Causa cierto sonrojo escuchar las declaraciones de tantos obispos y jerarcas católicos a lo largo de estas últimas semanas, que ante la bola de nieve en que se está convirtiendo su histórica comprensión de la pedofilia sacerdotal antes que entonar un mea culpa en condiciones, por insincero que sea, han preferido buscar argumentos torticeros para exculpar y sobre todo autoexculparse. Con honrosas excepciones, por lo escasas más honrosas, como la del Cardenal Arzobispo de Viena, Christoph Schonborn, quien no sólo mostró su arrepentimiento como cabeza de la iglesia en Viena, sino que invitó a las víctimas a hablar en una celebración penitencial presidida por él mismo. Para que recuperaran la dignidad, para que volvieran a levantar la mirada, para que nunca vuelvan a ocurrir semejantes atrocidades.
En el resto del equipo, abrió hace ya unos meses la deriva Silvano Tomasi con su famoso "no se trata de pedofilia sino de efebofilia", como si ceder ante las garras del síndrome de Lolita, como si argumentar que su víctima tenía ya trece años, como si insistir en que con catorce años hay chicas que lo están buscando (otra perla eclesiástica reciente) hiciera menos grave su impudicia o menos dolorosos los abusos.
Se coronó de gloria el franciscano Cantalamessa, el predicador elegido por el Papa para las celebraciones del Viernes Santo, que no tuvo sino la ocurrencia de comparar los ataques que está recibiendo la Iglesia Católica ante su encubrimiento de los casos de pederastia en tantas diócesis con el antisemitismo. Al parecer, cuando se convierte a un grupo en una caricatura, en una categoría global, se pierde la capacidad de comprender o de diferenciar, y así como los judíos fueron víctimas de esas caricaturas grotescas, vendría a decir Cantalamessa que la Iglesia está sufriendo, no precisamente en silencio, otra de esas generalizaciones perversas. Claro que a Cantalamessa se le ha olvidado decir que los judíos como pueblo o como confesión no tenían responsabilidad por delito alguno, no encubrían, no negaban la mayor, no castigaban a las víctimas y premiaban a los ofensores. Y tal vez ese sea un pequeño matiz, pequeñísimo. Porque lo que para muchas personas podría resultar incomprensible es que no se esté procediendo penalmente contra encubridores y cooperadores necesarios de los delitos, tal vez el propio Benedicto XVI entre ellos.
Pero es que además, escandalizan estas afirmaciones por parte de un vocero destacado de una estructura de poder que ha ido a lo largo de la historia negando la dignidad, la humanidad, el pan y la sal a tantos grupos por el mero hecho de serlo. Que ha justificado la esclavitud de los diferentes, que ha apartado a las mujeres, que ha excluido a los homosexuales, que ha juzgado a quienes pensaban diferente. Y que continúa haciéndolo. ¿Tan rápido olvidaron las palabras de sus libros santos, aquellas de "No juzguéis y no seréis juzgados" o las de "Quien a hierro mata, a hierro muere"? Pero claro, al parecer las heridas duélen más cuando se reciben que cuando se infligen con alegría y espíritu universal.
Y todo eso sin olvidar las profundas responsabilidades de la Iglesia Católica en la gestación, desarrollo y locura del antisemitismo europeo, algo que tal vez deberían explicarle al franciscano antes de dejarle expulsar sandeces semejantes.
Otros impresentables, Angelo Sodano por ejemplo con su solidaridad para con el Santo Padre y su rechazo de las "murmuraciones" de los que quieren hacer daño a la Santa Madre, o el siempre folklórico y carpetovetónico Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, el que amenazaba tiempo ha con la excomunión a quienes votaran al PSOE, restaurando ante el aplauso entusiasta de sus sacerdotes la doctrina del complot judeo-masónico para acusar a quienes alzan su voz contra la connivencia de las jerarquías con sus sacerdotes delincuentes (¡claro que no todos, faltaría más! Pero es que ¿todavía le parecen pocos a Sanz los miles de niños y niñas abusados?) de orquestar una campaña para acabar con la Iglesia.
