Me temo que voy a ser bastante pesado, que Leo va a tener algunos días más el papel protagonista en mi blog, porque lleva muchas horas siendo lo único que ocupa mi corazón y mi cabeza. Sois muchos los que sin conocerle habéis sentido su pérdida, porque era joven, porque era mi vida, porque os llegaba su chispa a través de las palabras. Así que se me ocurrió compartir un poco más a Leo con vosotros. Leo en 32 instantáneas, una por cada uno de los años cumplidos, 32 recuerdos especiales tratando de evocar sobre todo las horas felices.
- Los ojos de Leo eran brillantes y curiosos, del color de las castañas bajo la lluvia limpia del otoño. Expresivos, podían fulminarte, seducirte, alimentarte, arder en chispas. Ojos para observar y callar, descubrir y maquinar. Pura vida.
- Leo atravesando la puerta de llegada del Aeropuerto de Barajas, más menudo y frágil de lo que yo me había imaginado, con un gesto entre temeroso y pícaro, con una maleta gigante que perdía ropa por todas partes.
- Los viernes, muchos viernes, que me llamaba para decir que “comía con las chicas”, con Milagros, Mayca y otras compañeras del trabajo, con las que compartió tanta alegría, que fueron para él la verdadera conquista de Santander, las personas que le encontraron y le abrieron el corazón porque era Leo y no porque fuera mi compañero. Ellas, su verdadera tierra, su mejor suelo.
- El primer domingo pletórico de sol tras su llegada, la salida en barco para comer en Pedreña y encontrar por vez primera la magia de los sabores de la bahía, unas exquisitas almejas a la sartén, unos chipirones encebollados, … y un delicioso albariño, Mar de Frades.
- Leo viéndome llegar desde la ventana y corriendo para disfrazarse con algunas de mis ropas hasta construir una divertida e insólita caricatura de Lady Gaga.
- Leo tirado en el suelo mientras volvía loca a la buena de Glenda, peinándole coletas, viestiéndola con delantales, haciendo que rabiara y que ladrara y que le quisiera tanto.
- En el cementerio de París posando con gestos sobreactuados ante las tumbas de Moliére y de Sara Bernhardt, en homenaje a su gran pasión, el teatro.
- Leo tejiendo bromas y proyectos para su regreso a Rivera, mientras imaginaba cómo sería la mirada de su sobrina Alison al descubrir la ropa de desigual que le había comprado o sobre todo el asombro de la pequeña Noelia al ver por vez primera el mar.
- Leo caminando por cualquier ciudad con la sonrisa franca, los ojos al frente, la impecable apariencia, carismático, presumiendo de cómo todos le miraban y le miraban mientras yo me reía y le llamaba Legonardo… a pesar de que era verdad.
- El gesto picarón cuando a pesar de sus 32 años le pidieron el carnet de identidad antes de permitirle el paso en una discoteca de Madrid.
- Leo explicando cómo se preparaban los combinados y cócteles que pedía, y que siempre le llevaban a la conclusión de que por aquí de coctelería se sabía más bien poco, porque pedía básicos y ni siquiera se conocían.
- La cena exquisita, sofisticada y asombrosa con la que celebramos mi primer cumpleaños junto a él en El Serbal. A pesar de que el menú degustación no incluía croquetas.
- Leo en versión japonesa tirando fotos y fotos y fotos y fotos y fotos en Madrid, en París, en Lisboa.
- Cuando la enfermedad iba avanzando y sorprendía la inevitable mirada de preocupación que a cada momento se me escapaba. Su esfuerzo para tranquilizarme, “No te preocupes, Regi, yo quiero vivir, quiero vivir y voy a salir de ésta”.
- Feliz con el descubrimiento del mote que para él mejor me representaba, riendo cada vez que alguien tenía una pregunta y me miraba con los ojos brillantes: “Seguro que mi Wiki tiene la respuesta. Es que es mi Wikipedia particular”.
- Descubriendo el brillante Barroco de Cecilia Bartoli y escuchando sus grabaciones una y otra vez, primero para prepararse para el concierto de Santander, después para que le acompañara durante tantas horas en la cama y le aliviara el dolor. Ombra mai fu como cantó Marimar durante su despedida.
13 comentarios:
Me emocionas. Qué manera más bonita de seguir teniéndolo. Tú y todos. Un abrazo.
Qué guapo... Se parece, en menos aindiado, al Kun Agüero.
Habrá que inventar un cóctel Leo.
