Yo no sé si soy feminista.
Quiero decir que soy consciente de que me faltan lecturas, tiempo de reflexión, conceptos, información. Quiero decir también que crecí en una sociedad marcada por la desigualdad en la que los imaginarios sociales eran estrictamente masculinos y machistas, a pesar de que mi entorno más cercano, mi propia familia, no fue nunca un espacio discriminador, o al menos no demasiado.
Pero sí sé algunas cosas.
Sé que una de las pocas cosas que puede alterar mis nervios y despertar un malhumor de difícil cura es la injusticia, y dentro de las posibles injusticias, tal vez por lo vivido con mi propia orientación sexual, me escandaliza la discriminación por lo que se es, justo esa injusticia que no tiene solución posible porque arraiga en la propia esencia de quien resulta discriminado y en la propia miseria moral de quien discriman. Sé que creo en valores como la libertad, la autonomía moral de las personas, nuestra capacidad para crecer y decidir, también en nuestro derecho a cometer equivocaciones o a experimentar con o sin gaseosa. Y por todo ello sé que no me gusta una sociedad en la que detrás de cada esquina acecha alguna sombra, algún resto del viejo machismo carpetovetónico que implica, necesariamente, que para recorrer el mismo trecho vital una mujer necesite todavía una buena cantidad de esfuerzo más que un varón. De la misma manera que sé que son las mujeres quienes tienen que tener la última palabra (y a veces la única palabra) sobre tantas cuestiones que les conciernen especialmente a ellas.
Hay algo más que también sé. Sé que tengo que dar las gracias al movimiento feminista, a ese movimiento que en la revolución conservadora en que Occidente está inmerso, en ese regreso al pasado que se apoya en el cuestionamiento feroz de todas las luchas históricas de la humanidad por alcanzar un mundo mejor, más equitativo, menos excluyente, ese movimiento feminista que es criticado, ridiculizado y al que se presenta como el culpable de buena parte de los males que aquejan al mundo.
Tengo que dar gracias al Feminismo y a las feministas porque su lucha por la igualdad ha sido y es una lucha por la igualdad de todas ... y de todos. Y eso porque cada paso grande o pequeño en el camino hacia la justicia es un camino hacia un mundo mejor para la humanidad. Y porque en no pocas ocasiones los hombres nos hemos beneficiado también de manera concreta y práctica de la lucha de las mujeres que nos rodean (baste como ejemplo la institución del "permiso de paternidad", que contribuirá a un mejor reparto de las cargas familiares, a no identificar a la mujer en el trabajo con "la que se coge bajas y no viene" y además permitirá a toda una generación de hombres disfrutar de sus hijos y verlos crecer con la misma intensidad que hasta ahora había sido un placer exclusivo de ellas).
Todavía más, tengo que dar las gracias al Feminismo y a las feministas, porque supieron aportarnos instrumentos de valoración y análisis de la sociedad, fundamentos teóricos para la crítica, modelos de acción práctica para la transformación, sin los cuales la lucha de las personas gays, lesbianas, bisexuales y transexuales desde luego no hubiera sido posible. Y es que desde el estudio crítico del lenguaje (que tal vez para el Feminismo se haya centrado en la invisibilidad de la mujer y en el movimiento lgtb en la pervivencia social de la injuria), dese la consciencia de la importancia de la visibilidad social en la configuración de las mentes comunitarias y personales, a partir de la capacidad para reivindicar medidas de acción positiva capaces de provocar paso a paso el cambio, las mujeres han ido articulando la conquista de su propio espacio de la misma manera que las personas lgtb hemos sido capaces por fin de levantar poco a poco la cabeza, de mirar de frente y de trabajar por el nuestro.
Por eso, como decía al principio, no sé si seré o no feminista. Pero sí sé que las mujeres me tendrán siempre cerca de sus necesidades, de sus reivindicaciones, de su crecimiento y de sus derechos. No, por supuesto y como algunos hombres erronea y patriarcalmente consideran para velar, controlar o asesorar, sino como el compañero dispuesto a arrimar el hombro sin cuestionarse si el camino elegido es el mejor (que ya va siendo hora de que nos enteremos de que las mujeres son mayores de edad, capaces y maduras -o lo contrario- en la misma medida que los hombres que tanto nos hemos equivocado a través de los tiempos).
Y que estaré desde esa cercanía ojo avizor, para que no haya pasos atrás ni en sus luchas ni en las mías, y con un profundo sentimiento de gratitud desde la razón y desde el corazón.
2 comentarios:
Estimado Regino,mientras tengamos que partir de la premisa de que las mujeres somos mayores de edad,capaces y maduras,no habrá igualdad porque con ello ya se marca una diferencia definiendo a la mujer como un descubrimiento.Ante todo somos todos personas y entre las mujeres,como entre los hombres,como en cualquier colectivo prescindiendo de fronteras ginecológicas, hay personas mayores de edad,capaces y maduras y las hay absolutamente negadas al funcionamiento neuronal.
Un abrazo.
Por supuesto, Hope, y evidentemente está escrito con un cierto tono irónico. Porque cada día escuchamos cómo se acusa a las mujeres que alcanzan cualquier resquicio de poder social en el área que sea que no están allí por su capacidad sino por ser cuotas o quién sabe qué, o gestos que ridiculizan la presencia pública de la mujer como la lista europea de Berlusconi integrada por velinas.
Cuando lucho por la igualdad de las personas lgtb, lo hago desde una afirmación clara: hay gente estupenda y hay indeseables, como en cualquier otro grupo. Y también reivindico el derecho de los indeseables a serlo y a pagar las consecuencias necesarias.
En fin, que la idea del artículo era doble, agradecer al Feminismo los instrumentos de conocimiento y análisis que han puesto sobre el mundo y que también nos resultan útiles a los demás, y por otro criticar a quienes hoy tratan de hacer cuajar un discurso antifeminista, con mucho poder mediático, por cierto, buscando esa marcha atrás que necesariamente implicaría la pérdida de responsabilidad, de visibilidad y de dignidad de la mujer. Y que cada día me dan más miedo.
Un abrazo para ti y gracias por comentar :)
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