lunes, junio 05, 2023

DARK BLOG RETURNS! (TERCER TÍTULO, TERCERA TEMPORADA)


 


Nació esta ubicación del cibermundo hace ya como porrada y media de años. Se titulaba entonces Un Santander Posible, y trataba de ser un espacio de propuestas, esperanzas, ilusiones, críticas -por qué no-. También de dimes y diretes, confesiones y miradas privadas de su autor y responsable.

Seguramente por eso, por el color amable con el que el blog quería nacer, su imagen fue la de Glenda, una pastor de Brie, color arena, carácter bonachón, prima de Chebwacca y con un carácter y un humor bastante peculiares, que le llevaron un día a regalarme las necesarias nuevas risas, tras la muerte de Leo, con su propio blog, Perra del Sábado Noche, que acabó generando un spin-off del spin-off: No solo de Ginebra vive el hombre, para que la buena (ejem) de Gin pudiera poligonear a sus anchas, con sus aires de setter enloquecida (ya sé que es un pleonasmo)

(Gin, modo fantasma ON: 

-Pero yo no sé qué es un pleonasmo, Gafapasta.

-Que si dices Gin, todo el mundo sabe que estás diciendo también setter. Y que si dices setter, no hace falta explicar lo de enloquecida, va de serie.

-¿Lo de pedante te lo he llamado ya?

-Varias veces, Perrinalinda de las narices.

-Pues eso.)


Cuando el Santander posible devino en imposible, quizás lo haya sido siempre, el blog siguió hablando de lo mismo, porque el mismo era su autor y similares sus obsesiones, valores, certezas, errores, aciertos y quisicosas. Aunque quizás el tono fuera más hacia lo personal y se pintara con colores algo más tristes. Al cambiar de temporada, parecía interesante cambiarlo de nombre, y se rebautizó como Desde una habitación desordenada. Un título, sin duda, muy yo, muy mi vida y muy mi habitación. En un desorden compulsivo que se agravó en la vida post Leo. Y que en estos últimos años, gracias a esas encuestas y valoraciones de todo a cien que aparecen en las redes, he conseguido resignificar, porque no sé quién en no se dónde afirmó con toda rotundidad que talento y desorden van de la mano (directamente hacia el caos, imagino, pero mola) y una chica me dijo el otro día que aunque yo me tengo por muuuuuuuuuy tranquilo, estoy lleno de TOCs y de Hiperactividad y no sé cuántas cosas más que no se diagnosticaban cuando yo era Peque Regi por Reinosa y en el siglo pasado.

Lo de la hiperactividad sí que me dejó un poco asombrado. Pero voy a dejar las cochinadas para otra entrada del blog, que no quiero empezar sin ropa.


Así se pasaron otros años en los que cada vez era más difícil una actualización del blog, pasaba más tiempo entre una y otra, sentía más pereza y finalmente acabó siendo un blog silencioso más, que solo se reactivaba para las oportunas necrológicas de perras y gatas. Y hasta alguna se quedó por escribir.


Pero parece que vuelven las ganas o las necesidades, y asoma una Tercera Temporada. Más oscura, sin duda. Porque oscuros vienen los tiempos en muchas cuestiones importantes, tanto a nivel local, como regional, como nacional, como internacional. Y son tantos los signos de interrogación abiertos, y tan pocas las esperanzas de que se salden con respuestas satisfactorias (para mí). Se me está agarrando al alma la sensación de que Years & Years era más un oráculo que una serie. Y por eso hacía falta un nuevo título, un título capaz de contener toda la oscuridad y toda la desazón. ¿Algo más oscuro que la Gotham City de la que acabó por huir hasta Batman? En ninguna de sus versiones tenía mar la tal Gotham, así que acabamos de imaginar una Bahía de Gotham, con su puerto, su azul noche, sus brumas y sus oscuridades húmedas. Una Bahía de Gotham en permanente proceso de auto destrucción, como la Hiroshima post apocalíptica, válida apenas para un poquito de amor y de desolación personal acompañada, a lo Marguerite Duras.


Así que, bienvenidas, bienvenidos a esta aventura nueva que no lo es tanto. Os recibe, con sus puertas abiertas, Gotham Bay, Mon Amour!


-

domingo, septiembre 04, 2022

VUELA, CAMILA

 


Hacia el lugar sin miedos, vuela, Camila.

¿Cómo saber qué dolores te habían roto el alma, qué barrotes habían intentando dilatar tus maltratados dientes, qué colmillos te habían lastimado, qué manos cazadoras empuñaron el palo cotidiano que te hizo tímida, temerosa, desconfiada?

No puedo imaginar de qué manera la calma comenzó a instalarse en tu silencio cuando, por fin, te rescataron. O qué preguntas te hacías cuando Gelo y yo te recogimos en el Parque de Jado para traerte a casa. Cuando llegaste a la casa de este tipo que cuando era niño soñaba con tener un perro y que, por alguna razón, había decidido que ese perro sería un pointer. Sin saber que tú eras ese sueño cumplido.

Fue entonces cuando por un momento te convertiste en la perra de todos, cuando los ruidos, las luces, el bullicio, el gentío navideño y el maldito petardo te provocaron un ataque de pánico. Todavía no me explico cómo pudiste sacar la cabeza del martingale, para iniciar esa huida loca en la que intentaste llegar a casa y acabaste perdida por Santander, tres largos días con sus noches, mientras las redes sociales ardían, tu foto pasaba de teléfono en teléfono y tanta gente dirigía sus pasos hacia los espacios donde alguien creía haberte avistado. Hasta que por fin entraste para descansar bajo un container en el Puerto, por la estación del ferry. Inolvidable tu tranquilidad cuando, al olerme y escucharme, saliste de tu refugio y me miraste como diciendo "¿dónde te habías metido, llevo tres días buscándote?".

Fueron los meses del pánico. Tu alegría cada vez que íbamos a salir de casa y la tensión que te hacía temblar sin control en cuanto pisabas calle y comprobabas que los humanos seguían por allía, siempre intentando controlar que no se acercaran demasiado. Del temblor compulsivo a la rigidez absoluta, como si así no pudieran verte, camuflada tras una barrera invisible. Poco a poco comenzó la confianza, los pequeños detalles, los primeros movimientos, cada vez más cerca de la gente, aunque nunca te gustara estar demasiado acompañada y disfrutabas de los momentos de paseo solitario, Gelo, tú y yo, para qué más. En esa Duna de Gamazo que podría dar testimonio de cómo allí crecía tu seguridad, se desataban tus ganas de correr y de beberte el viento, de dejarte rodar por la pendiente de hierba como si recuperaras la cachorra que hace tanto tiempo fuiste.

Y en los últimos tiempos, cada vez más, la sorpresa de la cercanía y de la aceptación, cuando algunas personas se sorprendían acariciándote sin que te retiraras.

Te cambió la expresión hace ya meses, Camila, tu mirada se relajó, tu mandíbula aprendió a perfeccionar esa sonrisa de perro tan característica. Descubriste que tu cuerpo podía hablar y yo podía entender su lenguaje, y fuimos tejiendo unos lazos muy especiales, siempre pendientes uno del otro, yo de tu fragilidad, tú de la seguridad que te aportaba.

Y de pronto... en tu duna, en tu paseo, en tu mediodía perfecto con tu amigo Gelo y tu compañero humano, sin más siluetas por el horizonte. Te fallaron las patas. ¿Un derrame, una insuficiencia cardíaca? Qué importa ya, fue solo un instante mínimo y ya estabas levantando tu último vuelo, mientras Gelo te daba golpecitos con el hocico, para que te levantaras, y yo empezaba a sentir de nuevo esa desolación y ese vacío de tantas despedidas.

Eras preciosa, Camila, en todos los sentidos, una perra buena, obediente, apegada, de estampa atlética. Ojalá haber pasado contigo más tiempo, el suficiente para ver cómo se te acababan los miedos y florecías a lo grande, como un mar de cerezos en abril. Ojalá haber sabido que se disipaban todos tus temores y te soltabas la melena, feliz y libre.

Quiero creer que estos pocos meses fueron un remanso en tu desconocida historia. Quiero creer que ahora sí que has alzado ese vuelo y que en algún prado infinito, más allá del arco iris, corres sin frenos, junto a Glenda, a Gin, a Lola, a Harley, y dejas que te llenen de caricias esos humanos que nunca hubieran podido hacerte daño, pero sí darte toda la ternura, el cariño, la paz, que merecías, mi padre, Leo, la tía Chavita.

Vuela, Camila. Hacia el lugar sin miedos. Hacia los días de luz inagotable, hacia las manos tendidas y las siestas cumplidas en las que yo, añorándote siempre, no podré ser una vez más tu almohada favorita. Vuela, Camila.

lunes, agosto 22, 2022

PERRINALINDA EN MODO ECTOPLASMA

 


- Eh, Gafapasta: Buuuuuuhh

-Anda, vaya, un fantasma.

-No, Caraculo, yo fantasma no: Yo Perrinalinda ectoplasmática.

-Pues me has dado un buen susto, Perrinalinda ectoloquesea.

-Un mordisco es lo que te tenía que dar, descastado. ¿No me debes tú nada a mí?

-A ver, yo creo que lo que me prestaste para jugar al bingo te lo devolví y esto... no sé, creo que habíamos arreglado cuentas hace tiempo, ¿no? Espera que revisto la libretuca.

-Pero qué libretuca ni qué libretuca. ¿Es que no me merezco yo unas palabras bonitas, como las que escribiste para Mami Glenda, y para Harley, y para el Chico Guapo, y hasta para la micifuza absurda de Tiberio? (Que esa es otra, contenta tienes a la Anabotella, yo te voy avisando). ¿Tan poca cosa he sido para ti?

-...

-...

-Es que... a ver...

