martes, febrero 10, 2009

ELUANA ENGLARO Y LOS GUARDIANES DE LA VIDA Y LA MUERTE

Por fin Eluana Englaro ha encontrado el descanso. Con su muerte, su familia habrá podido también cerrar un capítulo terrible en el que al dolor de verla consumirse en estado vegetativo se ha sumado la lucha contra la falta de humanidad de quienes se creen con derecho a decidir sobre nuestras vidas, a quienes se creen en posesión de una verdad absoluta que les otorga derecho a decidir sobre la vida, el dolor y la muerte de los demás. Y lo que es peor a quienes obcecados por esa posesión prostituyen los instrumentos e instituciones de un estado al servicio de una fe y de sus convicciones personales.
Cada día tengo más claro que a medida que el ser humano se ha ido haciendo mayor de edad, ha ido abriendo sus espacios de libertad, ha consolidado su autonomía racional y moral, se ha ido haciendo más necesario reconocer esa capacidad en los ordenamientos legales y hacerlo con una regulación que reconozca nuestro a derecho a decidir sobre nuestras vidas y también sobre nuestras muertes. Sobre cuándo y cómo queremos terminar nuestro camino.
Me parece perfecto que una persona decida que el sufrimiento santifica (como afirmara hace no tanto Fernando Sebastián o como exhibía Wojtyla). Es su decisión. Me parece perfecto que una persona, una familia, decidan que algún dios, el que sea, es responsable único de esas cuestiones y renuncien a esa parte de su capacidad. Aunque eso suponga ensañamiento, aunque eso suponga largos tiempos de espera, de sufrimiento, aunque eso llegue a destruir una familia. Es su decisión.
Pero no estoy dispuesto a consentir que impongan esas decisiones a los demás. Porque la responsabilidad sobre mi dolor y sobre mi muerte es mía. Y por eso quiero un sistema que me permita dejar claro qué es lo que debe suceder si por un accidente o una enfermedad entro en un coma irreversible, o en un estado vegetativo, o una incapacidad cualquiera para expresar en ese momento mi decisión. De igual manera que quiero un sistema que me permita poner fin a mis días, sin sufrimientos físicos o morales que yo pueda considerar excesivos, si me viera obligado a vivir sin calidad de vida, sin lo que yo pueda considerar una vida digna.
¿Por qué debo verme obligado a alargar el dolor en caso de una parálisis que me impida desarrollar mi vida en unos términos de normalidad aceptables para mí?¿Por qué debo convertirme en esclavo y testigo de mi propia caída hacia los abismos por causa de una enfermedad degenerativa si no quiero experimentar ese proceso irreversible?¿Por qué?
Ellos me hablarán de sus dioses. Y tratarán de imponerme su moral y unas leyes conformes a esa moral. Y eso hará que las personas a las que quiero, que me quieren y que quieren respetar mis decisiones se vean obligadas a enfrentarse a luchas terribles como la que ha vivido en Berlusconia (te robo el término, Elena) el padre de Eluana o a amenazas legales. Pero hace mucho tiempo que no les escucho: Mi vida y mi muerte son parte de mi libertad y nada tienen que opinar al respecto.

5 comentarios:

Amigo de la Dialéctica dijo...

Hola amigo Rukaegos:

Hoy le decía a Estela que creo que cada cual debe poder decidir libremente sin imposiciones externas. Y si uno no puede decidir que lo haga su familia. Este es un tema privado en el que el Estado o la Iglesia se deben de abstener de inmiscuirse.

Por otra parte poco cuestionó el Estado Italiano o el Estado Vaticano el invasión de Irak, o la masacre Palestina. Ahí murieron cientos de seres humanos, en Irak casi un centenar al día, pero ahí ni se les escuchaba; más bien estaban a favor. ¿Por qué no montaron este circo mediático y parlamentario en esa ocasión?

Para mi son un grupo de hipócritas de doble moral.

