Me imagino que a lo largo de esta semana oscura habrán ocurrido muchas cosas. Seguro que algunas habrían merecido alguna reflexión en el blog, y aunque regresar a una sea llegar tarde, una de las pocas noticias que me ha llegado, a través de las redes sociales, ha sido la de los comentarios en twitter de Pérez Reverte sobre las lágrimas de Miguel Ángel Moratinos en la toma de posesión como Ministra de Asuntos Exteriores de Trinidad Jiménez.
Como si se tratara de una bruja legendaria, la madre de Boabdil el Chico, torturando a su hijo perdedor de Granada con el "Llora como mujer lo que no supiste defender como un hombre", el Pérez Reverte que va por el mundo con la arrogancia de quien se autoconvenció de que el mundo tiene con él alguna deuda impagable, o de que los españoles deberíamos sentirnos felices de compartir calendario con semejante chulo, se dedicó a explicar a sus seguidores de twitter que Moratinos es un "perfecto mierda" y que "ni para irse tuvo huevos" como sesudas e inteligentes reflexiones tras contemplar cómo el ya ex ministro se emocionaba en el traspaso de poderes a su sucesora. Luego, claro, ha ventilado la porquería aclarando que quienes no habíamos recibido con agrado su talentoso análisis eramos tontuelos a los que había que explicarnos todo, y que claro, que es que veíamos machistas bajo cada tecla.
Aunque al final tendremos que aclararle a tan señera luminaria patria que muchos no nos molestamos ya ni en considerarle machista, y que con declaraciones como las tales simplemente pensamos que es un zafio, un bocazas (o dedazos) y sobre todo un cretino.
Durante mucho, demasiado tiempo, al hombre se le ha robado su derecho a la emoción, porque él era el racional en la vida, frente a la mujer histérica poseída por sus sentimientos sin control. El hombre debía reprimir y la mujer debía dosificar y manipular. Aunque hace ya mucho tiempo que muchos hombres decidimos que nos importaba una mierda lo que pudieran pensar cuando nos vieran llorar, y aprendimos a soltar la lágrima en el cine, o cuando la tensión nerviosa o excepcional de algún acontecimiento en nuestras vidas nos irritaba el ojo. Que nuestro autoproclamado genio considere que Moratinos es un perfecto mierda simplemente porque tras años de trabajo, de esfuerzo y de compromiso, mejor o peor llevados, con nubes y claros, como toda gestión (y hasta con algunas decisiones que a mí me enfadaron mucho, y que no justifico ni siquiera en nombre del delicado hilvanado de las relaciones internacionales), que no entienda que un final de ciclo supone siempre una ruptura en el ritmo cotidiano, una separación de muchas personas con las que has trabajado codo con codo, y que en esas circunstancias la sensibilidad siempre fluye a flor de piel no dice nada malo del ex ministro, sino que explica perfectamente quién es Pérez Reverte. Que seguro que siempre sale llorado, cagado y meado de su casa, reservando para la vida pública el vómito por escrito.
Creo que Pérez Reverte hubiera estado orgulloso de mí el pasado jueves, cuando a las ocho de la tarde en la parroquia del Barrio Pesquero despedimos a Leo para siempre, porque no lloré, o al menos no lloré demasiado durante la ceremonia, y eso a pesar de que estaba seguro de que me rompería. Pero tres días de agotamiento físico y emocional me tenían noqueado. Seguro que el machote Reverte lo hubiera interpretado como una despedida digna y llorada a solas en el retrete. Y sin embargo, yo quería llorar, necesitaba llorar, y hasta me estaba enfadando conmigo mismo porque sentía los ojos secos, agotados y agostados, después de horas y horas siendo ese "perfecto mierda" que no sabe despedirse con dignidad.
Pero espero que el cínico escritor no se confunda. Igual que el escritor que escribió Verbrennt Mich! (¡Quemadme!) en un poema dirigido a las autoridades nazis, indignado porque no hubieran incluido su nombre en la lista de libros prohibidos que los esbirros quemaban por las calles, quiero dejar aquí testimonio claro de que no he sabido despedirme, de que he llorado en casa, en la calle, abrazado por los amigos y en soledad, leyendo los comentarios que me transmitían apoyo en Facebook y recogiendo las cosas de Leo, durmiendo, desayunando y almorzando. Y si mostrar humanidad, dejar que la emoción aflore o no ser capaz de controlarla nos convierte a Moratinos o a mí en dos basuras para Reverte, quiero dejar claro que quiero ser una de esas perfectas mierdas.
Y es que, don Arturo, el sentimiento es mutuo.
11 comentarios:
Se puede decir más alto ero no más claro, ni con m´s emoción.
La verdad es que yo no lloré cuando murió mi abuelo materno. No sé por qué. No lo lloréen el momento, no lo lloré después. Y me incomodó no haber sentido esas ganas de llorar.
He sido un hombre "fuerte" sin intentarlo, por años. Sin embargo, de un tiempo a esta parte ya no hay represas conteniendo el agua salada de mis ojos. Lloro por cualquier cosa.