A ver ahora cómo le explico yo a Gin  que el golpe fue tan duro que me dolían los ojos tanto como el corazón, que yo me esperaba varios años más compartiendo su ternura infinita, riéndome con sus locuras, alimentándome de esa alegría canina que parecía no tener fin. Cómo le explico la nube oscura que me invadió aquella noche que sigo sin entender, tras una hora de juego en los Jardines de Pereda con la última pelota, con los sollozos que me despertaron a eso de las cinco de la madrugada, cuando de pronto te habías convertido en una masa de pelos incapaz de moverse, incapaz de entender. Y el descubrimiento de ese maldito tumor que se había escondido entre los costillares para no dar señales y te había invadido poco a poco, hasta alcanzar un peso y un tamaño sorprendentes, ese tumor que se había movido por quién sabe qué razón y te estaba aplastando la columna y el sistema nervioso, ese tumor que no se dejó operar.

-Y la Hechicera de la bata blanca y tú empeñados en que estaba engordando y que me sobraban dos kilos. Que me encontráis el tumor a tiempo y me quedo con un tipín de estrella de rock liverpulesa.

A ver cómo te explico que cierro los ojos y veo esa primera fotografía, cuando les dije a las Hadas de Sos Setter eso de "madre mía, qué cachorrona más linda". Sí, cuando te llamabas Lona porque te ibas para Barce-idem y yo ni sospechaba que acabarías siendo la parte más loca de la familia, y te llamarías Gin, y jugarías con Glenda y con las gatas, y te escaparías, y correrías, y darías tanto amor, tanto, que parece mentira que tanta ternura pudiera caber en un cuerpo tan chico. Cierro los ojos y veo tus carreras por la playa, aprendiendo a nadar gracias a Viejuno Harley, incapaz de agotar tanta energía, veo tus movimientos de sirena bañándote en Gamazo con un estilazo que para sí quisiera Esther Williams, tus juguetes de peluche (gomas y plásticos no, gracias). Veo ese salto salvaje desde lo alto de las dunas de Loredo, para deslizarte luego en una especie de rafting que casi me provoca un infarto y a ti te dio el subidón de adrenalina de tu vida, disfrutando como nunca. Veo esa setter ya más calmada por la edad, que me usaba de almohada mientras me invadía el alma con su mirada, dulce, amorosa... ("Quédate con quien te mire como Gin a Regino", escribió alguien en Fabook tras ver la foto de un pregón en el Orgullo de Cantabria contigo al lado observando con cara de felicidad y de amor infinito).

A ver cómo te explico que te echo muchísimo de menos, porque dejaste un vacío denso y silencioso. Que esos once años de vida juntos fueron mejores gracias a ti, que fueron tuyas la mayoría de las sonrisas de ese tiempo (y casi todos los cabreos, por cierto, Perrinalindadelasnaricesaveces). Y que Gelo se quedó desolado, y lloraba toda la tarde, preguntándose por qué ya no estaba en casa la que había sido su compañera durante media vida, y que tuvimos que buscarle nueva familia, con Camila y su TOC, y con la blanquísima sombra gatuna de Lannister.

-Pero si habías dicho que gatos nunca más.

-Pues ya ves...

-Y menuda la liada con Camila, la mi pobre, a ver si la cuidas para que se le pasen los miedos.

-En eso estamos.

-Pero más rápido, coñes, que tiene demasiada tensión la chiquilla. Y cuida a Gelo, que se le ve la cara de viejuno cada vez más, y está cabezón y cascarrabias y empalagoso. Claro, como no estoy yo para darle vidilla...

A ver cómo te explico...

-A ver cómo te explico que te calles ya, Gafapasta. Que ya lo he pillado, que eres vago, melancólico y procrastinador, y que lo habías ido dejando. Pero con lo de antes me vale. ¿Chuches para ectoplasmas tienes? ¿No? Pues menuda mierda de disculpa, tío. En fin. Me voy a morder a Tiberio y a volver loca un rato a Mamiglenda, que andan por las nubes. Ah, y oye, que conocí al Chico Guapo y que... mira, que tenías toda la razón, que es un amor y requetemegaguapo. ¿No va siendo ya hora de otro mozo?

-Es que no es fácil, Gin.

-A pacer, tío, que me voy al séptimo cielo. Otro día te asusto más.

jueves, abril 29, 2021

ADIÓS, TIBERIO



La sorpresa continúa saltando cuando explico que, tras 19 años de convivencia, se me ha marchado la gata Tiberio. ¿Gata y Tiberio? La sorpresa se magnifica cuando añado, "Sí, Tiberio Claudio Druso Nerón Germánico, para ser más exactos". Y ya entonces tengo que explicar que había decidido por primera vez incorporar a una gatuca a la familia para que Glenda no pasara tanto tiempo sola, que la elegida era Miércoles pero te dejaron con ella para que no estuviera muy estresada los primeros días y que ya vendrían después de un fin de semana a recogerte y... bueno, nunca te marchaste. Se suponía que eras chico, que los gatos sois un poco complicados de peques para determinar esas cosas, y yo me quedé con la sensación de que había hecho un poco el tonto cuando no vinieron a recogerte y me quedé hoy con dos mininos en lugar de uno, así que, reflejando en ti lo que yo sentía, te bauticé con el nombre completo del emperador Claudio, el que tenía fama, bien injusta, de tonto. Al poco fue evidente que eras chica, pero ya dejamos el nombre tal cual, no fueras a alterar tu frágil estabilidad existencial.

Para mí entonces manejarme con dos gatas era como doctorarme en cálculo infinitesimal, erais seres extraños y traté de hacerlo lo mejor posible. Mucho mejor lo llevó Glenda, que según os vio dijo "Anda, cositas para pastorear" y se convirtió en vuestra madre. Inolvidables esas escenas en que cuando jugabais por la noche, vuestra madreperra se levantaba de la cama, os pillaba por el cogote y os lanzaba a los lados del pasillo para que dejarais de molestar, o cuando os pillaba por el cogote (llegó a ser una manía) y os reñía por haber salido al descansillo de la escalera. 

La propia Glenda fue la que te convirtió en una pequeña estrella en la blogosfera, al incorporarte a las peripecias de su blog como "la gata tonta". Y es que no te parecías en nada a tu hermana Miércoles, siempre fuiste tímida, reservada, distante. Te encontrabas cómoda al sol, cuando no había nadie cerca, te escondías si había jaleo por la casa, pero también mostrabas tu cariño sentándote al otro extremo del sofá cuando yo veía la tele, eso sí, sin dejar que te tocara o te acariciara. Con el paso del tiempo todos en la manada aprendimos a respetar esa distancia, y de alguna manera ese respeto te aportó seguridad: Alargaste tus expediciones, saltaste a lo más alto de los armarios y del frigorífico para luego pedir socorro porque no te atrevías a bajar, te acostumbraste a buscar calor encima de Gin o pegada a mi lado, y a exigir tu comida por las mañanas y por las noches. Hasta descubriste que de vez en cuando se estaba bien buscando una caricia o un ratito en brazos.

Inolvidable también el recuerdo, siempre lleno de sonrisa, de tu encuentro con Leo. Fuiste el único miembro de la familia que nunca le aceptó, celosa quizás de una atención que tú no buscabas pero no querías ceder a otros. Erizabas el pelo y bufabas como poseída por Belcebú cada vez que os tropezabais por el pasillo, y Leo, con su carácter extrovertido y alegre y sus dotes actorales, pronto decidió imitarte y responder a tus bufidos hasta que, enfadadísima, te escondías en aquel cajón del armario que tantos años fue tu mejor refugio, supuestamente secreto.

Tu marcha ha sido a un tiempo esperada y sorprendente. Todos los bichos de la casa ya muy mayores, pero estabas estupenda, con un pelaje envidiable, con un carácter más seguro y más dulce, y no pensaba que fueras a ser tú la primera en marcharte. Han sido pocos días, de pronto se te torció el gesto y la cara se quedó deforme evidenciando la presencia de un linfoma. Sé que no has estado mal, que no has tenido esos dolores que te hubieran obligado a refugiarte en un espacio secreto y apartado, sé que hasta el final has querido comer y yo he aprovechado para regalarte con sardinas, mantequilla, leche, bonito y alimento húmedo, sé que has pasado más tiempo en brazos esta última semana que en casi toda tu vida, yo te recogía y tú te dormías plácidamente encima de mí, sin exteriorizar dolor o quejas. Hasta que el pasado martes te encontré, al regresar del trabajo, dormida ya para siempre.

Y me he sorprendido a mí mismo buscando tu sombra silenciosa por las habitaciones, llamándote, "¡Tiberio!" al regresar anoche a casa, conjugando tu ausencia con la tristeza serena que muestran Gelo y Gin en este abril cruel, como cantara Eliot.

Te echamos de menos, pequeña.
 

miércoles, marzo 17, 2021

EL AÑO DE LAS MÁSCARAS


 
Era viernes y trece. 

Apenas hacía unos días, nos habíamos reunido mis hermanos y yo con mi madre para celebrar su cumpleaños. 

Apenas hacía unos días, mi querida Isabel había cumplido ¡por fin! su sueño de ser madre, y la pequeña Isabel aprendía a respirar los aires del Cantábrico.

Apenas hacía unos días, se materializaba mi reingreso como funcionario en el ayuntamiento de Santander, y comenzaba a terminar un tiempo oscuro en el que dejé de creer en las instituciones y en la justicia. Un tiempo del que llegué a pensar que era el bache definitivo, que no tenía salida.

Cuando me subí al autobús, de camino al trabajo, con las últimas noticias que confirmaban el cierre de los colegios y apuntaban a que habría un confinamiento como el de Italia, no sabía que me encontraría el Centro Cultural Fernando Ateca cerrado, que ya habían llegado las instrucciones del ayuntamiento para cerrar todos los servicios no esenciales y que tendría que regresar, un poco desconcertado, a casa para recibir la última noticia, en la madrugada del sábado al domingo se iniciaría un confinamiento que, en principio, duraría un par de semanas. 