Recibe un fuerte abrazote amigo.

Julio Varillas dijo...

El Gobierno italiano ya ha aprobado el Decreto Ley que obliga a que las personas no puedan morir en paz. Eluana por fin ha encontrado su descanso,pero ¿que va a pasar con los que, por desgracia, vengan después? Yo de Berlusconia no espero nada, pero en España también tenemos que dar muchos pasos en este sentido (recordemos Ramón Sampedro).
Un saludo Rukaegos.

Elena dijo...

Confieso que siempre me ha rechinado la expresion "estado vegetativo", supongo que me resisto a pensar que al ser humano pueda abandonarle por completo su mágica animalidad. Y no me rechinan, sino que me indignan, las personas que desprecian o se atreven siquiera a juzgar a quienes se aferran a la vida incluso en estados de extrema decrepitud o total dependencia de los demás.

Vaya eso por delante.

Pero, como bien señalas, lo importante en todo este asunto no es la visión que cada cual tenga de su vida y su muerte y el modo en que decida abrazarse a la una o la otra, sino que lo importante ha sido el atropello de la libertad más individual e inalienable que existe que algunos -amplios sectores de la Iglesia Católica a la cabeza- han llevado a cabo hasta extremos de mezquindad vomitiva e inadmisible arrogancia.

Sólo espero que hasta la tumba de nieve de Eluana no lleguen los ecos de esta turba infame, que sus padres reciban el respeto y el calor que merecen y que llegue el día en que esos zotes que agitan pancartas, ese necio que lleva tiara y ese impresentable que gobierna Italia, comprendan que la irrenunciable vitalidad de nuestra bendita especie no está en que nos aferremos a la vida como a un clavo ardiendo, como tampoco lo está en que decidamos morir ante determinadas penurias o dolores. Vivir está en elegir, en la elección libre, propia, mía. Y si nunca llegan a comprenderlo, que al menos respeten.

Sólo los que libremente deciden, en un sentido o en otro, viven la vida en toda su amplitud y alcance.

Mi abrazo para aquellos que están ahora enfermos, quizá agonizantes, y quieren seguir viviendo incluso inmersos en su dolor o su inmovilidad; y a quienes les cuidan todo mi aliento. Mi abrazo, cómo no, a Eluana y los suyos, porque su apuesta también es vital. Tanto los unos como lo otros vuelan alto y con dignidad infinita en tanto en cuanto les dejemos elegir libremente. Planean, en su postración o en su muerte, con las alas de la vida.

Rukaegos dijo...

Gracias por tu aportación, Elena. Una reflexión como siempre tan respetuosa como lúcida.

Voy a poner el acento en un par de elementos. El primero, la indignación por el proceso mediático cargado de ira, mentira y acusaciones terribles contra el padre de Eluana y los médicos. Otro, recalcar que la madurez del ser humano, su configuración como persona libre y autónoma, implica reconocer nuestra capacidad para tomar nuestras propias decisiones, sin necesidad de que intervengan quienes se intentan arrogar por nosotros ese derecho.

Si alguien quiere aferrarse a la vida hasta sus límites, tiene todo el derecho a hacerlo. Pero también tiene todo el derecho quien teme al dolor o lo considera degradante o simplemente no quiere experimentar esa terrible lucha, sea por sí mismo sea por evitársela a las personas que quiere.

Elena dijo...

Por supuesto, Ruka, suscribo todo lo que dices.

Comparto tu indignación y tu posición.

Creo que el circo montado por esa panda autodenominada "pro vida" ha sido espantoso y creo, cómo no, que quienes no respetan a los que desean ahorrarse o abreviarse una agonía son simplemente...

Que encogimiento de corazón saber que hay gente acusando de homicidio a ese padre; una mujer que salió ayer por la tele, por ejemplo, y se quedaba tan pancha, la tía. Representaba a no sé qué asociación religiosa... Dios (si existe) la perdone.

Saludos indignados y tristes.

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