INVIERNO Y MEMORIA EN DOS POEMAS
Algo tendrá que ver con haber crecido en Reinosa la fascinación que siento por la nieve. Mi infancia, mi adolescencia, han compartido tanto tiempo con el frío, que la memoria invernal está llena de imágenes y anécdotas. A un par de manzanas de la foto, en la misma calle, la Avenida del Puente de Carlos III, estaba mi casa, a un par de manzanas mi colegio Antares, un poco más lejos el IES Nuestra Señora de Montesclaros ...
Hace tiempo que no cuelgo alguno de mis poemas y en estos días me apeteció, en plena ola de frío y de caos nevado, recuperar dos instantáneas que aparecieron en "Noticia de un pequeño reino afortunado". El primero, Invierno, evoca uno de los juegos vinculados a la nieve, el de "hacer muertos", "hacer santos" o "hacer ángeles": dejarse caer sobre la nieve virgen para dejar allí impresa la silueta, y cómo el camino hacia la madurez confunde esa forma de hacer muertos con otra, la primera experiencia de una muerte cercana, que tuvo también como fondo de la noticia un temporal de nieve. El segundo trata de pintar el trabajo de los pájaros tratando de encontrar comida en esas malas condiciones para centrar la imagen en aquel gorrión que mi padre recogió medio muerto en el Parque de Cupido, llevó a casa, sacó adelante y, cuando al fin lo devolvió a la libertad, estuvo unas semanas viniendo a buscar sus migas a nuestra ventana.
I.
INVIERNO
Nuestros muertos primeros vestían de blanco,
fantasmas húmedos sobrevolando el suelo
como la luz hiriente del sol en la nevada.
Nosotros dibujábamos el eco de su forma
con tímidas siluetas de terciopelo y frío,
con esos trazos secos de la segura infancia.
Llegaron más tarde hasta nosotros
los muertos de carne con las sombras
oscuras de una noche de marzo.
Pero la nieve seguía dibujando siluetas
indecisas y alegres en los juegos de niños
que ya nunca más seríamos nosotros.
II.
Dije silencio.
Quise decir invierno:
Gorriones ateridos
en el alféizar buscan
sus migas sacudidas
de pan mojado.
Quise decir
invierno. Cristales empañados
que disfrazan de brumas harapientas
el hambre diminuta de los pájaros.
10 comentarios:
Muy buenos poemas. Qué curioso debe ser eso de la nieve. Yo sólo conozco la de Sierra Nevada, un día que fui a la vez que diez millones de personas. Me suena exótico.
Pero con lo que me quedo de piedra es con el nombre del colegio: Antares, Anti ares, el que compite con Marte, la estrella veraniega principal del Escorpio. Qué chulo.
Un invierno de éstos os animáis tú y tu santo y os venís a pisar nieve por estos nortes :) Y cómo no te iba a gustar el nombre de mi cole con tu pasión astronómica jeje. Además, por aquellos últimos años de franco, que el colegio tuviera por enseña una estrella roja era casi una provocación ;) Pero luego éramos modositos e íbamos de uniforme y todo eh ...
Otro detalle curioso: el colegio se abrió como una sociedad de profesores, profesoras en realidad, que tenían colegios pequeños y unitarios en Reinosa. Cuando abrió, lo hizo sin nombre, y fuimos los alumnos de ese primer año de funcionamiento los que elegimos el nombre del colegio entre cuatro propuestas. Sólo recuerdo otra de ellas, Julióbriga, referida a la ciudad romana que estuvo en las inmediaciones de Reinosa. Pero ganó la estrellita roja :)
Hermosos poemas. Ya me dirás dónde puedo leer más.
Gracias, Bárbara :)
Están en un libro que publicó la editorial Algaida en el 2000 tras un premio (en el post tienes el título, Noticia de un pequeño reino afortunado), pero no sé si se encontará por ahí todavía. Por si acaso, miro que creo que una librería de Santander tenía un par de ellos en existencias y te lo envío si quieres :)
Es muy placentero poder decir tantas cosas bellas con las palabras, pero más gozoso es poder leerlas y sentir...
Me han encantado.
Síiiiiii, por favor.
sin dudas santander es un bello laboratorio de matices y sensibles artistas y escritores,no podria elegir lugar mejor para vivir! y bueno por ahora y desde montevideo,los mejores colores de un veranillo q tiene el encanto de una puesta de sol dorada en la cual se funde el sol en medio de las aguas del lejano río de la plata.
Imagino que el veranillo en Montevideo perderá mucho encanto cuando por fin te vengas a vivir a Santander. Y eso no va a tardar mucho, Anónimo-Leo :)
Un gran beso.
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