Con la mirada hacia estos doce meses transcurridos desde entonces y la mascarilla puesta, mientras celebro que hoy en Cantabria el toque de queda pasa a las 23:00 y por fin tras muchos meses mis perros podrán tener su paseo nocturno en condiciones, hay tiempo para muchas reflexiones.

Dios aprieta pero no ahoga. Estoy convencido de que me salvé por solo tres semanas. Si los trámites se hubieran retrasado todavía más, es así de duro, y el confinamiento me hubiera llegado en las condiciones de abandono en que los incumplimientos y la indecencia de la Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte,  el consejero de Cultura, el gobierno de Cantabria y algunos jueces y funcionarios de los que me sigue sorprendiendo que hubieran aprobado el primer curso de Derecho me habían dejado, hoy, simplemente, no estaría vivo.

Aunque solo fuera por eso, por ese regreso a la vida, tendría que contarme, como me cuento, entre esos españoles raros que al pasar revista concluyen que la experiencia del confinamiento y posteriores restricciones ha sido positiva. 

Y es que 2020 fue, con todo, el año de la calma. Regresar a la vida, dejar de llorar, volver a comandar la nave y a sostener el timón fue importante. Fue importante también la superación de la derrota, el momento de volver a caminar, que se plasmó en la recuperación de planes y proyectos aplazados. 

He cocinado mucho, y pulido recetas que todavía no me acababan de salir. He pasado mucho, muchísimo tiempo con mis perros y mis gatas, en estos tiempos en que todos ellos, Gin, Gelo, Tiberio y Miércoles, andan en días de descuento, con demasiados años a cuestas, y agradezco la lentitud y la ternura que el 20 me dejó para disfrutar de su compañía. He leído bastante. He escrito algo, menos de lo esperado, porque la cabeza no estaba para novelas, pero Cuando fuimos silencio ha dado un salto cuantitativo importante. He visto muchas series y muchas películas. He echado de menos no haberme llevado todavía el piano familiar a casa, porque hubiera tenido la posibilidad de recuperar dedos y volver a asesinar a Mozart con cierta soltura. He quitado mucha basura y mucho trasto de mi casa, también de mi vida. He echado de menos más que siempre y tanto como nunca a Leo, y es que me imagino que las pandemias se pasen mejor a dos bandas. He vuelto a la disciplina académica, y he iniciado la nueva temporada del grado en Lengua y Literatura Españolas con una matrícula de honor que quería sacar, en Estilística y Métrica. He enredado por las redes sociales. He dormido, paseado, he echado de menos a la familia y a los amigos, he guardado muchos silencios, he escuchado mucha música, he celebrado con alegría los pocos encuentros y celebraciones familiares, me he sentido fuerte incluso cuando por vez primera he tenido que aprender a estar solo en Nochebuena y Nochevieja. Me he sentido bien.

Hacia fuera, sin embargo, justo allí donde nos decían que íbamos a ser mejores, he sentido una degradación, una ira, un descontrol fuera de parangón reciente. Me espanta cada día más lo que veo y escucho en las instituciones, los discursos de odio que se filtran de manera constante y nos van cubriendo de miseria y porquería moral. Me duele la transfobia, que de pronto ha ocupado un espacio central del discurso social y político; me aterra el servilismo de los medios de comunicación y su blanqueamiento constante de las peores actitudes y valores. Me asusta poner la radio los miércoles para escuchar, durante solo diez minutos, rara vez aguanto más, la llamada sesión de control del Congreso, insulto y sinrazón contra insulto y sinrazón en un espectáculo indecoroso que ya no soy capaz de soportar. Me cansan el ruido vocinglero y los populismos demagógicos de diestra, de siniestra y hasta de extremo centro. Me preocupa y me lastima la constatación de un cierto fracaso de mi país como tal país, un país que es incapaz de ofrecer no ya futuro sino siquiera presente a los jóvenes y que abandona a tantos a los lados del camino. El de los patriotas de pacotilla que se exaltan gritando vivas a la bandera y más vivas a una familia real que no se lo merece, pero que hacen trampas y más trampas, que esquivan sus impuestos, que se niegan a contribuir al proyecto común ni personal ni económicamente, que llenan de barro hediondo todo suelo que pisan porque es el único escenario en el que sus malas artes pueden tener sentido y éxito.

Los gritos histéricos y los silencios calmados. El afuera y el adentro del año de las máscaras.

Y el cansancio ya importante, la necesidad de que este tiempo enfermo por fin acabe y podamos recuperar (¿sabremos?) los abrazos y las risas.

miércoles, marzo 03, 2021

ODIO A EDURNE PORTELA. ESTAMOS LEYENDO... "EL ECO DE LOS DISPAROS"


Entre los libros con los que he dado comienzo al año lector, se han venido sucediendo varios que coinciden en mirar la violencia desde una cercanía personal o documental que puede resultar aterradora. "Los amnésicos", de Geraldine Schwarz, la fría indiferencia, el silencio frío, de la sociedad alemana abducida por Hitler. "No digas nada", el viaje de Patrick Radden Keefe a la época de "Los Problemas" en Irlanda del Norte. Y ahora  "El eco de los disparos", una memoria personal y cultural con la que Edurne Portela nos lleva de viaje hacia el complejo tapiz de personas, razones, representaciones y vivencias con las que ETA (y no solo ETA) han marcado durante demasiados años toda una sociedad, y de alguna manera continúan presentes, en espera de generaciones capaces de mirar sin tanto dolor, sin tanta pasión, sin tanto odio, para que de verdad las calles y pueblos del País Vasco puedan descubrir una vida en la que los ecos de los disparos sean parte de una vieja y tremenda pesadilla.

Inicio esta entrada en el blog afirmando que odio a Edurne Portela. Porque uno, que acaba por adherirse a demasiadas rutinas, la música barroca, el juego de Marvel Contest Of Champions, la lectura, el chocolate, los perros, ha acabado sumando una cita más durante el pasado año, de desconciertos, aislamientos y confinamientos, más turnos de tarde: la de la radio, cada lunes, para escuchar el diálogo entre Angels Barceló y Edurne Portela, con su mirada lúcida, racional, comprometida, ni inocente ni neutral, siempre sentida, pensada y libre. Un odio que se reafirma con la lectura de su libro "El eco de los disparos", por su lenguaje preciso y enérgico, su mirada calmada y sincera sobre años de plomo y de miedo, por contarnos historias que estremecen, que invitan a la agotadora reflexión, que nos exigen apartarnos de lugares comunes y proclamas de parte, para profundizar en una violencia que ha acabado por convertirse en un elemento estructural de las dinámicas sociales, culturales y políticas de ese País Vasco que en Cantabria tenemos tan lejos (a veces nos ha parecido una narración distópica cada noticia, cada experiencia) y tan cerca (con los amigos y familiares y hasta parejas que hemos tenido y tenemos por la comunidad vecina, y que a veces nos han permitido intuir más que ver). ¿Más motivos para ser en adelante hater oficial de la escritora? ¡Cómo si no tuviera yo ya rozando el infinito la pila de libros pendientes de leer y cuando escribo estas líneas ya me he comprado el volumen de cuentos de Iban Zaldua Mentiras, mentiras, mentiras y haya anotado otros libros y películas que antes desconocía y ahora siento como necesarios!

Como he apuntado, nos queda lejos y cerca el territorio violento del que Portela nos hace partícipes. Claro que recuerdo a la compañera del instituto que había llegado hasta Reinosa cuando las amenazas de secuestro a la familia empezaron a sentirse como demasiado pesadas y reales; claro que pude cortar el espeso silencio de Miren, cuando estuve en la boda de su hijo Martxel con Paolo, ese italiano guapísimo que no sé de dónde habría sacado, ese silencio con el que asistía a la fiesta previa a la boda, mirando de reojo a los asistentes, que no la permitió hablar hasta que no comprobó que en el jardín quedábamos solo los invitados "de fuera". La misma Miren que dos días antes, cuando le habíamos preguntado por un sitio majo para comer, en el pueblo donde radicaba el negocio familiar, con un altísimo porcentaje de voto a la entonces HB, se limitó a decirnos "allí no". O alguna que otra cita con un chico majo con el que no llegó a cuajar nada y que se desarrollaba con la cercanía del guardaespaldas. Relatos en primera persona de familiares que habían dejado de ir a la catequesis de la parroquia porque tal, relatos de la asociación donde coincidían amenazados y amenazantes, unidos a veces por empresas comunes pintadas con el arco iris, porque cual.

Nos queda más cerca que lejos también su forma de mirar y de contar. Esa necesidad de profundizar, de adentrarse en razones y conciencias, de comprender (que no de sostener) cada pieza de ese complejísimo enjambre en el que confluyeron demasiados odios, demasiadas razones y sinrazones, demasiados miedos, tantos intereses, como para dejarse llevar por mantras simplistas o por manipulaciones políticas. Quiero confesar que me he enfadado, con el maltrato a escritores o fotógrafos a los que por intentar ir un poco más allá del único discurso que unos u otros estaban dispuestos a aceptar, casi se criminalizó como equidistantes (terrible palabra)... sin serlo. Que he sentido un temblor con ese NO mayúsculo y seco, que sonaba como un disparo, en la boca de una víctima que llevaba demasiado dolor dentro. Que he sentido pudor con la desnudez con la que la propia Edurne Portela se enfrenta a sus memorias más personales, en las que, no podía ser de otra forma, siempre acababan apareciendo los ecos de los disparos. Que he llorado con algunas personas y sus historias.

