Cuatro meses antes de lo previsto y en una fecha singular, el 20 de noviembre, tendremos que acudir de nuevo a las urnas para renovar el Congreso de los Diputados y el Senado, con el fin de configurar un gobierno que necesariamente tendrá una nueva cabeza. Con barbas, con dilatada experiencia política entre la que se cuentan pasos por los ministerios de Educación y de Interior y con una R en la cabeza de su apellido.
En unas generales siempre es mucho lo que un país pone en juego. Pero ante una situación de emergencia como la presente, España, Cantabria, arriesgan en la partida posiciones vitales con resultados inciertos, si tenemos en cuenta los importantes cambios de escenario que se han venido produciendo.
Un primer apunte es la irrupción del Movimiento 15-M y su capacidad de movilización. Tenía que llegar una respuesta ciudadana a un malestar creciente ante lo que se percibe como una casta política cerrada, obtusa y cegata, con poco pie sobre la realidad cotidiana y celosa de sus privilegios, una casta a la que la ciudadanía española lleva tiempo percibiendo como uno de los más graves problemas de nuestro país. El recorrido que pueda tener su estructura asamblearia y horizontal, el eco que pueda encontrar en las propuestas políticas, el renacimiento periódico de sus movilizaciones, los efectos que puedan tener torpezas como las de la pinza Comunidad de Madrid/Ministerio del Interior para dar más espacio a las homilías de Ratzinger, están en el aire. Como está en el aire saber cómo reaccionaría el movimiento ante compromisos adquiridos en firme sobre sus propuestas, si ese hipotético acuerdo podría ser el origen de un nuevo pacto capaz de abrir otros horizontes y despertar nuevas ilusiones y compromisos.
Sea como fuere, las propuestas políticas hacia el futuro han de ser propuestas de transformación, y deberían contemplar una profunda regeneración de la vida pública, un acercamiento al ciudadano y sus preocupaciones, límites, controles, transparencia. Y por supuesto una agenda clara y definida que permita apuntalar los pasos para salir de la crisis en su versión hispánica y sobre todo crear empleo.
La crisis, uff, la crisis. Esos tales mercados , concepto fantasmal con el que mercachifles, especuladores y augures baratos que alimentan los mismos movimientos que luego condenarán, empujándonos a todos hacia los abismos, esos piratas, o cocos, o cólicos miserere que nadie sabe muy bien dónde radican, a quién sirven, pero que tienen indudables hábitos carroñeros, serán otra carta importante en la convocatoria de noviembre. Es indudable que entre otras cosas la piratería organizada nos ha venido a demostrar que a día de hoy son esas nieblas imprecisas las que detentan el poder político en Occidente, las que acorralan y chantajean a los gobiernos nacionales y transnacionales hasta convertirlos en peones sobre su tablero. Supongo que por eso, una apuesta social y de progreso debería explicar cómo va a contener los desmanes y desafueros de semejantes delincuentes, qué controles va a implantar para evitar el enriquecimiento especulativo y para resistir las agresiones de los buitres.
Puede que sea cierto que no fueran posibles otras medidas, puede que fuera cierto que nuestro gobierno pecara de optimismo o de lentitud, puede que el nivel del chantaje de los piratas financieros internacionales fuera tan fuerte (de esta parte estoy seguro) que no quedara camino de escape. Pero tomadas las exigidas y forzadas medidas quirúrgicas, falta saber qué va a pasar ante el futuro. Porque la cuerda está ya en los límites de la tensión. Y por favor, que no vengan quienes sentaron las bases de las burbujas estalladas a insultar nuestras inteligencias con lo de que "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades". Porque quienes se apuntan a ese estribillo son los principales responsables, principales manirrotos, los peores administradores y gestores, los nefastos políticos que han alimentado ciertos comportamientos a los que yo, por cierto, y como la mayoría de amigos y conocidos, no me sumé nunca y a pesar de todo padezco en primera línea de fuego. Puede que en Valencia la fiesta no se acabara nunca, pero yo no he vivido en ninguna Valencia ni real ni metafórica.
En lo que a Cantabria se refiere, se abre un interrogante nuevo. Uno que se suma al nacional acerca de qué pasará con el PSOE, si volverá a pagar electoralmente la gestión de la crisis con un precio tan desorbitado como el que pagó en mayo, si será capaz el Efecto Rubalcaba y la indudable sabiduría de perro viejo del cántabro de Escuchar, Hacer, Explicar. Y recuperar así la confianza de tantos votantes como hace un par de meses se quedaron en casa, o se sumaron a los porcentajes de blancos y nulos.
En Cantabria, además, hay que recordar que por primera vez el PRC competirá por los escaños nacionales. Y eso significa incertidumbre en torno a muchos parámetros. ¿Veremos por vez primera en su historia al PRC tomar partido claro ante los problemas de la agenda política nacional e internacional, y cómo repercutirá en su electorado esa toma de postura? ¿Será suficiente el discurso del cantabrismo para alcanzar una presencia importante que en cualquier caso nunca pasaría de tres representantes (dos y uno) si se mantuvieran los resultados de mayo, y con lo pequeño que puede ser ese espacio ante una también hipotética mayoría absoluta popular -que ocurriría si se repite igualmente mayo-? ¿El hecho de que Rubalcaba sea cántabro afectará a sus opciones? ¿Regresarán a su voto tradicional en las generales esa parte de votantes que escoge papeleta regionalista en las autonómicas pero luego incrementa en un cinco por ciento y en un 25 % respectivamente los resultados de populares y socialistas?
Muchas preguntas, más todas las que quedan por hacer, para una convocatoria compleja e incierta. Una convocatoria que exige, sobre todo al PSOE, gran derrotado de las autonómicas y locales, una respuesta con altura de miras, con rostros creíbles, capaces de afrontar el desafío pendiente y de dar cara a esa transformaciónpor la que sus votantes y todo el país vienen clamando.
Escuchar, Hacer, Explicar es sin duda un buen resumen de una actitud abierta que podría recuperar los mejores momentos del pacto político con la ciudadanía. Creo que Rubalcaba puede ser el director de orquesta que el concierto precisa, y que desde luego apostar por un Presidente del Gobierno cántabro nunca podrá salirle mal a Cantabria. Pero muchas de los bolos ya están pinados y a la espera.
Vale.
3 comentarios:
No le saldrá mal a Cantabria, porque en Cádiz lo hemos tenido de diputado y no nos ha ido mal, de hecho, le he visto varias veces por aquí.
Eso sí, a ver cuándo te llevas a Teófila para arriba ¿no quedamos en eso? :)
¿Cómor? ¿Quedarnos con la Feótila? Te aseguro que eso no lo hemos pactado nunca, te falla la memoria ufffff yuyu yuyu
Imagenes inéditas en un mundo inédito, por eso, no les votes, aunque te cueste, son básicamente lo mismo.
saludos
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