En tiempos de desorientación e ira como estos, nos encontramos con frecuencia ante debates de barra en los que se acaba concluyendo con el famoso adagio "todos son iguales". Todos los medios, todos los políticos, todos los todos.
Supongo que la primera curiosidad es que siempre afirman "todos son", en una impersonal formulación de la tercera del plural, como si el que hablara tratara de excluirse del pecado, se quisiera o se supiera diferente de lo que critica, o simplemente estuviera sufriendo un síndrome de alienación que le empujara a mantenerse lo más alejado posible del cuerpo social. Toda una trampa lingüística que por un lado incita a la abstención ante los asuntos públicos, pero que además convierte a quien cae de bruces en el artefacto ideológico en la definición perfecta de lo que los griegos llamaban idiotés, el abstencionista, el que por voluntad o necesidad era incapaz de relacionarse y contruir desde dentro del edificio social.
La segunda curiosidad es que suele emplearse con harta frecuencia para defender los desmanes de los propios más que las barbaridades ajenas. Tal vez por eso se generalizó tanto durante los años llamados "de la crispación" fomentada desde determinados medios con el socarrón y complacido asentimiento de determinados políticos. Si Enric Sopena y María Antonia Iglesias no existieran, con sus peculiares vociferios en La Noria, desde los medios más a la derecha de la derecha no tardarían en inventarse algún personaje semejante, o incluso contratarlo para que desempeñara el papel. Porque con sus modos y sus coletillas bastan para justificar la zafiedad y hasta el delito a los que nos hemos venido acostumbrando en las voces de los popes de la derecha más extrema y más ruin.
Y desde esas barbaridades sectarias en las que compiten por ver quién mea más lejos, quién la suelta la mentira más gorda, el insulto más bestia o la conspiración más manipuladora, se alimenta a la gentuza que permanece agazapada, disfrazada de persona, a la espera del momento perfecto para morder escupiendo su baba venenosa en foros y espacios donde se saben protegidos y donde se da carta de autoridad a su mierda.
A sugerencia de un comentario en Facebook, busco el relato del fallecimiento de la ex Ministra de Educación, María Jesús San Segundo, en la edición digital de la Gaceta de Intereconomía. Esos que están orgullosos de ser de derechas y que exhiben su cristianismo puritano y perfecto a cada segundo. Justo esos que no son capaces siquiera de respetar, desde la distancia de la objetividad informativa, la pérdida de una mujer joven, de una profesional cualificada, que habrá sido mejor o peor en su no demasiado largo paso por la primera línea política, pero que sí era respetada en el medio académico. Y justo ahora, cuando de nuevo me han contagiado la crispación y trato de hacer un esfuerzo de contención, los comentarios, quince en total, dan vueltas a afirmaciones como éstas:
"Una pensión vitalicia menos".
"Sería una de esas de cuota que nada hizo ya que su nombre ni me suena" (supongo que confudiendo la propia desinformación o ignorancia con los méritos o deméritos ajenos).
"Pues por mí que se lo pase bien en los Avernos. Una menos".
"El mejor rojo es el rojo muerto".
"Supongo que estará ardiendo en el infierno por ayudar y contribuir a la ruina de españa y de los españoles" (este además va reservando llamas para una lista de favoritos)
Y varios etcéteras, muchos rubricados con la banderita del pajarraco.
¿Todos iguales? Y una mierda.
5 comentarios:
Qué barbaridad... Me da corage que se crean los "buenos".
Terrible.
Intereconomia crea el efecto contrario. Lo que señalan como negativo para mi es positivo.
Creo que esta manera de reaccionar la comparte más gente.
Hacen un flaco favor al PP.
De todas maneras sus proclamas y opiniones se las deben de poner un límite: No se pueden consentir tales desprecios, injurias, calumnias y vejaciones, ¿Dónde está la justicia?.
A veces veo parte de su programación y me da risa, para mí es como si un grupo de humoristas hace una parodia, luego me paro a pensar en los cientos de miles de personas que se lo creen a pies juntillas y empiezo a sentir miedo.
Miedo de una sociedad que fluctúa entre el golpismo, la vuelta de la inquisición y el nacional-catolicismo.
Todo ello enmarañado con un concepto de la democracia que ningún demócrata de verdad puede defender.
La democracia no es un club con derecho de admisión, como ellos pretenden. Es un concepto abierto plural y de respeto a las minorías; y mucho más.
Si Mario Conde es su estrella, que se puede esperar.
Un saludo.
Supongo que sobre la base de sus desvaríos está la idea, que tantas veces han expuesto, de que están protegidos por la libertad de expresión, sin entender que la libertad tiene límites y que con este tipo de animaladas traspasan todas las fronteras.
Saludos a los dos y gracias por comentar :)
Demencial, aunque reconozco que no me extraña. Alguien debería de hacer algo.
No se puede decir cualquier cosa en televisión, en la radio, en la prensa o en internet sin que esos comentarios tengan consecuencias.
No vale únicamente con el desprestigio.
Lo peor de todo, Laro, es que detrás de esos comentarios que no sólo se permiten sino que de alguna manera se alientan, hay toda una estrategia de transformación del imaginario social.
Como ya salió en un debate en Lo llaman comunicación sobre los usuarios anónimos, qué buen espacio para la información y el debate sería la red si no fuera por quienes la utilizan con intereses espurios y para dar rienda suelta a su cobardía y a su odio.
Saludos
Publicar un comentario