Dicen que el amor y el odio a veces se parecen, y a lo mejor el encabezamiento de esta entrada no sea más que un juego retórico para llamar la atención de quienes de tanto en tanto llegáis a este blog que intenta salir de la apatía de los últimos años y retomar la constancia de sus mejores tiempos. Pero sé que he cerrado las últimas páginas de un libro que deja huella, que nos abre ventanas y nos empuja a conocer más, a leer más, a regresar y mirar con unos ojos más viejos y ahora seguramente un poco más sabios. Y siento mucha gratitud por ese momento en Gil en el que decidí dejarme llevar por el impulso de comprar un libro más, por el impulso que me llevó a rescatarlo de la montaña de pendientes, gratitud por Edurne Portela.

 

lunes, febrero 08, 2021

TIEMPO DE TERNURA

Se me vienen a la cabeza ahora títulos musicales como el maravilloso Try a Little Tenderness, mejor en la versión de la película The Commitments o el título del álbum de Ana Belén y Víctor Manuel Para la ternura siempre hay tiempo.

Ahora que donde una vez tuve un pequeño zoo, ha crecido un mini geriátrico en el que perros y gatos aprenden la lentitud, la calma, las mañas de la edad avanzada, el tiempo de descuento.

Miércoles y Tiberio tienen 18 años. Vaya, que ya sé que hay gatos que viven más, pero... hasta para los gatos son muchos, muchísimos años. Hace un par de veranos, Miércoles, la Gata Mala, me dio un susto, dejó de comer y de beber. Nunca supimos qué le pasaba, pero con los buenos oficios de Mercedes, un poco de paciencia y algo de suero, de pronto volvió, muy flaquita la pobre, a su normalidad y ahí sigue, como una vieja impertinente y pejiguera, reclamando atención, arrebujándose entre mis brazos mientras veo alguna serie, reclamando su desayuno... y el mío. Tiberio, la Gata Tonta, la que fue durante años arisca y esquiva, reclama la mano que le regala caricias, mientras algunos achaques y algunas marcas de la edad, le dejan una pequeña calva en su lustroso pelo negro, o supuran un poco de vete tú a saber qué por un granito o por, como diría Glenda, el chirimiri.

Gelo es el ejemplo perfecto del dicho "todo lo que no mejora, empeora". Así que ha decidido a sus, al menos, doce años, edad ya proyecta para un setter, completar su estupenda forma física con una cabezonería de vejestorio testarudo, una exigencia permanente a todos y cada uno de los habitantes de Santander de unas palmaditas en la cabeza y, a ser posible, unas chuches. A veces se le va la cabeza, se detiene de manera brusca en medio de una carrera como ladrando "¿dónde estoy?", o se sienta y se queda mirando al vacío, o hace pis por casa aunque acabe de regresar de la calle. A su pre-demencia senil, le añade una buena dosis de hocico duro, y cuando le reclamo para que deje libre mi sillón favorito, me mira con una mirada profunda y gesto de "Perdonar señor pero mí no comprenda español". 

Gin, esa loca que estuvo a punto de ser más fuerte que mi paciencia, que me volvió loco y conmigo a medio Santander, que corría y corría y corría como una especie de espíritu libre y enloquecido, por fin decidió aflojar, de golpe y por sorpresa, y ahora sí que es verdad que alguna carrera se da por la playa o el parque, pero en general permanece a mi lado, atenta a caricias, miradas y chuches, esperando mi atención y el contacto de nuestras pieles. Para Gin son diez los años, diez largos, que no son muchos pero sí acercan a la Perrinalinda a los límites en la esperanza de vida de los setters (entre 10 y 12). Se cansa, ronca, tose, tiene cierta desgana con la comida, y sobre todo han aparecido unas telillas opacas sobre sus ojos brillantes que anuncian la llegada de las cataratas, todavía no muy graves, pero en proceso constante.

Quienes no compartís vuestra vida con animales, imagino que seguiréis pensando que estoy loco, que estamos locos. Pero en los últimos años (ya hace 31 años que llegó Lola, pero sobre todo en los últimos diez, tras la muerte de Leo) gatas y perros han sido una compañía fiel, segura, cálida, amable, cercana. Pero como canta Milanés, el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. Toca pensar mucho en la despedida, en disfrutar la intimidad posible mientras el tiempo nos la respete, toca la ternura, la de no olvidar la palabra y la caricia cotidianas, la de estar atento a sus necesidades y a respetar sus ritmos y, cómo no, a sus pequeños caprichos.

Sé que vienen dos, tres años, cargados de despedidas. Leo a menudo por las redes la queja acerca de la corta vida de nuestras mascotas, nuestros compañeros, pero siempre pienso que si viven menos que nosotros es porque nosotros, humanos y racionales, ja, tenemos más herramientas para adaptarnos a la soledad y a la tristeza, sabemos que la vida será peor sin ellos, pero será. Sin embargo, ¿podrían Tiberio, Miércoles, Gelo, Gin continuar su vida si fuera yo el que faltara?

Gracias por tanta luz. El compromiso está firmado, el de cuidaros hasta el último día, el de no dejar que sufráis cuando llegue el momento, el de tener siempre el cariño y la ternura disponible. El de llevaros en el corazón hasta el infinito y más allá. Porque ahora toca calma, ahora toca ternura. Y no va a tardar el tiempo del adiós. 


 

viernes, enero 22, 2021

ESTAMOS LEYENDO... "CIEN NOCHES", DE LUISGÉ MARTÍN

Mi primer encuentro con la narrativa de Luisgé Martín fue hace ya unos cuantos años, con La muerte de Tadzio, una novela que me resultó casi tan deslumbrante como incómoda. Incómoda porque, de alguna manera, la sutil penetración del escritor en el alma del viejo voyeur, en pleno proceso de destrucción y decadencia, eco sordo apenas del exquisito adolescente que nos había seducido en Mann/Visconti, era una violación de nuestra propia oscuridad.

Creo que esa palabra, incomodidad, unida a esa otra idea de penetración psicológica, forman los dos ejes fundamentales de la narrativa de Luisgé. Sí, claro, está también su dominio del lenguaje, la precisión y elegancia con las que elige palabras y períodos, pero ese dominio en un escritor debería darse por supuesto... aunque sea este por supuesto un hecho que la realidad se empeña en negar una y otra vez.

Vuelvo a Luisgé con la lectura pausada y atenta de Cien noches, la novela con la que obtuvo uno de los premios que importan, el Premio Herralde de Novela, en su edición del pandémico 2020. Y regresa la impresión de transitar por un libro que imaginaba gozoso o sentimental y que vuelve a ser el Martín oscuro, casi perverso, que viola nuestras conciencias y nos provoca un extraño regusto entre el placer, la negación y el miedo.

En esta sociedad de hoy, la del panóptico de las redes sociales controlando cada miga de nuestras miserias cotidianas con su mirada ursulina, Luisgé Martín penetra a través de una historia en la que hay amor, asesinatos, conspiraciones, política, ironía, sexo y prestamistas malvados en el mundo tan hipócritamente negado de la promiscuidad. Lo hace, a mi juicio de manera magistral, utilizando como disculpa y como discurso unificador, una investigación universitaria cuya conclusión, la de que somos promiscuos por naturaleza y nos resulta casi imposible no caer ante la oportunidad cuando se presenta, se apoya en un lenguaje duro, cortante, académico, de manera que el sexo en frío del amante ocasional queda acentuado por palabras frías, secas, desapegadas que ayudan a una lectura todavía más turbadora. Cada uno de los informes engarzados en el relato principal resulta un pequeño cuento, cerrado apenas en el momento justo en el que se nos demuestra o explica la caída de sus protagonistas en el cuerpo a cuerpo.

Narrada en su mayor parte desde las andanzas desnudas y muy carnales de Irene, Cien noches  nos da lo que la firma de su autor siempre promete: Un libro singular, inteligente, preciso y precioso, que nos abre puertas, nos invita a la reflexión y nos recuerda casi en cada página por qué leemos.

viernes, octubre 16, 2020

NOCHE DE MARZAS (micro relato)

NOCHE DE MARZAS (micro relato) Dicen que la costumbre de rondar a las mozas en la última noche de febrero viene de antiguo. ¿Quién lo sabe con certeza? Algunos apuntan a un rito del final del año según el calendario romano; otros van más allá y hablan de los celtas y su organización agrícola del tiempo. Al fin y al cabo, ¿qué son las marzas sino una bienvenida temprana a la primavera? Antes eran los quintos los que marcaban el recorrido por las callejas del pueblo, señalando las casucas de sus novias, o de las mozas a las que les gustaría tener por tales. Ahora, cualquier chico del pueblo puede apuntarse, ni siquiera hace falta que esté soltero. Pero siguen cantando a sus mujeres soñadas los sacramentos del amor y la fiesta de marzo. A los mozos les gusta contar con la preciosa voz de Sindo, que marca las entradas y guía a los cantantes más torpes con su potente registro de tenor. Y si quieren que Sindo cante, saben que hay que apartarse un poco del centro del pueblo y acercarse hasta la casona de los Barquín, los señoritos de siempre. - Que sí, hombre, que vamos hasta donde Barquín. Aunque no veo yo que la Adela te haga mucho caso. Cada año, Ramiro le hace la misma broma al bueno de Sindo, que sacude la cabeza y calla. Él sabe que cuando canten frente a la casona, con Adela en la puerta, bien abrigada con su mantón de lana y preguntándose quién será el muchacho tímido que cada año lleva la ronda hasta tan lejos, cantará con más ganas, gritará el ijujú ritual al final de las marzas, y mientras otros mozos recogen los huevos y los chorizos de la matanza para la merienda del sábado siguiente, él mirará hacia arriba, a la ventana que cierra la fachada por la izquierda, donde entre las cortinas asomará la sonrisa infinita de Bernardo, el hermano de Adela, lanzando hacia la heladaun beso.

viernes, septiembre 04, 2020

EL SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO


Diez años después de tantas cosas... Diez años, uno de esos aniversarios redondos que, incluso sin quererlo, nos obligan a mirar hacia atrás, a girar sobre nuestra propia memoria y volver a andar el camino.

