Si ya lo sabemos. Que son muchas las causas de una crisis de ventas en el mercado discográfico. Que Santander es una ciudad pequeña y no ofrece grandes posibilidades de mercado. Que entre la escasa liquidez de las economías domésticas y la multiplicación de las descargas los soportes físicos tienen poco espacio. Pero ...
No creo que Rafael Doctor lo sepa, ni que a De la Serna le interese, ni que a José Luis Ocejo le importe una higa. Pero hubo un tiempo en el que no era difícil realizar la asociación de ideas música/Santander. No era una asociación justa, seguramente, para una ciudad que tiraba sus teatros, que despreciaba la educación musical, que no tenía gana alguna de promover una orquesta o algún tipo de agrupación estable. Pero sí lo era si se tenía en cuenta que el número de estudiantes de música era muy alto, el Festival Internacional presentaba programaciones de cierto nivel e interés, bien lejanas de los bodrios actuales en los que se celebra que un director le comente al público que va a poner toda la energía necesaria al dirigir, tanta que a lo mejor se le caen los pantalones y da un espectáculo. También si se miraban programaciones y eventos. Pero sobre todo si se tenía en cuenta que en la liturgia social del medio, el concierto era lo que a la liturgia cristiana el Corpus Christi.
Nos gustaba la música y la escuchábamos. Comprábamos en Lainz (a pesar de los caretos de la sección de discos) y en Audiovox hasta que dejó de interesarles renovar sus fondos. Descubrimos que El Corte Inglés había abierto sus puertas con una sección de música clásica espectacular que no tardó en quedar reducida a la anécdota. Nos sorprendimos al darnos cuenta de que la multinacional especializada en música antigua Harmonia Mundi elegía Santander para su segundo comercio minorista en España tras Barcelona ...
Pero es que lo de Harmonia Mundi no resultaba en el fondo tan sorpresivo. La Universidad de Cantabria había puesto en marcha un Aula de Música que había concretado entre otras actividades un importante ciclo de músicas infrecuentes, sobre todo música historicista. Y su creadora y directora durante las primeras ediciones, Lynne Kurzeknabe, había trabajado mucho, bien y sobre todo con criterio para acercar a Santander a los mejores. Un trabajo que más modestamente continué yo durante cuatro ediciones más. Un Otoño Musical, que así se llamaba el ciclo, que había conseguido un público estable y agradecido que descubría con nosotros los placeres del Barroco, la serenidad del Renacimiento, la vitalidad de la Edad Media. Y que encargaba los discos de los intérpretes y repertorios descubiertos, muchos de los cuales significaban "catálogo de Harmonia Mundi". Y así, la multinacional se dio cuenta de que Santander era la ciudad de España donde más ventas realizaba.
Algunos años después, las carreras culturales se han olvidado gravemente de la música. No tenemos Conservatorio Superior, no tenemos agrupaciones profesionales estables, no tenemos programas estables que arriesguen y salgan de ciertos caminos trillados, o que centren su actividad en la música (y eso por no recordar otra vez la caspa constante del verano). Murió el Otoño Musical, como en esta ex-candidata fueron muriendo tantos ciclos de tantas músicas. Se adormiló la actividad de la sociedad filarmónica Amigos del Festival. Nunca aparecieron programas didácticos para enganchar nuevos públicos y como efecto de la LOGSE y de todo lo anterior, descendió notablemente la posibilidad de estudiar música, aunque fuera de manera incipiente.
Y Harmonia Mundi dejó de vender discos, al menos dejó de encontrar interesantes nuestros paisajes y paisanajes. Hasta que por fin decidió mudarse, trasladar los bártulos y la música a una ciudad con más población, más dinamismo musical y ... más clientes potenciales o reales.
Pasé ayer por Lope de Vega y me encontré con su local cerrado, anunciando el traslado a Bilbao. Y pensé que cada vez que hemos perdido un espacio para el encuentro con la música, en directo o envasada, hemos perdido parte de la magia, parte de la identidad, parte del sueño; que nos hemos quedado un poco más mudos y más tristes.
Sí, es cierto: el próximo viernes 15 disfrutaremos de una voz excepcional, Cecilia Bartoli, cantando a un compositor excepcional, Händel, en compañía de un ensemble excepcional, Il Giardino Armonico. Pero ¿y después? Que Santa Cecilia nos ampare.
7 comentarios:
¿Después?, nada. Más de lo mismo, a invernar hasta que llegue el verano Con el maravilloso encuentro de Academia y Música, el FIS, los amigos para la conservación de los Órganos, el Festival Internacional de Órgano de la Catedral, todo esto si nos saltamos el ciclo de los Sábados Musicales del Ateneo y como no de la Fundación Botín(si es que optamos por no invernar). Recuerdo con nostalgia y cierta tristeza la supresión del Otoño Musical, desde luego de Julita hacia atrás, no lo de su fase terminal, al menos los músicos de Cantabria teníamos alguna oportunidad, bien para escuchar algo diferente y si no para actuaren el. Por cierto qúe es de la música antigua en esta región...
Lo importante, pensarán algunos, es que no cierren Golf o Godofredo... El resto no importa tanto
Tal cual, patri. Lo malo es que algunos de esos tienen responsabilidades en la cultura y en Harmonia Mundi no los vieron entrar nunca (Ocejo incluido). De la misma manera que esta tarde había un importante homenaje a Isaac Cuende, parte viva y vital de la historia de la mejor cultura de la ciudad, de la más arriesgada, y no había ni alcaldes, ni concejales, ni consejeros, ni doctores ... ni falta que hacían.
Anónimo, la música antigua ... de forma anecdótica cae alguna pequeña oportunidad en FIS, Palacio y hasta Botín. Y luego el Festival de Músicas Infrecuentes de Santillana, muy copado también por las amistades del FIS. Poco más.
...Sí, ¡por la cándida adolescencia! (ver post del 3 de cotubre).
Luego te leo con calma.
¿De verdad no tenéis Conservatorio superior? No puedo creerlo... Lo cierto es que hablar del horror que es la educación musical en España suena tópico, pero es tristemente cierto. Que en Santander estéis perdiendo terreno conquistado lo ignoraba. Qué pena...
Como sección musical de clásica, era deliciosa la de Madrid Rock, cuyo cierre nos dejó viudos a tantos madrileños. También desde el punto de vista arquitectónico y decorativo era una auténtica gozada, un trocito de paraíso.
Bueno, disfrutad de Bartoli. A mi me alucinan sus vivaldis y me admira su soprano (siendo ella, de natural, mezzo)en Così fan tutte. Disfrutad de ella y del maravilloso Händel.
¿Me dirás en quién pensabas a propósito de directores más enérgicos que talentosos? Cielos, espero que la imagen de los pantalones caídos de tanta energía no esté basada en hechos reales. He visto caer batutas de directores y a cantantes excelentes como Bostridge (qué belleza en su Music for a while de Purcell, pero qué meneos...)contorsionarse como renacuajos, pero nunca unos pantalones cayendo hasta los tobillos en pleno allegro con brio.
En fin... por la cándida adolescencia y por la música, sin la que la vida, Nietszche dixit, sería un error.
Uffff, Madrid Rock y su sección de clásica ... Siempre mueren los mejores. No sabes cómo la echo de menos, ni cuántas pequeñas grandes joyas descubrí allí.
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