IDENTIDAD, CULTURA Y LECTORES FRAGMENTARIOS
Ando en estos tiempos preocupado por el problema de la construcción de las identidades personales y comunitarias y su articulación con el engranaje social. Y un párrafo leído el sábado pasado en Babelia, en el que se hablaba del lector fragmentario, me ha dado pie para apuntar en esta bitácora algunas reflexiones.
Con cierto matiz sociológico y una fuerte carga irónica, hablaba el autor de esas grandes librerías neoyorquinas en las que podías encontrar los libros agrupados en secciones como "Autoras lesbianas negras". Dejo al margen de la reflexión por qué a la hora de ironizar quedan mejor categorías como "autora" "lesbiana" y "negra" en vez de "autor""heterosexual""blanco""de Nueva Inglaterra""con todoterreno amarillo""católico""con cuatro hijos". Para adentrarme en un territorio que en este momento me interesa más.
La Cultura, en sus diferentes acepciones, tiene mucho de espejo. Como una Alicia eterna, nos buscamos en las representaciones del mundo que los distintos tiempos y lugares han querido ofrecernos para hablarnos de su conciencia, de su consciencia, de su necesidad de hablar y de permanecer. Construimos nuestra propio identidad a partir de fragmentos de mundo y añicos de mundos, robamos una pequeña pieza de cada espejo para recomponer un "yo" agrietado y complejo que, al fin, se acerca a la respuesta anhelada. Y seguimos buscando.
Algunos de esos datos identitarios no suponen problema alguno, no nos enfrentan al mundo sino que nos funden con él. Y por eso permanecen un tanto diluidos en el edificio final. En general, ocurre con la información que nos incorpora a lo esperado, a lo común, a lo tantas veces definido como "normal". Yo nací hombre en una sociedad machista, católico en un país donde la inmensa mayoría lo era, clasemedia perdido entre la clase media, ... Y tal vez por eso mi sexo, mi religión o mi clase no definen un retrato capaz de individualizar mi imagen en el espejo. También soy medio santanderino medio campurriano, cántabro, español, europeo, lector, inconformista, pasional, ciclotímico. Tengo el pelo de un descafeinado castaño oscuro aunque fui rubiuco de peque, unos ojos verdes que destacan en un conjunto poco afortunado, algunos kilos de más. Mi familia es tradicional, centrada con cierto escoramiento a la derecha, extensa y apiñada. Tengo muchos amigos, y buenos. Curioso. Homosexual, luchador, bocazas, políticamente progresista, agnóstico. Me gustan la literatura, la música, la tranquilidad, los perros, la primavera, el olor del jazmín, las colonias fuertes, la cocina experimental y la cocina de la abuela ...
De todos esos datos extraigo ramas que trato de injertar al tronco común. Pero algunas suponen una marca de trazos mucho más enérgicos. Y ahí es donde interviene a todos los niveles el problema de la identidad personal y su articulación colectiva. Porque cuando inmerso en un universo occidental post-ilustrado, donde todavía siguen vigentes los grandes valores globales, me doy cuenta de que esos grandes principios me dejan/me pueden dejar en los márgenes del sistema o no dan respuesta a interrogantes que para mí son esenciales, me alejo.
Por mi formación y mis intereses, puedo considerarme como un lector intenso y extenso. Y creo que mis criterios literarios no son malos del todo, a la hora de definir un libro interesante, de pasar las páginas con una mirada crítica, de elegir y seleccionar.
Pero sé también que puedo relajar mucho esa mirada cuando de pronto en vez de un libro me siento con un espejo de páginas y buceo entre algunas de mis señas de identidad. Puedo ser consciente de que desde el punto de vista artístico, ciertas novelas (como ciertas películas, series, poemas, músicas) dejan mucho que desear. Pero en ellas mi corazón, mi historia, mis miedos, mis emociones, mis decepciones, mis dudas, mis luchas aparecen reflejadas mejor que en aquellas que desde las cimas del arte hablan para todos. Y es que estas sucesiones de páginas me hablan a mí.
Como lector, como lector ávido, voraz y casi omnívoro, puedo aplicar cuando menos dos lentes. Una general en la que espero ese fogonazo de vida, de luz, de misterio, de comprensión que una obra de arte feliz y poderosa aporta a nuestra mirada haciéndola mejor y más avezada. Otra en la que quiero, necesito, aflojar la tensión y dejarme caer entre mis iguales y aprenderme de nuevo mientras la memoria de la lucha cotidiana vuelve a hacerme temblar.
Muchos años de lucha contra mí mismo, muchos años de trabajo por una sociedad más diversa y más igual, hicieron que para mí el hecho de ser gay sea una de las marcas identitarias. A veces la mirada grande y la pequeña se confunden, y las "Memorias de Adriano" de Marguerite Yourcenar, "Nadan dos chicos" de Jamie O'Neill o "El hombre que se enamoró de la luna" de Tom Spanbauer crecen hasta agotar mis defensas.
Pero soy capaz también de buscar las estanterías, librerías, editoriales que me hablan directamente a mí, hablan al adolescente confuso, al adulto luchador, al enamorado desilusionado, al católico que aprendió a no tomar parte en un club que le desprecia, ofreciéndome historias en las que hombres como yo, muchahos como yo, personas como yo, ríen, sufren, aman, viven. Y por eso en mi biblioteca personal hay rastros de un lector fragmentario, un lector que también busca pistas de identidad entre las páginas. Un larga sección que sin ironía alguna podríamos titular "Autores gays".
*Lo de la paradójica reina a la que no le gustan las reinas lo dejo para mañana ;)
6 comentarios:
Por favor Rukaegos, no seas muy duro con la Reina.
Al fin y al cabo alguien se ha limitado a recoger lo que piensa. Ella no ha hecho ningun tipo de declaración pública.
Cuestión diferente es que rebatas su postura, que yo tampoco comparto, pero llego a entender dentro de una determinada formación y tiempo.
Lord X
Venía buscando un comentario al respecto de lo que ha dicho "esa".
No sé si te pronunciarás, o respetarás lo que PP y PSOE han pedido a su gente, silencio.
En todo caso, de nuevo y con más fuerza que nunca, salud y república.
En realidad, Lord X, ella concedió una entrevista a una periodista para que fuera publicada: es una declaración pública que debería haber medido más y mejor.
Pero seré bueno y no la convertiré en la tercera integrante de la ya famosa ong "inbéciles sin fronteras" ni la rebautizaré como Doña Fosilia. Prometido.
Porque sí voy a escribir sobre las declaraciones de la reina, rojoyverde. Y hasta voy a enviarle una carta personal aclarándole algunas cosas.
Cachis...
La veía como miembra (jeje) de honor de la ONG... pero bueno. Esperaré leer esa carta.
Saludos tricolores.
oye, que no sé cómo ni con qué pretexto pero he descubierto tu blog y me gusta mucho. trataré de seguirte!
Pues Bienvenido siempre que quieras, curro. Un placer compartir este espacio contigo.
Y ya sabes, es que todos los caminos conducen a Santander :)
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