VISITA DE ADIÓS A MARÍA BLANCHARD
Por tercera vez acudo al Museo de Bellas Artes de Santander para dejarme llevar por la exposición dedicada a María Blanchard en la que el comisario y director del Museo, Salvador Carretero, ha sabido trazar un viaje vital a través de sus transformaciones estilísticas al complejo universo de la pintora cántabra.
Siempre me he sentido atraído por la obra de Blanchard. Hay elementos sentimentales importantes en esta atracción: María Blanchard no sólo es santanderina sino que además nació en la que fue casa de mis abuelos y hoy pertenece a mi madre en la calle hoy Santa Lucía entonces de la Libertad. Fue una mujer en un mundo de hombres, una mujer valiente y atormentada que desembarcó en el París de las vanguardias y fue capaz de conquistar una pequeña parte del corazón artístico de la ciudad (el éxito arrollador de "La Comulgante" habla de esa victoria personal). Fue una mujer atormentada, un bello rostro sobre un cuerpo deforme que provocaba las risas y las chanzas de esos niños que sin embargo siempre pintó con tanta delicadeza. Fue una mujer de ideas claras y arriesgadas en el arte, que tras sus primeros pasos practicó el Cubismo metafísico, a la manera de Gris pero siempre desde una impronta personal y reconocible, para después ahondar en su propio universo que nunca pierde la pasión por las formas pero las va diluyendo entre colores oscuros hasta anticipar la abstracción en esas bellísimas naturalezas muertas que nos enseña el Museo, fechadas en sus últimos años de vida. O esa rotunda Maternidad de 1923 que anticipa las rotundas redondeces de Botero. Fue una mujer de colores oscuros que amaba, sin embargo, la vida, las niñas peinándose o leyendo (como la de la imagen), los chiquillos merendando, las madres, pero también la enfermedad y el silencio.
Poco a poco nuestro Museo va haciéndose con una colección de cuadros de nuestra María. Y ya se anunció de manera oficial que la espectacular Communiante expuesta se quedará en depósito.
Qué grato ha sido pasear entre los cuadros, quedar atrapado en el tiempo ante joyas como la de la Muchacha peinándose, La dama del abanico, La comulgante, su última Naturaleza Muerta. Qué grato poder dar las gracias por su amabilidad al personal del Museo. Y cómo no a Salvador Carretero, por su esfuerzo, por su vindicación permanente de esta mujer extraordinaria.
3 comentarios:
Queridísimo, no le des tantas gracias a nuestro querido Salvador no vaya a querer devolvértelas, brrr :-)
Bromas aparte, sí, María lo es con mayúscula.
Besos.
¡Jo, qué suerte! Ojalá fuese itinerante para poderla ver también por aquí.
Desde el Egeo........... anoramos a Maria........... pronto estaremos ahi para volver a disfrutarla......
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