sábado, agosto 28, 2010

CAÍN Y ABEL EN CLAVE DE PRIMARIAS


Nadie me ha pedido mi opinión -por supuesto- en el asunto caliente de las primarias socialistas en Madrid. Pero ya que está opinando medio país, incluyendo a muchos socialistas que tampoco pertenecen a las agrupaciones madrileñas, no me resisto a incorporar un par de comentarios a mi blog.

Comienzo suscribiendo la idea de que el sistema de primarias es bueno. Lo es porque da la voz a la militancia del partido (o incluso en modelos como el estadounidense a sus simpatizantes), y en este sentido es un guiño a esa democracia interna tan mencionada como poco practicada en el día a día de los aparatos partidarios. Pero -siempre hay un pero- tampoco es difícil entender que en España no hay una tradición de primarias, y que sumado ese factor al tópico apasionamiento hispano, la decisión del Partido Socialista hace ya años de abrir la puerta a la posibilidad de primarias no ha dejado de traer muchos sustos, con debates enredados y personalistas, con tantas descalificaciones del adversario y con una imagen pública de partido roto. Por lo que unas primarias deberían convocarse siempre con un tacto exquisito, una elegancia británica y unas reglas del juego claras, respetuosas e integradoras.

A día de hoy, no tengo la impresión de que la competición por la candidatura autonómica de Madrid entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez sea precisamente pacífica. Creo que han sobrado los pronunciamientos de una buena parte del Gobierno y de los dirigentes federales, porque han convertido en parte a quienes deberían ser árbitros. Y a veces esa intervención ha sido más bien desafortunada. Creo que han sobrado y están sobrando ataques en los medios y las redes sociales que exceden el guante blanco, blanquísimo, que se debería exigir (como ese video publicado en youtube para debilitar a Tomás Gómez, un video con exceso de técnica -o sea, exceso de medios- y exceso de información como para no responder a intereses que no aclara, y que como me resisto a creer que procedan del interior del PSM, achaco al PP, con interés claro en enredar la guerra). Creo que es un error continuar contribuyendo a que la esencia de la acción política sea la foto o la popularidad antes que las ideas, el proyecto o el trabajo. Creo, sobre todo, que si Tomás Gómez no era el candidato idóneo, debería haberlo sabido hace un año como poco, antes de lanzar los órdagos y de que su nombre quedara empeñado en un camino complicado o imposible, y no, desde luego, a unos meses de las elecciones. Porque si fue elegido Secretario General de los socialistas madrileños lo fue porque en ese momento una buena parte del partido y del aparato lo consideraban la mejor opción, pero si lo que se esperaba era simplemente que apaciguara una federación demasiado rota, debería haber sido el Secretario de Organización y no la cabeza visible.

No voy a negar que Trinidad Jiménez me resulta atractiva por muchas razones. Y que cuando por razones diversas he estado en Madrid y he visto a Tomás Gómez en el atril no me ha convencido demasiado. Pero tampoco voy a negar que me sorprenden los posicionamientos de amigos que ayer estaban a muerte con Gómez, buscándole espacios para brillar, y hoy se suman a Jiménez incluso con ciertos excesos verbales contra quien ayer era perfecto. En resumen, creo que no se han hecho las cosas bien y que por el bien de la propia comunidad madrileña, necesitada de cambios radicales en educación, sanidad, servicios sociales, dependencia, etc. es necesario un PSOE fuerte, unido y articulando el discurso del ganador, no el de la pelea fratricida. Traducido a hoy, un PSOE que ya que se metió en el barrizal sea capaz de salir reforzado de unas primarias que deben ser mucho menos tensas, mucho más respetuosas, mucho más dialogadas, de lo que vienen siendo.

Y es que ejemplos de lo que pasa cuando la oportunidad no se juega en buenas condiciones las tenemos desde el propio Génesis. Donde Yaveh se dio demasiada prisa en optar por Abel, despreciando a Caín y que si un ángel con Abel, un arcángel con Caín, Eva con Abel, la quijada con Caín, y ya la tuvimos montada.

Ojalá que los compañeros y compañeras de Madrid, una vez superadas las primeras tensiones y sorpresas, sean capaces de recordar que su proyecto tiene enfrente a Espianza Aguirre y a Ruiz Gallárdón. Y que en ese frente nos estamos jugando mucho, no sólo ya los madrileños sino todos los españoles.


7 comentarios:

Blenda dijo...

Como siempre, Rukaegos, totalmente de acuerdo contigo. No obstante, quiero enfatizar que:
Si a Tomás Gómez le promueven para que asuma la responsabilidad de la secretaría del PSM comiéndose los marrones que eso conlleva y conlleva y mejorando ciertos aspectos, ahora no entiendo cómo se puede desprestigiar tanto a la PERSONA.
Y además me pregunto, si Jiménez ya rivalizó con Aguirre y desgraciadamente no consigu victoria: ¿qué ha cambiado para creer que ahora sí?
Sea lo que fuere, y deseando que triunfre Gómez, espero que el socialismo se vea reforzado en la comunidad de Madrid y como consecuencia gobierne.

Anónimo dijo...

Qué agotamiento...compañeros y compañeras, albañiles y albañilas... Regino, yo pensaba que tú pasabas de todo eso. Con respeto te lo digo.

Rukaegos dijo...

Anónimo, ¿tú nunca habías escuchado saludar con un "señoras y señores" o con un "damas y caballeros"? El desdoblamiento está perfectamente admitido en nuestro sistema sintáctico. Otra cosa es que el abuso o la incorrección de determinados hablantes lo haga cansino, de la misma manera que la neutralización en el masculino provoca alteraciones en la percepción del oyente en no pocas ocasiones por su fuerte ambigüedad.

