Algunos días, algunos tiempos, es todo tan difícil que uno siente que podrían romperse los ya frágiles lazos que le unen a la cordura. Días oscuros en los que de pronto, sin previo aviso, la belleza dispara las más certeras de sus flechas para limpiarte la consciencia, maquillarte el gesto con una leve sonrisa y sostenerte estupefacto ante una obra de arte que te suspende la respiración y te obliga a expulsar un par de sthendhalianas lágrimas.
Regresó ayer Fernando Bermejo a esa galería amiga que es DelSol St, y lo hizo como siempre inundándonos.
Es una sensación repetida ya muchas veces, desde mis primeros encuentros con su trabajo en la época de la serie El jardinero del mar y las posteriores epifanías de todo su imaginario obsesivo de sillas, árboles, rosas, pájaros, libros, perros, de sus sorprendentes exploraciones para arrancarle texturas de corteza a los lápices y caricias de luz a las larguísimas sombras. Una sensación invasiva, la certeza física de que las obras de Bermejo están ocupando tu cuerpo y tu silencio, de que tus ojos son ahora suyos y su paz es ahora tu calma.
Cuánto poder y cuánta seducción despliega Fernando Bermejo en su trabajo. Cuánta sorpresa nos reserva a lo largo de esos meses en que casi desaparece en su apartada y maravillosa casa de Esles, pergeñando secretos cuya fuerza sólo la constante presencia de María aprende paso a paso a desvelar.
Hasta la noche mágica, el momento en el que las obras han viajado, el discurso ha tomado forma sobre la sala y otra vez la liturgia del desvelamiento, del encuentro, de la comprensión y la contemplación se tiñen de realidad. La nueva sorpresa, las formas que no conocías y que no esperabas creciendo sobre la propia historia artística de Fernando.
Fernando Bermejo 2010, la muestra que ayer inició su estancia en Santander, propone trabajos escultóricos que son más bien poemas con forma y sin palabra. La reflexión sobre el artista, esa figura monocroma y esquemática que se repite por centenares, a veces envasado al vacío, en las diferentes piezas, es el eje del discurso. Lo es desde la ironía certera de piezas como Artistas emergentes o Artistas recién salidos del horno. Lo es desde la implacable lírica del juego del artista al borde del riesgo, sobre la cuerda floja, sobre el trapecio, en el momento de la contemplación (¡qué tremenda delicadeza la de El jardín!), tantos gestos en los que atisbamos al propio Fernando Bermejo meditando, buscando, queriendo, aprendiendo hasta encontrar la respuesta propicia que le permita seguir hablando, seguir andando, sobre los zapatos fieles y seguros de su universo plástico.
¡Están en la exposición tantas de las obsesiones y amores de Fernando! Están los espejos que buscan la complicidad del espectador que de pronto se contempla dentro de la obra, están Esles y la cima de la soledad, están las rosas disfrazadas de estanque, están en ausencia los pájaros que no están porque cedieron su sitio en la jaula a los Artistas contratados, están las escaleras y las sillas, está la luz recortando el perfil de cada pieza, están los libros, está la barca. Está María.
Pero están como un eco de un pasado firme y espléndido, capaz de reinventarse cada día, de seguir enamorando y sorprendiendo, y que hoy ha elegido un nuevo camino y un nuevo lenguaje, escultórico esta vez, en el que reconocemos sin lugar a la duda al mismo Fernando Bermejo que nos subyugó hace ya tanto tiempo y en el que también ya nos reconocemos a nosotros mismos.
Por favor: Id a verla.
6 comentarios:
Hola, Rukaegos:
Te leo hace tiempo, intermitentemente y sin dejar nunca comentarios. Entre otras cosas porque muchas veces no coincido contigo y, en caso de dejar mi opinión, sería incapaz de resumirla ...no tengo ese don.:), desafortunadamente.
Pero tengo que felicitarte, de corazón, porque escribes muy muy bien; en algunas ocasiones se me han saltado las lágrimas de risa con algún escrito tuyo , lleno de humor, describiendo situaciones 'pintorescas'...diríamos, :).
Otras, he leído con respeto y emoción tu opinión -aunque no la comparto casi nunca, sinceramente-, poruqe siempre percibo una honda ternura en tus palabras. Y para mí, eso es muy importante; a pesar de la distancia ideológica, me quedo siempre con la personas.
En fin, semejante 'confesión' por mi parte ha surgido hoy porque tu entrada me ha encantado; espero poder visitar, además, esta exposición en cuanto me dé una vuelta por Santander, mi sueño eterno.
Saludos cordiales,
felicitaciones de nuevo por tu prosa y hasta la vista!
Seguiré leyéndote,
Buenas tardes, Mariluz:
Muchas gracias por el comentario y por leer, como dices, de forma intermitente el blog. Doble mérito si además no sueles compartir mis puntos de vista. En todo caso, feliz si cuando relato mis delirios cómicos al menos te ha saltado alguna sonrisa.
De verdad que la exposición de Fernando Bermejo me ha resultado conmovedora, aunque como ya dije tengo cierta pasión por el artista desde hace tiempo. Pero razón de más para que la sorpresa sea, valga la redundancia, sorprendente, porque no esperas que alguien al que conoces desde hace tiempo vuelva una vez más a conmoverte.
Ojalá tengas la oportunidad de visitarla.
Un saludo cordial y siempre bienvenida. También, claro, si quieres comentar de manera crítica.
Es una exposición EXTRAORDINARIA, acojonante. Poesía, humor, ironía, plasticidad, provocación, belleza, armonía... es una maravilla. Y sí hay palabras en los poemas plásticos de Fernando Bermejo: los títulos. Magnífico tu texto, Ruka. Un abrazo. Paco Valcarce.
Caramba, Ruka. En el primer y último párrafo (penúltimo si contamos la invitación final)describes cosas muy complejas. Son verdades hondas y lejanas, pero escritas con tanta precisión y naturalidad, que quedan al alcance de la mano.
No conocía a Fernando Bermejo, me lo apunto.
Y qué vivan las stendhalianas lágrimas y todas las enfermedades que la belleza cause.
Elena
Paco, yo creo que hasta lo de "Extraordinario" se queda corto. A mí de veras que me dejó boquiabierto.
Elena, si tienes oportunidad no te lo pierdas, sin duda es uno de los creadores más sutiles y líricos que hoy tenemos en España.
Por cierto, te debo un correo, pero ya te contaré, que estos días han sido complicadillos.
Y suscribo, claro, tu viva a las stendhalianas lágrimas.
Si de los artistas de aquí hubiera que seleccionar tres o cuatro, Fernando Bermejo es de los que estaría en todas las listas.
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