sábado, julio 18, 2015

MARICÓN PORQUE NO BOTO


Ha pasado este blog que también es vuestro por uno de sus silencios más largos. Prudencia, descanso, exámenes... son muchas las razones. Pero algún día tenía que regresar, y no deja de ser una pena que tenga que ser, una vez más, por la lgtbfobia enquistada en nuestra sociedad. 

Conozco a algunos integrantes de la Peña La Pera, y me consta que son buena gente, y para muestra ahí tienen retratada por Sane para El Diario Montañés su paella solidaria de este año. La Pera es una de esas peñas que se forman para dar vida a las fiestas locales, las de Santander en este caso, y a las que nunca me acercaré en esencia porque no soy de ruidos y multitudes y desde luego porque no pienso ir a echarme unas risas mientras torturan a un toro. 

Debo añadir a las dos razones antedichas, que me resultaría molesto, incómodo, humillante, desfilar por las calles de mi ciudad canturreando el manido "maricón el que no bote". Sobre todo, porque desentonaría en tan sofisticada coreografía, tan delicada letra, tan dulce música, permaneciendo quieto cuando digan que hay que botar, botando cuando digan que hay que pararse, arriba cuando pregonen abajo y abajo cuando corresponda ir arriba. Al fin y al cabo, como soy maricón tendré que realizar los gestos contrarios a los marcados por la tropa heteruzo-festiva a la que hoy como ayer le debe de parecer que ser como yo es lo peor que le puede ocurrir a una persona. Así se lo debieron de transmitir sus ancestros y así se lo comunican a sus hijos mientras vociferan por los desfiles de la fiesta, niños y mayores en plena horda verde, "maricóoooon el que se mueva va va va".

Tenéis razón, toda la razón: Soy un amargado que siempre está cabreado, al que le parece mal todo y que no sabe divertirse. Tenéis razón: estoy obsesionado viendo insultos y agresiones donde no los hay, hombre, si todos los de La Pera tienen muchísimos amigos gays y hasta a lo mejor alguno andaba saltando o no saltando, agachando y desagachando, en el maremoto verde. Es verdad: es una broma festiva y son miles de personas las que las gritan en sus fiestas locales de Gata a Finisterre y además de La Pera lo cantan otras peñas. También tenéis razón: no boto porque soy maricón, qué novedad, so listos.

Pero permitidme que siga pensando que unas fiestas en las que matan animales por pura diversión, unas fiestas en las que el alcalde me ataca en su pregón por preocuparme por cuestiones que a él le resbalan (como casi todas las importantes), unas fiestas en las que las peñas desfilan agrediéndome, de forma consciente o inconsciente, me resulten ajenas, cada vez más ajenas. Qué hartura de tradiciones populares divertidísimas, de costumbres populacheras, de gente que no sabe disfrutar sin hacer daño, qué hartura.






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