lunes, marzo 11, 2013

DESPUÉS DEL OCHO DE MARZO



En los días pasados, y tal como estaba previsto, muchas mujeres, acompañadas por muchos hombres, recordaron en España y en todo el Mundo que a pesar de tantos avances la igualdad real entre los dos sexos sigue siendo un trabajo pendiente, a veces con flecos pendientes, a veces con abismos por superar. Como se podía prever, se escucharon también voces críticas en contra de la celebración del Ocho de Marzo, incómodas unas con los avances, portadoras otras de lugares comunes que han hecho brecha, demasiada brecha creo, en el imaginario colectivo.

Mi primera reflexión vale para el Ocho de Marzo y para muchas otras fechas. ¿Cuándo se nos vistió España con tanta ranciedumbre? Parece que molesta que la comunidad internacional haya elegido una fecha concreta del calendario para recordar las luchas pasadas, para recordar a tantas mujeres que gastaron sus vidas en el empeño de una sociedad más justa; una fecha para recordar las batallas vencidas entonces y ahora, desde aquella mítica lucha por el voto, por el acceso a los estudios, por el acceso a todos y cada uno de los espacios sociales; una fecha para hacer presentes los pasos que aquí y en otros lugares quedan por dar, cada uno en su contexto y en sus ritmos, desde la igualdad salarial a la eficacia en el combate contra la violencia de género, desde el reconocimiento de la titularidad de la mujer sobre su cuerpo al quebrantamiento de los techos de cristal y de los suelos de lodo.

Ah, que tú luchas todos los días y que por eso no te hace falta el Ocho de Marzo.Vale. No te lo voy a discutir. Pero el caso es que en el día a día en las pequeñas luchas de cada pequeño momento suelo encontrarme siempre con las mismas caras, con las mismas voces. Curiosamente, las que con más energía reclaman el poder, el vigor, la capacidad crítica de la jornada conmemorativa. No valen las luchas silenciosas e individuales si no cuajan en un compromiso amplio y claro, si callan lo más para ocultar lo menos. La celebración del Ocho de Marzo lo que nos recuerda precisamente es que en cada momento, en cada lugar, en cada institución, en cada espacio hay mujeres que trabajan duro, que oponen su compromiso fuerte a los desequilibrios, las injusticias, las agresiones. ¿Por qué no parar un día, por qué no reflexionar especialmente un día, por qué no aprovechar la fuerza de las conmemoraciones para que el susurro se haga voz, la voz grito y el grito clamor, para que esos pequeños y grandes trabajos cotidianos lleguen a otros oídos, a otros corazones, y se compartan dudas, deseos y luchas?

Ah, es verdad, que no se celebra un Día Internacional del Hombre. Como tampoco un Día Internacional del Heterosexual ni un Día Internacional de Lemming. Es curioso, nadie cuestiona que se celebre en Reinosa el Día de San Mateo y no, pongamos, el de Santa Úrsula; que en Levante haya fiestas de moros y cristianos y no, pongamos, de federales y comanches; que se conmemore el Dos de Mayo y no el Cuatro de Octubre. Y es que cada fiesta, cada recuerdo, tiene su origen, civil o religioso, en afectos populares, en tradiciones centenarias. Y en luchas y conquistas que costaron y cuestan. Me resulta imposible encontrar un caso, un sólo caso, en el que el hombre, el heterosexual o el lemming hayan tenido que abrirse paso para ocupar su espacio de derechos o de dignidad, que hayan sufrido discriminación por el mero hecho de su genitalidad, de su afectividad o de sus costumbres migratorias. Y aunque sea evidente que los hombres, los heterosexuales y puede que los lemmings también lloran, no lo es por esa condición concreta, sino por otras que, curiosamente, también obligan a luchar y también cuentan con sus días de celebración, combate y memoria.

Yo celebro el Ocho de Marzo. Lo celebro porque quiero vivir en una sociedad en la que nadie se vea obligado a ser menos por ser, a verse privada de oportunidades y de desafíos por ser, a soportar y callar por ser. Lo celebro porque he visto la furia, la energía, la pasión de muchas mujeres que he tenido cerca, las apuestas de tantas dentro y fuera de mi familia. Porque soy consciente del talento que perdimos y perdemos cuando renunciamos a que las mujeres ocupen el lugar que merecen y que les corresponde. Porque me hace más rico y más sabio escuchar sus puntos de vista y tratar de entender sus experiencias. Porque aprendo de cómo lucharon y crecieron, de cómo el Feminismo, los Feminismos, alzaron la voz y la cabeza y entraron descerrajando las puertas en las habitaciones prohibidas. Porque me siento bien acompañando a las mujeres en sus decisiones y su lucha, escuchando y apoyando. Porque la lucha y el grito deben tener lugar cada día, sin descanso, pero necesito un Ocho de Marzo, como necesito otros días especiales, para no extraviar el camino, para reforzarme, para seguir viviendo, para seguir peleando.

Gracias a todas.

4 comentarios:

Frantic St Anger dijo...

Bueno, cada cual es libre de celebrar lo que estime oportuno; yo me he acostumbrado a vivir en un ocho de marzo perpetuo (léase también 25 de noviembre, 19 de octubre o 10 de diciembre) pero, en días como esos, yo no celebro nada; simplemente recuerdo, conmemoro y doy un poquito más por saco que el resto del año. ¿Y sabes por qué? Porque yo sólo celebro los triunfos y las alegrías. Por eso, personalmente, prefiero que en esos días os guardéis vuestras felicitaciones para el día en que haya conseguido un mundo más justo e igualitario y me déis vuestra palabra de que seguiréis contando conmigo el resto del año.

¿Me lo prometes?

Maria1462 dijo...

Yo opuesta a toda celebración impuesta y a favor de que hay que luchar y poco que celebrar hasta que el mundo deje ser hipócrita y ser infinitamente más humano. Por esto discrepo de todas las celebraciones.

BRUNO dijo...

Yo también soy más dado a la conmemoración que a la celebración en estas fechas marcadas, pero es bien cierto que cada cual puede y debe celebrar lo que quiera.
Por cierto, echo de menos algún comentario sobre la gran "celebración" del PSOE -partido "de izquierda" donde los haya- en Ponferrada.
Saludos.

Rukaegos dijo...

Frantic, está claro que cada uno elige qué y como celebra (o en este caso más bien conmemora). Pero por eso me acaba resultando cansina la obsesión de tanta peña por intentar reventar el Ocho de Marzo, el Orgullo lgtb y alguna más. Qué casualidad que los problemas se tengan siempre con jornadas reivindicativas y fuera de los esquemas heteropatriarcales.
María, igual que a Frantic, está claro que cada uno elige. Pero sigo teniendo muchas reservas ante las posturas contra-celebraciones. Sobre todo porque muchas veces proceden de quienes no luchan o de quienes se benefician por la lucha ajena sin esfuerzo o, todavía más, por los que estarían encantados de que la lucha terminara. Que ese lado oscuro de la sociedad se moleste es una buena prueba para mí de que fechas como las que comentamos cumplen su objetivo.
Bruno ... tú quieres que me coma el tigre ¿no? En fin, lo mismo te doy mañana gusto para premiar tu fidelidad crítica :-)

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