Es inaudito que censure el lanto, y que quien llore sea "un mierda". A la mierda los géneros y sus aburdas imposiciones.
Sólo lamento que tanto palabrerío de mi parte sea sólo eso. Si es que finalmetne algún día vienes a este lado del mundo te daré los abrazos que te debo, los que se quedaron atascados en el satélite o en las simples intenciones que no florecieron. Te los debo, pero te los reservo para ese momento. Y un poco de agua salada también.
Y minetras tanto, espero que tu vista nublada no te permita leer y tus sonoros sollozos no te permitan escuchar estupideces como las de ese señor, al menos hasta que la tristeza se disipe pòr sí misma y por tu fuerza de voluntad. Lo único que faltaba es que alguien venga a juzgar un sentimiento tan íntimo.
Un abrazo a la distancia, amigo, aunque no te conozco en persona.
No comparto la reflexión que haces en tu post al pretender comparar tu infinito dolor por una pérdida irreperable, a la emoción de un señor que tiene que dejar su cargo público porque ya no se cuenta mas con él.
Estoy convencido de que Pérez-Reverte quizás elogiaría tu entereza, pero seguro que no vertería ni media crítica porque exteriorizaras tu sufrimiento.
No es cuestión de ser abogado defensor de nadie, pero es que creo que hay ciertas comparaciones que son odiosas, y tu situación y la de Moratinos es un buen ejemplo.
No sé, Rukaegos, si te recuerdo algún texto que me parezca tan bueno como éste, tan decoroso en su equilibrio entre la reflexión general y el ejemplo de la propia experiencia, tan preciso, con tanta idoneidad en las citas, tan sutil en la sujeción de la brida, tan pertinente en el uso de palabras gruesas. No sé si te recuerdo un texto en que proclamaras algo tan amplio y profundo, algo tan importante.
Es evidente que nada de esto tiene que ver con Moratinos y que si las declaraciones sobre sus lágrimas las hubiera hecho alguien del PSOE, no sé otros, pero desde luego tú o yo, estaríamos igual de indignados. Es menos evidente, pero igual de cierto, que tampoco tienen que ver con un sólo individuo (así que reprimiré la tentación de detenerme en su afán de protagonismo como corresponsal o en sus extraños estados de conciencia en algunas entrevistas... Y si la cosa era natural, pero aún...).
Lo grave es que siguen siendo muchas las personas como él, siguen siendo muchos los padres que reprimen el llanto de sus hijos varones, muchos los hombres que no saben llorar y que, en su lugar, sienten ira o impotencia, sentimientos tan destructivos y agresivos.
Que la lágrima purifica y es necesaria lo sabían ya Aristóteles, los trovadores y hasta el legendario rey Arturo y sus leales y valientes caballeros, qué pena que ellos, los supermachos (que no superhombres), no se hayan enterado y prefieran vivir atrincherados en su impostura de masculinidad, acusando de obsesivo perseguidor de machistas o de feminista histérica y trasnochada a todo el que osa decirles que piensen sobre ello durante diez minutos, simplemente durante diez minutos.
Gracias por este texto estupendo y por estar teniendo tanto coraje. Gracias por llorar y por estar convirtiendo el lenguaje -es decir, el pensamiento y el sentimiento- en la mayor prueba de vida.
Caramba, Ruka, estoy muy impresionada por tu fortaleza.
Muchas gracias por el abrazo, y por haber aprendido a llorar, Martín.
Óscar, llorar en una despedida es llorar en una despedida. Muchas personas, hombres y mujeres, se ponen la máscara de la fuerza o se llevan sus sentimientos hacia dentro. Y otras, muy a menudo a nuestro pesar, las exteriorizamos. ¿Cuándo es lícito llorar al despedirse, quién marca la regla de cuando el recuerdo, el cambio, la sorpresa, te ponen en estado de llanto? ¿Se puede llorar al terminar los estudios y despedirse de los compañeros?¿Al dejar un trabajo que ha sido parte de tu vida durante mucho tiempo?¿cuando te vas de viaje o te trasladas de ciudad?
Moratinos ha sido víctima colateral de un cambio de gobierno en el que había que colocar piezas. Muchos de los cambios más o menos esperaban algo que Moratinos no podía sospechar y que le cogió de sorrpesa. Su gestión, con luces y sombras, ha sido desde luego intensa, y creo que todas sus declaraciones públicas son absolutamente dignas, ponderadas y de agradecimiento al Presidente, de reflexión sobre lo pasado y de evaluación de lo pendiente: Eso es irse con dignidad. Aunque en el momento del acto, unas pocas lágrimas le vengan a los ojos (leyendo a Reverte parece que se hubiera puesto histérico agarrándose al sillón).
