LA LEYENDA DEL PASTOR DE BRIE
Como Elena es mujer de poca fe, cumplo mi promesa de contarle la bonita leyenda que da el nombre de Pastor de Brie al bicho peludo de la foto también conocido como Glendamaría.
Quería subir una foto diferente pero no sé por qué no me la deja cargar así que volveremos a usar la ya conocida de Glenda en Puertochico leyendo en una tarde de primavera a Belén Gopegui.
Pues veréis. De los orígenes del Pastor de Brie o Briard no se sabe mucho. Se sabe que es una raza muy antigua y se han reconocido como Bries algunos perros que aparecen en tapices de la época carolingia. Se cree que puede proceder de cruces selectivos entre el Pastor de Beauce y un antiguo tipo de barbet. La raza se estabiliza a mediados del XIX y es ahí cuando se convierte en un perro casi perfecto que, a pesar de sus indudables virtudes, no ha llegado a hacerse del todo popular. Es más, utilizado como mensajero durante la Primera Guerra Mundial por su valor, su arrojo y su fiabilidad, estuvo a punto de extinguirse en las trincheras. Pero pudo ser felizmente recuperado y hoy sigue siendo un perro difícil de ver. Aunque creo que cuando tienes tu primer Brie te conviertes en adicto.
En muchos lugares se le presenta como originario de la comarca francesa de Brie, donde los quesos, en las cercanías de París, entre el Sena y el Marne.
Pero existe una tradición medieval, de la época de Carlos V de Francia, que apunta el origen de su nombre en una corrupción de lo que originalmente sería Pastor de Aubrey. Aubrey que acabaría simplificando/deformando en Brie.
Aubrey de Montdidier era un caballero acomodado que fue asesinado en el Bosque de Bondy, en las cercanías de París. Crimen imposible de resolver para la justicia, resultó que el único testigo del asesinato había sido el fiel perro de Aubrey, que acudió a los amigos del caballero y les obligó a seguirle hasta conducirlos al cadáver de su dueño. Tiempo más tarde, un día de mercado el perro comenzó a seguir y a atacar a otro caballero, Maquier/Macario, con tal saña que los amigos de Aubrey comenzaron a sospechar. De hecho, el perro era pacífico pero cada vez que se tropezaba con Maquier se convertía en toda una fiera. Finalmente, y como el extraño comportamiento del animal llegara a oídos del mismo rey, se decidió someterlos a lo que se llamaba "Juicio de Dios", un combate singular en el que Dios determinaría quién tenía razón en el pleito. Y así se desarrolló un duelo en el que finalmente el perro consiguió que el tal Maquier, presa del pánico, confesara su crimen (por el que fue condenado a la horca). Desde entonces, como homenaje a este fiel y justiciero amigo, se llamó Perros de Aubrey a estos grandotes peludos que con el tiempo acabarían recibiendo el nombre de Briards.
Grandes, nobles, amigos incansables, pacientes y sorprendentemente tiernos con los niños, trabajadores, alegres ... Están dotados de un carácter fuerte pero noble, de un instinto de guardia y protección que sin embargo administran con sabiduría, permaneciendo impasibles hasta que es realmente necesario un aviso. Me gusta que sean una raza extremadamente sensible con la que el castigo puede llegar a ser contraproducente, mientras que la amabilidad y los premios llegan a hacer milagros.
Te lo llenan todo de pelo pero acaban conquistando tu corazón.
Va por ti, Glenda.
Y te prometo dejarte escribir eso que querías sobre la manía que tiene Santander de echarle la culpa de todo a los perros.
2 comentarios:
Gracias por complacerme, Ruka, leerte me ha arrancado una sonrisa de último jueves antes de la vuelta al cole-qué depresión-me va a dara algo-oh cielos-tengo que poner una lavadora-me he quedado sin faro-¡verano, verano, no declines!, que me hacía falta.
También yo simpatizo inmediatamente con una raza que reacciona mal al castigo. Ya sabes que simplificando al máximo, hay sólo dos pedagogias: la letra con sabgre entra y el enseñar deleitando. No hace falta qué te diga a cuál me adhiero, sin negar, por supuesto, que momentos de esfuerzo que no apetece sean necesarios.
Soy una quesera consumada y voy y no me entero hasta hoy de que el brie es un queso de cabra. Y yo que creí que tenía paladar...
Mujer de poca fe, dices. Ays, de la que te salva poca, sí... Más bien ninguna. Pero de la que te condena (la fe en dragones que se convierten en princesas, la fe en que en posible cambiar las cosas, la fe en que somos capaces de expresar lo que sentimos y llegar a conocernos los unos a los otros, la fe en el amor eterno...)De ésa, toda. Y temo no tener cura.
"Tú crees en un Dios que juega a los dados..." le escribió Einstein a su amigo Bohr en una memorable carta, "...yo creo en la ley y el orden absolutos".
Montones de besos para ti y para Glenda.
Me temo que fue un lapsus, Elena: el Brie es vaca. Estaba mirando una página sobre el bichejo en cuestión y ponía entre las razones que le alejaban de la comarca de Brie que es un perro ovejero y que el Brie no se hace con leche de oveja. Andaba con rapidez y sin pensarlo dije, hala, cabra. :) Corrijo en el post.
Sobre la vuelta al cole, estoy seguro de que lo peor es el reencuentro con la administración educativa: me pega que tienes que ser una profesora estupenda. A mí me gusta dar clases y a pesar de muchas cosas, recuerdo a mis chicas y chicos con muchísimo cariño (esto lo pongo por si Rocío sigue leyendo el blog, jejeje).
Feliz regreso a la rutina no rutinaria :) Yo las vacaciones las pillaré en octubre.
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