domingo, octubre 17, 2010

MUJERES DE PUEBLO, MUJERES DEL PUEBLO


Se celebraba el pasado viernes, quince de octubre, el Día de la Mujer Rural. Y me quedaba pendiente escribir un artículo en torno a estas campeonas de la vida. Una deuda que saldo este mismo domingo.

Son dos las etapas de mi vida en las que las mujeres rurales, las mujeres de pueblo, han tenido una presencia fundamental. La primera de ellas, mi infancia y adolescencia en Reinosa, me permitieron disfrutar de la hospitalidad y la personalidad de las mujeres campurrianas. Y eso porque a mi padre le encantaba subirse al coche cada fin de semana, cargar la prole, y arrancar rumbo a un plan de aire libre que solía incorporar la visita a la casa de alguna familia amiga en Montecillo, Polientes, Villanueva de la Nïa, Espinilla, Naveda, Villacantid, Paracuelles, Villar, La Lomba, Los Carabeos, Aldea de Ebro ...
Supongo que entonces no era consciente de la fuerza de aquellas mujeres, de todos los valores de los que resultaban portadoras y custodias. Pero hoy desde la memoria sí sé que fueron guardianas de la tradición (aquellas viejas cocinas, aquellos sistemas inteligentes y respetuosos con el medio para calentar las casas en los gélidos inviernos del Sur de Cantabria, sus recetas y los sabores maravillosos de los productos naturales), trabajadoras incansables que se afanaban para trajinar y añadir más trabajo al ya duro de cada día para complacer a sus invitados, nobles y hospitalarias. Poco sabía yo por aquellos años de la edad menguada de lo dura que podía ser la vida en el pueblo y sobre todo de lo dura y excluyente que podía ser para una mujer. Pero aun así las recuerdo con ternura, asociando a Pilar y Petra con la pandereta y las canciones campurrianas, a María con la serenidad, a Julia con los mejores huevos que nunca he comido, a Honorinda con la matanza y las exquisitas morcillas frescas, también con el enorme caldero de hierro en el que siempre humeaba el agua hirviendo para mantener con el vapor el calor de la casa, a La Hitas con los pollos de verdad, a Faustina con el proceso de curación de papadas, chorizos y jamones...

Hace algunos años, este urbanita convencido tropezó de nuevo con las mujeres de nuestros pueblos, con la oportunidad de participar en los programas de la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria y de animar grupos de lectura. Habían cambiado ya muchas cosas, pero volví a encontrarme con mujeres trabajadoras, esforzadas, que habían regalado su vida para su familia, para su casa, para su huerta y sus animales a cambio de casi nada. Mujeres con tantas ganas de aspirar el sabor intenso de la vida, a pesar tantas veces de la avanzada edad, que se te ofrecían con la mente abierta, la sonrisa franca y el vestido del entusiasmo lavado cada día. Mujeres que a veces me han dado la oportunidad de compartir sus recuerdos buenos y malos, su lenguaje y esas palabras que tantos habíamos ya olvidado y que saben a verdad, que me han dado la calma con la que dan sentido al vértigo del tiempo. Mujeres que se merecen hoy todas las oportunidades y todo el cariño que se les negó en otro tiempo, mujeres con las que nuestra sociedad tiene sin duda una deuda, porque han sido y son la esencia de nuestra alma y porque agradecen cada nuevo reto con la alegría de un niño ante la sorpresa.

Como tan bien lo expresó Margarita tras acudir por primera vez en su larga vida a una representación de ballet: "Si es que vivir es esto, y no trabajar como burras que es lo único que nos habían dejado hacer".

Brindemos en el Día de la Mujer Rural y cada uno de los otros días con ellas: Por la vida.

No hay comentarios:

Licencia de Creative Commons
Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Based on a work at unsantanderposible.blogspot.com.