"Gano, -dijo el zorro- por el color del trigo".
Sumar las experiencias y archivar los recuerdos compartidos. Eso es lo que significa vivir juntos, caminar juntos. Esa es la sabia reflexión que el zorro le regala al Principito de Saint-Exupèry, la de cómo la amistad, cómo también y aún con más fuerza el amor, nos obligan a traducir la realidad con un significado privado y nuevo después de cada despedida.
En medio de esta temprana y violenta ola de frío, el macizo de Peñacabarga, y como él todos los picos de la Cordillera Cantábrica que puedo ver desde mi ventana, han amanecido cubiertos de nieve, aderezados con esa magia blanca que yo conocí en mis primeros años y que le aporta a los perfiles una luz particular, un silencio severo, una belleza larga.
Leo llegó desde un país con un clima no tan diferente del de Cantabria. Pero Uruguay es un país sin montañas, y como tal, un país sin nieve. Y fue hace más o menos un año cuando por vez primera, en Bárcena Mayor, pasando un fin de semana en la preciosa casa rural de Carmen y de Perla, se la encontró por vez primera. Era friolero, cuando los días se nos ponían imposibles, se ovillaba en el sofá, con una manta confortable por encima, el radiador pegadito y a ser posible yo echado sobre él para ver juntos alguna película, mejor alguna clásica, mejor en blanco y negro. La nieve, de pronto, habla de sus ojos iluminados ante la hermosa novedad (él, que soñaba con regresar a Uruguay estas Navidades, con invitar a su hermana y a sus sobrinas a pasar unos días en la playa para que la pequeña Noelia conociera el mar, con descubrir su cara de asombro) y de sus manos delgadas tomando un "pichón de nieve", como escribiera Pepe Hierro, y acunándolo "para que no llore de frío". Sintiendo el latido feroz de la vida en los dedos entumecidos y más tarde en su despertar junto a la chimenea.
Desde su muerte, despierto cada día haciéndome consciente de cómo se ha transformado el lenguaje del mundo. Porque las palabras y las experiencias compartidas me han hecho rico, poseedor de todo un idioma secreto que sólo Leo y yo podríamos identificar, propietario de ese color del trigo en el que Leo continúa sonriendo.
Por el fulgor de la nieve recién descubierta, por Casablanca y por Eva al desnudo, por CK One y por la tortilla de patatas, por el Vodka Sunrise, por los impresionistas y por los fados en la Alfama, por Óscar Wilde y por el Actor's Studio, por el portugués y por la Rosaleda del Retiro, por Nacha Guevara y por Cecilia Bartoli, por la cama compartida y por el provolone, por las almejas de Pedreña y por el Rias Baixas bien fresquito, por Montevideo y por las infusiones, por la Isla de Saint Louis y las noches del Marais. Por su muerte y sobre todo por su vida. Por el color del trigo.
6 comentarios:
"Los campos de trigo no me recuerdan nada.¡Es bien triste!Pero tú tienes cabellos color de oro.Cuando me hayas domesticado,¡será maravilloso!El trigo dorado será un recuerdo de ti.Y amaré el viento en el trigo...
El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
-¡Por favor...domestícame!-dijo.
...Así el principito domesticó al zorro.Y cuando se acercó la hora de la partida:
-¡Ah!...-dijo el zorro-.Voy a llorar.
-Tuya es la culpa-dijo el principito-.No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
-Sí-dijo el zorro.
-¡Pero vas a llorar!-dijo el principito.
-Sí-dijo el zorro.
-Entonces,no ganas nada.
-Gano-dijo el zorro-,por el color del trigo."
Antoine de Saint-Exupéry
Independientemente de la fe o no en un dios, tu texto es una conmovedora acción de gracias con la añadidura de un divino -por humano- matiz, el matiz de agradecerlo todo no por bello, dulce, breve o duradero, sino por compartido.
Aunque la vida nos prive de aquel al que amamos, nuestro divino -por humano- cerebro asocia ya, y para siempre, el color del trigo a su cabello, o el de las castañas al de sus ojos, o el olor de un caldito a la sonrisa que él expandía, como manatial, al percibirlo.
Si supiera hacerlo, te dejaría aquí el enlace hacia un famoso poema de Borges titulado "Otro poema de los dones" que creo apunté ya por tu Santander hace tiempo, y que aunque desde siempre me ha hecho temblar por su esencialidad (a pesar de sus montones de referencias culturales y nombres propios, o precisamente por ello) y hondura, ahora significa distino, y más, porque más he vivio y más he amado.
Si todo lo expuesto por Borges, si todas esas bellezas de la naturaleza y del arte, toda esa luz del coraje y la bondad humanas, las gozamos compartidas, entonces la acción de gracias es aún más necesaria, aún más encendida, y la derrota es victoria. Ganamos, por el color del trigo.
Aquí lo tienes, Elena: Por el rostro de Elena. Y por el lujo de tenerte como lectora fiel y comentarista aguda. Gracias :)
OTRO POEMA DE LOS DONES
Jorge Luis Borges
Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida in los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
:)
Bonita estampa del pico de peñacabarga.
Sacada vía google, pero procede del Diario Montañés. Como no aparecía firmada no sé exactamente de quién, aunque en la serie había fotos de Andrés, de Sane y no recuerdo si de alguien más.
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