jueves, septiembre 09, 2010

DECÍAMOS AYER... LA ENFERMEDAD MORAL DE LA ALCALDESA DE TORDESILLAS


Tengo la costumbre de escribir entradas demasiado largas, lo sé. Y también la de dejarlas reposar para ver si os animáis a participar. Así que frente a épocas de grandes silencios, tengo tantas ganas de hablar (y tanto cabreo) últimamente, que se me acumulan los temas. Tengo pendiente hablar de Educación Para la Ciudadanía, y de las razones por las que los de siempre quieren evitar que se hable a los adolescentes de los valores constitucionales o de que se les permita reflexionar sobre las causas del botellón. Tengo pendiente una mirada sobre un cada día más repetitivo y cateto festival internacional de santander (con minúsculas artísticas) en la que mucho dinero público se pone al servicio del engorde de la vanidad de un pavo, digo de un ¿director?, hace mucho sin ideas, hace mucho brazo ejecutor de unas cuantas mafietas musicales. Tengo pendiente hablar de lo que le quieren al nuevo alcalde de Santander el Diario Montañés y algunos de esos panfletos del marujeo y la insidia, tanto que hasta cuando los responsables de una noticia (buena) son otros, la foto es Ad Maiorem Ignatii Gloriam. Tengo pendientes tantas cosas, que ni me felicité a mí mismo por un año de blog (nunca pensé que llegaría tan lejos) ni tuve tiempo para explicar, a petición de una amiga, el origen del nombre Rukaegos.

Pero vista la foto, creo que toca hablar de bárbaros hispanos. Y de bocazas políticas. En este caso la de la alcaldesa de tordesillas (con minúsculas morales), del PP, pero da igual porque el PSOE ha gobernado tordesillas y ni la dignidad, ni la piedad ni los toros no lo notaron. La iba a decir señora pero me callo en cuestión, milagros zarzuelo capellán, ha declarado ante los medios, y ante la presión nacional e internacional que ha hecho de tordesillas una de las capitales internacionales de la vergüenza que la tortura y ejecución del Toro de la Vega suponen una forma de honrar a la Virgen de la Peña y un digno final para el animal, en un duelo en igualdad de condiciones. Aunque habría que ver si el espectáculo de una alcaldesa en pelotas alanceada por unos cuantos centenares de ¿hombres? a pie y a caballo (o mejor, por unos cuantos toros bien astados) le merecería igual simpatía a la tal. Y sus conciudadan@s.

Esa "muerte digna" es la que produce fotos como la que he encontrado en internet y os presento. Con el animal atravesado de lado a lado por dos largas lanzas, picado por muchas otras, intentando escapar de la pesadilla y encontrar refugio al otro lado del río. Fotos que no deben de gustar mucho a la escoria fiestera, ya que ni en la página web que dedican a la exaltación de la tortura al animal en tordesillas cuelgan estas fotos, ni permiten la llegada de medios de comunicación gráficos al pueblo para tomar testimonio del sufrimiento del toro y de las rijosas expresiones de sus verdugos.

Estoy harto, realmente harto, de que una cierta parte de este país no sepa divertirse sin molestar. Pero todavía más de la que no sabe disfrutar de las fiestas sin que la muerte, el dolor y la tortura de un animal esté presente. Se apela a la tradición, pero la tradición también disfrutaba con las ejecuciones públicas, con los combates de gladiadores, con la exhibición y marca a fuego de las adúlteras y con tantos miles de barbaridades que no tengo ni ganas ni espacio. El dolor debe conmover, al menos a quienes un resto de humanidad, de alma, de generosidad, de grandeza moral conserven entre sus emociones y sus carnes. No conmovía a los nazis el de los judíos, porque para ellos los judíos eran menos que animales. Como el dolor de los animales no conmueve a la gentuza de tordesillas ni a la escoria de otros muchos pueblos y ciudades de esta nuestra tradicional españa (con minúscula avergonzada). Porque la grandeza moral, la evolución a mejor del pensamiento ético les pilla lejos, no habla con ellos.

Recuerdo una bella frase que encontré en La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, al hablar del estupor que sentimos (quienes tenemos sentimientos) ante el dolor animal -en la novela el de la vieja y enferma perra Karemia-. Decía el checo "Los animales nunca fueron expulsados del Paraíso". Nunca pecaron, y por ello nunca merecieron la maldición bíblica del sufrimiento y la enfermedad que castigó a Adán y Eva. Y sin embargo, nuestros hermanos pequeños, como los llamó Francisco de Asís, sufren hasta la extenuación por causa de los a sí mismos llamados "reyes de la creación".

