Recuerdo al compositor y director Cristóbal Halffter hace unos pocos años en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Mostraba su asombro ante la extraña realidad de una región, una ciudad, que habían destacado por su actividad musical y que, sin embargo, cuando otros territorios habían apostado por la creación de orquestas (muchas tan en crisis hoy como la propia crisis, pero otras asentando sus raíces con buena fibra) aquí ni siquiera se hubiera hablado de la cuestión. Abducido al final de la intervención por dos de las fuerzas vivomuertas de la música local y sus intríngulis (la siempre sabia unión entre capital y clero), regresó al día siguiente para explicarnos que ya le habían dado las razones para que no fuera buena para Cantabria una orquesta propia (razones que amablemente nos ocultó) y que había pasado raudo y veloz al campo de los conversos a la veneración del silencio.
Ya he apuntado alguna vez en el blog algunas de las causas para esta miseria musical. Pero como de nuevo he tenido un debate intenso de café y como creo que nunca he tratado de explicar de forma detenida mi punto de vista, trataré de darlo forma en tres o cuatro entregas a lo largo de las próximas semanas.
Quizás uno de los primeros y más claros ejemplos de cómo la vocación musical de una sociedad puede quedar frustrada por la necedad pública y la ausencia de espíritu reivindicativo de los afectados sería precisamente la nula importancia que se ha venido dando a la formación musical en Cantabria. Hasta hace unos años, la organización de los dos conservatorios era un puro ejercicio de surrealismo. A la falta de una estabilidad mínima para el profesorado, se unía la escasa oferta que, durante años, llegó a identificar "estudiar música" con "estudiar piano".
La propia sociedad invitaba al despropósito. Los estudios especializados se veían como una forma de que las chicas (he usado bien la "a") aprendieran media docena de monerías para deslumbrar a las visitas a base de paraelisas, marchasturcas y momentosmusicales. En general, ninguna familia esperaba que de su paso por un conservatorio surgiera un profesional de la música. Así que la falta de esfuerzo, de motivación, de exigencia en todos los campos, de penetración social, fueron notables.
Se sumó la peculiar política cántabra, en aquellos tiempos en los que cierto Alcalde de Santander decidió que si el Gobierno de Cantabria (de su mismo signo político) tenía conservatorio, él tendría otro, para colocar al frente a un amigo y gloria local de la tecla, quien por cierto abandonó el puesto a las primeras de cambio. Dos conservartorios que supusieron y suponen reduplicación de plantilla, multiplicación de gastos de gestión, ineficaz aprovechamiento de los espacios y un largo etcétera de descontroles que hubieran posilitado, con la debida racionalidad y un proyecto serio, un conservatorio superior. Germen de profesionales, y por ende de agrupaciones musicales que hubieran podido estar en el origen de nuestra orquesta.
Hoy, la plantilla de ambos conservatorios es estable, profesional y creo que más que capaz. Por más que ni espacios ni equipamientos ni sociedad ayuden mucho. Pero la carencia de un centro superior sigue presente.
¿Sería todavía posible una red de escuelas municipales, públicas o privadas, de música de nivel elemental más o menos de acceso general que con la debida selección abrieran el camino hacia los niveles medios y que desde ahí se pudieran iniciar los estudios superiores? No es fácil, y menos en estos momentos, pero si la unificación de los dos conservatorios estuviera en las mentes de Gobierno y Ayuntamiento, con las debidas dotaciones (que no iban a ser mayores que las actuales), desde luego la empresa no sería imposible.
En todo caso, qué difícil poner en funcionamiento una orquesta donde tan poco en serio nos tomamos la educación de los músicos. Qué difícil.
4 comentarios:
Y yo que en esta materia manifiesto mi total ignorancia, me pregunto: ¿por qué resulta más prioritaria la existencia de una potente escuela municipal de fútbol? ¿no es la música una manifestación artística? d
Nunca ha existido una voluntad seria de intentar crear una orquesta propia y el tema se ha despachado con: "es que es muy dificil". Se ha preferido apoyar otros eventos y otras iniciativas.
Alguna vez he escrito de ese tema y hoy me siento más escéptico que nunca sobre la cuestión. ¿Tu has visto como espectadores a los responsables de la cultura y la educación en alguno de los conciertos que se programan en la ciudad?
Qué tal Blenda: La Escuela Municipal de Fútbol es imprescindible para obtener los magníficos resultados del Rácing, como se ha venido viendo.
Curiosamente y sin prácticamente apoyos, tenemos algunos intérpretes de música que podrían estar en puestos de Champions si se utilizaran criterios equivalentes. Y a los que por supuesto prestamos atención una o ninguna.
Jesús, no sólo se ha argumentado que sea difícil, sino otra rotunda sarta de tonterías que responden a la indiferencia absoluta de nuestros responsables de cultura ante la música clásica (y otras). ¿Espectadores que sean responsables de cultura o educación, o presidentes y aledaños? Nunca. Salvo inauguraciones y de tarde en tarde conciertos pro víctimas del terrorismo (aunque incluso en estos casos Piñeiro larga el discurso y tras tres minutos en el palco se largaba al fútbol, que lo primero es lo primero y la foto ya estaba hecha).
Pero claro, es que ni siquiera el Fraile Infinito va a los conciertos ajenos y a casi ninguno de los propios. Y así podríamos seguir.
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