SU DECISIÓN
(17 de octubre, hablando sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo)
Acaba yo de llegar al instituto para iniciar mis estudios de BUP cuando Reinosa, la pequeña ciudad en la que crecí, quedó conmocionada por la muerte de una chica de 17 años, estudiante de COU en mi mismo centro, mientras una mujer intentaba practicarle un aborto de forma clandestina. Yo no la conocía, pero no por eso dejaron de resultarme terribles las condiciones en las que había muerto y que se fueron conociendo a lo largo de la investigación del caso y juicio posterior: una buhardilla oscura en una calle céntrica por la que yo pasaba casi cada día, una carnicería con quién sabe qué objetos punzantes, una mujer mayor a la que imaginé casi como una bruja o sanadora extraña que al parecer era ya experta en esas prácticas entonces ocultas y peligrosas. De ella, decían por el instituto que era una chica normal, muy tímida, que nadie sabía de su embarazo (imaginad la culpabilidad o el miedo, la soledad que pudo haber sentido).
Hoy en Madrid, convocados por el Foro de la Familia, muchos hombres y mujeres se manifestarán para negar a las mujeres su derecho a decidir sobre sus vidas, para tratar de imponer un único modelo de familia, de sexualidad, de femineidad, de moral, como ya hicieron en el pasado contra el divorcio, contra la primera regularización del aborto, contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, contra todo lo que huela a libertad y diversidad, a decisión madura de cada persona. Llamarán asesino al gobierno, nos lo llamarán a quienes pensamos que ha llegado ya la hora de tener claro que las mujeres son seres libres, conscientes, racionales, capaces de elegir, de optar, de configurar su propio plan de vida. Llamarán asesinas a las mujeres que decidan tomar las riendas de sus cuerpos y de su historia y al personal sanitario que les ayude a materializar su derecho a no ser madres si así lo desean. Gritarán como siempre gritan jaleados por la Iglesia Católica -que calla ante tantas tragedias- y por algunos líderes de un partido político que en tantas ocasiones parece tener alergia a la libertad.
Mientras gritan (están en su derecho de hacerlo), en esta misma tarde de este mismo 17 de octubre, yo quiero escribir en este blog (estoy también en mi derecho de hacerlo) que no me parece justo que se diga como tantas veces se escucha que el aborto es una cuestión que compete sólo a las mujeres. La regulación de la interrupción voluntaria del embarazo es una rama más de un árbol llamado libertad, y la libertad compete a toda la ciudadanía. Así que reivindico como hombre mi derecho a decir que estoy de acuerdo con la proposición de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo que se debatirá en el Congreso de los Diputados. Que matices técnicos al margen, creo que la maternidad, la maravillosa maternidad, debe ser querida, elegida, y que cada mujer debe tener la posibilidad de decidir si quiere ser madre o si prefiere no serlo, sin que un descuido, un error en sus relaciones sexuales determine el resto de su tiempo. Que cualquiera de las dos decisiones debe ser apoyada desde la sociedad, y debe desarrollarse en las mejores condiciones sociosanitarias posibles. Que por supuesto debe haber información, formación, alternativas, porque la decisión de interrumpir un embarazo es siempre dolorosa y traumática, y ojalá la prevención y la educación sexual fueran suficientes para que ni una sola mujer tuviera que transitar por ese camino; pero todos sabemos que a día de hoy (probablemente a día de mañana) es pura utopía pensar que pueda ser posible, y la ley debe establecer el marco en el que pueda activarse de manera correcta la decisión de la mujer y no un marco de represión y vergüenza.
España con la nueva regulación ofrecerá un marco para la interrupción voluntaria del embarazo homologable con la que existe en la mayor parte de los países occidentales, también los gobernados por los partidos conservadores; una regulación que permitirá a nuestro sistema adecuarse a la realidad cotidiana de tantas mujeres que se ven obligadas a buscar oscuridad o excusas para poder abortar y que establecerá un marco de garantías y seguridades para que las mujeres ejerciten su libertad.
Y yo estoy de acuerdo con que así sea.
7 comentarios:
Totalmente de acuerdo.
