miércoles, agosto 12, 2009

JUGAR CON FUEGO
(La palabrería incendiaria de María Dolores de Cospedal)

"¿Dije yo eso?", parece sugerir a lo Steve Urkell esta foto de la Secretaria General del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, robada por los páramos del Google.
Y es que de verdad me pregunto si sus desafortunadas declaraciones afirmando que al Gobierno le interesa más perseguir a los populares que a los etarras, o las que siguieron poniendo bajo sospecha a todo el entramado policial y judicial hispano, como si del pistoletazo de salida para una nueva conspiranoia se tratara, al afirmar que el Gobierno espía al Partido Popular y que nada más que cocina perversa habría tras tantos casos de tramas corruptas en las que se encuentran implicados muchos, demasiados ya, altos cargos y descargos conservadores son fruto de un patinazo, de un exceso verborreico, de un calentón agostino, o de una voluntad mucho más meditada y desde luego mucho más oscura.
Resulta triste afirmar, pero no queda otro remedio, que estamos ya acostumbrados a las salidas de pata de banco de las altas esferas políticas de nuestro país, unas altas esferas que compiten por comprobar quién cae más bajo en las peleas de barro en las que gustan de enfangarse, y que sin duda tienen una responsabilidad amplia y compartida, pero en las que me parece que la estrategia crispadora del PP durante toda la legislatura pasada y su renacimiento durante los últimos meses cobra un protagonismo especial. Supongo, qué triste, que hemos acabado aceptando que forman parte de las reglas del juego el insulto personal, las acusaciones cargadas de metralla, la ira permanente. Al fin y al cabo, todos conocemos el viejo refrán de que perro no come perro, y que tras los más agrios debates, tras las más duras escaramuzas, se encuentran de nuevo sonrientes en los pasillos y cafeterías. O como diría la Oki, una amiga transformista bien divertida, al principio de sus espectáculos cabareteros "aquí todo es en broma: yo te llamo zorra, tú a mi hijadelagranputa y luego, nenas, tan amigas todas".
Sin ser conscientes, creo (porque viven tan tan lejos de la realidad que dudo mucho de que que sepan lo que provocan con sus juegos peligrosos), de las tensas y desagradables discusiones que han venido provocando en familias, grupos de amigos y entornos laborales en los últimos tiempos. Aunque tal vez un día empiecen a pensar que se han pasado ya más pueblos de los tolerables, justo ahora que queda cada vez más claro que incluso entre los mismos "altos" políticos los enfados y malas caras resultan cada vez más abundantes. Y que el mal rollo obvio entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy canta tanto que poco podemos esperar de sus debates, entrevistas y relaciones.
En fin, que Cospedal, y tras ella todo el aparato popular y su artillería mediática, regresan al patio carcelario, a la práctica del "Vale Tudo". O lo que es lo mismo, a las acusaciones graves y sin pruebas, las mismas que en cualquier otro contexto serían como mínimo sospechosas de delito (la calumnia está perfectamente tipificada en nuestro Código Penal), sabedora, sabedores de que gozan de una inmunidad privilegiada que ampara casi cualquiera de sus movimientos y palabras. Porque en este país, la Justicia no se aplica igual a todos. Y desde esas acusaciones poner en cuestión no tanto al Gobierno, al PSOE, o a algunos de sus dirigentes, sino sobre todo al propio sistema.
Y decía al principio que tengo la sospecha de que no es una casualidad esta obsesiva moda popular de poner en cuestión cada movimiento de las instituciones, de que no es un simple exceso más, porque la crisis institucional siempre acaba beneficiando a unas huestes conservadoras que simplemente piensan en cómo recuperar el poder (o en niveles autonómicos o municipales mantenerlo) sin que les importa una higa el precio. En efecto, parece más que probado que tras años de violencia verbal constante por un lado se ha afirmado en los votantes del Partido Popular la sensación de que Lex Luthor se disfrazó de Zapatero para acabar con las únicas personas decentes de la tierra; esto es, los populares mismos. Y que nada valen una opinión, una prueba, una institución, una sentencia, una ley, un acuerdo internacional, nada, si no sirven única y exclusivamente para dejar claro que sólo hay una razón monolítica, que es la suya. Poco importa que el debate sobre el espionaje a políticos populares lo abrieran altos cargos del PP denunciando a un gobierno del PP; poco importa el constante goteo de simas oscuras de dineros desviados o perdidos en manos y gobiernos populares. Como tantas leyes, como tantas decisiones de gobierno, como tantas realidades sociales, como tantas jugadas internacionales, ellos tienen razón y los demás estamos siempre equivocados.
Adoctrinados así, hora tras hora, día tras día, los populares saben que sus votantes están "secuestrados" y permanentemente movilizados. Y que no van a pasarles factura. Algo que es ya clásico en los análisis electorales (es casi imposible desmovilizar a las filas conservadoras, es casi imposible transformar su voto, por críticas que puedan haber sido algunas de sus voces). Pero que ese germen, el de la inestabilidad institucional, sí consolida en el imaginario colectivo la idea de que "todos son iguales" y siembra entre quienes de manera habitual mantienen una actitud más crítica y utópica ante el mundo, los votantes a la izquierda, una terrible sensación de soledad, de decepción que acaba apartándolos no tanto del ejercicio de responsabilidades sociales como sobre todo de las urnas.
Cospedal y sus amigos están jugando con fuego. Porque la solidez de un sistema político, de una democracia que tendrá cuantos defectos se quiera pero que sigue siendo nuestra mejor y única opción, depende del apoyo ciudadano, de la confianza en las instituciones y en quienes las gobiernan, de la representatividad que otorguemos a quienes se supone que llevan nuestra voz al Parlamento. Y será malo para el Partido Socialista, sí lo será, que el hartazgo se extienda tanto como ya se va apreciando. Pero será malo también para el Partido Popular, lo será para todos los demás partidos que participan en el circo político, lo será para las instituciones. Y la historia nos ha dado muchas lecciones ya de lo que puede pasar cuando ya no creemos en nada.
No vale todo. No todos los rubicones deben ser cruzados. Y si alguien ha hecho un uso torticero del poder, sea para enriquecerse, sea para desviar fondos, sea para espiar, sea para obtener sentencias amigas, sea para lo que sea, puede que sea este el momento decisivo de sentarnos otra vez, de reformar todo lo que nuestro sistema político necesite cambiar y romper esta dinámica perversa que dura ya demasiado tiempo.
Pero supongo que con declaraciones como las de Cospedal, poca responsabilidad podemos esperar del PP. Y muy pocas esperanzas podremos albergar de las posibilidades de regeneración de la vida pública.
Señora Cospedal ... ¿Y las pruebas?