La decencia y la presión han hecho que algunos lugares de la españa de la vergüenza cambien su cara festiva. Ya no se tira al burro desde el campanario en nosedónde de riolejos, y se le sustituye por un muñeco. Ya no se arranca de cuajo la cabeza de gansos ni gallos vivos desde traineras o a caballo en nosecuál del páramo, y se lleva a la víctima festiva desde una pollería ya debidamente desplumada y lista para cocinar. Pero son muchos los animales que claman contra los santos patrones de sus pueblos al llegar las fiestas un doloroso ¿por qué?. Y con especial rabia, los toros alanceados en tordesillas, dardeados en coria, arrojados al mar en alicante, con antorchas en los cuernos o el rabo en olite y tantas localidades mediterráneas, etcétera. Y toreados en casi toda la españa de la sangre, cantabria incluida.

Sí. No nos vayamos tan lejos ni nos horroricemos ante los vandalismos ajenos. Aquí, en esta mi cantabria, en esta mi santander, se corren toros: se les pincha, se les tortura en nombre de la tradición y para risa del populacho, ante la complacencia de iglesia y autoridades y el silencio de los demás. Y hasta se nos exhiben en carricoches por las calles tirando caramelos y luciendo su mejor cara de fiesta progre en algunos casos y casposísima en otros, pero cruel en todos.

Está aquí tumbada a mi lado, plácida y bonachona. Y mirando con esa cara dulce y entregada que no podría entender nada de la mierda sobre la que escribo. Glenda, mi perra. Y me hace recordar, cómo no, esa frase que ya ni se sabe quién dijo de tantas autorías como se le han adjudicado, pero que yo hago ahora mía: Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perra. De verdad.

O como cantaría Roberto Carlos ... Yo quisiera ser civilizado. Como los animales.

Espero que haya una eternidad. En la que la Virgen de la Peña de Tordesillas recorrerá tranquila las dehesas llenas de toros mártires en su nombre, y que allá pastarán felices. Mientras la alcaldesa moralmente enferma y su enferma ciudadanía (y el cabrón de salamanca que este año remató al animal) sufren una espero que dolorosa e infinita agonía. En igualdad de condiciones como dice la tal, como la del toro. Ni más, ni menos.

9 comentarios:

BRUNO6 dijo...

VERGONZOSO.VOMITIVO.
La puta España Negrísima,y creo firmemente que no hay otra.
¿Sábes si álguen ha hecho algo asi como un Mapa de la Infamia donde se muestren exhaustivamente las localidades donde se tortura animales?(ciudades con plaza de toros excluídas,se sobreentiende).Vendría bién para dar rodeos y evitarlos,al enemigo ni agua.

Anónimo dijo...

Estimado Rukaegos,
"Alcaldesa moralmente enferma, y su enferma ciudadania", parece ser lenguaje excesivo, por lo colorido, y soprendente, por el autor del mismo.

No creo haber asistido a una corrida de toros, ni tengo especial inclinacion por ellas; tampoco por encierros y otras actividades similares. No me gustan. Hay de hecho muchas cosas que no me gustan y quizas hieren mi sensibilidad (o si prefieres mis valores morales individuales, la unica moral que deberia existir, con permiso de Robespierre).

Pero que a mi no me guste algo, o que yo no lo haria ni loco, no significa que cual inquisidor (religiosos o laico) me abrogue la facultad de condenar "moralmente" a nadie, ni en terminos generales ni especificos.

Dado que nadie impone, lo mejor y mas saludable es mirar hacia otro lado, si tan afectada se encuentra tanta sensibilidad.

Si algun dia se prohiben tales actividades, entonces sera ilegal y ya esta. Hasta entonces, incluso despues, que a alguien le gusten las corridas u otros eventos no le hace moralmente enfermo, ni mala persona, ni nada por el estilo.

El hecho de que a ti no te gusten tampoco te hace mejor persona. Pero calificar como haces a otros, y perdona por el atrevimiento, te degrada.

Ademas pueden aflorar espontaneos con un gusto dudoso en la descripcion del resto del mundo: "puta Espana Negrisima", dice un tal Bruno; "enemigo", anade. Entiendo que el exceso de "ilustracion" a algunos les sorba su sentido de "humanidad" calificando tan torba y exabruptamente al otro.

Yo le diria a Bruno, que este que suscribe tiene por madre a una mujer que gusta de ver toros y vive en Valladolid (para mas coordenadas "infamantes") y le puedo asegurar, como a ti tambien, querido Rukaegos, que alma mas pristina nunca surgio de los jardines del Parnaso.

