Hace ya mucho tiempo, en plena vorágine electoral, escribí sobre una de las vergüenzas más relevantes de nuestra ciudad, el estado de degradación del Palacio de los Riva Herrera en Pronillo, el edificio civil más antiguo de una ciudad poco generosa en edificios históricos. El pertinaz desinterés de una derecha que siempre ha estado al mando de la ciudad en las cuestiones culturales y patrimoniales había estado a punto de destruirlo para siempre, cuando se permitió edificar en la finca del palacio una urbanización de adosados que lo fueron estrangulando y que tenía previsto derribar sus muros para meter otros chalets más. Fue la presión ciudadana y la estupenda defensa del edificio realizada por Carmen González Echegaray y una buena parte de los actores culturales de entonces la que impidió el desafuero, aunque no por eso el ayuntamiento enmendó su desinterés y dejó que el Palacio de Riva-Herrera, conocido también como Pronillo, fuera languideciendo enfermo de muerte.
La memoria de Pronillo se recuperó en algunas ocasiones en propuestas del grupo socialista desechadas por el gobierno municipal, y de nuevo se puso en valor cuando Jesús Cabezón propuso como una de las prioridades de la que hubiera sido su acción de gobierno municipal en el ámbito de la cultura, la recuperación del patrimonio degradado, con el Palacio de Riva Herrera como principal y más lamentable ejemplo de la gestión popular del patrimonio. Y como la SGAE no interviene en estas cuestiones, y como es tradicional a falta de programa propio, el Alcalde-Ingeniero y sus huestes se apropiaron de algunas propuestas socialistas (curiosamente se habían opuesto en el pleno a casi todas ellas) y unos días después se acordaron de las ruinas de Pronillo.
Este esbozo histórico es un poco irrelevante en este momento. Porque sea como fuere, es una buena noticia que por fin (toquemos madera) se haya iniciado la recuperación de los restos renacentistas, que haya un proyecto de rehabilitación (casi reconstrucción a estas alturas del daño) y que se haya colocado la famosa primera piedra que permitirá la no menos famosa y sonriente primera foto del Alcalde de Santander y del Consejero de Cultura celebrándose a sí mismos, encantados de haberse conocido, y proclamando públicamente que el caso de Riva-Herrera es un ejemplo perfecto de la feliz gestión de uno y otro, unos y otros, del patrimonio histórico de los santanderinos y los cántabros. Eso sí, bien aleccionado el fotógrafo para que en el feliz idilio no apareciera Agustín Ibáñez, Delegado del Gobierno en Cantabria y representante del 70% de los fondos que desde el 1% cultural del Ministerio de Fomento permitirán la recuperación de Pronillo. Porque si vamos a esperar a que el Ayuntamiento de Santander invierta en pedruscos, vamos listos. Supongo que además se le estropearía al Ingeniero el bonito discurso de "El Gobierno de España es socialista y no me quiere" y "El Gobierno de Cantabria tampoco me quiere" y seguir dando así la sensación de que nadie más que él se preocupa por Santander cuando son iniciativas y dineros ajenos los que están realizando la mayor parte de las intervenciones recientes en la ciudad.
Como decía, debemos celebrar que haya una esperanza para el Palacio de Riva-Herrera. Pero a mí me parece obscena la alegría impostada de alcalde y consejero. Porque en efecto, Riva-Herrera es un ejemplo perfecto de la política patrimonial del Ayuntamiento de Santander, coincidente si pasamos revista a tantos casos a lo largo y ancho de la región (evito pasar por Hoznayo para no ver la ruina creciente del Palacio de los Acebedo, como mero ejemplo) con la de la Consejería de Cultura. Pero esa política no es para celebrar, ya que se basa en la desidia más feroz, en la inacción. Y ya ha tenido demasiados muertos como para que los dos próceres sigan compitiendo en el reparto de sonrisas autocomplacientes.
