No pude finalmente acercarme a la concentración convocada por Huellas Cantabria y otros colectivos de defensa de los animales frente al Ayuntamiento de Santander para protestar por el envenenamiento de gatos callejeros e instar al municipio a desarrollar una política de control poblacional basada en la esterilización de los sujetos que viven en la calle. En conformidad, por cierto, con las propuestas de la Organización Mundial de la Salud avaladas por las organizaciones internacionales sobre bienestar animal.
A mí no me molestan los gatos callejeros. Los percibo como parte de ese universo vivo que se resiste a dejar la ciudad como territorio exclusivo de los humanos, como un latido vital similar al de la lechuza que vive en Jado, al halcón de la Avenida de los Castros, al jilguero que pasó la primavera cerca de los carmelitas. Pero además, me siento agradecido a las colonias callejeras que plantaron sus reales no sé cuándo por mi barrio, un barrio bastante desatendido por el Ayuntamiento y en el que antes de llegar yo, y según me han informado muchas vecinas mayores, las ratas campaban por sus respetos. Algo tendrá que ver el asentamiento gatuno con la retirada de los molestos roedores, y no sólo en El Carmelo, sino también en la campa de La Magdalena, en tantos edificios abandonados por tantas zonas de la ciudad, etc.
Recuerdo la casi veneración que sentían por los gatos las gentes de Venecia. Los callejeros dormitaban plácidamente al sol en las plazas y si algún gracioso se acercaba a molestarles, era seguro que alguna mujer del barrio saldría a espantar no al gato sino al molesto visitante. Lo comenté con Andrea y Alessandro, mis dos amigos músicovenecianos, y ambos coincidieron en el cariño que todos allí sentían por los gatos, como controladores de la población de ratas y otras igualmente poco deseables que se hubieran disparado con los canales. Giuliana, entonces mujer de Andrea, romana, añadió que algo similar ocurría en la Ciudad Eterna, cambiando canales por ruinas, a pesar de que ni siquiera los gatos capitolinos han podido librarse de Berlusconi.
Me gusta salir y contemplar a los gatos del vecindario, me gusta ver el compromiso de tantas vecinas con su alimentación y su salud, con la adopción de algunas crías. Pero entiendo que no sea sostenible una multiplicación felina descontrolada, como entiendo los riesgos que por ejemplo para el tráfico pueden acarrear (aunque en general es más bien el tráfico el que genera riesgos para los gatos). Y por eso me parece sensata y obvia la campaña de las chicas y chicos de Huellas: la distribución de alimentos de calidad suficiente y medicados no sólo para esterilizar sino para prevenir enfermedades endémicas en ciertas colonias y siempre peligrosas.
No puedo evitar hacer una referencia a las declaraciones aparecidas en los medios y la televisión regional de la concejala santanderina del ramo, que da por cumplida la misión del Ayuntamiento con las campañas sobre adopción de mascotas abandonadas y contra el abandono. Y es que me daba la impresión de estar plantando la hortensia fuera del tiesto. Porque la figura del gato callejero sólo en parte procede del abandono, porque muchas colonias tienen toda una tradición semisalvaje, ya de generaciones que se han ido auto-regulando, y porque en cualquier caso si la educación y las multas fallan, supongo que alguien deberá tomar las medidas pertinentes para evitar el descontrol reproductivo sin necesidad de causar daño a los animales.
Y causando el daño necesario vía multa a otro tipo de animales, a los que envenenan o apalean gatos (hay uno de esos engendros un par de portales más allá), además de sancionar como se merecen a los que abandonan.
Aunque con un pequeño retraso, este blog se manifiesta en apoyo de la campaña de protección de los gatos callejeros en Santander. Contra el exterminio y a favor de medidas profilácticas.
1 comentario:
Yo hago una reflexión muy simple y primaria: Independientemente de que te gusten o no los gatos, callejeros o de clase media/alta, ¿a quién se le ocurre envenenar a un SER VIVO?. Creo que sólo a personas sin la sensibilidad necesaria para tomar decisiones en pro del interés general. ¡¡¡¡APOYO ESTA CAMPAÑA Y SI EN OTRA OCASIÓN PUEDO ASISTIR A ALGUNA MANIFESTACIÓN SIMILAR, NO DUDARÉ EN HACERLO!.
Publicar un comentario