Qué milagro son las fotos...
Un besito.
Yo lo recuerdo cuando nos encontrábamos en el teatro y siempre tenía un comentario atinado. O cuando tuvimos los tres aquel episodio de mondarse con cuecenabos. O cuando elogiaba mis zapatos. O cuando, ya en el hospital, le vi tan frágil.... Un beso para él y dos para ti.
Vaya por delante mi más profundo respeto por tu dolor, al que me sumo, y lo digo de corazón. Me gustaría poder entender -y que quede claro que no te estoy juzgando, sino tratando de ponerme en tu lugar- cómo puede uno, recién muerto su ser amado, encender el ordenador y "contarle" al mundo -porque entiendo que se lo cuentes a amigos y familia, incluso conocidos- que tu pareja acaba de morir. No te estoy juzgando,Regino, quisiera que eso lo comprendieras. Sólo pienso en qué haría yo, si sería capaz, si tendría las tripas de encender el ordenador -creo que es lo último en lo que pensaría- para dar ese paso; si tuviera un blog, creo que lo haría pero pasados unos días, y no con el cuerpo aún caliente de mi amada. ¿Por qué más tarde y no en el momento? Porque, por mucho que esa muerte fuera esperada, por desgracia, el shock sería tan terrible que no podría más que "estar" con mi familia y mis amigos, y el resto ya lo sabrá. Sé que cada uno reacciona ante el dolor de una manera, y por eso, repito, no juzgo, en absoluto. Mäs cuando doy por hecho que seguro tendrías montones de hombros sobre los que llorar y abrazos recibidos.
Con todo el respeto, te agradecería que me lo explicaras. Un abrazo enorme.
Verás, Miguel, cuando los hombros y los abrazos regresan a sus casas yo regreso a la que compartimos, y que está terriblemente vacía. Me cuesta coger el teléfono y llamar pidiendo socorro, porque sé que cada persona, cada amigo, tiene también sus propias preocupaciones y sus propias vidas, y no quiero cargarles con más de lo que ya por su propia voluntad están asumiendo y que es mucho. El ordenador, lo creas o no, significa estar en contacto también con muchos amigos a los que resulta difícil tener cerca en este momento, significa poder desahogarme tal vez con menos sensación de ridículo o de exceso o de pesadez, significa tratar de tener la cabeza ocupada sin sentir el frío de una casa donde él aparece en cada objeto.
Pero hay otra razón importante. En una lectura tradicional, una familia comunicaba la pérdida de uno de sus miembros a través de la prensa y medios de comunicación. La mayor parte de nuestros amigos, los de aquí y los de otras partes del mundo, resultan difíciles de acceder a través de una esquela, y ha sido internet la que ha permitido que muchas personas importantes para mí y muchas importantes para Leo puedan recibir una noticia que también les incumbe.
En fin, en otros momentos he tardado mucho tiempo en poder escribir sobre las ausencias, pero para mí la escritura es sanadora. Y eso es lo que estoy haciendo, fijar momentos, preservar experiencias y vaciar de horas los días.
No sé si te servirá como explicación, pero ...
¡¡¡¡Sigue escribiéndonos, Rukaegos.!. Es otra forma de comunicarnos tan necesaria y válida como la verbal. Gracias por hacernos partícipes de tus sentimientos, y permitirnos que compartamos contigo estos momentos y por supuesto otros. ¡¡¡¡¡Abrazos!.
¡¡¡AHORA LO ENTIENDO MARCE,TODO MI CARIÑO Y MI PESAME PARA TI.EL HOMENAJE QUE LE HAS HECHO ES MARAVILLOSO,SEGURO EL LO VERA DESDE EL CIELO...UNICO SITIO DONDE PUEDE ESTAR UNA PERSONA TAN LINDA POR FUERA COMO POR DENTRO ..POR LO QUE CUENTAS DE TUS VIVENCIAS CON EL....QUEDATE CON LO LINDO DE LO QUE HAS VIVIDO CON LEO,NO ESTES TRISTE QUE SEGURO EN NO LO QUERRA ASI....TE MANDO UN FUERTE ABRAZO Y NO LO OLVIDES....LA VIDA SIGUE...
"Trata de asirlas, poeta, aunque no muchas consigan retenerse:
esas visiones de tu amor.
Sitúalas, veladas, en tus frases.
Trata de mantenerlas, poeta, cuando surjan en tu cerebro: a medianoche o en el tremor del día".
