante todos esos temas que Revilla suele eludir o capear con el frívolo "Yo, lo mejor para Cantabria", sin dar contenido nunca a ese "mejor para Cantabria" ni en Sanidad, ni en políticas sociales, ni en derechos civiles, etc, etc, etc. Aunque no dejará de tener su morbo presenciar, en su caso, esa pérdida de virginidad regionalista, que por fin tendrá que decir a tantas cuestiones importantes Sí/No/Abstención.

Pero no me parece conveniente pasar por alto las graves acusaciones de inutilidad contra José Luis Rodríguez Zapatero y su gobierno, en especial provinientes de quien ayer se decía amigo de Zapatero y suscribía casi punto por punto las decisiones que el Gobierno de España iba adoptando. ¿Tan pronto se le olvidan a Revilla las amistades, tan floja es su palabra? Supongo que cuando se lleva tanto tiempo en el poder, cuando se está tan acostumbrado a transformar la realidad para adaptarla a las propias conveniencias o a las propias ensoñaciones, la explicación es sencilla y breve: "Si Yo Presidente, Todo Bien, Si Yo No Presidente Malo Tú".

No, no me han parecido acertadas las rabietas de nuestro ex Presidente. En primer lugar, porque números cantan en tantas y tantas cuestiones: El Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero es el gobierno que hasta la fecha más ha invertido en Cantabria, en infraestructuras, en políticas sociales (esas que también se ha querido arrogar Revilla hace un par de semanas), y tanto en parámetros globales como en medida per cápita. Y no porque Revilla presumiera de ser el colegui más chupiguay de Zapatero de foro en foro, sino porque realizó una apuesta por una región a la que la derecha había hecho perder ya tantos trenes y en la que encontró responsabilidad y corresponsabilidad para desarrollar las mejores apuestas políticas de su programa, como la Ley de Dependencia, la Igualdad, la Cooperación, etc. Ya, ya, que está la eterna canción-manipulación del AVE. Ese que ayer era irrenunciable para el PP que no quiso antes y no quiere ahora que ya no le sirve como arma arrojadiza, ese que fue órdago fallido y chantaje permanente en manos de un Revilla que a veces parecía no entender argumentos básicos de economía y de eficiencia. Pero es que algunos pensamos, y ya lo hemos venido diciendo, que la obsesión de Revilla por el AVE y el seguidismo absurdo del PP y del PSOE para que no se nos enrabietara más de lo justo el purriego líder carismático, se ha pagado con una comunicación ferroviaria obsoleta, en la que nadie veía necesario invertir, y que hace años podría haber solucionado la comunicación por tren con la meseta con prestaciones muy muy parecidas a las de ese AVE que ya es parte de lo que pudo haber sido y no fue. Incluso de lo que ni siquiera pudo haber sido. Pero es que Revilla confundía su famoso mantra "lo mejor para Cantabria" con un "lo mejor para mi ego: que me den la razón o me enfado".

Sobre todo, porque uno se queda sorprendido cuando Revilla explica que es de inútiles parar obras que no se pueden financiar justo a seis meses de las elecciones. ¿Qué está proponiendo, que el gobierno sostenga una situación absurda y paralice las obras después de las elecciones, estafando a los electores pero eso sí con Revilla en el poder, que a fin y al cabo es lo que le importa? ¿Quiere decir que esa es su técnica, la de engañar y engañar y prometer lo que no ha de venir para que los electores vuelvan a creer en el Ratoncito Pérez? ¿Acaso prefiere no ver que su propio afán de protagonismo, su necesidad de robar hasta los méritos ajenos, ha confundido a los votantes socialistas hasta el punto de creer que las políticas de Educación o de Bienestar Social eran producto del regionalismo con bigotes (bueno, ahora que dice que Cantabria es autónoma gracias a él mismo en su misma mismidad personal imagino que no parará mientes en atribuirse hasta el descubrimiento de la Cueva de Altamira). ¿Está intentando en fin decirnos que es un traidor, que es un cínico, que es un hipócrita o que no se entera de nada?

Me temo que seguiremos teniendo noticias de Revilla en el mismo tono. Y que esas noticias nos permitirán salir de dudas y apostar por una de las soluciones. Al tiempo.

domingo, julio 03, 2011

DONOSTIA, ZORIONAK!