Leo era friolero, mucho. Se le encendía la sonrisa en las mañanas de sol, desataba su lado más pícaro y sexy en la playa o en las terrazas, con sus gafas de sol y sus estilismos de chulo de culebrón latino.

Por eso escribí en un poema de 33 Instantáneas "Él es el verano". Por eso en tantas de las imágenes íntimas o las fotografías que él mismo compartía en su Facebook hay mucha camiseta de tirantes, mucho bañador, muchas gafas de sol y mangas cortas, dejando asomar su tatuaje, mucho de ese cuerpo tan amado y tan deseado a la vista. Hay mares, jardines y palmeras de aquel verano mágico del 2009. Y no tantas del verano de 2010, cuando la quimioterapia desaconsejaba la exposición al sol y obligaba a descansar y a cuidar la carne maltrecha.

Ha hecho mucho calor, y muy húmedo, en Santander estas últimas semanas de agosto. Era difícil dormir. Más fácil recordar esa canícula de ya diez años, que sirvió como origen para otro de los poemas del libro de poemas que habla de viaje junto a Leo. El que se titula, como la comedia de Shakespeare, A Midsummer night's dream, el Sueño de una noche de verano.

Era imposible dormir. A eso de las cuatro de la mañana, el termómetro no había bajado de los 22 grados. Para empeorar el panorama, Leo había tenido sesión de quimio y notaba que su cuerpo le abrasaba desde dentro. Yo quería que descansara, pero no parecía una opción posible, así que sobre esa hora surgió la idea loca, la de irnos al Parque de Jado y allí tratar de que nuestros cuerpos se enfriaran a la fresca, en algún banco oscuro que tal vez recibiría un poquito de brisa. Ante mi sorpresa, a Leo le pareció bien, así que nos fuimos los tres, Leo, su enfermera Glenda y yo. Glenda pronto encontró una zona de hierba fresca para desplomarse y en el banco más cercano nos sentamos Leo y yo. Leo se echó sobre el banco, dejando que su cabeza reposara sobre mi pierna, y consiguió dormirse mientras yo cantaba muy bajo, muy bajo, muy bajo esa pequeña joya de Joe Cocker que es You are so beautiful, mientras casi sin tocarle acariciaba su cabeza.

Así estuvimos algo más de una hora, hasta que ya pareció prudente regresar a la cama común.

Así fue como nació uno de los poemas que me gustan de 33 Instantáneas y que ahora recuerdo en este viejo blog para vosotros.

A MIDSUMMER NIGHT'S DREAM

Ahora que descansas
como un niño pequeño en mi regazo

-tu cuerpo está extendido sobre el banco del parque, son las cuatro de la mañana y este calor violento y sofocante que abrasa nuestra casa no te deja dormir, vueltas y vueltas sobre el campo de muelles, y más vueltas incómodas hasta que te propongo que bajemos al parque con la perra para encontrar el fresco como esos dos amantes que se adentran en los bosques de Atenas en busca de la calma cuando el verano arrecia-

ahora que la perra nos custodia
como una dulce esfinge
desde su lecho fresco de rocío y de hierba,

-llevas el fuego dentro, han sido cuatro horas de inyección de veneno en tus entrañas, tus brazos están rígidos, como cartón y hueso son tus venas, y el ritual de siempre en el hospital de día, sonrisas en la sala de los muertos, un libro, una película, la charla susurrada, una enfermera que acaricia tu piel y la perfora con extremo, cuidado no ha sido suficiente para aplacar tu miedo-

te acaricio la frente
y elijo una canción para cantarla
a tu oído, bajito,
al tiempo que los ojos se te cierran,

-ha resultado mágica esta vigilia en medio de este verano triste, sueño ahora que tu cuerpo de pronto regresa a la hermosura, que caminas con los pasos bien firmes hacia el centro del escenario y mueves los brazos de libélula y el teatro se llena de escamas de colores y todo el mundo calla para escucharte, Puck, Robin Goodfellow, duende travieso de humor impertinente, "yo soy ese alegre andarín de la noche", y cantas con tu risa y crece el deseo en cada espectador y todos te aman-

te acaricio la frente
y con voz de Jode Cocker, enamorada y rota,
canto You are so beautiful to me
mientras por fin descansas y te duermes
y respiras despacio.

-La madrugada calla-.

miércoles, agosto 19, 2020

MARINA PARDO. LA EXQUISITA MADUREZ DE UNA MEZZO SOPRANO



En estos tiempos extraños, en los que hasta los placeres más básicos y asentados de nuestras vidas (ay, la música) se han convertido en un deporte de riesgo, en una ocasión excepcional, me siento feliz por haber asistido la pasada noche al recital de la mezzo soprano cántabra Marina Pardo, con su fiel compañero de andanzas musicales, Kennedy Moretti, al piano, en el un Festival Internacional de Santander tan extraño como los propios tiempos.

Beethoven tenía la culpa. El recital de Marina presentaba como delicatesen central su lectura del ciclo de lieder "An die ferne Geliebte" (A la amada lejana) del genio de Bonn, en la celebración de su 250 aniversario. Acompañaban al ciclo un pequeño ramillete de canciones de concierto del propio Beethoven y varias de aquellos otros nombres que triunfaban en Viena cuando El Divino Ludwig Van llegó a la capital musical del mundo en plena ebullición del Clasicismo. Haydn, Mozart y Salieri, destacando, del primero, esa preciosa escena / cantata que es "Ariadna en Naxos".

No me he venido al blog para hacer una crítica del recital. Aunque sí podría señalar la técnica controlada y exacta con la que Marina Pardo dominó su línea de canto en todo momento, la riqueza de sus matices (esos pianísimos que te dejaban sin aliento) y de su paleta dinámica, la elegancia clásica y sin estridencias de su lectura musical, la perfecta simbiosis con ese Kennedy Moretti que tantos años lleva haciendo música junto a ella, la adecuación a los diferentes estilos y situaciones planteados en las canciones del programa (porque ni el Haydn tan Sturm und Drang del Haydn era gemelo de la delicadeza rococó del Mozart de Mientras Luisa estaba quemando una carta de su infiel amante o del académico y ajustado Salieri, ni el Beethoven de A la amada lejana está ya en el marco del Clasicismo cuando compone el ciclo). Qué bien todo, qué bonito y agradable, qué disfrute.

Porque en realidad me apetecía más hablar de esa Marina a la que he aprendido a admirar, a querer y a disfrutar a lo largo ya de unos cuantos años. Asistir a un recital de Marina Pardo es tratar de adivinar qué habrá ocurrido con su pelo (la he visto cantar con la cabeza afeitada, con un rubio desmelenado en cardados imposibles, con un rosa intenso o un negro como mi suerte), qué prenda lucirá para dar todavía más empaque a su indudable dominio del escenario (la tela absolutamente maravillosa de la falda que lució ayer casi me hace olvidar ese chal espectacular pintado a mano con cuerpos y aves nocturnas que encargó para el schubertiano Viaje de invierno que le pedí -parece que hace un siglo- para el Palacio de Festivales, tan abrigado por las cajas de luz de Fernando Bermejo y su Bosque de la Paz). Esa mezzo soprano a la que escuchamos por primera vez haciendo repertorio sacro del XVIII, como solista en Concentus Musicus Santander, y que ha ido creciendo artísticamente hasta enfrentarse a complejos roles de ópera contemporánea o wagneriana, a la intimidad del recital, a la exactitud tan emocional del Barroco, pasando de un estilo a otro como si fuera fácil despojarse de Wellgunde para llegar a Ariadne.

Desde mi butaca, no puedo evitar sonreír y comentar a mi acompañante cómo la Pardo se come el escenario, se afianza en el centro con un poderío escénico que hipnotiza y atrae, provoca ese instante de silencio que romperá Moretti y que pronto habrá de vestir ella con las notas que le brotan justo al lado del corazón.

Desde mi butaca, tengo que aplaudir cuando rompe la sobriedad litúrgica del recital para recordar, puro esquema, dos cosas. Que los tiempos son raros y complejos y que los músicos necesitan tener al público delante, por un lado. Que el concierto tiene lugar en la misma fecha del calendario en la que Federico García Lorca fue vilmente asesinado en su Granada. Porque la memoria y el compromiso casan de maravilla con la belleza. Y en algún momento del pasado, Marina Pardo fue, en otro Festival Internacional de Santander una espléndida Magdalena en la ópera que sobre La casa de Bernarda Alba compuso Miguel Ortega.

Qué bien volver a escucharte, Marina; qué bueno poder agradecerte tanta música, Brava.

NOTA: Para qué vamos a decir que, puesto que Marina Pardo es una de las artistas más sólidas que ha dado Cantabria, una de las carreras más largas y relevantes, ni el presidente de Cantabria ni el consejero de Cultura encontraron tiempo para hacerse presentes, ¿verdad?

Y eso que esta vez, al menos, el palco no estaba vacío del todo y sí acudió la Concejala de Cultura del Ayuntamiento de Santander.

martes, agosto 11, 2020

MRS. AMÉRICA, UNA MIRADA AL FEMINISMO DE LOS 70 QUE NOS ABRE LOS OJOS HOY




La serie de HBO "Mrs. América" supone una interesante mirada histórica hacia los años 70 y primeros 80, hacia la llamada Segunda Oleada Feminista , y más en concreto a la lucha de un movimiento como tal y de muchas mujeres desde sus posiciones y experiencias personales para conseguir incorporar al texto de la Constitución de los Estados Unidos la ERA , una enmienda añadida al texto de los padres fundadores que debería consagrar (todavía no se ha conseguido su inclusión) de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Producida y protagonizada por Cate Blanchett, en el centro de un reparto protagonizado por magníficas actrices, habituales de nuestras series más queridas, me interesa mucho todo lo que se puede aprender en "Mrs. America" no sólo por la gran calidad visual de la producción, por los guiones impecables y las ajustadas interpretaciones, no sólo por el viaje a los 70 a través de los ojos de una docena de mujeres a favor y en contra de la Enmienda, no sólo por el retrato de las actitudes, fricciones, prioridades, egos, compromisos y logros del Movimiento Feminista entonces, sino también y quizás sobre todo por lo que me ayuda a leer algunas cuestiones actuales.