Y no dejes de compartir tus recuerdos para que siga sabiendo a él el espacio en el que se disolvió.
Abrazo.
Me sirve lo que dices relativamente, Regino. Entiendo tus argumentos pero no los comparto. Antes, siempre que alguien moría y los familiares o amigos debían saberlo, lo sabían: está el teléfono, por ejemplo. Quiero decir con esto que da la sensación de que ahora necesitamos dar cuenta de nuestros sentimientos al instante, pero no a amigos o familia, sino al "mundo", en realidad a lectores que no tienen el gusto de conocernos personalmente, o sí, pero que tendrían otros medios para saber la noticia. Insisto, hablo de lo que yo haría, o más bien, no podría hacer. Y si digo que no hago un juicio moral es porque de verdad no lo estoy haciendo.
Comprendo lo que dices de la escritura,para mí también es sanadora. Pero me hace gracia que hablemos de los blogs como "diarios íntimos" cuando se enteran hasta en la isla de Pascua de lo que hacemos día a día.
Saludos y recibe mi afecto.
El amor y la belleza hay que gritarlos al mundo,
y la soledad quiere ser compartida.
Mi homenaje y un abrazo Regino.
Yo nunca he considerado que un blog sea un diario íntimo, sé perfectamente que cada palabra que publico en el blog queda disponible al público, de la misma manera que cuando un escritor publica en papel sus diarios o sus memorias, sabe y controla lo que cuenta porque lo está dando al público / publicando. Y no es nada nuevo, ni contemporáneo, ni tiene que ver con los blogs.
Por lo demás, el universo 2.0 ha generado nuevas formas de relación. En las divesas redes en las que participo he hecho amistad o al menos he simpatizacon con personas que conocen la historia de Leo y mía tal vez mejor que algunos miembros de mi familia, por causas que no vienen al caso. De algunos tengo teléfono, de otros no, y te puedo asegurar que la semana pasada después de cuatro días sin colgar el teléfono no es ese medio el que más me apetece usar para nada.
Una razón más, se nos ha educado para frustar nuestras emociones, se nos ha obligado muchas veces a vivirlas en silencio. Llegó un momento a mi vida, hace ya tiempo, en el que dejó de interesarme ese tipo de control. Y cuando necesito hablar o decir o contar, simplemente lo hago.
Como te he dicho, en estos escritos hay mucho te terapia, mucho de estrategia para mantener la cabeza ocupada, mucho de información para amigos a los que no podría llegar de otra forma (insistiendo en lo de antes, sin Facebook no se hubieran enterado la mayor parte de sus amigos de Montevideo o Buenos Aires), etc. Y también mucho de homenaje: decía un amigo, Alfonso, encontrado en las redes hace mucho tiempo, que le estoy rindiendo un homenaje que le está multiplicando. Puede que esa sea otra razón, tal vez la más importante.
Si esa es tu manera de relacionarte, entre otras, no tengo nada más que añadir. Repito que he intentado hacer el ejercicio (por otra parte, casi imposible) de ponerme en tu lugar, y creo que yo,viviendo una situación tan dolorosa como la que has vivido tú, si lo escribiera en un blog a las pocas horas de fallecer mi pareja, sentiría que me estoy exhibiendo sentimentalmente hablando, sentiría que estoy dejando a un lado todo el pudor que tenía.
Pero eso es lo que creo que sentiría yo. Todos no somos iguales ni vivimos las situaciones de la misma manera. Y por eso no somos mejores ni peores, sólo diferentes.
Por mí, fin del debate.
Para Miguel.
No todas las mentes están amuebladas de la misma manera.
Algunos encontramos una necesidad vital de recordar, de expulsar el dolor vomitando palabras.
De crear textos que lloran, que evocan, que transmiten, sin ese pudor absurdo que censura, que considera exhibición sentimental la expresión del dolor y del recuerdo.
Con mentes como la tuya, Miguel, la literatura hubiese perdido los mejores textos de amor y dolor, los poemas que nos han hecho llorar y sentir. Palabras todas ellas que nacen de una experiencia en primera persona que tu quieres esconder.
Lo que ha escrito Regino desde el dolor es absolutamente brillante, poderoso, evocador, magnífico. Basta ya de esconder la muerte y el dolor. Yo apoyo a Regino en este recuerdo de Leo. Y comparto su ausencia y su dolor a través de las palabras.
No hago como tú, que lo reduces a un mero ejercicio de voyeurismo.
Olga
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