Los rutones forman una de las familias más extendidas entre la fauna urbana, tanto que resulta casi imposible pensar en algún hábitat social en el que el rutón común (nombre científico Gruñegruñe pértinax) no se haga presente con cierta asiduidad.
Fue el pasado domingo, en la Línea 6, cuando me vi obligado a compartir autobús con varios especímenes diferenciados de gruñegruñe, entre ellos el propio conductor del vehículo, además de una hembra de edad vetusta y una pareja madura. ("Y ahora los vagos del ayuntamiento se gastarán el dinero en dar de comer a estos siete mil imbéciles" y "Llevamos más de una hora -en realidad diez minutos- aquí parados" mientras el autobús esperaba prudentemente a que terminaran de cruzar varias legiones romanas y un grupo de vírgenes vestales con sus hijos en brazos fueron los gritos que despertaron mi atención)Y fue en ese mismo momento en el que decidí incorporar un buen retrato etiológico de la especie en este cuaderno de campo improvisado en el que se está convirtiendo la serie Fauna de Autobús.
En cuanto a la apariencia física, no es mucho lo que diferencia a un rutón común de un usuario normal o de la mayor parte de las especies autobuseras. Sí es cierto que suele tratarse de individuos (machos o hembras) de una alta maduración e incluso un provecto envejecimiento. Los individuos jóvenes crecen mimetizados con otras especies, sin llamar la atención de manera evidente, si bien algunos etólogos han apuntado la sospecha de que la Raqueruca vulgar (Vociferans Acuta Ineducata) podría ser un estado larval de Rutón que pasado un tiempo se haría capullo enrollada en un pantalón de chándal o una miniminifalda de plástico negro hasta salir dando alaridos y transformada en un Rutón hembra. En el Santander Posible consideramos que es poco probable esa evolución de los ejemplares jóvenes de Raqueruca, sobre todo porque la afición de estas a gritar al aire no necesariamente se refieren a un estado de ánimo de indignación compulsiva.
Sí son reseñables el fruncimiento de ojos y la peculiar boca torcida que muestran sin excepción todos los rutones y que contribuye a ese aire de fiereza que tanto temor causa.
Dentro del autobús (pero sería similar en un parque, una cafetería, una cola de banco o unas rebajas) el comportamiento del Rutón es bastante básico. Se sube y comienza a emitir sonidos desagradables en un volumen medio alto en los que articula cantos de apareamiento monótonos y repetitivos del tipo "Es que es una vergüenza todo lo que ha tardado en venir" (cuando el autobús ha llegado dos minutos antes de lo previsto), "Es que se una vergüenza lo sucio, lo caro, lo viejo, lo alto, lo bajo, lo nuevo que está todo" "Es que es una vergüenza lo de los inmigrantes, los maricones, los políticos, los terroristas, las monjas, los pederastas, los periodistas, las momias aztecas, los perros, los canarios" "Es que es una vergüenza lo que hace el alcalde, tu primo, el jefe de estación, el cartero, el profesor, los jóvenes, los jóvenes, los jóvenes, los políticos, zetapé" en espera de una respuesta nupcial que asentirá con un rotundo "lo que yo le diga, una vergüenza".
Se alimentan de carroña de rumor, de desinformación, de santa indignación y de bilis, y mantienen como cazaderos predilectos determinados medios informativos vinculados a la Santa Madre y a la Ultraderecha más casposa, de las que extraen consignas y canturreos que repiten como cotorras indignadas.
En general, si uno baja la mirada y se enrosca suavemente sobre sí mismo o inicia una lenta lectura de algún libro, diario o folleto,el Rutón común acaba por callarse o por centrar su fijación sobre algún otro ejemplar que por suerte les habrá correspondido como compañero de viaje.
2 comentarios:
Siiiii!.
Lo más divertido es que indefectiblemente miran al"viajero más o menos vulgar"(yo mismo,p.e.)en busca de aprobación.
Uno,que está muy viajado en el SMTU,desvía la mirada y se deleita escuchando álgo así como:"notjodetmbienéste....")
Lo has clavado,Regino.
Yo prefiero la mirada fulminadora seguida de giro de cabeza y mirada por la ventana. Si se practica con maestría el rutón experimenta un escalofrío de miedo (a una réplica inteligente o directamente a una hostía) y, o bien baja el volumen hasta lo inaudible o directamente se calla.
Si no, no hace falta materializar sus miedos, se le ignora y punto. Unos buenos cascos ayudan (si el rutón insiste es muy divertido verle mover los labios y gesticular gastando energía para nada)
Publicar un comentario