lunes, marzo 18, 2013

FALTA DE RESPETO


Va pasando el tiempo y las disculpas de gobierno y cercanías van haciéndose más pesadas, más insolentes, más duras de soportar. La alegría con la que iniciaron la demolición del llamado estado del bienestar, dentro de nuestras fronteras y allende las mismas, en esa Unión Europea de nuestros dolores. Todos al servicio del capital, de la insidia, de la especulación, olvidando que su razón de ser, su única razón de ser, es el servicio al ciudadano.

Van pasando escándalos sobre escándalos, que sin consecuencias hacen que tiemblen los propios pilares institucionales. Desde una monarquía ya fuera de todo atisbo de dignidad a una política hedionda, mediocre, sin recambio ni futuro, según parece, empecinada en girar y girar alrededor de su ombligo. Ausente salvo para consolidar unos privilegios y una inmunidad que hoy, si cabe, y teniendo en cuenta la vida en una calle cada vez más dura y, son todavía más irritantes. Van pasando las menciones a herencias y a quisicosas entre las risas y las sonrisas de cada ministro y cada ministra antes de pegarnos el tajo correspondiente a cada viernes, van pasando las provocaciones -la ya anteúltima, el inefable Wert diciéndonos que exageramos la percepción de la corrupción en un país que ha hecho buena a Sicilia- mientras crece el paro, disminuyen las prestaciones sociales ganadas con tanto esfuerzo, crece la deuda, disminuyen las expectativas y las esperanzas, aumentan los suicidios, disminuyen la igualdad de oportunidades y se condena a la mayor parte de la ciudadanía a la sombra. Todo acompañado por los cortes de mangas de Bárcenas y los alborozados ¡que se jodan! de esa tal Andrea Fabra, de incontestable capacidad y mérito.

No pasa nada. En un país que cada mañana se levanta un poco más triste no pasa nada. Tanta nada que sorprende a esas horas que antes eran bulliciosas cerca de tu casa, en las horas de trámites, de comercios, de idas y venidas al trabajo, escuchar un constante silencio de domingo por la mañana.

Las últimas, imagino que ya las anteúltimas, las reverdecidas noticias sobre las torturas a los detenidos en Iraq por parte de las tropas españolas, y todavía peor el silencio de un gobierno y de otro, también el de los interesados medios de comunicación, como si la tortura no fuera una de las más radicales y profundas indignidades a las que se puede someter a un ser humano, como si no fueran la mayor degradación e indignidad en las que puede caer una, digamos, persona. Las intrigas palaciegas mu a lo Ancien Regime del monarca y su querida, enredando y haciendo caja de político en político, de administración en administración, de oca en oca. El insulto a tantos hombres y mujeres del nuevo giro al cuello a ver si por fin se rompe, el endurecimiento para las condiciones con las que se percibe el subsidio de desempleo en una situación invivible de paro, sin visos de que sea posible mejoría alguna en mucho tiempo, golpeando con especial saña al grupo de edad que más dificultades tiene para encontrar trabajo incluso en situaciones buenas de empleo. Humillando a quien trabajó para simplemente malvivir, para sacar a su familia adelante, sin percepción alguna siempre que algún otro miembro de la unidad familiar alcance una cantidad ni siquiera mileurista al mes, 926 euros. ¿Se imaginan al trabajador caído en las colas del paro pidiendo a su hijo diez euros para pagarse el metro o el autobús hasta la oficina del INEM y poder tomarse un simple café tras la espera?¿Observándose los zapatos rotos y pensando en cómo pedirle dinero a su hija para reponerlos en las rebajas o en el mostrador de las ofertas?

Peor que la crisis, peor que la incapacidad de los gobernantes más torpes y corruptos que podíamos esperar, es la falta de respeto constante, el insulto constante, el desprecio constante a la ciudadanía. Una falta de respeto que se acrecienta si vemos las genuflexiones ante las mafias bancarias y empresariales, ante las redes de intereses que nos fueron empujando a un pozo en el que ellas, ellas sí, se hacen cada día más ricas, adquieren nuevas ventajas, que repartirán, no les quepa duda, con esos nefastos adoradores a los que dimos el voto y la confianza hace algo más de un año.

Decían los romanos que era preciso diferenciar entre potestad, el poder, la fuerza, socialmente reconocida, y la autoridad, el saber, la competencia, la capacidad socialmente reconocida. Hoy España cuenta con un gobierno que puede ejercer la potestad, desde el control de las fuerzas de seguridad ejercido con parcialidad y torpeza. Pero no cuenta con autoridad alguna, no cuenta con una sola palabra, una sola disculpa que permita a sus miembros sostener la mirada sin una vergüenza profunda a cualquiera de nosotros.

Pero ni eso tienen. Ni vergüenza.

1 comentario:

BRUNO dijo...

Totalmente de acuerdo.
El gran problema es que dada nuestra Ley Electoral, si mañana hubiese Elecciones Generales y aunque el "partido" que al que más posibilidades le dan las encuestas sea la ABSTENCIÓN, volverían a sentarse 365 diputados.

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