Siempre me ha gustado esta foto de Miércoles (como ves Ana, he dado curso a tu petición jejeje). Describe muy bien el calor, la serenidad, la confianza que se teje entre las personas y los animales que comparten hogar con ellas.
Está tomada en una cualquiera de las horas que pierdo ante el ordenador. La caja va emitiendo calor y la gata busca a un tiempo el run run de la máquina, el contacto tibio de la superficie y la cercanía y seguridad que sólo yo soy capaz de proporcionarle. Se tumba primero y me mira, ronronea y poco a poco va relajando los músculos y quedándose dormida hasta que llega un momento en que la pata comienza a colgar y el sueño vence. En ese momento no tienes más remedio que mirar, sonreír y evitar hacer ruido. Pero ese día la cámara de fotos estaba al lado del teclado y, bueno, no pude resistirme.
Seguramente, Glenda estaría, como ahora, ejerciendo de alfombra peluda justo al lado. Y Tiberio, bastante más huraña, en algún lugar escondido o un resquicio de sol.
Los animales comparten nuestras vidas. Seguro que no merecemos tanta confianza, pero a nuestro lado han perpetuado su infancia (quién pudiera) y se nos han dado. A cambio de la comida, dicen muchos. Pero también los perros maltratados miran a sus amos con ojos tristes y tiernos, como si fueran dioses. Al fin y al cabo, también entre los dioses que a lo largo de los tiempos nos hemos inventado abundan los sádicos, los maltratades, los sinvergüenzas a nuestra imagen y semejanza.
Entre los pequeños placeres cotidianos están los paseos con Glenda, sobre todo en esas tardes de domingo invernal con caricias de sol en que nos acercamos hasta la playa. O ese rato leyendo en el sillón, o viendo una película, cuando las gatas se acercan, te pisan un ratito y luego se acomodan, Miércoles encima y Tiberio bien pegada pero en el brazo de la butaca. Aportan serenidad, calma, equilibrio, ternura. Ganan su espacio y te enseñan desde sus elementales instintos muchas cosas sobre la complejidad de las relaciones (el tejido social que han tramado perra y gatas entre ellas es realmente divertido y no poco sorprendente).
No es de extrañar que en los países civilizados (España no está entre ellos, al menos en este punto), perros, gatos y otros sean protagonistas de no pocas terapias, desde autistas a reinserción de presos. Que se haya evaluado el efecto beneficioso de las mascotas en el desarrollo de niños y jóvenes. Que esté claro a día de hoy que quien tiene un perro es más resistente a los accidentes cardiovasculares.
Y es que claro, con todo lo que nos dan y lo que aprendemos a darles, cómo no va a estar nuestro corazón fuerte, grande, en plena forma ...
5 comentarios:
cielo, conozco a glenda y mi corazón sufre cuando está cerca...no para quieta!!! eso de que dan tranquilidad....
En fin, se agradecen de vez en cuando post de este tipo.
PD.: ¿has leído "la hoguera", de jack london?
Nuestros animales... compañía dulce y constante. Yo estoy pensando en cogerme un gato. Qué alegría por Miércoles! No merecía ese otro apodo...
Un beso en tu corazón -que es grande, me consta.
Pues la verdad, no conozco ese libro de London, pero tomo nota. Y naaaaaaaaaa, ¿la Glenda nerviosa? habladuríasssssss Jajajaja, pero si es un amorsote y en casa es como un felpudo, ni se mueve. Luego es que por la calle es de cariñosos sin fronteras y está pendiente de todo a ver quién le hace un par de mimos.
A Miércoles también le gusta más este ... y claro con la foto no puedo justificar lo de la cara de madrastrona que tiene a veces y que es la razón de A.B.
A mí tu Glenda me acojona un poco de lo grande y fuerte que está, me pasa lo mismo con los gemelos de un amigo que tienen 7 años y ya son enormes, no paran de jugar y como son tan fuertes no controlan...
Me llama la atención que la gente que teneís mascotas hablaís igual que la gente que tiene hijos jajajaja, aunque ya sabemos qué es más agradecido.
A mí me encanta la Glenda, es muy graciosa cuando se apoya sobre ti, sea en pie o sentada... pero, eso sí, se pone celosa cuando acaricias a alguno de los felinos.
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