miércoles, julio 23, 2008

BIG BOTTLE'S TIME! ¡VIVA SANTIAGO!

La evolución de la muy hispánica costumbre de reunirse en la calle, conversar, festejar y beber como ritual social ha transformado muchos puntos de nuestras ciudades en vertederos-urinarios improvisados donde los jóvenes, algunos no tan jóvenes y unos cuantos crios estabulan sus reales.
De entrada, quiero decir que no me parece mal que nuestros jóvenes se reúnan al aire libre, incluso no tengo grandes reparos a que dado el menguado bolsillo de la mayoría compren algunas cosillas para beber y se monten su fiestecilla de fin de semana. Pero sí tengo reservas, reparos y críticas (ya sé que no está de moda criticar a los jóvenes pero ...) contra algunas consecuencias de esta costumbre. Divertirse no significa emborracharse hasta las patas y perder la dignidad, el sentido y hasta el equilibrio. La falta de modelos convivenciales, el todo vale, la defectuosa educación cívica en familias y escuelas (curioso: quienes más gritan sobre jóvenes y botellones suelen oponerse a Educación Para la Ciudadanía ...) ha generado un modelo tristemente vigente de ocio, en el que la borrachera es el objetivo del fin de semana. Hace poco escuchaba en un autobús a una postadolescente gritar orgullosa por el móvil "el cumpleaños fue la hostia, me desperté a las doce de la mañana en un parque que ni sabía dónde estaba y sin bragas". No comment. Tampoco estoy dispuesto a admitir que después de que un grupo ocupe un espacio público para el bebercio el resto de la humanidad deba caminar entre basuras multiplásticas y otras, o deba esforzarse para despegar sus suelas del pringoso suelo calimochero.
Pero no quería hoy hablar del botellón en cuanto tal, sino de las derivas absurdas de ciertas políticas. Que las ciudades están preocupadas por el fenómeno, me consta. Que intentan responder a las exigencias vecinales también. Que no acaban de dar con la solución lo mismo. Pero ... ¿y Santander?
Hace unos meses hablaba sobre el botellón la titular de la concejalía afectada. Y acababa soltando una perla del tipo, y si no podemos evitar el botellón, al menos que se celebre en el extrarradio. Como los vecinos extrarradiales no protestaron, no voy a ser yo quien lo haga. Allá ellos. Pero sí me sorprende el triple rasero.
Se persigue (o eso dicen) el botellón adolescente y calimochero. Faltan acciones claras de prevención, faltan educadores de calle, pero se supone que se controla tanto la adquisición de alcohol por menores como la ingesta desaforada en playas, parques y avenidas.
Se tolera el botellón (algunos lo han llamado "botellón pijo") en espacios donde tradicionalmente se produce el ocio nocturno al aire libre. Cañadío y Santa Lucía pueden servirnos como ejemplo. Y si bien es cierto que algunos locales recogen los vasos, eso no evita ruidos, escándalos, borracheras ni toneladas de mierda.
Se incita al botellón desde el propio Ayuntamiento ahora que como son fiestas semanagrandiles nuestra casona sigue sin acabar de despertar el espíritu festivo de los santanderinos y busca nuevos medios de que el Espíritu de la Navidad, digo el de Santiago Matamoros, nos posea. Y nos llena de casetucas para que entre cañas, chiquitos y pinchos consumamos y festejemos, y de paso dejemos rastros de suelo pegajoso y basurillas varias en zonas inéditas.
Y a mí es que no me acaban de quedar las cosas claras (cañas de cerveza con gaseosa). ¿Es bueno beber en la calle o no?¿Considera la municipalidad comandante que está bien mear en los portales el 25 de julio pero no el 25 de septiembre?¿qué tiene septiembre, pobriño, que no tenga julio?¿debemos soportar los vecinos las escandaleras y suciedades?¿debe el Ayuntamiento extremar sus servicios de limpieza para evitar el deterioro de los espacios públicos?¿a los chavales les decimos que beban o que no beban?
Ya digo que por mi parte, todo con moderación. No me parece mal que se beba y se beba en la calle, pero me gustaría ver prevención, control y autocontrol. Porque uno oye mucho eso de "todos tuvimos 17 años". Pues sí, todos los tuvimos. Y no éramos así. Pero si el ayuntamiento nos lo manda ...

8 comentarios:

El hidalgo caballero dijo...

Pues sí, parece que dependiendo de la estación y el lugar importa más o menos. Lo que yo digo es ¿por qué tienen que dejar Molinucos, Cabo Menor, la zona de la playa de Mataleñas y la subida y el paseo desde la rotonda del Chiqui como un basurero?

Rukaegos dijo...

A eso me refiero cuando hablo de educación cívica, hidalgo caballero. Uno se lo puede pasar bien sin aullar a las tres de la mañana y sin dejar un reguero de mierda tras tus pasos.

Eso sí, también me parece que debería haber más contenedores y recipientes en algunas zonas, porque también he visto como las papeleras rebosaban y ya, claro, daba igual dentro o fuera.

Y sobre todo, insisto en los educadores de calle y las políticas de prevención.

un saludo

Anónimo dijo...

A mí lo de las casetas me pone de los nervios, estética y éticamente. Aparte de que su sola visión afea la ciudad y es intrínsecamente repugnante, sigo sin entender por qué para divertirse hay que emborracharse, y además en la calle. Pero sí, ya sé que la dignidad no está de moda.

Anónimo dijo...

Por cierto, que es curioso que hables de esto cuando yo escribí sobre lo mismo hace un par de días en mis panes y mis peces...

Rukaegos dijo...

Sí que es gracioso. Terminé de escribir mi artículo y pasé por tu blog. Supongo que alteración neuronal masiva por ruido ;)

Rukaegos dijo...

Y lo de la borrachera, pues yo ya no entendía para qué con 15, no voy a entenderlo ahora con 25 ... bueno, y algunos meses. Sin embargo, supongo que sí estoy hecho a la costumbre de tomar una copa en la calle.
En todo caso, siempre he creído que esa cerveza no debe suponer molestias extra para nadie.

Rukaegos dijo...

Y lo de la borrachera, pues yo ya no entendía para qué con 15, no voy a entenderlo ahora con 25 ... bueno, y algunos meses. Sin embargo, supongo que sí estoy hecho a la costumbre de tomar una copa en la calle.
En todo caso, siempre he creído que esa cerveza no debe suponer molestias extra para nadie.

Anónimo dijo...

Y me pregunto: ¿para qué trabajan los comerciantes y demás buena gente 8 horas diarias, si hay un negocio perfecto?:los buenos y grandes locales del centro de nuestras ciudades convertidos en clubes nocturnos que están llenos un par de días de 12.00 a 4.00 de la madrugada, y el resto de la semana vacíos o cerrados....(eso sí, el par de días, llenos de ruido y dedicados a la venta de bebidas con alcohol, cafeína....y otras muchas inas). Todo muy consentido por las municipalidades... en aras del "turismo" dicen.... En fin, grandes negocios y "lavaderos". A lo mejor hay suerte y también les afecta la crisis de la construcción... y por fin se puede dormir tranquilo....Batalla perdida creo....

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