11 comentarios:

Alicia dijo...

Estas historias nos están haciendo mucho daño a todos. Como no se moderen unos y otros (mas otros que unos) con sus arrebatos dialécticos veraniegos a la larga o no tan larga.... lo pagaremos, vaya si lo pagaremos. A las urnas (entre otras cosas) nos remetiremos (ah!! y a los escupitajos por la calle).

Julián dijo...

Muy heavy, pero que mucho.
Yo ya lo flipo con los peperos ¿no les pasa factura tanta mentira y tanto choriceo?
Y eso que la Cospedal parecía de las moderadas... (de hecho, a mí me caía bastante bien, parecía tener otro talante, otro estilo).

Cabaña Progresista dijo...

Este tipo de declaraciones, no hacen sino ahondar más en la típica frase: la clase política actual es patética.

Pero lo triste no es ver a esta indivídua u otros de su misma especie, decir toda clase de sandeces y arremeter contra todo y contra todos, lo realmente importante es que algún día pueda resquebrajarse nuestro estado de derecho por culpa de "Cospedales" o "Rajoyes".

Tengo la ligerita impresión de que aquí vale absolutamente todo para recuperar el poder. Hacerse la víctima y aparentar defenderse atacando a gobieno, jueces y otros estamentos públicos, es cuando menos vergonzoso y hasta peligroso.

Creo que Rajoy, que había comenzado pausado la legislatura, tras ganar Galicia y las Europeas, se ha vuelto a malentonar y ya no a crispar el cuso político, sino a intentar desestabilizar a un gobierno llamando la atención de la gente de a pié, e intentando así ocultar las verguenzas propias de los contínuos casos de corrupción que afectan y, parece ser seguirán afectando, a los populares.