Sí, el lamentable estado actual es ejemplo de lo que los populares santanderinos entienden por protección al patrimonio artístico. Y el hecho de que se inicie la rehabilitación sin que se sepa qué destino final vaya a tener el palacio, desechadas al parecer las propuestas del Concejal de Cultura (que habló de un centro de creación digital hace unos meses donde ahora el Ingeniero-Alcalde propone un concurso ciudadano de ideas), quedando en el aire la pregunta de ¿qué criterios se siguen en un proyecto que no sabe si va a ser necesario un salón de actos o no, si será necesario estudiar la acústica o no, si serán necesarios focos o espacios para talleres o no? De nuevo un buen ejemplo de cómo y con qué rigor invierte el PP santanderino los dineros propios y sobre todo los ajenos.
Vamos, que sí creo que el Palacio de Pronillo es un ejemplo de cómo estos dos señores hacen las cosas. Lo que no acabo de entender es de qué se ríen.
4 comentarios:
Buen comentario. Se agradece la referencia.
Es realmente ridículo la foto del Consejero y el Alcalde, cuando es una obra que se hará gracias a la financiación de otra administración, en este caso el Gobierno de España, socialista por más señas.
Escéptico
Llevan tantos años mareando la perdiz, que sólo la inauguración del Museo de la Ciudad puede satisfacer a la población. Un Centro de Artes Visuales o culaquier otro establecimeinto de actividades creativas, con espacio para actividades docentes y expositivas, o un museo con sus talleres necesitan unas instalaciones que en el entorno del palacio de Riva-Herrera supondría un pastiche impresentable, dada la reducida superficie del mismo. Pero, como bien dices, con unas autoridades políticas y un equipo técnico, que coloca la primera piedra de un proyecto arquitectónico aún por decidir, cualquier cosa es posible.
La "casona montañesa" que presentaron hace unos meses no merece mayor consideración que la "restauración" que hizo Piñeiro del mercado del Este. Restauración que obtuvo la responsabilidad complice de una asociación supuestamente cultural llamada Hispania Nostra (¿a qué me recordará?) que le otorgó un premio nacional a la restauración, cuando, como queda patente solo con verlo, y apareció en todos los medios, no quedaron ni los cimeintos de la obra del siglo XIX.
Gracias a ti, Jesús, por andar siempre aportando en mi blog, y por estar ahí. Creo que la mención es justa, porque en esta ciudad tenemos o queremos tener poca memoria. Y yo sigo pensando (con pruebas) que aquí las ideas y las propuestas son siempre de los mismos, y quienes se apropian de ellas y tantas veces las "pervierten" son los que se llevan el mérito. ¿Quién se olvidó tantos años de Pronillo? Está claro. ¿Quién puso de nuevo al palacio en el mapa? También lo está. Con fechas y documentos.
El Museo de la Ciudad ... Es una alternativa. Pero siendo el espacio reducido como es, a mí me parece que ese museo debería ser más ambicioso, y tal vez serían las baterías de La Maruca un emplazamiento más adecuado.
En fin, cada uno creo que somos hijos de nuestras pasiones y vemos las carencias de la ciudad desde una óptica concreta. A mí me duele pensar que en Santander no hay una sola sala donde se pueda interpretar música antigua o música de cámara (ampliable a formatos acústicos en otros lenguajes musicales) y que un edificio como el Palacio de Riva-Herrera permitiría una sala con buenas condiciones acústicas (la piedra, por Santa Cecilia, la piedra) y para un aforo de 300/400 personas. Una vez perdida la oportunidad de aprovechar en este sentido el convento de Santa Clara, Pronillo es la última oportunidad de un espacio singular para la música, que además podría ser el espacio noble que Santander no tiene como tal para conferencias, presentaciones, y tantas actividades que se solucionarían con un salón multiuso.
Desde luego, la idea del museo de la ciudad me gusta más que la de la creación digital, ya que me parece que las nuevas tecnologías deberían situarse en otro modelo de espacios.
Un saludo y ya viste que enmendé mi ignorancia enlazando el blog del Ateneo Popular :)
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