Por ejemplo, en los discursos populistas de derecha es hoy lugar común y ya perfectamente integrado entre sus seguidores la idea de que el feminismo es una especie de engendro izquierdista con el que resulta imposible tejer diálogo o colaboración alguna desde otros postulados. El personaje de Jill Ruckelshaus, republicana, activista pro ERA y asesora de la administración Ford, nos muestra no sólo que en un determinado momento histórico la presencia de mujeres conservadoras en el movimiento feminista y su capacidad para influir en los gobiernos republicanos no era una quimera. Es la aparición de la derecha ultra religiosa la que se alía para facilitar el camino de Reagan, tomar posiciones y bombardear las opciones de ese feminismo integrado en el bando republicano en su lucha feroz contra la aprobación de la ERA con argumentos ridículos que sin embargo calan en cierto sector de las mujeres norteamericanas, y a los que suma su profundo, cómo no, anticomunismo, su oposición a los avances de las personas lgtb y sus posiciones pro vida (¿de qué me sonará a mí todo esto). Es la derecha más a la derecha la que expulsa la lucha por la igualdad de derechos de sus filas, y puede que no sea mala idea recordarlo de vez en cuando.

Por ejemplo, queda bastante clara la fractura que dentro del feminismo norteamericano de la época suponen los derechos gays, y la centralidad de si las lesbianas son o no sujetos de la liberación de la mujer, ya que sus objetivos, reivindicaciones y agendas no son exactamente las mismas. Con la que tenemos liada estos meses con las posiciones transexcluyentes, y alguno de los mantras que manejan algunas de sus principales defensoras sobre lo cerquísima que siempre han estado ellas del movimiento gay y sus avances, y qué decepcionadas están con la deriva trans, tampoco está de más recordar que siempre las agendas lgtb han sido laterales, muy secundarias y prescindibles más allá de lo meramente teórico (incluso en lo teórico), y que al feminismo TERF le precedió un feminismo LERF muy muy marcado.

Por ejemplo, que los movimientos sociales tienden a ser diversos, variopintos, a integrar muchas miradas y percepciones, muchas de las cuáles se quedan sin resolver. No sólo abre los melones del feminismo conservador y de su exclusión de la estrategia republicana o de la presencia de las lesbianas en el movimiento. También por ejemplo aparecen otras intersecciones, como la del feminismo negro o el feminismo de clase frente a las posiciones blancas y burguesas mayoritarias. Y que esta diversidad que puede ser polémica y generar fracturas, pero que también aporta riqueza, suele acabar momificada en posiciones pactistas, prudentes, posibles en cuando se toca el entramado institucional o la política de partido, otra lección más que se nos hace transparente en "Mrs. America".

Merece la pena dejarse llevar por la historia de estas mujeres haciendo historia. Entretenida e impecable si se busca sólo televisión sin más, educativa siempre, provocadora en muchas de sus tramas y en la narración de una parte de lo que esa segunda oleada supuso para el feminismo en Estados Unidos y, desde allí, para el feminismo global.

martes, agosto 06, 2019

SOMOS INCÓMODAS


Al vertiginoso ritmo de una vez cada seis meses decido que ya está bien de tener el blog abandonado y que debería empezar a tomarme en serio su resurrección. Escribo un post y me vuelve la murria, pero a ver si esta es la buena.
 
Y es que ha sido un mes complicado este último, con las secuelas del Orgullo y los aspavientos de Arrimadas incendiando las redes y los videos sobre las Jornadas de Gijón incorporando un par de latas de gasolina a la falla.
 
Hasta que después de mucho estrés, cabreos fenomenales y reflexiones varias he llegado a una conclusión. Los escandalitos que cada junio (fase preparatoria) y julio (comentarios de texto) provoca la celebración del Orgullo, así como los aderezos que le aportan a la comunidad LGTBI de manera periódica voces como las de la episcopalidad rampante, los vándalos de Abascal, las cuitas ciudadanas o cierto feminismo radical han acabado por convencerme de que el problema es que somos gente incómoda.
 
Que la sexualidad ha sido históricamente una realidad compleja resuelta en discursos excesivamente simples (en dos, vamos) ha generado siglos de percepciones confusas, centradas más en el control social, la manipulación de cuerpos y conciencias, que en una comprensión certera de los recovecos de la carne humana.
 
Resultamos incómodos para quienes prefieren no vernos cerca. Les cuesta tanto (últimamente un poco menos) escupirnos lo que realmente piensan, que se vuelven una caricatura de la señora Flanders y su "¿Es que nadie va a pensar en los niños?". Aceptando que cuando ellos dicen niños, en realidad dicen niños cisheterosexuales, porque su neurona entra en colapso ante el mero hecho de pensar que pueda haber niños con vulva y niñas con pene, o que mucho antes de salir de esa etapa vital llamada infancia muchos sabíamos ya que nuestra sexualidad poco tenía que ver con la norma obligatoria. Ver a Espináusea de los Mondongos clamar cual heroína trágica "¡que será lo próximo!, ¿la homosexualidad obligatoria?" ofrece un tufo perverso en las fauces de quien parece haberse sentido bien cómodo en los cógidos de la única sexualidad que ha sido obligatoria durante la mayor parte de la historia. Así que intentan despojarnos de nuestro derecho a la lucha, convirtiéndonos en una fiesta, de interés regional a ser posible, en un mero carnaval, una "fiesta de la diversidad" donde "todos tienen espacio", sea cual sea su historia, sea cual sea su planteamiento social y político. Eso sí, como su fiesta de la diversidad es el Orgullo, si un colectivo antitaurino se concentra delante de una plaza de toros está bien que se les agreda y se les insulte, por provocar, o que la autoridad incompetente impida la concentración u obligue a celebrarla en las afueras de Sebastopol.  Proponen recorridos alternativos, lejos de las miradas de las gentes de bien.
 
Y es porque nuestra libertad, nuestra visibilidad, nuestra dignidad, nuestros derechos, nuestras luchas, les molestan. Somos divertidos cuando nos vacían de sentido. Somos aceptables cuando nos disfrazamos de ellos (de esos ellos que dirían "de normales"). Somos estupendos cuando nos quedamos en casa, llorando bajo las sábanas y dispuestos a seguir siendo víctimas de sus abusos. Somos ejemplares cuando hacemos público nuestro rancio auto odio y explicamos que en efecto, no tenemos por qué tener derechos o protección o espacios diferentes de los suyos. Así que se empecinan en un constante y masivo Straightsplaining en el que ellos, que no han llevado nuestros zapatos, que no han vivido nuestras vidas, que no tienen ni la más remota idea de nuestros procesos de construcción personal, nos explican la manera correcta de hacer las cosas "sin molestar". Como si no hubiéramos intentado cambiar su odio "sin molestar" a lo largo de la historia, como si uno solo de los avances hubiera ocurrido "sin molestar".
 
Nuestra libertad, en fin, es incómoda para quienes odian la libertad. Nuestro compromiso crítico es incómodo para quienes se escuecen ante la crítica y prefieren que seamos cáscaras vacías y, eso sí, molonas y divertidas. Las lesbianas molestan a los gays. Las mujeres transexuales molestan a mujeres que les niegan su propia esencia. Nos molestamos todos a nosotros mismos, porque cada vez que un acontecimiento, un discurso, una transformación nueva hace su aparición, tenemos que reinventarnos y reconstruirnos de nuevo.
 
Quizás sea esa nuestra identidad básica, la que de verdad compartimos en la comunidad LGTBI frente al mundo, en estos nuevos tiempos donde vuelven a molestar las identidades, las personas, la libertad, todo lo que se salga de lo establecido por la norma general.
 
Así que seamos incómodas, chicas. Cuanto más les moleste, más claro estará el buen camino.

jueves, marzo 21, 2019

SALIENDO DEL ARMARIO CADA DÍA


 
Llega ese día en el que reorganizas tu mochila, te rindes a la necesidad de ser quien de verdad eres, dominas (sólo un poco) el miedo y los nervios. El miedo, porque estás seguro de que van a dejar de quererte todos los que te importan (y con algunos pasa); los nervios, porque como en el mito de la caverna platónico, más allá del armario está la luz, y no sabes bien qué puede pasar cuando te alejes de polvo, penumbra y polillas. Al principio son pasitos pequeños, con la puerta entreabierta y no muy lejos, cuidando la zona de confort. Eso es, una copa en uno de esos locales que llevas tiempo identificando con las puertas del Averno, con la vergüenza inundándote la cara; una pequeña confesión a una persona cercana, que a veces ni siquiera muestra sorpresa; un pequeño roce de manos, de rodillas, de mejillas ruborizadas, de labios temblorosos con Javi (bromeábamos entonces algunos recién llegados del armario con "el primero siempre se llama Javi", "o Juan", así que todos llevábamos en las primeras líneas de la agenda un Juan o un Javi que nos había dejado rotos); los primeros desengaños y las primeras lágrimas... Y por fin ¡ale, hop! triple salto mortal carpado con tirabuzón y batacazo seguro, ya estábamos fuera del armario, más o menos a lo grande. En mi caso, nada más y nada menos que en El Diario Montañés, con una rueda de prensa de ALEGA; en otros que conozco, sin anestesia: "Papá, Mamá, os presento a Juan" (o a Javi, claro); otros más, con gran sentido escénico y fuerte influencia del melodrama clásico, justo antes del brindis de Nochebuena y en presencia de toda la familia, "tengo que deciros algo muy importante". El salto final, en fin, y ya está.
 
