miércoles, octubre 13, 2010

ESPERANDO A CECILIA


Es más que probable que la velada musical que abrirá la temporada de otoño en el Palacio de Festivales de Cantabria pase por derecho a convertirse en una de las más relevantes citas de toda la historia del auditorio. Cecilia Bartoli, la maravillosa Cecilia Bartoli, dará brillo a esa tarde con un programa de arias de Händel acompañada nada menos que por una de las más vibrantes agrupaciones barrocas que he escuchado, Il Giardino Armonico.
La música es uno de mis refugios, una parte esencial de mi vida y de mi paisaje. Sin etiquetas, atento a lo que de alguna forma llegaba a mis oídos primero y a mi corazón más tarde en una inagotable experiencia descubridora. Un estilo, un compositor, un intérprete, una pieza ignorada hasta ese instante feliz resultan ahora como resultaron siempre disculpa suficiente para un encuentro íntimo entre sonidos, silencios y escucha atenta.
Pero si la música es siempre refugio y renacimiento, si se trata de música barroca hablamos ya de pasión. Porque el Barroco es de por sí pasión, desenfreno, belleza, arrogancia, atrevimiento, furor, y más cuando cae en las manos de quienes verdaderamente lo aman y lo comprenden, lo reinventan de texto en texto, de filigrana en filigrana, y nos lo desnudan y ofrecen para inundarnos de maravilla.
¿Qué puede ocurrir de la consumación de un idilio perfecto entre Händel y Bartoli oficiado por Il Giardino Armonico? Me dan escalofríos sólo de pensar en la electricidad, en el fuego, en la música que invadirá la Sala Argenta con esa expresividad teatral y exquisita con que la Bartoli sabe adornar y personalizar cada una de las arias, desde la sentimental y sosegada a la que rompe en fuegos de artificio y agilidades diabólicas.
Habrá lleno (ese que no tuvo el traído y llevado Festival Internacional en el verano), habrá memoria y espectáculo (lo que no hubo en el FIS), con las entradas aproximadamente a un tercio de lo que habrían costado en el FIS y los sueños y la felicidad aproximadamente tres veces más altos.
Estamos esperando a Cecilia, a Cecilia Bartoli. Para compartir con ella una pasión desenfrenada por ese Händel al que ninguneó el FIS el verano de su centenario, ese compositor del que dijo otro alemán milagroso "Si no fuera Bach, quisiera ser Händel". Porque necesitamos la frescura de su sonrisa y los dardos certeros de sus notas perfectas para recuperar la fuerza tras estos días difíciles. También para rendir junto a ella, cuando nos cante algo de Alcina, a la recién desaparecida Joan Sutherland. Para seguir siempre soñando, sonriendo, cantando.

1 comentario:

Jesús Cabezón dijo...

Como suelo hacer he comprado el abono para la temporada, pero ya se ha adelantado mi hijo para levantarme las entradas de ese día.

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