ORNITOMANCIA
Para Ángel Pelayo
Más allá del azar, la decisión
de un grupo de cornejas de posarse
sobre el tendido eléctrico en un lado
concreto del camino
–la siniestra
o la diestra- en una sucesión
irregular de cuerpos emplumados,
obedece a una voluntad más alta.
Sabían los antiguos que era signo
del futuro tramado por los dioses
la locura aparente de las aves,
que en su viaje certero se ocultaba
una caligrafía tan secreta
como la del Nu Shu que se inventaron
las mujeres de China para hablar
en voz baja y a salvo.
Charlatanes,
sacerdotes y augures competían
por descifrar en templos y mercados
la compleja sintaxis de los vuelos,
la erudición grasienta de los hígados
sabrosos, la precisión icónica
que ordena las bandadas migratorias,
la ciencia de lo fasto y lo nefasto.
Es ahora diciembre. Las cigüeñas
no escapan del invierno de la tierra
de mi padre y habitan con solemne
desconcierto los nidos sedentarios.
Las garcetas bueyeras acompañan
la mansa lentitud de nuestras vacas,
mientras los estorninos se desploman
sobre el atardecer de estas ciudades
calientes y ruidosas.
¿Qué mensaje
recitan en el aire sus siluetas?
¿Qué códigos arcanos nos advierten
de la derogación de nuestro tiempo?
Hay profetas que buscan un sentido
a esta nueva gramática que surca
nuestro cielo abrasado, que analizan
la regla y la excepción, la voz y el rasgo,
la intertextualidad de la denuncia.
Miles de sombras gritan y planean
sobre Bodega Bay.
En una frágil
cabina de teléfonos aprende
Tippi Hedren el rencor de los pájaros.
1 comentario:
Hola amigo, bonito poema. Gracias por tu aportación en mi bitácora, has descrito la situación con una claridad impresionante; es una pena que aquell@s que deberían darse cuenta de esas evidencias no escuchen.
Recibe un muy fuerte abrazote amigo.
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