En el libro que importa entras despacio, saboreando las palabras, el estilo, la presencia de la mano sabia que emborronó cuadernos y cuartillas hasta dar la tarea por cerrada. Cuesta coger el ritmo, hacerse a la necesidad de seguir, vencer el miedo reverencial hasta que al fin se te entregan las páginas, alcanzas un rotulador para subrayar tantas ideas, tantas imágenes, tantas ganas de leer, de ver, de visitar.
Recuerdo mis primeros encuentros con John Berger, Hacia la boda y Puerca tierra iniciaron la penetración en el universo de uno de los más relevantes cronistas de nuestro tiempo. Hasta ahora, King , la historia terrible, oscura, desoladora, de un perro excluido que habita entre los excluidos de eso que llamamos estado del bienestar y nos muestra la miseria, el dolor, la alegría de la supervivencia, la especulación financiera dispuesta a arrasar la vida al precio que sea, había sido el último encuentro.
Hasta ahora, cuando fluyen entre las manos las páginas de El cuaderno de Bento. Un simple cuaderno de reflexiones, apuntes, esquemas. ¿He escrito simple? ¿Cómo se puede tener el valor de definir como simples estas líneas emocionantes, sinceras, llenas de vida, de coraje, de energía, cargadas con una especie de don profético?
Descubro antes de la lectura que El cuaderno de Bento original habría sido el cuaderno de apuntes que el filósofo Baruch Spinoza habría llevado durante los últimos años de su vida y que se habría perdido. De hecho, algunas reflexiones tomadas de la Ética de Spinoza salpican el libro, actúan como cortinas separadoras entre las pequeñas historias, las reflexiones mínimas y certeras, los dibujos.
Sí, los dibujos. Porque Berger estudió Bellas Artes, y en el libro aparecen también apuntes de diversas etapas de su vida, mujeres, fragmentos de grandes pintores robados en museos, la hembra de tejón hallada muerta en el camino, el hermoso gato dormilón que ilustra este artículo. Dibujos que muchas veces sirven como puerta de entrada a las reflexiones de Berger, y otras tan sólo se nos muestran, abriéndonos la puerta a nosotros para penetrar en el imaginario de Berger.
La celebración de un cuerpo hermoso, y la de un cuerpo no tan hermoso. La manera en la que leemos, incluso la manera en la que transportamos los libros, con cuidado, como si formaran parte de nuestra más delicada fibra. El animal que ha muerto. El poder absurdo e irracional del imbécil con uniforme. La maravilla de Bach en Londres, en los dedos de la gran Myra Hess bajo los bombarderos alemanes. La enfermedad, los afectos, la guerra, la belleza, el arte interpelando nuestras conciencias y despertando nuestra consciencia.
Las palabras de John Berger, su compromiso estético y político, su mirada sobre el tiempo y la tierra que habitamos se apoderan página a página de este Cuaderno de Bento y lo llenan de humanidad, de esperanza, de aliento. Tal vez haya salvación, después de todo.
*** El cuaderno de Bento está publicado en España por Alfaguara, en traducción de Pilar Vázquez.
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