Como no puede ser de otra manera en este país cainita e ineficiente, por vez primera en toda la historia de la Capitalidad Europea de la Cultura, se cuestiona la decisión del jurado de expertos y se pide a voz brava la repetición de las votaciones. Porque, dicen, la política nada tiene que ver con la cultura y la decisión se habría basado, según los discordantes, en términos políticos e inadmisibles como ese de tres letras llamado PAZ.

Me temo que bastaría la afirmación de que nada relaciona cultura y política para descartar proyectos encabezados por políticos capaces de proferir semejante memez y quedarse tan panchos. Porque la cultura tiene que ver con la política lo mismo que todas y cada una de las demás parcelas de nuestra vida pública y privada. O acaso no es política la propia propuesta de la candidatura, ad maiorem gloriam del taifa local correspondiente. O las propias declaraciones desabridas de quienes no han sabido proponer el mejor proyecto al culpar de su decepción no a las debilidades propias sino a las intrigas ajenas. Que para más inri se nos diga que no casan cultura y paz incide en el desafuero. Ahora sólo falta que Belloch pida la disolución internacional de las Juventudes Musicales fundadas por Pau Casals o declare orquesta non grata en tierras mañas a la de jóvenes judíos y palestinos animada por Baremboin y Said para que la música sea la primera gran lección de convivencia.

La decisión del jurado, según las bases, ha de contemplar un proyecto en el que entre otras cosas se estimule la participación de los ciudadanos de la ciudad y de su entorno, se atraiga la atención de los ciudadanos europeos, sea sostenible en el tiempo y se integre en el desarrollo social y cultural de la urbe. Además claro de la excelencia artística y la viabilidad del proyecto y de su capacidad para tejer redes europeas. Y en este sentido, el histórico de la Capitalidad Cultural lleva años demostrando que sí se tienen en consideración los factores sociales, que se tiene muy en cuenta la capacidad transformadora de la ciudad. Y no parece nada chocante que en la decisión presente se afirme que la cultura pueda ser un elemento importante para la construcción de la convivencia y para la deseada paz. Y así sería aunque no lo hubieran hecho constar por escrito o ni siquiera lo hubieran tenido en cuenta.

San Sebastián presentó un gran proyecto. Un proyecto que responde a la historia, a las particularidades y la identidad del territorio, a la apuesta a lo largo de muchos y muchos años por la alta cultura sin olvidar nunca ni la formación ni la extensión de la cultura hacia todos los sectores sociales. Pero sobre todo una apuesta de futuro en la que crece la voluntad de escapar de unos tiempos oscuros y de ganar el futuro como ciudad de cultura, de encuentro, de convivencia.

Sin duda todas las participantes pusieron toda su ilusión y toda su fuerza. De entre la larguísima nómina inicial, algunas se fueron agotando en el esfuerzo o comprobando que superaba sus posibilidades, otras tal vez se fiaron demasiado de su propia mirada al ombligo, otras improvisaron un poco, o se equivocaron en los proyectos. De las finalistas, a lo mejor se trata sólo de que nada más puede haber una capital por país. O de que su poder de convicción y de fascinación fue menor, o de que erraron en alguno de los planteaminetos del proyecto. Pero un jurado independiente y prestigioso eligió a Donostia como Capital Europea de la Cultura para el 2016. En reconocimiento a una apuesta y una voluntad firmes que fueron armonizadas desde la corporación saliente, la presidida por el socialista Odón Elorza, por mucho que ahora interese atribuir la decisión a una especie de conspiración internacional a favor de BILDU. Y lo que corresponde al resto de las candidatas es lamerse discretamente las heridas y felicitar a la vencedora en buena lid.

Exabruptos desafortunados como los de Belloch (Zaragoza) y los de Rosa Aguilar o Carmen Calvo (Córdoba) deberían no haber sido nunca realidad. Y creo que si fueran personas de bien deberían estar pidiendo públicas disculpas a Donostia y a los donostiarras.

Como fuere, ojalá que el desarrollo cultural en San Sebastián sea, en efecto, motor de futuro, de cambio, de paz y de arte. Ojalá que nadie desvirtúe el espíritu y la calidad del proyecto ganador. Y ojalá que una parte del flujo de visitantes interesados en la cultura puedan extender su atención hasta Santander, algo posible y deseable si esta ciudad dormida se atreve a proponer un contrapunto o un complemento a lo que se festeje desde Guipúzcoa. Pero sobre todo, ojalá que seamos todos capaces de exclamar con alegría sincera las únicas palabras que hoy corresponden:

ENHORABUENA, DONOSTIA. DONOSTIA, ZORIONAK!


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