viernes, mayo 15, 2009

MOMENTOS ESTELARES: YIRA, YIRA ...
No tengo yo muy claro que mi madre haya sido capaz de reponerse de la impresión de leer en la canallesca local que el candidato trufero Rukaegos tomará parte en la quedada ciclista que el PSOE organiza mañana en Santander (también en Castro, Torrelavega y Santoña) contra el cambio climático, de manera conjunta con muchas otras ciudades europeas. De hecho, cada vez que la brisa golpea en mi ventana laboral, me suena como a carcajada materna.
Sí, lo sé. No tengo sentido del equilibrio. Ni del físico ni del mental. Y como me consta que Sauron consulta día a día mi Santander posible, he decidido aportarle algunas claves interpretativas.
Nunca aprendí a montar en bicicleta. Uno, que es tauro y de letras, decidió a temprana edad que no era natural eso de sostenerse sobre dos únicos puntos de apoyo, tan estrechitos además como una rueda de bici. Y como siempre, llevó su decisión hasta las últimas consecuencias: suspendí el parcial de física dedicado a la energía cinética y me negué (ejem) a moverme sobre ese artefacto a pesar del esfuerzo desplegado por padres, amigos de la familia, amigos propios, secretarios de ayuntamiento, interinas, practicantes, mancebos de farmacia, pasantes, paseantes, tíos, primos y demás parientes desde el mismo momento en el que decidieron quitar del chisme las estabilizadoras y definitivas rueditas de atrás. Eso sí, como había puntos de apoyo más que suficientes, durante mi infancia fui, que lo sepan, un as de los patines y patinetes. También aprendí a esquiar pero con dificultades y después de varios contratos de temporada con Alto Campoo para ejercer de alisapistas culero.
Y es que el papel de patoso, lo que se dice patoso, el Rukaegos lo borda. He dejado que mis piernas, apenas un punto menos fascinantes que las de Cyd Charisse, se enreden a medio camino entre el pupitre y la pizarra (morros al suelo). He visto como el hielo de la cascada del parque reinosano de Cupido se agrietaba bajo mis pasos mientras hacia el chon invernal y gritaba a los amigos "ey, está el hielo tan duro que se puede andar por encima" (morros al agua -helada-). He sentido como a medio partido de futbito el mundo se tambaleaba cuando en vez de patear el esférico decidí pisarlo a lo mamá equilibrista de Dumbo (morros al suelo again). Me he caído en la nieve, en la acera, en la carretera, en el campo, en la playa, en el monte, en el bosque, en el barro, en la arena, a cubierto, en descampado, en casa, de visita y hasta en misa.
Y hasta me aprendí el tango Yira, yira en la loma que corona la pequeña y soberbia joya del románico rural que es Santa María de Villacantid, en el Campoo de mis amores primeros, mientras apostábamos los chavalucos del colegio quién llegaba primero si hacíamos una carrera dejándonos rodar por la ladera de la loma. Todos realizaron su recto recorrido a más o menos velocidad mientras yo, a caballo siempre entre la patosidad, la oportunidad, el espectáculo y el mareo, decidía equivocar el rumbo y despeñarme por un pequeño talud hasta la carretera secundaria y a aterrizar en las amorosas fauces de un camión que, San Sebastián nos guarde, frenó a tiempo.
Y en efecto: ese fue el día del golpe en la cabeza. ¿Todo aclarado?
Pero que conste, que también se puede luchar contra el cambio climático tocando el piano o escribiendo sonetos y no se hacen quedadas para que los demás hagan el ridículo enredándose los dedos a medio "Para Elisa" ehhh.
Post Data: Que conste que pienso estar en la Plaza de Numancia animando a los aguerridos y aguerridas deportistas, y recibiéndoles con banderolas y botellines de agua en Puertochico. Pero en bici ... ni jarto de grifa.


4 comentarios:

Alfonso Saborido dijo...

jajaaj. Bueno, yo en bici sí se montar, y de chico siempre estaba con mi bici en el campo de un lado para otro.
Pero patoso, sí soy. Como vaya al campo y haya que saltar para cruzar un arroyo, Alfonso va al agua.
Y en la gimnasia en el colegio también he sido muy torpe. Muchas veces que clavé los dientes en el potro.
Pero saqué un sobresaliente, descubri que la maestra ('La chupacharcos', vaya mote) era muy religiosa, y entonces yo le sacaba conversación y me pasaba toda la hora charlando de angeles y santos jaja :-P

Anónimo dijo...

La última vez que intenté subir a una bici fue a los 18 añitos (más bien añazos). Pero el sillín estaba tan alto que me entró miedo de caerme. Esta tontería hizo que me perdiera una bonita (y prometedora) excursion a Montesclaros con el chico que me gustaba en aquel entonces. ESo sí, 14 años después seguimos manteniendo una bonita...amistad. ;)

Diana.

Rukaegos dijo...

Yo me perdí unas cuantas salidas a Montesclaros, y a Los Cagigales, y a Villacantid ... por culpa del maldito cacharro. Campurrianear sin bici tenía su punto complicado ;)

Rukaegos dijo...

Alfonso: en clase de educación física y ya que el "profe" se dedicaba a leer el periódico en la sala de profesores mientras los chicos jugaban al futbito, decidí hacer algo práctico y convertirme en un experto en "guerra de barcos" en perpetuo combate contra otro par de experimentados gimnastas ;)

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