Unsaludo
Soy progresista. Estoy a favor del aborto. El problema que veo está en lo referente a la edad. Si una mujer de esa edad puede legalmente abortar también tiene derecho a muchas cosas más, entre ellas ese invento de votar. Saludos campurrianuco.
Un saludo para ti, Diana.
Luis, creo que la edad ha sido uno de los puntos de polémica pública más claros, pero también de los más manipulados. Sobre todo, me parece importante recordar que en España hay una avanzada ley de autonomía del paciente que reconoce a las personas a partir de los 16 años el derecho a decidir sobre sus tratamientos, sin necesidad de tutela alguna. Lo que resulta paradójico de esa ley es que se excluya precisamente el aborto de la autonomía del paciente, porque sólo por un prejuicio moral se puede llegar a pensar que una chica de 16 años pueda decidir someterse a una intervención quirúrgica a vida o muerte sin autorización o consulta alguna y sin embargo no pueda abortar.
Claro que por un lado seguimos considerando en este país la sexualidad como algo sucio o vergonzoso, y por eso hay quienes no consideran que el aborto deba tener el mismo tratamiento médico.
Tienes razón en una cosa: si una mujer con 16 años puede tomar todas esas decisiones, si puede sufrir consecuencias penales por sus actos (y además los mismos de la manifa de hoy son los que dicen que hay que endurecer el régimen penal de los menores) también deberían tener derecho a otras cosas como el "invento de votar". De hecho, yo creo que va siendo hora de que nos planteemos el voto a partir de los 16 años :)
Saludos soriano :)
Yo conozco bien a estas gentes. Yo estoy en contra del aborto ¿pero quién no puede estarlo? no es agradable para nadie, pero la cuestión es que el tema está ahí, y no se puede esconder la cabeza ni prohibir. Porque si prohibes, se producen situaciones como la que describes, con el añadido de que las mujeres con dinero pueden ir a Holanda a abortar sin que nadie las condene.
Debe imperar el sentido común: una buena educación sexual, uso correcto de anticonceptivos y así, se evitarían muchos abortos y situaciones indeseables.
Pero a la gente que se manifestó ayer el aborto le importa tres pimientos. Te lo digo de verdad. Durante los gobiernos del PP hubieron 500.000 abortos y callaron. Ellos utilizan el aborto para desgastar al gobierno, seguir manteniendo sus colegios privados y seguir viviendo del cuento.
Derecho a la vida ¿pero cuándo lo defienden, si callan ante las guerras, donde matan a bebés, o callan también ante la pedofilia?
Rollo. Lo mejor es que la manifestación de ayer no sirve para nada. Cada cual sigue con sus ideas y no cambia nadie.
Hola Regino, este es el blog del que te hablé esta mañana. De nuevo, ha sido un placer contar con tu presencia. Un abrazo.
Bravo, Regino. Suscribo hasta las comas. Eso sí, no pienso que el derecho al voto deba abrirse a los dieciseisañeros. Política y salud no tienen por qué ser territorios coincidentes. Beso.
Ufff! Tema candente. A ver, yo personalmente, no estoy a favor del aborto. Tal vez porque considero que aquello que es un niño en potencia, no sólo puede tener derecho o no, sino que es una vida que está en evolución. Sin embargo, mi visión personal no tiene por qué impedir que los demás hagan lo que crean oportuno conforme a su manera de pensar y sus valores éticos; y máxime cuando se quiere cada vez exigir más legalmente a los jóvenes, tienen obligaciones adultas en unos casos y en otras no. No estoy de acuerdo contigo en lo que comentas de la laye del paciente: decidir si te operas o no, no es lo mismo que decidir si una vida sigue su curso de desarrollo y crecimiento o no. En un caso, hay un principal acusado, y en el otro hay dos o más.
Segundo punto: El tema de la mujer y su cuerpo. Vale, es ella la que se embaraza, la que tiene el hijo, pero también es asunto del hombre, que algo tendrá que ver, no? Yo apuesto porque, si ella quiere tenerlo y yo, el padre, no quiero, pues que lo tenga y no se me exija nada. Si es al revés, pues lo mismo, que lo tenga y luego se desentienda legalmente, claro, siempre y cuando no corra peligro su salud, claro está.
Y eso es lo que pienso: libertad, pero sin contradicciones ni hipocresías varias.
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