martes, noviembre 23, 2010

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE POMPEYA


Desde que Italia se convirtió en el país de pesadilla conocido como Berlusconia, la cultura, la de toda la vida, no la de las mamachicho y las velinas, se encuentra en peligro.

En general a los conservadores no les gusta conservar, de la misma manera que como apuntábamos hace un par de días, los liberales suelen no serlo salvo para autojustificar sus desmanes. Así que de un Berlusconi liberal-conservador se puede uno esperar cualquier cosa. Invertir en cultura suele ser considerado inútil por personajes como Il Cavaliere en primer lugar porque su cultivo suele generar un peligroso desarrollo del pensamiento ético y estético y en segundo porque no es fácil obtener con ella largos y copiosos dividendos que a la luz o en la sombra se puedan repartir con los amigos. Tercero y más importante, las adolescentes con vocación de velina se suelen aburrir en la ópera, aburrir en los museos, aburrir leyendo y aburrir visitando monumentos, así que poco pueden hacer unas casas viejas y medio en ruinas para servir a Berlusconi si además tampoco es posible transformarlas en un parque temático a lo Disneyworld pero con volcán de fondo.

Se cayó la Casa de los Gladiadores de Pompeya. Un suceso terrible que nos demuestra que sobrevivir a Berlusconi y su banda es mucho más difícil que sobrevivir a una erupción del Vesubio.

Y lo malo es que se trata de la crónica de una ruina anunciada. Que había avisado repetidamente el riesgo de colapso de algunos edificios pompeyanos, como continúa en estado de alarma ante el alto riesgo en el que se encuentran otros importantes monumentos italianos que forman parte del catálogo del Patrimonio de la Humanidad, como la cúpula de Santa Maria dei Fiori y el convento de Santa Úrsula en Florencia o el Foro y el Coliseo romanos. Víctimas del tiempo, la contaminación, la presión turística que afecta negativamente a otros espacios universales, pero sobre todo de la desidia de un gobierno al que poco o nada le importa el patrimonio histórico artístico.

¿Se pondrá ahora manos a la obra este presidente de pacotilla para tratar de reconstruir el emblemático cuartel de Pompeya? Tal vez el escándalo internacional lo empuje a levantar al caído, eso sí con contratos que implicarán mucho más dinero público del que hubiera sido suficiente para preservar el edificio y que permitirán el reparto de muchos más favores para los amiguetes. Que a eso es a lo que llaman los liberal-conservadores, en Italia y aquí, gestionar bien los intereses públicos.

Claro que siempre podría algún amigo italiano recordarme los largos, larguísimos años que esperó el Ayuntamiento de Santander para intervenir en el Palacio de Pronillo. O que a lo mejor se desploma antes el Palacio de los Acebedo en Hoznayo.

Pero por el momento, salvada una vez más su delicada salud de los intereses políticos, de las presiones demagógicas y de la voracidad turística, Altamira sigue cerrada.

4 comentarios:

Lucía. dijo...

En los últimos meses, estamos asistiendo a demasiadas caídas y pérdidas de elementos emblemáticos. Curiosamente, en lugares en los que los gestores públicos no tieneen a la cultura entre sus prioridades. ¡¡¡¡Necesitamos un cambio!.

Elena dijo...

Siempre cuento que Berlusconi me ha llevado, y en más de una ocasión, a hacer algo que me sorprendió a mí misma: defender a Aznar. Y lo volvería a hacer ante ciertas comparaciones (y eso a pesar de que son íntimos y comparten playa, yate y conversaciones estivales), con esto está mucho dicho.

Lo de Berlusconi es alucinante. Cuando hace año y medio anduve por Verona, me contaban que lo más escandaloso era que, después de años intentando modificar la justicia (aproximándola cada vez más al poder político, y por tanto desnaturalizándola)para quedar protegido ante sus mil irregularidades, nunca había estado tan cerca de desmoronarse en las encuestas como entonces, cuando habían salido las fotos de él y otros coleguitas rodeados de prostitutas en su villa sarda.

La verdad es que el perfil completo es repugnante. Lo que me sorprende, y esto lo digo desde mi ignorancia del devenir detallado de su historial con la justicia, no es que gane elecciones (eso, y que cada uno lo tome como quiera, tristemente no me sorprende apenas)sino que las estructuras del estado italiano no logren ponerle coto a sus ansias de control, evidentemente no saciadas con lo que la separación de poderes más elemental establece. ¿Qué pasa con el resto de la política italiana?, ¿qué demonios ocurre con la ciudadanía?, ¿y la judicatura?, ¿y la socialdemocracia?, ¿y los democristianos asociándose con semejante mamarracho?.

Berlusconi guarda una relación demasiado estrecha y dependiente con los dos cánceres de Italia: la mafia y el Vaticano.

¿Le recuerdas contando en rueda de prensa cómo su mujer le puso las maletas a la puerta al descubrirse lo de las meretrices campando a sus anchas en la casa de Cerdeña? Miles de italianos admiraron entonces su -para ellos- socarrona masculinida y ya no se desmoronó en las encuestas. Qué asco... ¿Qué opinará Ratzinger de todo ello? ¿que pueden hacerlo con condón porque ellas son putas?

Oh mundo mundo... Vuelvo a mi relectura de Cervantes, ése nunca defrauda. A este paso, no quedará de Pompeya (qué lugar tan fascinante...)ni las esculturas que están en el arqueológico de Nápoles, demasiado eróticas para un proxeneta papista.

Elena

NOTA. Siento el tono y el vocabulario, pero hoy estoy enfadada.

Saludos.

Rukaegos dijo...

Elena, seguro que recuerdas ese poema implacable de Cernuda, "Impresión de destierro" cuando escribe "¿España?" dijo. "Un nombre. / España ha muerto".

Pues yo llevo tiempo con una impresión similar sobre Italia. Italia es sólo un nombre para evocar la belleza y la alegría de un país que murió para transformarse en la República Cristiana de Berlusconia.

Elena dijo...

¡Cielos! ¡MasculinidaD! Se conoce que se me fue la fuerza en la ira y tecleé la última D sin suficiente brío.

¿Cristiana? Si Erasmo levantara la cabeza... Dejémoslo en República Vaticana Berlusconiana.

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