Lo anterior no es solo amor de hijo, si no tambien expresion que ver enemigos donde no habria de haberlos, o seres morales enfermos, donde solo hay personas que opinan diferente, parece poco acorde con tanto amor por los animales (incluido y muy especialmente el ser humano)

Un abrazo

Nacho

Anónimo dijo...

¡Bravo por las mayúsculas y mierda para las minúsculas!
Gracias, Regino.
Fernando ZP

Rukaegos dijo...

Estimado Nacho:

Si algo realmente bueno ha traído la re-publicación del texto ha sido volver a encontrar tus prudentes comentarios. Que de verdad echaba de menos.

No estoy hablando en este post de una corrida de toros. Y aunque estoy en contra de las mismas, y tengo miles de razones, creo que buenas razones para estarlo, hasta podría llegar a estar en cierto modo de acuerdo en la idea del enfrentamiento del hombre con un animal más fuerte, y a partir de ahí una cierta igualdad en la que radicaría la supuesta belleza o fascinación que el toreo ejerce sobre muchas personas.

Pero cuando hoy se habla de moral, cuando se usa este término en la mayor parte de los autores, liberales incluidos, se suelen expresar algunos principios esenciales al comportamiento justo, cívico. Uno de ellos es el compromiso, la necesidad, la ley inexcusable que nos dice que no podemos, que no debemos, causar daño. Y mucho menos, causarlo de forma gratuita.

La alcaldesa de tordesillas tuvo a bien exponer a la prensa que "El Toro de la Vega" era un enfrentamiento entre iguales. Y esa afirmación me parece una broma de mal gusto cuando "El Toro de la Vega" ni siquiera es un encierro o una corrida de toros: es el acoso a un animal asustado por parte de una horda de personajes vociferantes armados con lanzas que pelean entre sí por acercarse lo suficiente al asustado animal para clavarle su pica y finalmente por competir para ver cuál de los centenares de lanzazos que recibe es el que consigue darle muerte. Si eso es igualdad, si eso es belleza, si eso es tradición, qué quieres que te diga.

Sí, creo definitivamente que hay una disfunción moral en quienes se consideran con derecho a torturar a un animal de forma tan salvaje y cruenta. Mucho más salvaje y cruenta que las propias corridas de toros. Tanto que a mi juicio es la más infame de las fiestas con animales que se celebran en nuestro país (en dura competición con el "Toro de Coria", al que en vez de lanzas clavan miles de pequeños dardos hasta que muere desangrado).

Por supuesto que el hecho de que no me gusten los toros no me hace mejor persona. Incluso puede que me degrade haber encontrado determinados calificativos para la horda de tordesillas.

Pero creo que es necesario alzar voces contra tradiciones vergonzosas que nada bueno dicen del país o del luegar que las acoge. Porque pienso y seguiré pensando que triste fiesta la que no admite sino la sangre, la tortura y la muerte. Si semejantes tropelías se le hicieran a un perro o a un caballo, es posible que los autores estuvieran en la cárcel (Código Penal en la mano). Pero este país admite como normales celebraciones como ésta.

Y no, Nacho. No son normales. Y no hay nada en ellas que las justifique. También entre los turcos que exterminaron a los armenios había buenos padres de familia; también excelentes trabajadores entre los nazis; seguro que muchos guardianes de los gulags de Stalin tenían una gran sensibilidad artística. Y todos ellos podía argumentar una supuesta lucha contra un enemigo igual y fiero.

Vistos algunos de los últimos acontecimientos, ya que destacas la incoherencia de un amor a los animales que parece tan poco favorable a los humanos ... en las últimas protestas contra fiestas taurinas ha habido agresiones, violencia, en algún caso bastante extrema. Pues bien, nunca fueron los defensores de los animales los agresores, nunca, por mucho que puedan ser duros en su expresión o en su compromiso. Siempre fueron las buenas personas de los buenos pueblos donde sólo por tradición y fiesta se mata a un animal torturándolo y acosándolo, siempre con buenas palabras. Pero que no dudan, por ejemplo, en arrojar por un terraplén de varios metros a un cámara de televisión. Lo mismo si se hubiera matado, podrían haberlo incorporado a la tradición.

Nada hay que justifique semejante denigración y dolor contra un animal. Y desde luego, quien mira el mundo sin darse cuenta de lo profundo del daño del Toro de la Vega, tiene algo torvo en la mirada.

Saludos

Rukaegos dijo...

Un abrazo, Fernando :)

BRUNO6 dijo...

Gracias,Regino. ya no es necesaria mi intervención por alusiones.
Tan sólo una frase,"Anónimo":"Cuando ante una situación injusta permanerces neutral,ya has tomado partido por el opresor".(Desmond Tutu).

Elena dijo...

