"Anduve perezoso a ratos y muy liado otros durante el fin de semana, así que dejé para hoy la reflexión que quería incorporar al blog con motivo del Día Internacional de la Mujer, una reflexión que necesariamente debería tener como eje la igualdad, y una reflexión para la que decidí centrarme en una de las guerras que dentro del proceso de construcción de una sociedad de personas iguales, sin discriminaciones por razón de sexo, más me cuesta en la práctica: el lenguaje no sexista.
El lenguaje supone uno de los principales mecanismos de control social: a partir de las palabras construimos nuestros referentes mentales personales y grupales. De alguna manera, podríamos decir que lo que no está visible en el lenguaje no existe. En la medida en que la mujer ha ido definiendo sus pautas de identidad colectiva, ha ido quedando claro que nuestros sistemas lingüísticos (todos, no sólo el español) presentaban una serie de marcas que de forma más o menos rotunda se evidenciaban como sexistas. Algo lógico en un sistema elaborado a lo largo de más de mil años por una sociedad en la que los varones ostentaban el poder formal y material en todos y cada uno de los ámbitos y en la que la mujer, por contra, ocupaba una posición ancilar, insignificante o subordinada, cuando no directamente invisible. Entre esos rasgos podríamos presentar algunos muy claros como las palabras que al emplear la forma femenina transforman un concepto neutro o positivo en injuria (el clásico zorro / zorra, para entendernos), también el uso del masculino como neutralizador (los ciudadanos piensan que ...) o la inexistencia en el vocabulario de formas femeninas para tantas profesiones que acaban pareciendo así "territorio de hombres".
Cuando digo que el lenguaje no sexista me resulta difícil quiero decir que me resulta problemática personalmente su aplicación, no las ideas que lo proponen y sustentan. Y me resulta un problema porque algunas de las soluciones que se han ido formulando para corregir los extremos anteriores se me presentan como chocantes, cacofónicas a veces, un lastre para la agilidad del discurso otras. Lo que no significa que no las considere necesarias.
Lo que sí tengo claro, aunque no tenga claro del todo el cómo, es que nuestra sociedad ha cambiado y tiene que seguir cambiando para asentar una igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Y que el lenguaje, como todas las demás instituciones que representan esa sociedad, deberá sufrir transformaciones que permitan que nuestro hermoso idioma sea ese espejo en el que también las mujeres se reconozcan. Hay que reconocer que el propio idioma contaba con algunas estrategias poco utilizadas, como la utilización de sustantivos colectivos sin marca de género (alumnado, ciudadanía), sustantivos que neutralizan sin marca masculina (persona, señoría) y que incluso la lentísima RAE ha comenzado a articular respuestas tímidas pero eficaces (por ejemplo, ante un auditorio se debe utilizar como neutralizador el género que responda al de la mayoría de las personas presentes: si hay un 70% de mujeres entre el alumnado, se podrá decir "las alumnas" como solución preferible a la de la duplicación). Otras deberán irse descubriendo, proponiendo, hasta que encuentren su acomodo en la normalidad de la comunidad de hablantes. Sin desdeñar por cierto una estrategia que propusieron ciertas escritoras feministas en Estados Unidos y Canadá hace algunos años y que parece haber caído en desuso y que es el "uso alternativo del lenguaje", una forma de desarmar la carga sexista de la injuria reconvirtiendo en palabras positivas o identitarias las que se habían convertido en agresión (Margaret Atwood podría ser un buen ejemplo).
Aunque sigue siendo a día de hoy conflictiva la conciliación de un discurso estético con el discurso ético, y la literatura o el lenguaje especialmente cuidado continúan siendo lagunas donde las respuestas no parece que acaben de llegar. El momento de la normalidad tal vez traiga también una escritura estética no sexista. Pero a lo mejor también hay que asumir que el Arte no tiene nada que ver con la Corrección Política.
Seamos decididos al tiempo que selectos, tratemos de configurar un lenguaje natural pero igualitario. De la misma manera que tendremos que ir aprendiendo a detectar primero y corregir después nuestra utilización xenófoba, heterosexista o racista del idioma. Para acabar consolidando una forma de entender las palabras que pueda defender la corrección, la belleza, el riesgo sin desdeñar el objetivo de ser un imaginario positivo, incluyente, visible para todos. Y para todas".
3 comentarios:
Solo decirte que traigo otro niño a este mundo, que desde el momento cero educare en la igualdad. En mi caso no va a ser dificil pero no despistarnos por si acaso.
Besos. Vero.
Pd. Ya tengo ganas de ver que pito trae....jaja.
Buff, para mí es un tema complicado. Soy mujer, y he crecido en un ambiente machista tanto en casa como en la calle. No soy feminista y no creo en la discriminación positiva. Creo en la igualdad real. También veo la necesidad de cambiar ciertas interpretaciones sexistas de una palabra pero de ahí a que me hablen de miembras ... no puedo con ello.
Ante todo me gustan las cosas pácticas, y no soporto los discursos en los que continuamente están haciendo referencias al OS/AS solo por quedar bien y rellenar espacios vacíos de contenido. Está bien cuidar las formas pero lo de siempre. Dame 1 solo hecho y me quedo mucho más satisfecha :)
salu2
Aniz, si crees en la igualdad real es que eres feminista ;) No hay otra.
Yo he crecido en un ambiente poco machista y considero que la igualdad tiene que ser una realidad. En lo que al lenguaje se refiere, hay análisis interesantes de filólogos y filólogas (:P) que dan al lenguaje no sexista un espacio mucho más complejo que el os/as.
En cuanto a las formas y los hechos, bueno, creo que son bastantes los hechos en los últimos años que tratan de que la igualdad sea un objetivo cada vez más cercano.
Miembras ... no voy a defender a la ministra en cuestión porque no soy precisamente fan suyo, y además creo que las justificaciones aparecieron más tarde para justificar su salida de tono. Pero nuestro idioma es una realidad muy amplia y "miembra" se utiliza normalmente en muchos países de habla hispana aunque aquí nos chirríe. Pero no sé si es que nos chirría más Bibiana Aído o la palabra en sí.
Sobre la discriminación positiva ... yo sí creo en ella, con cuidado, con matices y con sentido común, algo que a veces falta en ciertos discursos e iniciativas. Pero creo que la única manera de que la igualdad gane terreno es empujarla un poquito, sobre todo en ciertos campos. La igualdad formal y legal ya está en la Constitución desde 1978 y sin embargo mira cómo andamos todavía en tantas materias.
Saluducos :)
Ah, y que conste que todos los días entro en tu blog, pero en general los poemas, fotos y citas que cuelgas son tan certeros que me dejas sin palabras :)
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