¿Ya está? Ay, inocente, eso es lo que tú te creías.
 
Desde ese salto liberador, desde esa respiración profunda que de pronto te limpia por dentro y te refresca toda la vida, parte de tu trabajo cotidiano consiste, precisamente, en salir del armario de nuevo. Una vez, otra vez, venga, una más.
 
"¿Por qué los gays no sabéis más que hablar de lo vuestro?", dijo Luisa. "Que a mi no me importa tío, que somos amigos de toda la vida, joder, pero es que estás obsesionado, todo el día con el temita", dijo Javi (no el primer y obligado Javi, sino Javi). Luisa, sorprendida porque en una mesa sobre prostitución y trata de personas en la que me habían invitado a participar, me atreví a introducir el factor chaperos. Javi, porque después de muchos años de contacto perdido me encuentra en el Facebook y de vez en cuando comparto noticias sobre agresiones homófobas. Un poco el típico "Es que ya no se puede ver la televisión, no hay más que maricones" de tantos, cuando entre setecientos anuncios perfectamente heteronormativos, a Levis o a la Coca Cola se les ocurre incorporar un par de miraditas seductoras entre dos chulazos igualmente normativos pero muy muy poquito heteros.
 
Ah, que exagero. Pues exagero. Pero tantos años después, tanta visibilidad pública y privada después, me siguen preguntando por mi novia, continúan invitándome a saraos a los que puedo acudir con mi mujer, conozco a nuevos compañeros y compañeras de trabajo, nuevas amistades, nuevos nombres en un partido, en una organización, en una tertulia literaria, un sin vivir, vamos.
 
Ya casi nunca pasa nada. Porque has aprendido a alejar de tu vida a quienes te denigran y te quieren de regreso al maravilloso mundo de las polillas, porque has aprendido a hablar con naturalidad y a dominar la ironía y la broma para arremeter contra ti mismo ("Pues es que mi novio y yo", "Cuando salía con ese chico que trabaja en...", "Uy, que se me escapó la manita" o "Vaya, se me acaba de caer una pluma"). Y porque el eterno y no siempre fácil trabajo de la visibilidad ha ido sembrando y recogiendo ("Y los que no somos normales..." "Eh, que tú eres normal, eh, que no pasa nada" "Bueno, yo me refería a que me gusta la ópera del siglo XVII, no me vayas a decir que eso no es raro") se encuentra ahora casi siempre con rostros amables y sentidos atentos. Aunque todos tengamos un largo #MeToo lgtbfóbico que crece y hace daño a pesar de todo el tiempo pasado, a pesar de este 2019.
 
Ayer tocó de nuevo. Una lectura poética en Cangas de Onís, ante un público desconocido en su gran mayoría, en su gran mayoría mujeres mayores (claro, cómo no), en una localidad pequeña y de almita conservadora, según me contaron después. Y de nuevo, al contextualizar los poemas, salieron las palabras "Leo", "novio", y los adjetivos en masculino que a veces me han recriminado. Y de nuevo leo el poema Orgullo, la crónica de aquel beso a plena luz mientras una cacatúa, imagino que pronto votante de esoX, graznaba su horror con aspavientos y en voz muy alta. Ayer de nuevo, las miradas atentas, una furtiva lágrima tras algún poema de los que sé que dañan, el respeto, el aplauso y los comentarios posteriores, felicitaciones y apreciaciones sobre algún poema en concreto que había gustado especialmente, Orgullo entre ellos.
 
Seguimos saliendo del armario cada día. De una manera sosegada, dulce, segura, ahora que el tiempo también nos fue devorando y que tenemos armas para defendernos con cierta eficacia. Pero el temblor inicial, la duda, la pregunta de si no será mejor un poco de autocensura, un rodeo para ciertas cuestiones, la ambigüedad o el silencio no serán ese día una opción más atinada. Aunque la respuesta sea siempre, claro que no.
 
Porque Javi, Luisa, no estamos obsesionados. Simplemente nos negamos a callarnos de nuevo. Recuperamos el tiempo perdido, vivimos, luchamos y exigimos. Con la cabeza alta, sin tregua. Saliendo del armario cada día.

jueves, febrero 21, 2019

MOMENTOS ESTELARES: EN NOMBRE DE LA PRINCESA INCA


Irresponsable como suele, anduvo el malvado Rukaegos con intensidad marejadilla y cierta intermitencia, enredando por los rosales de la política autonómica, con garbo tal que pronto acabo maridando con las listas electorales como la carne de cocido y la bechamel con los pimientos rellenos o como un tinto de Requena (viene muy a cuento la uva bobal para lo que cierno) con unos escalopines de buey de Kobe rellenos de fuá de oca a la alsaciana. Así que bien aprovechada su indudable calidad como relleno a punto estuvo de hacer póker juntando niveles: municipal, nacional y europeo, aunque fallole como muchísimo la carta autonómica. No por eso dejó de lucir pinturero la camiseta que encargó a su amigo maricamisetero fashion, con el eslogan "Lo mejor del pavo, el relleno" y con la que acudió a mítines, encuentros y quisicosas varias en las que alguna vez triunfó por su donosura, su suculenta labia y un chechapil absoluto y arrebatador.

Hábil como suele, prefirió posicionarse contra el mundo, o más bien el mundo decidía siempre posicionarse contra él, pero solo porque las adscripciones críticas en el torrefacto mundo de los partidos molan mucho más, son más sufridas siempre (un poco como ser seguidor del Racing de Santander) pero, dónde va a parar, mucho más divertidas. Y fue entre los porcentajes críticos como nuestro villano favorito consiguió aposentar trasero en algunas instancias, orgánicas unas, inorgánicas las más, como espectador privilegiado y actor de reparto con pocas líneas del gran teatro del mundo. 

Fue al poco de salir de un algo, quién sabe si congreso, asamblea o comité, cuando en una atorrante compañía alguien mencionó al Maestro entre los Maestros, el siempre bienamado Berlanga. Otro alguien apuntó "tal como están las cosas deberíamos seguir su ejemplo e introducir la palabra austrohúngaro en nuestras intervenciones ante el Sanedrín Regional de la Rosa". Risas. Tomó la palabra Rukaegos y espetó "¿Austrohúngaro? Qué visto todo y qué fácil la cita. Yo me comprometería si la referencia fuera algo más complicado, no sé, ¿Yma Súmac?". El asombro llenó de grisura espesa la taberna. "¿Y esa, por Manitú, quién demonios es?" exclamaron varios compiyoguis a cinco voces mixtas no del todo afinadas y poco dotadas para la polifonía renacentista holandesa. Después de un par de móviles en busca de la wikipedia perdida y algunas orejas más o menos pendientes de las sucintas explicaciones del malvado,  se celebró por lo alto con varios y largos brindis la memoria de la en su tiempo célebre soprano peruana de agudos intangibles y, todo hay que decirlo, un punto gritones, bella entre las bellas y portada de un par de Hollywood Amazing People de los 50, gracias sobre todo a sus películas de aventuras junto al malote Charlotín Heston y su pretendida genealogía que la convertía en princesa inca, descendiente por línea directa de Atahualpa, Manco Cápac y Pachacútec. 

No se lo querrán ustedes, siempre desconfiados, creer, pero Rukaegos, vil y tal, cumplió con su prometida apuesta, desgranando perlas como "De seguir por este camino hacia la irrelevancia vamos a pintar menos en la política regional que Yma Súmac en el paseo de la fama de Hollywood", "Aunque mi voz sea menos seductora que la de Yma Súmac, voy a leer un poema que deja claro lo que pienso en este momento" y estrategias similares que resultaban siempre recibidas con miradas atónitas por los oficialistas, miradas más atónitas por los críticos no informados, miradas torvas y enfadadas por Ella (mientras pensaba, qué poco serio es este tío y qué intolerable arrogancia intelectual, y qué es eso de ymasúmac, qué es) y miradas y bocas al borde de la carcajada histérica por parte de la alegre pandilla con la que se había cruzado la apuesta en la ya mítica noche oscura y tempestuosa.

Nunca le pagaron la apuesta los entonces críticos, luego ausentes, luego oficialistas o críticos o ausentes de aquella vieja farra. Pero el malvado Rukaegos, no tan intolerable como ustedes parecen creer, se dio por bien pagado con las risas, la alegría, el compadreo y el gesto de "maldito intelectual de mierda" que en los grandes momentos invadió el Sanedrín Regional.  Ah, y con el granado descubrimiento de que el gran gran Guille Milkyway con su proyecto La casa azul, tan fresco y tan del gusto del Malvado, había rendido homenaje encendido a la Inca entre las Incas en su temazo La nueva Yma Súmac" que para regodeo del respetable y movimiento compusivito de cadera.

https://youtu.be/a-EuI_aQxGc

miércoles, enero 23, 2019

LIBERTICIDAS CONTRA EL LIBERTICIDIO... Y OLÉ CHIMPÚN.


El cielo está liberticizado, ¿quién lo desliberticizará? El desliberticizador que lo desliberticizare buen desliberticizador será.

Arden medios, mítines y redes, preocupados por la expansión de uno de esos nuevos compuestos terminológicos que no han aselado todavía en la corrección académica, y que tal vez nunca lo hagan, y que proceden de otras tradiciones, otros idiomas y sobre todo otros populismos. Su significado es transparente, leyes liberticidas, gobiernos liberticidas, administraciones liberticidas igual a leyes, gobiernos y administraciones empecinados en el asesinato de la libertad, esa palabra que a la vez dice tanto y tan poco.
 