Yo no vi llorar a los ministros del PP que dejaron su cargo a raíz del 2004. Pero el comportamiento de algunos desde luego me parece mucho más indigno, aunque no hubiera lágrimas. Y para que veas que soy capaz de mantener equilibrio, sin lágrimas me pareció mucho más indigna la despedida de su ministerio de Enrique Mugica, que se cerró en su despacho y no cogía el teléfono para que no pudieran comunicarle el cese, o la salida de Elena Salgado del Teatro Real, achacando a las maniobras políticas su cese y exigiendo que a los técnicos como ella se les mantuviera al margen de la confrontación política, cuando ella era un nombramiento de confianza del gobierno socialista en el que había sido largo tiempo alto cargo.
No, emocionarse no significa ser un mierda, ni querer aferrarse al cargo ni nada de eso.
Por lo demás, la regla de que "los hombres no lloran" tan cara a Reverte incluye absolutamente todas las situaciones: la de Boabdil, la de Moratinos y la mía.
Elena, muchas gracias como siempre por estar ahí.
Hago un esfuerzo por seguir caminando, trato de mantener la cabeza ocupada y el blog o Facebook están siendo buenos amigos cuando después de estar siempre acompañado regreso a casa y me tropiezo a cada segundo, en cada esquina con Leo y me vuelvo a romper.
Estoy tratando de contenerme en los escritos porque sé que de nuevo van a ser las palabras el mejor refugio y la única terapia.
Pero lamento que te confundas en algo: no hay fortaleza, ni siquiera sé si podré levantarme de nuevo.
Un beso
me apunto al grupo de los mierdas y la basura. Y ahí dentro me pregunto: ¿qué es una PERSONA que no puede, porque no debe, expresar sus sentimientos?. No es PERSONA, ES máquina. Me niego a considerarme como tal. Un abrazo muy fuerte, Rukaegos.
Te recomiendo que antes de escribir tanto artículo sobre 2 de los tweets que puso, te leas todos los que escribió esa tarde.
¿Este por ejemplo?
Se es un mierda cuando uno demuestra públicamente que no sabe irse. De ministro o de lo que sea.
Óscar, yo creo que no se trata de medir.
Creo que no deberías preguntarte (en realidad te preguntas y te respondes) por si Pérez Reverte habría respetado las lágrimas de Regino -de haberlas habido- en el funeral, sino por si Pérez Reverte habría hecho mofa de las lágrimas de un político saliente si hubiera sido minisrta y no ministro.
Pero me parece más importante, volviendo al principio, insistir en el error de comparar dolores, de valorar y calibrar si tales o cuales causas legitiman o no lágrimas y sufrimiento. Si algo enseña el dolor profundo a las personas de bien - y de esto sabe mucho, pero muchísimo muchísimo más que yo, el autor de este blog- es a ser sensibles y piadosos ante el dolor de los demás. Me espantan esas personas que menosprecian el mal de amores de un adolescente porque desde su posición de adultos que cargan ya con pérdidas y dramas piensan que no es para tanto, o quienes desde su cáncer no se estremecen ante el sufrimiento de quien vive angustiado por sus recurrentes cefaleas o su lumbalgia, o ese clásico de mofarse de quienes sienten un profundo dolor ante la pérdida de sus mascotas.
Claro que hay dolores y dolores, eso lo sabemos todos, y naturalmente que hay que saber ponderar los propios y darles la envergadura que merezcan, pero me parece que si el sufrimiento no te enseña a respetar y sentir las lágrimas de los demás, es que te ha ganado la partida.
En cualquier caso, Óscar, bienvenida sea tu intervención, que permite ver una vez más -y es algo interesantísimo de ver y de respetar- que casi siempre (pero no siempre, pero no siempre...)las palabras y las acciones son interpretables.
Un saludo,
Elena
P.D. Rukaegos, ¿que no sabes si volverás a levantarte? Tú, hasta sollozando acurrucado bajo una mesa, estás de pie... Pero si con la imagen hacías referencia al volver a ser feliz, qué puedo decir... Coraggio, carissimo, coraggio.
Pues no midamos ni comparemos a Moratinos con Regino. Es verdad, para qué. Pongámonos o al menos intentemos ponernos en la piel de ambos.
Si a mí me cesan ahora o en el futuro, me tocará muchísimo las narices (no digo los cojones para englobar a todos y todas), pero no creo que lloraría. Y si es en un cargo de confianza contaría hasta cien, ya que en estos casos, hay muchas claves, y a buen seguro que el cese al final ni siquiera es culpa mía. No encontraría los motivos para llorar.
Nunca se me murió una pareja. Perdí a mi padre en mitad de la adolescencia. Y lloré como una magdalena, y lo volvería a hacer. Y si me pasa lo que le ha pasado al inquilino de este espacio virtual, me moriría del dolor, no sé si podría superarlo, lloraría a moco tendido y diría que la vida es una mierda... y tantas cosas.
Lo siento, pero sigo sin ver ciertas comparaciones odiosas.
Cada cosa en su momento y un momento para cada cosa.
Levantarte podrás,porque las piernas y la cabeza te ayudaran,olvidar, es mas complicado,pero con el tiempo el recuerdo será al que te aferrarás.
No dejes de escribir.
Necesitamos tu fuerza, coraje, y sinceridad.
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