Yo utilizo el desdoblamiento de manera muy ocasional, siempre intencional, y que tiene que ver siempre o con la cortesía (un saludo integrador, como el señoras y señores, o un guiño para que en efecto hombres y mujeres queden incluidos en determinadas referencias) o cuando me parece necesaria la especificación, sobre todo por la importante presencia de mujeres. Y eso ocurre aquí en el proceso al que me refiero, que hay muchas mujeres con protagonismo relevante.

Pero también con todos los respetos, que te resulte agotador unos pocos usos puntuales del desdoblamiento genérico entre doscientos posts puede hablar más de un prejuicio que de otras cosas.

Rukaegos dijo...

De hecho, voy a ponerte un ejemplo de ambigüedad dañina, para mí muy claro. Y no son las mujeres las perjudicadas por ese famoso masculino neutralizador.

Uno lleva ya mucho tiempo harto de la confusión interesada entre homosexual y pedófilo, inducida por la institución pedófila por antonomasia, pero sustentado precisamente sobre el tratamiento informativo de los casos de pederastia que van apareciendo referenciados en los medios. Siempre se habla de "los menores", "fotos de adolescentes o de niños" etc, de manera que parece que siempre se trata de hombres que abusan de niños o adolescentes varones. Curiosamente si aunque sea de lejos se presentan las imágenes probatorias, o se accede a las estadísticas, o se analiza la vergüenza del turismo sexual, en un porcentaje altísimo se trata de abusos contra niñas y chicas. Pero claro, como nunca se hace el matiz, nos comemos nosotros la fama y la lana.

Una de las funciones del lenguaje correcto es precisamente evitar las ambigüedades, de la misma manera que una de las funciones de las formas de cortesía es la de hacer presente a la totalidad de aludidos.

Y de ahí que con un uso controlado y adecuado no haya nada de malo en el uso del "compañeros y compañeras" o cualquier otra fórmula semejante.

Julián dijo...

Una explicación excelente del tema del desdoblamiento y un ejemplo concreto muy instructivo.

Esto me recuerda a un amigo y compañero alicantino, que es de los que todo el rato -pero todo- está con el "compañeros y compañeras", "los y las militantes", incluso creo haberle oído un "nosotros y nosotras" (sic!). No puedo con ello.

Aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid para preguntarte qué opinión te merece la palabra/o "empoderamiento" ¿no hay algo más castellano?

Rukaegos dijo...

Sobre "empoderamiento", Julián ... En realidad lo que no hay a día de hoy es nada menos castellano. Pero tal como van las cosas, los abuelitos de la RAE acabarán aceptando su inclusión.

De todas maneras, "empoderamiento" presenta el problema de ser un concepto que se acuña en un modelo mental y lingüístico diferente del nuestro y que no tiene traducción precisa si no es a través de un concepto que en español se utiliza con otro sentido y al que se trata de dar un nuevo nicho semántico (lo que pasaría con la idea de "género" por ejemplo, que se está aplicando fuera del ámbito gramatical ya en tantas expresiones, sin que vaya a cuajar la propuesta de que se hable de sexo, porque tampoco en español la palabra sexo quiere decir lo que se dice con el inglés "gender") o con un giro completo. Así, donde los ingleses dicen "empowerment" aquí deberíamos decir "toma de poder" o "acceso al poder" o "desarrollo de la capacidad de decisión" ...

El calco o traducción literal de los conceptos o expresiones que no tienen equivalente en nuestro idioma ("fin de semana" por "week-end") es uno de los sistemas de importación de conceptos a partir de la importación de realidades que nuestra sociedad desconocía y para las que por tanto no había encontrado un término preciso. En este sentido, "empoderamiento" es una palabra tirando a palabro, no aceptada por la Academia, que sin embargo va encontrando su espacio en los textos feministas y en los discursos políticos igualitarios con un contenido bastante preciso que no tiene un equivalente claro, ni siquiera por aproximación (al menos a mí no se me ocurre).

Dentro del castellano en uso tendríamos "apoderamiento", pero nos llevaría a un ámbito demasiado jurídico y es posible que utilizarlo en este nuevo sentido produjera fuertes ambigüedades.

Dando más vueltas ahora, se me ocurre "predominio" o simplemento "dominio"(pero imagina el discursito que se podría derivar de ambos términos, sobre si las mujeres quieren anular a los hombres y tal).

Y dando más vueltas todavía se me ocurre que tal vez una traducción posible de "empowerment" fuera "pujanza". También "potestad", "apropiación". Pero claro, todas las utilizamos en otro sentido y sería necesario un uso novedoso de las mismas que igualmente retorcería nuestra paz lingüística.

En realidad, yo creo que tenemos tanto pánico a los términos complejos porque cada vez somos más escuetos a la hora de pensar o de expresarnos. Pero para mí la mejor opción sería "toma de poder".

Jesús Cabezón dijo...

Sobre las "primarias" te cuento brevemente una anécdota.
Un día, en una reunión del Grupo Socialista del Parlamento Europeo compareció un miembro cualificado del PSOE para defender como novedad que íbamos a poner en práctica lo de las "primarias". Terminó y pidió la palabra la portavoz del SPD en el Grupo Socialista europeo para decir: "ni se os ocurra". Y contó la negativa experiencia en el partido socialdemócrata alemán, donde las primarias solo habían servido (como aquí) para votar en contra de la propuesta del "aparato". Ya pasó con Almunia y Borrel en su día. No creo que las experiencias en Francia o en Italianos sirvan de referencia útil.

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