Me sorprende en estos últimos y no poco convulsos tiempos el uso y abuso de la palabra por parte de quienes en el campo de juego político representan a las fuerzas más conservadoras y reaccionarias, a los defensores de las más viejas esencias, en definitiva a quienes encarnan los valores del poder en sus acepciones más clásicas e invasivas, atacar con vehemencia (esto no sería una novedad) por su carácter liberticida (esto sí) todas aquellas leyes que han ido consolidándose en nuestras sociedades occidentales como apuestas por la libertad material, esas que apuestan por la dignidad de las personas, de todas las personas, la seguridad de las personas, de todas las personas, los derechos de las personas, de todas las personas. Esas leyes, en suma, que nos hacen más libres, diría que mejores, y que no establecen más límites a las acciones personales que el respeto hacia los demás. La lucha contra la violencia de género no debería alarmar a quienes creen de verdad en la igualdad y la practican, a quienes no son violentos; el avance en los derechos de las personas LGTBI no cuestiona ni las familias ni las decisiones de quienes continúan viviendo en su cómoda y omnipresente heterosexualidad; el reconocimiento de la interrupción del embarazo o del divorcio no suponen su obligatoriedad para nadie; la prohibición del tabaco en los espacios públicos es una más que evidente apuesta por la salud pública y simplemente impide que las decisiones de unos estropeen los pulmones de otros. Porque a estas leyes es a las que las viejas nuevas voces atacan como liberticidas.
 
Pobres mandíbulas de cristal, delicados ofendiditos, míseros matones de patio de colegio que se duelen mucho, a grito pelado y moco tendido, cuando ven cómo sus licencias para agredir, sus permisos para insultar, su rotunda convicción de que sus valores son obligatorios para todos y de que ellos detentan en rigurosa exclusiva el derecho para invadir vidas ajenas y prohibir todo aquello que perturbe su paz blandengue.
 
Que no os engañen los cruzados contra el liberticidio. Son simples esbirros y esbirros simples, de los viejos señores, de los hastiados y casposos gatopardos que desde sus seguros torreones intrigan cada día para que todo siga igual, para que nuestra libertad sea solo una palabra bonita, una quimera graciosa con la que invitarnos a mirar el vuelo de las gaviotas mientras las cadenas que con tanto amor nos han preparado siguen amarrándonos a la desesperanza para su beneficio.

miércoles, junio 06, 2018

INTRODUCCIÓN SOCIOLÓGICA AL ESTUDIO DE LA TOXINA INFINITA



Lleva algunos años la Sociología Clínico-paranoide entregada al estudio del microbicho bautizado por el desprestigioso investigador de la Universidad de Jarvar-Cete, Epitelio Martínez como Toxina Infinita Socio Infecciosa Sucia (T.I.S.I.S.), de aspecto y costumbres similares a la Porculera Común, la Mamarracha Atroz y, sin duda, a la Rencorosa Parásita Tropical.

La intensidad del estudio desde que se consiguió identificar y catalogar una cepa especialmente rabiosa de TISIS en una Comunidad de Vecinos de Tallahassee y otra un poco menos violenta alojada en el Club Náutico de Torrelodones ha producido avances tan destacados como preocupantes, una vez enunciado el Primer Principio Etológico de la Toxina, conocido también como Ley Universal de la Toxina: Allí donde hay una organización social, habita un número de toxinas directamente proporcional al número de componentes de la misma e inversamente proporcional a la cantidad de neuronas activas de los miembros. Por su tendencia volátil y sinsustancia, y gracias al Segundo Principio, el de Volatilidad Ascendente de la Toxina, tienden a vivir como vecinas pelmas de la dirección, al tiempo que sueñan (Principio de Iznoguz) en ser dirección en vez de la dirección.

Puesto que sus contenidos cerebrales tienden al conjunto vacío, se ven a sí mismas como salvadoras de la humanidad, puesto que desmiente su comportamiento de rémora pegajosa con el poder, para ver qué atrapa más allá de sus posibilidades. O sea, cualquier cosa.

En la defensa de su mamandurria nutricional, tienden a erigirse en guardia pretoriana arrugada del jefe o de la jefa, mientras con las patas de atrás afilan los cuchillos para cargarse al jefe, o a la jefa, y pegajosearse al sucesor. O a la sucesora. de la misma manera, gruñen a diestra y a siniestra, enseñan los dientes y , muy democráticas ellas, te consideran majete si piensas lo mismo que ellas, que a su vez piensan lo que la superioridad diga que piensen, y tratarán de echarte todas las zancadillas del mundo por si te arrimas demasiado a sus territorios de caza y les arrebatas la prebenda en curso. Si por el contrario, no piensas lo que la superioridad manda que piensen, tratará de morderte hasta hacer sangre, con técnicas depuradas y diversas: Si criticas a la superioridad serás traidor fementido, te acusarán de no ser demócrata y de no asimilar los resultados electorales que correspondan; si por el contrario, a pesar de ser crítico con la amada superioridad aplaudes alguna decisión o gesto que te satisfaga, serás un trepa, un hipócrita y sobre todo de los sobre todos un adulador, con tonos melodramáticos demodés y desaforados a lo Pola Negri, pero en feo.

La lucha contra la T.I.S.I.S., pues, y siempre según el doctor Epitelio, exige hoy cursos de salud pública, rogativas a Santa Hildegarda del Palomar y sobre todo paciencia, mucha paciencia. Asco, mucho asco. Y sobre todo risas, muchas risas.

jueves, abril 26, 2018

PRIMARIAS



Allá quien quiera leer las valoraciones y posicionamientos en torno a la celebración de primarias abiertas a la ciudadanía para elegir las cabezas de las listas municipales y autonómicas, ya demasiado presentes a pesar del tiempo que falta, opción prevista, por cierto, en los estatutos federales del PSOE, y defendida por militantes de diferentes adscripciones familiares, como un cierre espartano de filas en torno a los Álvarez, los Martínez, los Cossío o los Goenaga.
 
Desde luego por mi parte lo que hay es una reflexión y una defensa (sin sentido ya) de una herramienta importante y creo que prudente que podría ser muy positiva en el cuestionamiento de los ombligos orgánicos, en la configuración de las estructuras partidarias en una especie de Sancta Sanctorum más alejado del mundo real que la Tierra de la estrella Antares y en el trabajo de reencuentro con una sociedad que una vez estuvo ahí, como parte activa, viva y rica del diálogo político, y que hoy, en el mejor de los casos, da la espalda, indiferente, a todo lo que se cuece por las sedes.
 
Esta es sobre todo la virtud de unas primarias en las que aquella parte de la ciudadanía que se sienta cercana en ideas y proyectos al modelo defendido por el PSOE pueda mostrar sus preferencias, sus confianzas, sus esperanzas y necesidades, hacerlo movilizándose en el marco de un proceso político franco en el que su voto pueda ser decisivo o al menos tomado en consideración, y que, de paso, puede volver a politizarse, puede volver a sentir a su partido como una herramienta importante de transformación social, ¿quizás a afiliarse para participar de forma más regular, activa y directa?
 
Los argumentos en contra suelen partir de falacias, como la idea de que quien no forme parte de la estructura y abone sus cuotas no debería poder decidir sobre cuestiones internas, olvidando que hablamos de las primarias no para la dirección del partido (ahí ese argumento sería obvio) sino para acceder, elecciones mediante, al gobierno de la ciudad o de la región en la que el votante no afiliado vive, trabaja, paga y exige (o más bien debería exigir). Y por tanto no se trata de un problema orgánico sino de una cuestión de calado público. Así sucede en modelos democráticos bien asentados, como el estadounidense, y así está ocurriendo en la vieja Europa cada vez en más ocasiones, apreciando el valor de las primarias abiertas como un factor más de movilización y un camino para que la sensación de alejamiento entre políticos y ciudadanos se disipe un poco.
 
Suele ser importante también en el argumentario a la contra la desconfianza hacia la responsabilidad del cuerpo cívico, imaginando una larga colas de adversarios y enemigos que desde diestra y siniestra acuden para votar por el peor candidato y acabar así con cualquier opción de gobierno del partido convocante. A lo mejor es que soy demasiado cándido, pero me resulta imposible imaginar esas largas colas de simpatizantes de Vox o de Bildu en camino hacia las sedes socialistas con sus dos euros preparados para incorporarse a un fichero de simpatizantes y votar por una u otra candidatura, siempre con aviesas intenciones. Me cuesta tanto como me cuesta imaginarme a mí acudiendo a las primarias de Vox o de Bildu, que uno las ideas las tiene para algo. Y hasta me enfada cuando la disculpa procede de representantes electos porque tras ella late una profunda desconfianza ante la seriedad y la capacidad de los electores que no estoy dispuesto a suscribir. No, el ciudadano no es per se incapaz, corrupto, idiota o irresponsable, aunque sin duda hay ciudadanos aptos para cada uno de los calificativos, hasta para los cuatro juntos, lo mismo que hay afiliados de base o políticos en cativo que podrían responder a cada uno de los calificativos e incluso a los cuatro juntos.
 
Por supuesto, los órganos competentes para decidir si se realizan primarias abiertas o no tienen el derecho de tomar la decisión, como tendrán la responsabilidad de apechugar con los resultados de esa decisión. Ya sabemos que en Cantabria, ante las convocatorias electorales del 2019 y en lo que al PSC-PSOE se refiere, las primarias abiertas no serán, porque esos órganos competentes así lo han elegido, incluso con los votos sorprendentes de compañeras y compañeros que en su día defendieron el modelo y que ahora parecen alimentar los mismos miedos a la realidad que tantas veces han cerrado las puertas y las ventanas y han aislado a esos a los que algunos han decidido llamar casta. Por mucho que ahora, como en otros tiempos, quieran disfrazar ese discurso de cierre con el juego de palabras vacío "tendremos primarias abiertas... a los militantes", peculiar forma de expresar que las primarias no serán abiertas. Un poco de por favor, que todavía nos queda alguna neurona en activo.
 
Con todo, la sensación que queda, que me queda, es la de la oportunidad perdida. Y el convencimiento de que quien teme a los ciudadanos difícilmente será digno de representarlos y dirigirlos. Veremos.
 
Como fuere, suerte y al lío.
 

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