25 MILLONES DE MUERTOS Y UN PREMIO NOBEL
La concesión del Premio Nobel de Medicina y Fisiología a Luc Montagnier y su colaboradora en los 80 Françoise Barré-Sinnoussi por el descubrimiento del VIH es una triste buena noticia.
Atrás quedan las malas prácticas y las trampas de Robert Gallo en Estados Unidos para atribuirse la paternidad del hallazgo científico. Ninguna sombra de duda sobre el trabajo de los franceses que consiguieron identificar y aislar el virus y se comprometieron desde ese momento con la causa de los enfermos de SIDA.
Atrás quedan también 25 millones de muertos en todo el mundo y muchos más millones de portadores del virus. El África que se muere es, sin embargo, doloroso presente. Un presente que nos recuerda muchas cosas, nos recuerda cómo ciertos gobiernos y ciertas ideologías tardaron mucho en enfrentar el SIDA, porque era cosa de maricones y pervertidos, un "castigo de Dios a los sodomitas" llegaron a decir. Y algunos dicen todavía.
El SIDA es hoy definitivamente universal: homosexuales y heterosexuales, hombres y mujeres, hombres ricos y hombres pobres. Pero golpea con mucha más saña en la miseria. Allí donde no existen las mínimas garantías sanitarias y no es posible la ayuda médica porque los laboratorios se niegan a ceder patentes o fabricar genéricos baratos.
Hace mucho tiempo ya que en Occidente se puede vivir con normalidad siendo portador del VIH, que el SIDA es grave, más de lo que a veces se trivializa en ciertos discursos, pero ha alcanzado un cierto status de enfermedad crónica pero no mortal. Tal vez por eso las jóvenes generaciones, que no vieron morir a alguno de sus amigos y no convivieron con el dolor, el horror y el miedo de los 80, estén bajando la guardia. Y desde ahí, la estemos bajando un poco más cada día todos.
Quiero aprovechar este Santander posible para celebrar con alegría y gratitud el reconocimiento que supone el Premio Nobel para un hombre y una mujer que hicieron de la lucha contra el SIDA su razón de ser.
Quiero aprovechar también para recordar a tantos muertos, también con gratitud. Muchas veces he dicho que si la injusticia del limbo social y jurídico en que vivíamos los homosexuales no se hubiera hecho notorio escándalo en los 80 a partir de las terribles situaciones que sucedieron a cada víctima del SIDA, tal vez nunca hubiéramos conquistado la dignidad, la respetabilidad, la igualdad de la que hoy poco a poco vamos disfrutando. Son nuestros mártires. El principio de nuestros sueños.
1 comentario:
Las empresas farmacéuticas deberían de dar los medicamentos contra el sida gratuito para evitar tantas muertes. Africa despues del hambruna tiene el problema del SIDA. Todavia no he escuchado a ningun progre del primer mundo, por asi llamarlo, hacer una campaña de dondacion gratuita de medicamentos contra el sida. ¿El primer mundo padece de una sordera ante hermanos nuestros que mueren de hambre y enfermedades?
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