Un cordial saludo

Alfonso Saborido dijo...

Yo con esto es que no sé qué pensar. O una de dos, o son tontos, que no creo. O son muy listos, y esto es una estrategia muy bien pensada. LLenar de mierda todo. ¿Por qué?
Porque ya pueden meter presos a todo el PP que la derecha votará fielmente en las elecciones al PP. Pero a la izquierda, en cuanto vemos un ministro en una cacería nos entra el trauma, empezamos a deliberar, pensar, discutir, nos entra la depresión y no vamos a votar. Y ahí está el éxito de la derecha en este país. Cuidado.

Frantic St Anger dijo...

A mí lo que más me toca la moral de todo este asunto, es que aún habrá tontos de los cojones que les sigan votando.

Y es que no aprendemos, coñe, no aprendemos...

Anónimo dijo...

por desgracia, no creo que sean tontos de los cojones como dices, sino que les votan con mucha claridad y conscientes de lo que votan; y como eso es muy de españolitos... pues Rajoy & cía se aprovechan de la mala leche de los ciudadanos de este país. En cualquier caso es cierto que el espectáculo de los políticos de cualquier tipo es en general deprimente, y predicando con este ejemplo, crean una ciudadanía ajustada al voto conservador. ¿Es que nunca va a haber una izquierda que no entre al trapo, que de verdad se preocupe más de convencer con la educación, la cultura y la paciencia, en vez de pegarse entre ella y con los de enfrente cual niños d epatio de colegio?.

Nacho dijo...

La verdad es que yo no me atreveria a generalizar, ni sobre la tonteria, ni sobre otras caracteristicas de los votantes de uno y otro signo. Tampoco creo que pertenezca a la provincia de unos u otros ser bastiones o sitiadores de la cultura y la educacion.

Tampoco voy a negar que bien pudiera ser que no soy mas que un pobre "t. de los c.", en cuyo caso, por favor no tomes en consideracion lo escrito (llevar 25 annos vistiendo casi exclusivamente Burberry's es lo que tiene: "de tanto... se le subio a la cabeza").

Un abrazo

Nacho

Nacho dijo...

Perdon, Regino. Creo que eso de "pertenecer a la provincia" se me ha colado por la puerta de "Albion".

Elena dijo...

A pesar de que tengo la impresión de que haber colaborado tan de cerca con Acebes debe haberle dejado algún tipo de... digamos, característica que no me haría simpatizar con ella, lo cierto es que Cospedal también a mí me caía bien. La encontraba razonablmente prudente y la consideraba una demócrata de pies a cabeza, sin "pelos de la era" franquista; hasta confieso que algunas de sus opciones en su vida privada me hacían pensar que representaba una nueva y oxigenante derecha, pero creo que ha metido la pata, o, mejor dicho, si en breve no presenta pruebas, creo que ha metido la pata gravemente.

Frantic, eres demasiado inteligente para considerar que todo votante del pp que lo decida seguir siendo tiene que ser necesariamente un "tonto de los cojones". Demasiado inteligente y demasiado respetuosa. Imagino que habrás escrito todavía sin haberte tomado el café matutino.

Alfonso, estoy de acuerdo contigo, lo veo a mi alrededor. Y es algo que puede explicarse sin recurrir a la idea de que el votante de izquierdas sea más lúcido o crítico que el de derechas (aunque sea una tentación, al menos estadística, que nos asalta, que duda cabe). Ocurre, y es algo que el propio votante de derechas suele echarnos en cara, que si somos más asequibles a la desilusión, y lo somos, es, en lógica semántica, porque en la decisión de nuestro voto opera en nuestras mentes un componente importante de ilusión. Hay quien dice que esto es peligroso, que implica demasiada ideología, demasiado misticismo humano... A mí me parece que nos embellece, a pesar de los pesares, que son muchos, y de las excepciones, que abundan.

