lunes, octubre 26, 2009

MOMENTOS ESTELARES: TOCA LA PANDERETUCA

Tras el éxito sin precedentes de las aventuras de Tía Bilito por Praga, he rebuscado por los cajones de la memoria familiar paisajes y paisanajes dignos de ser recogidos en nuevos momentos estelares. Y claro, Tía Crisanta y Tía Moralina no podían quedarse al margen.
Si Tía Bilito era su cuñada, Crisanta y Moralina eran hermanas de mi abuelo Rukaegos Segundo. (yo hago el cuarto de la serie). Siempre se habían sentido llamadas a los más altos destinos de la dignidad social, y nadie sabe muy bien si fue un casto voto de raíz religiosa, si fue una exigencia demasiado elevada o una incapacidad genética para el amor la que las había relegado al status de solteronía for ever.
Para Tía Crisanta conceptos como "sentido común" o "inteligencia" resultaban tan extraños como para Tía Moralina los de "bondad" o "comprensión". Y así ambas formaban un tándem con el mismo poder destructor de una división acorazada pánzer que en su día fue redondeado con las aportaciones de la bisabuela Moralina Primera y un par de hermanas más de hechos menos notables, Salmodia y Fe.
Se cuentan por millares las anécdotas vinculadas a tan peculiares mujeres que proclamadas santas-en-vida por propia decisión y espiritual apoyo de la Compañía de Jesús (que no sabía cómo quitárselas de encima y organizaba con frecuencia procesiones en dirección contraria a su templo) recorrían las calles del viejo Santander tomando nota de quiénes comían carne en vigilia o no parecían de devoción suficiente para correr hacia la autoridad incompetente y presentar henchicas de caridad cristiana la correspondiente denuncia. De hecho, hay quienes aseguran haberlas visto volar las noches de luna llena y colarse en dormitorios y antros en busca de pecadores propiciatorios.
De Tía Moralina resultan memorables sus intrigas y frases lapidarias al estilo de "Mira Viky, me dicen todos que me calle y no te diga nada, pero yo creo que te lo tengo que decir. Y es que a Crisanta y a mí nos ha parecido fatal, pero que fatal-fatal, que no nos hayas puesto en la esquela de tu marido. Fíjate que esta mañana nos encontramos con una conocida que nos dijo que pensaba que estábamos muertas, porque nuestro queridísimo sobrino no nos había puesto en su esquela" (media hora después del entierro del queridísimo sobrino). Conocida era también su afición a pellizcar encantadora los mofletes de cualquier niño que se pusiera a tiro al grito de "Qué monada, por Dios, Crisanta, ¿has visto qué monada?" , para luego volver la cara y murmurar "Válgame el Señor, qué niño más feo".
Cuentan las crónicas de la afición de las tías, en este caso con el refuerzo de bisabuela y Salmodia, de pasear por la playa para detenerse ante cada garrida moza que a su juicio no llevara un bañador conveniente y pronunciar con cavernosa voz "Así como te ves, arderás en el Infierno ... ¡Marrana!". Actividad que no cesó hasta que el novio y amigos de una de las marranas del día decidió que no le acababa de gustar la actitud de la bandada de beatas, agarró a la pobre Crisanta y la tiró al mar en plena Primera Playa del Sardinero con mantilla y todo.
Contaba Tía Bilito (que sí era una santa, pero en serio) un caso muy descriptivo. Porque había una hermana más, Epístola Ad Efesios, un poco más tonta de lo recomendable y un punto más difícil de mirar que el resto de la serie. "Es que cómo son vuestras tías -decía Bilito-. Fijaos que cuando vuestra Tía Fe tomó los hábitos del Carmelo (con lo poco que la aguantaron en el convento no sé muy bien para qué se molestó) llaman a la puerta de la casa de mamina y aparece la pobre de la Tía Epístola, que todo lo que tenía de buena lo tenía de tonta y de fea, llorando y diciendo Bilito, Bilito, se han ido todas a Medina del Campo para acompañar a Fe y me han dejado en casa porque me dicen que les da vergüenza que sepan que soy hermana suya". Pura caridad cristiana, no vayan a decir...
De todas maneras, hay que reconocer que Tía Crisanta tenía un don especial para el teatro y el espectáculo. Con el pretexto de entretener a las criaturas de amigos y parientes, solía preparar una especie de dentadura postiza con cortezas de naranja que acabó por sustituir al Coco, al Tío Camuñas y a la Bruja del Noroeste en las pesadillas de todos los primos. Después de unas muecas que a Crisanta debían de parecerle terriblemente divertidas y que en efecto eran terribles. Aplicaba además su pasión musical con su actividad pastoral de visitas para atormentar enfermos, digo para consolar enfermos, como mandan las obras de misericordia: Todavía son muchos los que recuerdan el estruendo de la pandereta de Tía Crisanta en pleno hospital de Valdecilla (cuando todavía no te controlaban a la puerta) ululando jotas campurrianas en la cabecera de un pobre moribundo (!VIVA EL VALLE DE CAMPOOOOOOO Y ESPINILLAAAA QUE ESSSSSSS MIIII PUEBBBBBLOOOOOO! ra tacatacarraaaaa tacatacarraaaa) mientras el pobre, imposibilitado para moverse y hablar intentaba escapar de la cama y del catéter (¡VIVA LA SAL CAMPURRIANA, NO ERAN CAZADORES QUE ERAN ARTILLEEEEEEEEROOOOOSSS! ra tacatacarraaaa tacatacarraaaa) y acababa muriendo y condenándose entre mentales blasfemias y juramentos de regresar de entre los condenados para torturar a la torturadora, que seguía ahogando piadosa los últimos estertores del enfermo :¡TOCA LA PANDERETUCAAAAA TOOOOOCALAAAAAAAA! (Ra tacatacarraaaa tacatacarraaaa).
En fin. Que ya lo dijo el jesuita de rigor en el funeral de Tía Moralina. "Como todos sabéis, Santander ha perdido a una mujer santa, que estará a estas horas disfrutando del Paraíso sin necesidad siquiera de Purgatorio". Dicen las malas lenguas, que son siempre centenares, que Rukaegos y dos bancos de primos se salieron en ese momento de la iglesia, reteniendo la carcajada que sin duda hubiera sido de malísimo gusto. Pero, ejemm, yo no me acuerdo de nada.

2 comentarios:

Julián dijo...

Ay, el viejo Santander y las señoronas "bien"...

Anónimo dijo...

Jajaja...Menos mal que tengo tu blog para pasar estas mañanas de trabajo y seriedad.

Besucos. Vero.

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