EL BALNEARIO
Érase una tierra llamada El Balneario.
Envuelta en una niebla de sopor empapaba a sus habitantes de pereza y conformismo. Nunca demasiada luz, nunca demasiada noche, nunca demasiado frío ... nunca demasiado. Porque el exceso obliga a reaccionar y nada peor que la excitación o la necesidad para alterar aquel pequeño microclima de amable desidia.
Tal vez fuera la tierra homérica de los Lotófagos, que vivían bajo el sopor de las flores de loto una vida sin riesgo y sin memoria, feliz y vana. Tal vez alguna otra de similares características, siempre bajo la bruma.
Alguna vez, un grupo de personas agitaba la calma. Cuentan que hace años su Universidad quiso presentar las músicas más viejas junto a las más experimentales, viajar a otros países y a otros ritmos. Y lo llamó Otoño Musical. Pero no tardó en morir el vértigo que en un momento pareció haber aplacado la aversión del resto de los habitantes a cualquier viraje hacia lo nuevo. Cuentan que un grupo ávido de aventura consiguió articular un ciclo de propuestas musicales independientes y arriesgadas. Y lo llamó Tanned Tin. Y también un día como por arte de magia dejó de ser posible porque nadie quiso pagar su consolidación. Y despareció por la puerta de atrás, con pocas voces capaces de denunciar su falta. Y otros quisieron dibujar ventanas de luz entre los árboles y las casas de piedra. Y lo llamaron Artesles. Y de pronto un verano donde habitaban las miradas diversas sólo había hierbas y nieblas. Y otros quisieron llenar de voces frescas y valientes los oscuros parajes industriales que rodeaban El Balneario. Y lo llamaron Espacio C. Y de nuevo los hombrecillos tristes que desde siempre controlan El Balneario convocaron a la niebla, para que descendiera sobre el futuro y lo devorara. Y quisieron otros disfrutar del verano, llenarlo de música y de fiesta. Y lo llamaron Summer Festival, pero la niebla ocultó los campos y los dineros. Y nunca más fue posible nada más que el silencio.
Nada más que el silencio hasta que otro día, quién sabe cuándo, algunos habitantes del Balneario encontrarán el camino hacia lo nuevo. Y crearán, se esforzarán, trabajarán, trenzarán ilusiones, imágenes y voces nunca vistas a este lado de la niebla. Y alguna vez parecerá que la luz se abre camino y que cambia el paisaje y se hace más libre. Pero esa luz será sólo un engaño, un truco de los hombrecillos tristes para aplacar el hambre de arte y de vida que a veces consume en El Balneario a los jóvenes y a los no tan jóvenes. Y habrá un destello, y sonreirán un tiempo. Hasta que vuelva a ser el turno de la bruma. También del desengaño y la desidia. Y muchos se marcharán para buscar el aire. Y otros se adaptarán o se encerrarán entre los jirones de lluvia para esperar el final del tiempo.
Y así, El Balneario seguirá siendo el lugar mono e incomparable que conocimos nosotros, nuestros padres, nuestros abuelos, y los abuelos de nuestros abuelos. Donde nunca crece nada. Salvo la niebla.
6 comentarios:
Pues a mí el balneario que pintas me parece un paraíso, un sitio ideal para retirarse a escribir, lejos de las vanidades mundanas.
Firmado: el neocon abominable.
Y también desaparecieron las Mar Sessions, singulares por el impresionante espacio donde se desarollaban (el recinto del Dique de Gamazo, ganado para la cultura).
Pero resiste la Muestra Internacional de Teatro Contemporáneo, a pesar de algún intento de cargársela.
¿Pero a los neocones abominables no les iba la marcha? Da más oportunidades de negocio, jejeje.
Supongo que una ciudad puede ser razonablemente tranquila y a pesar de todo estar razonablemente viva. Lo peor de todo es que El Balneario como sé y sabes no está nada lejos de esas vanidades.
Por cierto, perdí mi móvil y con él tu teléfono.
Y para anónimo, es verdad que la Muestra Internacional de Teatro es un ejemplo de riesgo y de resistencia en este balneario de mis entretelas. La pérdida de Gamazo, ufff, acabarán haciendo terrazitas y cafeses en ese espacio que tanto daría de sí para la cultura.
Saludos a los dos.
Yo tengo pensado marcharme del Balneario.
Es muy mono, sí...
Es curioso, anónimo ... Este blog nació en una especie de pequeño ataque de rabia. Un amigo más que harto de balnearios se marchaba a buscar vida fuera.
Planteaba que si todos nos vamos, ¿cómo conseguir una ciudad mejor, más viva, más vibrante? Hoy tengo dudas de que eso sea factible ... Tal vez debería haberme marchado yo cuando tuve una buena oportunidad hace seis o siete años ...
Este balneario es un marco incomparable... si , incomparable!!!!.
Me ha encantado el relato, aunque no me guste vivirlo!
bss
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