Nacho, mucho me temo que también tú has debido escribir antes de tomarte el té de las cinco. O eso, o háztelo mirar ya. Lo de llevar 25 años vistiendo casi exclusivamente burberry's me hace pensar en esas personas que no pueden pisar las líneas en que se juntan los cuadrados de las aceras, o que siempre que hacen un gesto lo hacen dos veces... En fin. Y este cuadro es la opción más clemente, porque los otros que imagino son un adolescente que se enamoró secretamente de la reina Isabel cuando esta tenía sesenta años (o mejor aún, de la Duquesa de Kent, lo british católico es lo más), o alguien a quien parezca encantador el para mí escalofriante y célebre diálogo mantenido entre Maria Antonieta y uno de sus acompañantes, el día en que al paso de su carroza por París varias personas la increparon. "¿Por qué se quejan, por qué me insultan?", preguntó extrañada. "Su majestad, es que tienen hambre... No tienen pan". "¿No tienen pan?", dijo ella de nuevo. "Pero eso no es tan grave, que coman brioche".

A lo mejor deberías tomaros ese café-té juntos. Nacho le aportaría a Frantic algo de flema, contención y mesura, y Frantic a Nacho mucho de liberalismo del bueno, del decimonónico, de ese que uno no puedo apropiarse por el mero hecho de lucir, por ejemplo, una levita burberry's.

Mis respetos al anfitrión.

Elena dijo...

...Aunque la levita le siente de maravilla ;-)

Rukaegos dijo...

Un saludo cordial a tod@s y muchas gracias por vuestras aportaciones.

Creo, en la línea que apunta Elena, que las generalizaciones son siempre negativas, aunque muchas veces sean necesarias para clarificar discursos. O, me gusta menos lo que voy a decir, para despertar reacciones inmediatas y básicas, algo que ocurre en el ámbito de la política con demasiada frecuencia.

Yo no creo que los votantes del PP sean idiotas (que todos lo sean). Y hacer de esa presunta limitación el sentido de su voto es el mejor pasaporte para no entender por qué votan como votan, o al hilo de lo que estamos hablando y de los escándalos recientes, por qué consienten lo que consienten. De la misma manera que cuando la Brunete mediática o Rajoy hablan de los dirigentes socialistas o de sus votantes como personas sin cualificación, que no sabe leer, idiotas nuevamente, hacen lo mismo: asentar sobre sí mismos las bases de un posible nuevo fracaso.

En todo caso, desde las estrategias peperas sí voy a insistir en que se entiende mejor al menos una de las características del votante de izquierdas: su mayor capacidad de ilusión o utopía y por tanto su tendencia a la crítica y al desencanto. Y en eso andan.
El conservador, por definición, es un defensor del statu quo, le parece bien o al menos no le parece mal el estado de la sociedad, de la gestión, y cuando vota lo hace desde un cierto conformismo, asumiendo que hay ciertos peajes para que esa feliz y tranquila continuidad se materialice: ¿Hacen falta unas dosis de corrupción? Que sigan.
En ambos casos, la máxima del "todos son iguales" difundida por los medios a estribor desde tiempo inmemorial sirve como apoyo del desencanto (y la abstención) de unos y del imposible cambio de otros.

No goza de mucho prestigio un viejo valor de la modernidad, la tolerancia, que no tengo claro si ha sido sustituido en los imaginarios por la idea de respeto. Pero cualquiera de los dos conceptos, desde su evidente carencia en los discursos actuales, nos permitiría analizar una de las bases del sistema democrático. La capacidad para asumir que nuestro vecino tiene pleno derecho a formarse sus propias opiniones, a defender sus ideas, a articular su proyecto personal y social, es uno de los pilares del modelo que creo que todos aquí defendemos. Y la crispación, que supone la ausencia total e intencional de esos valores, una fuerte causa de inestabilidad. De nuevo, jugar con fuego.

Si los ciudadanos fuéramos mucho más severos con quienes utilizan la democracia exclusivamente en función de sus intereses y pervierten cada día las reglas del juego, estoy seguro de que hasta los partidos políticos estarían capacitados para dejar de mirarse el ombligo e iniciar una etapa de mayor comunicación y diálogo entre quienes dirigen la acción política y quienes la viven desde sus diferentes opciones o funciones sociales.

Aunque nuestro sistema electoral, y tantas disfunciones derivadas del mismo, van a ayudar poco a esta transformación. Acabaré siendo partidario (creo que ya lo soy) del sistema uninominal.

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