PALOMA O'SHEA Y LA ORQUESTA INNECESARIA
Bauticé como "mecenazgo inverso" ese extraño proceso cántabro en que las entidades privadas y acaudaladas no ayudan a la realización de propuestas culturales nacidas de la sociedad civil o colaboran con las instituciones públicas, sino que ponen en marcha sus propios proyectos y luego piden ayuda económica a los dineros públicos. Y supongo que sólo a la institucionalización de ese mecenazgo inverso responden las declaraciones de Paloma O'Shea en RNE hace un par de días en las que realizaba afirmaciones (bastante contradictorias, por cierto) con las que no puedo estar de acuerdo. Afirma que los músicos españoles son hoy muchísimo mejores que hace unos años, pero por otro lado dice que los pianistas españoles deberían aprender a esforzarse más, fijándose en los chinos. Afirma también que Cantabria no debe tener una orquesta propia porque, atención, una orquesta es cara y porque somos tan estupendos en nuestro nivel musical que deberíamos tener una gran orquesta y no una mediocre.
Sobre el primer extremo, resalto la contradicción entre las dos afirmaciones. O'Shea quiere halagar los oídos nacionales para luego llamar vagos a nuestros pianistas. Tal vez sin recordar que tocar el piano (y cualquier otro instrumento) no es sólo desarrollar unos dedos vertiginosos que provoquen asombro olímpico y toquen citius-altius-fortius que cualquiera. Porque la música, como todo arte, es ante todo provocación de emociones. ¿Puede un músico comunicar emociones que no tiene ni ha tenido porque ha estado atado a su banqueta desde la más tierna infancia? Creo que no. Y una de las mejores pruebas es que son pocos los acróbatas vertiginosos de los concursos que llegan a ser grandes intérpretes. Porque no nos mueven el corazón. Un grandísimo pianista español, fallecido hace unos años, al que tuve la oportunidad de entrevistar, Rafael Orozco, había ganado con 17 primaveras el bien prestigioso certamen de Leeds. Contaba que tras varios años de giras constantes se dio cuenta de que tenía 30 años y la crítica seguía hablando del "joven" pianista de técnica impecable. Y se retiró durante varios años hasta que dejó de tocar teclas y comenzó a hacer música. Y fue tras ese apartamiento voluntario cuando Orozco comenzó a inundarnos de maravilla cuando tocaba. No antes. Y es que como decía Gil de Biedma, "Para saber de amor, para aprenderle,/haber estado solo es necesario./Y es necesario en cuatrocientas noches/- con cuatrocientos cuerpos diferentes -/haber hecho el amor. Que sus misterios,/como dijo el poeta, son del alma,/pero un cuerpo es el libro en que se leen".
Sobre el segundo extremo. ¿Alguien ha pensado cuántos dineros pagan las instituciones públicas de Cantabria con los euros de todos para financiar las iniciativas -estupendas.- de Paloma O'Shea?¿Cuánto nos cuestan las orquestas que contratamos como estables en el Festival Internacional o utilizamos como orquestas de foso para óperas y otras yerbas? Puede que si estableciéramos un plan de acción realista y serio descubriéramos que Cantabria tiene perfecta capacidad para organizar una orquesta, cualquier modelo de orquesta. Y que llegado el caso no tiene por qué ser una filarmónica: hay orquestas clásicas, barrocas, de cámara, etcétera que pudieran suponer el primer paso. Porque para qué queremos tener esos músicos tan estupendamente formados que dice O'Shea si luego no tienen dónde tocar, me pregunto hace tiempo. Menos marcanadas con falsas orquestas infinitas perpetrando arreglos folklóricos, menos gastos que nada dejan para la cultura de la ciudadanía y más tiempo para que Cantabria como Navarra, Galicia, Canarias o Murcia pueda tener su propia formación a pleno rendimiento y todo el año.
Puede que si empezamos algún día lleguemos a tener esa orquesta de calidad importante. Porque hasta la Filarmónica de Berlín tuvo que nacer un día de un grupo de profesionales que se juntaron alguna mañana por vez primera y empezaron a hacer música juntos hasta sonar como suenan.
Mientras tanto, es desolador ver cómo los únicos intentos de tomarse la música en serio en nuestra tierra vienen de aficionados "echados p'alante" y sin apoyo público alguno, como los que presentarán en próximas fechas la Orquesta de Cámara Ataúlfo Argenta, dirigidos por el bilbaíno Rementería. Mientras las presuntas grandes valedoras de la música siguen impidiendo que nos crezca una orquesta no mediocre sino simplemente profesional (a eso es a lo que hoy por hoy aspiramos) para que no le medren las rentas del cortijo.
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