Mi querido Ruka,

hace dos años dejé un comentario a propósito de tu post sobre el toro de Tordesillas que ciertamente seguiría firmandohoy, no me limito, no obstante, a copiar y pegar porque quiero añadir algo en relación al intercambio de comentarios entre Nacho y tú dos años depués.

No creo, Nacho, que Ruka condene algo por el hecho de que no le guste, sino por el de que le parezca mal. Otras veces nos recuerdo a los tres enredados a propósito del spinoziano -y hermoso y cierto en ocasiones- hermanamiento entre ética y estética, pero permitidme que, en esta ocasión, insista en la distinción.

Ruka condena porque le parece inmoral, no porque "no le guste". El exceso de tolerancia, Nacho, puede hacernos incurrir, siempre en mi opinión, en una permisividad, una equidistancia y una tibieza que no son algo teórico o etéreo, sino algo peligrosamente concretable en actitudes tan terribles, esto es, tan malas y erróneas, como abandonar la defensa de los más débiles.

Yo creo, como tú, en la diferencia esencial entre humanos y animales, y creo, también, en la necesidad moral e intelectual de tratar de comprender siempre las razones que alguien tiene para hacer algo que nosotros no haríamos, y de respetarlas. Pero cuando por más que uno piensa no encuentra esas razones, sino tan sólo un reguero de barbarie, entonces, procurando siempre evitar violencia y odio, condena, denuncia y, si la cosa es grave, persigue. Y eso no te convierte en "inquisidor religioso o laico", sino en alguien que no permanece quieto ni callado ante el atropello.

Ruka, me parece pertinente tu distinción entre el toro de Tordesillas y las corridas, aunque tengas, como yo, "miles de razones" contra éstas. Quizá, sin embargo, se te hayan ido de la mano los apelativos.

"Si algún día se prohiben estas actividades, entonces será ilegal y ya está". Me sorprende, Nacho, que aprovechando esa afirmación no cites, además de a Bruno, a cualquiera de las voces que se han alzado arremetiendo contra Cataluña y los catalanes por haber prohibido las corridas tras legítimo e impecable debate público, independientemente de la oportunidad o manipulación política que pueda haber en algunos.Yo, por ser medio catalana, ya he recibido unas cuantas puyas, un par de ellas verdaderamente ofensivas.

Sólo espero que esa colección de españoles libres que vocean por la red que ya no comprarán productos catalanes sean una minoría. ¿Cercenaría su libertad a no comprarlos? Naturalmente que no, es más, si alguien la pusiera en peligro, la defendería. Pero qué pena, caray, qué pena que al igual que existen catetus catalanensis, sigan existiendo tantos catetos capaces de gritar en Génova "Pujol, enano, habla en castellano" sin sentir vergüenza de sí mismos.

Y que este último ejemplo no haga parecer que defiendo que el catetismo en patrimonio del PP o la derecha. Los catetos están en la derecha y en la izquierda, me temo, y los ilustrados, también.

Sentir repugnancia ante el dolor y la tortura no es patrimonio de la izquierda ni de la derecha, ¡por supuesto que no!, pero sí es patrimonio exclusivo de las gentes de bien, lo que no implica dejar de intentar ser comprensivos y conciliadores... pero qué difícil serlo con los cerriles que no quieren, ni aprender, ni mejorar. Mi padre disfrutaba de niño tirando piedras a los gatos, pero cuando alguien muchos años después le explicó que aquello era una barbaridad, lo entendió. Las corridas de toros le siguen gustando, como a tantas personas a las que quiero y admiro.

La moral ha de ser individual, pero no relativa. Es como decir que en el arte todo vale. Si todo es arte, nada es arte. Si todo es ni bueno ni malo, nada es bueno, nada es malo. Adoro el concepto flexible e íntimo, pero sublime, de la moral kantiana. No se trata de ser intolerantes y sesudos, incapaces del "vive y deja vivir", sino de anhelar, como hacía él, un poco de cohernecia, una humanidad que alcance al fin la mayoría de edad.

Uf, menudo rollo. Disculpad.

Rukaegos dijo...

Y además, mi siempre venerada Elena :) Voy a tener que ser un poco más bestia en los comentarios o bien escribir sobre fiestas con toros más a menudo ... ¿Cuándo se celebra la bestialidad del Toro de Coria?

Bienvenida de nuevo a este blog que sin tu participación y la de nacho puede que en algún momento hubiera cerrado :)

Elena dijo...

Aunque de verdad tu blog tuviera algo que agradecerme, nunca llegaría ni de lejos a lo que yo tengo que agradecerle a su existencia:)))

Decíamos ayer...

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