Y todo esto sin olvidar cuántas veces hemos escuchado en los últimos días a propagandistas católicos (Isabel Durán, por ejemplo, en la inefable Intereconomía), sacerdotes, obispos y hasta el propio Papa, recordar que no sólo hay sacerdotes implicados en los escándalos de pedofilia. Que de hecho, la mayor parte de los abusos se producen en el ámbito familiar. Y es que para huir hacia delante no importa nada, ni siquiera agredir a esas familias que siempre han pretendido suyas y de nadie más. Mira que llevan tiempo acusándonos de pederastia a los gays, que hasta han llegado a escupir (también jerarcas católicos) que queríamos acceder a la adopción para abusar de los menores, y ahora resulta que como todo vale para autoexculparse, todo vale para relativizar su culpa y proclamar el "no es para tanto" de siempre, ahora resulta que son las familias, sus familias, las que abusan en manada.
Nada nuevo bajo el sol. La culpa la tienen las niñas y niños, los adolescentes abusados. Por provocar, banda de Lolitas y Lolitos infectos y sucúbeos. La culpa la tienen no los que delinquen o los que encubren sino los que denuncian. Y si en todo caso ellos son malos, los demás somos peores, incluso esas familias tradicionales que tanto aclaman de manifestación en manifestación.
Cierta sensación de asco me invade en este inicio de la Pascua. Y una larga tristeza por tantos católicos y católicas a los que aprecio, por tantos sacerdotes que cumplen sus compromisos sin tacha, celibato incluido. Por tantos creyentes como estos días estarán muriendo de vergüenza ajena.
8 comentarios:
No sé qué decirte, Regino.
Este finde me ha tocado discutir con mi madre (kika de pro) sobre el verdadero papel de la iglesia y, no contenta con eso, me mandó ayer por e-mail un texto de Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger, en el que nos tacha de fariseos, arrogantes e hipócritas a quienes estamos criticando todos estos casos de pederastia.
Según mi madre, parece que ahora, lo políticamente correcto es meterse con la iglesia.
En fin, mientras la ICAR tenga en su base fanáticos que la defiendan con tal ardor, seguirá manteniendo ese poder omnímodo al que cree tener derecho.
Muy bien todo lo que dices,aunque me habria gustado que hubieses escrito algo un poco mas duro,porque para vaselina ya se la dan ellos...
Porque además solo se habla de los casos de abusos sexuales, pero ¿como presionaban en otros temas? ¿que abuso hacian del poder que les daba tener colegios católicos y familias entregadas? ¿como bligaban sibilinamente a personalidades "blandas" a meterse en el convento? ¿Que hacian con el dinero,que miles de niños/niñas recolectaban con toda su inocencia, y decian "ir a misiones"?
Y mas cosas ....
Frantic, claro, pero una vez más el kikismo o el arzobispo de Tánger no son ni hipócritas ni arrogantes ni fariseos cuando se rasgan las vestiduras ante las denuncias mientras callan cómplices ante los delitos. Muy típico.
Está claro que cuando hablo de los creyentes que hoy se sienten ofendidos por la desfachatez de su Iglesia (¿o habría que escribir "fachatez"?) no me estoy refiriendo a ellos.
Es que habría tanto que decir sobre el uso indebido que la Iglesia (las iglesias en general, las religiones en general) han dado a su poder terrenal tantas veces omnímodo que no tendríamos tiempo, Marga.
Y siempre escudándose en las buenas obras de algunos, de muchos, para justificar la impresentable miseria de tantos.
Sigo con el hartazgo de asco: Cita literal del obispo de Tenerife, un bicho llamado Bernardo Álvarez, para vergüenza de los Bernardos y de los Álvarez.
"Hay menores que desean el abuso e incluso te provocan"
Qué asco.
Ah,Rukaegos!!!,hoy has metido el bolígrafo en ese colosal saco de mierda que es la S.I.C.A.R..
Apesta por todos los rincones,así que me ahorraré comentar estando de acuerdo de quilla a perilla con lo escrito hasta ahora por tí y por MARGA y expreso mi solidaridad con FRANTIC(buena cruz la tuya...).
Sólo una pregunta:las afirmaciones de esos obispos,¿no son constitutivas de delito?. (Es por si la Fiscalía se anima).
Saludos.
Dado que la Fisacalía no se va a animar(o no puede),voy a soñar que el ex-jefe de la Inquisición sea detenido por la Policía Nacional tras besar el cemento de la T-4 acusado del delito de encubrimiento doloso de pederastia.
Dado que es Presidente Vitalicio de un exótico barrio romano cedido por Mussolini(padre del Neoestado Vaticano),no podrá ser detenido,pero SI expulsado.....
(Ya seguiré soñando...)
La actitud de la Jerarquía católica es la habitual: no asumir la culpa y los errores, porque los errores siempre los cometen otros. Y como está la confesión, pues está todo perfecto. ESTAMOS HABLANDO DE DELITOS.
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